32 - "Verdades que duelen"
—¿Los mundanos dejan que hagan esto en sus brazos? — preguntó Jonathan mientras veía como el tubo se llenaba de su sangre.
—Más por obligación que por otra cosa. — dijo Marco colocando una torunda de algodón en el interior de su codo. — déjalo así diez minutos. — le ordenó mientras observaba el tubo con la muestra. — Si mostrara esto en un congreso dirían que me volví loco. A simple vista tiene la misma consistencia que la muestra anterior.
—¿Qué significa eso?
—Que Logan se parece a ti más que en lo físico. — soltó Marco mientras observaba algo a través de un microscopio. — Oh, es extraño encontrar a alguien con sus características, ¿Quién de tu familia desciende de Suiza o países escandinavos? — preguntó desinteresadamente.
Eso era lo que le gustaba de Marco. Es tan distraído y se enfrasca tanto en su trabajo, que sus preguntas solo son por mera curiosidad, rara vez por segundas intenciones.
—Por parte de mi padre. — respondió Jonathan sin rastro de alegría. — por parte de mi madre hay ascendencia inglesa, pelirrojos.
—Que interesante. — empezó a moverse por todo el lugar y acercó un pizarrón con fondo blanco, haría un montón de fórmulas y teorías para marcar su recorrido. — Probablemente uno de tus nietos sea pelirrojo, o bisnieto para el caso.
Jonathan pensó en eso, esperando que a Logan no se le ocurriera ser padre o tuviera un descuido. Ninguno dijo nada por unos minutos. Nina bajo por las escaleras nuevamente, con Lily detrás de ella.
—¿Qué has descubierto? — preguntó Nina tomando asiento en uno de los bancos.
—Siempre me he preguntado qué es lo que ocultan. — dijo Marco mirando directamente a su esposa. — Mi esposa desvía el tema, pero solo hizo falta menos de cien mililitros de sangre para descubrirlo, tardare en llegar más al fondo del asunto para obtener una respuesta certera... a menos que sean buenos amigos y cooperen.
—Me ata un juramento. — dijo Jonathan.
—A mí no. — contradijo Nina animada. — Marco, hay cosas que no te hemos dicho. Probablemente cambiaran tu vida para siempre y ya habrá vuelta atrás. — soltó esas palabras como si hablaran del clima.
—Sobreviviré. — aseguró Marco con convicción.
Logan estaba acostado en su cama mirando el techo. La sensación de haber hecho algo y olvidarlo, seguía presente. Le bastó ver la mirada de todos a su alrededor para sospecharlo; terminó con un demonio, pero no fue solo eso.
—Hola. — una cabellera castaña se asomó a través del umbral de la puerta. — ¿Puedo pasar?
—Si. — dijo Logan volviendo su vista al techo.
—¿Cómo estás? — preguntó la chica, acomodándose a su costado. — lo de hace rato fue una locura.
El intento de Esther por iniciar una conversación, fue vano. Logan ni siquiera le dirigió una mirada.
—Fue raro. — comentó la chica.
Logan rodó los ojos. No tenía ganas de hacer nada en absoluto, ni siquiera había una televisión o portátil para conectarse a internet.
—¿Dónde te has metido, Esther? — preguntó Logan sin dejar de mirar el techo, incluso cruzo los brazos tras la cabeza. — No entiendo porque me evitas.
—Es complicado. — respondió la castaña en un susurro. — Creí que era lo correcto.
Ese último comentario captó la atención del rubio. Se recargo sobre su antebrazo izquierdo para verla mejor.
—Explica eso. — y no fue una petición, más bien una orden.
—Ya saben lo que soy. — Esther se pasó la lengua por sus labios resecos. Logan enarco ambas cejas, no se supone que se enteraran. — Lo sé, pero no tuve opción. Se enterarían en algún momento, supuse que era mejor tenerlos de mi lado que en mi contra. — se encogió de hombros para restarle importancia. — Las cosas están peor de lo que lucen, Logan. Y no creo que comprendan si quiera la mitad del asunto.
—¿Por qué me lo cuentas a mí? — inquirió Logan confundido.
—Porque me fio de ti. — admitió Esther medio sonriendo. — No mentí cuando dije que eras diferente, Logan. Solo que no imaginaba cuánto.
—Me perdí. — admitió Logan incorporándose en la cama para sentarse. — Eso es algo que las madres suelen decirles a sus hijos para hacerlos sentir bien. Excepto conmigo, obviamente.
—Eso de tener un enorme ego debe ser genético. — dijo poniendo los ojos. — Trato de ser seria, ¿sabes? Es algo importante lo que quiero decirte.
—Bien, bien, sigue con tu discurso. — el Logan real hizo acto de aparición, como si hubiera comido tres barras de chocolate.
—Existen asuntos que debes conocer, quiero creer que lo mejor es que sepas la verdad.
—¿Mas secretos? — se burló Logan. — Ya me di cuenta que todo esto se convirtió en algo personal, no entiendo porque...
—Promete que no harás nada estúpido, me prohibieron decirte cualquier cosa relacionada... pero debes saberlo.
—De acuerdo, lo prometo. — aceptó Logan cuando vio la seriedad en el rostro impoluto de la castaña.
—¿Nunca te has preguntado porque eres diferente? — Logan negó lentamente a la pregunta de Esther. Ambos sabían que su familia no era precisamente normal, ¿A dónde quería llegar? — Tus padres no son normales, tu madre fue concebida por gracia divina.
—¿Que? ¿El espíritu Santo bajo del Cielo? — se burló Logan.
—Algo parecido. — dijo Esther sin rastro de diversión. — y tu padre, él es un caso peculiar. — el gesto de Esther se endureció cuando mencionó a su progenitor. Otra persona que agregar a la lista. — su padre lo enveneno, en todos los sentidos. Creó un monstruo.
El tono sombrío del ángel caído sobresalto a Logan. Algo le molestaba lo suficiente para no guardarse nada tras el manto de timidez que cargaba con ella.
—Mi padre no es un monstruo. — replicó Logan poniéndose en pie.
—La sangre no miente, Logan. Valentine experimento con sus hijos y el mayor se llevó la peor parte. — siguió la chica sin piedad. — eres el resultado del Cielo y el Infierno reunido en una sola persona, tienes tanto poder en tu interior esperando salir.
—Estas mintiendo. — Logan volvió a subir sus defensas al verse acorralado ante la confesión de Esther. — ¡No puedes saber eso! — gritó a la chica.
—Pero lo hago. — contradijo la castaña, acercándose unos cuantos pasos al rubio. — Lamento si te lastimo. — dijo la chica a un contrariado Logan, algunas lágrimas brillaban en los ojos del ángel caído. — Me agradas, Logan. Lo último que deseo es hacerte daño, lo juro. Tus padres te aman y solo quieren protegerte. Pero tienes que estar listo para todo y mantener a ciegas sobre algo tan tuyo... no puede traer nada bueno.
—¿Desde cuándo lo sabes? — Logan apretó los labios, conteniendo la ira que lo carcomía en el interior.
—Prácticamente desde que me entere quienes eran tus padres. — la culpa era palpable en el rostro de Esther. — Logan. — Esther colocó una de sus manos sobre su pecho y un cosquilleo la hizo sacudírsela de encima. — ¡Espera!
Oyó el grito de la chica mientras caminaba por el pasillo. Sentía que se ahogaba, deseaba salir de ese lugar.
—¡Fuera de mi vista! — gritó Logan de vuelta sin detenerse.
Justo cuando salió del elevador, rumbo a la salida del Instituto, una especie de portal se abrió. Eso no podría ser más que su madre viajando. Siguió avanzando sin prestarle atención a sus padres, que hacían acto de presencia.
—¿Logan? — llamó su madre preocupada.
Por acto reflejo se sacudió la mano de esta.
—¿Qué está pasando? — insistió la rubia.
—No lo sé. — respondió Logan volviéndose hacia sus padres. — Todos parecen saberlo mejor que yo. Quizás debería preguntarle a Bicho, probablemente esté informado. — se burló sin humor.
—Logan, es suficiente. — interrumpió su madre enérgica. — Era para protegerte...
—¿De ser como él? — señaló a su padre para incomodidad de su esposa. — ¡Estoy harto de todo esto! — explotó en un grito que los dejo helados. — Tal vez si les digo a todos que mi mayor deseo es destruir el mundo y verlos arder me dejen en paz. Mejor aún, seré asesino de un montón de subterráneos y raptaré a un ángel... — se burló con crueldad, una nada propia de él. — quizá debería tener un interés enfermizo por mi hermana y llevármela al Infierno contra su voluntad. Al fin y al cabo, es lo que todos en este maldito lugar esperan que haga.
Una bofetada de su madre fue lo que freno su diatriba. Nunca, en sus diecinueve años de vida, le pusieron una mano encima. Y le dolió, más de lo que quisiera.
—Me voy. — anunció Logan con total tranquilidad.
Se dio media vuelta y camino a la salida.
—¡Logan! ¡Espera! — no hizo caso a los gritos de culpabilidad y siguió caminando.
El rubio sintió como algo escurría de su nariz. Se llevó la mano derecha para comprobar que todo estuviera bien pero cuando vio el líquido negro manchar la palma de su mano, fue un buen motivo para alarmarse ¿desde cuándo su sangre se volvió oscura?
La habitación comenzó a dar vueltas y no pudo evitar volver el estómago. Mas líquido negro fue visible a través del fluido.
¿Qué, en el nombre de todos los malditos ángeles, le sucedía?
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