Capitulo 15

Hola, aqui les traigo otro capitulo, espero que les guste. Los invito a mi nueva pagina en Facebook, tratara de libros, recomendaciones, fics, novelas y no solo best-seller :) 

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Tambien los invito a pasar por mi nueva historia :) 

http://www.wattpad.com/story/25498757-el-momento-perfecto 

Ya saben que si comentan no me enojo ;)

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La primera botella rodo por el piso sin hacer ruido, topo en los elegantes zapatos italianos de un brujo y un segundo después estallo. La segunda botella termino debajo de la silla de una mujer demonio, segundos después también exploto. Nina observaba como los invitados empezaban a causar un gran alboroto, eso que solo es una mundana, una simple mundana que los está haciendo gritar. Ya habrá tiempo después para sentirse orgullosa, tenía un plan que seguir.

Siguió arrojando las botellas, cuidando de no obstruir los principales puntos de salida. Se mimetizo entre la multitud buscando a Sebastian, que a estas alturas ya estaría con su hermano o eso esperaba. La tomaron con fuerza del brazo, estuvo a punto de asestarle un golpe al inoportuno pero el rostro del cazador la hizo reconsiderar la idea. Su hermano colgaba del hombro de este sin delicadeza.

— ¿Qué…?

—Se desmayó, vámonos de aquí. – no dejo que formulara la pregunta. – Rápido.

Empujaban y estaban siendo empujados por un montón de personas que corrían por todos lados en un intento de huir del fuego. Nina observo la escena hasta que cayó en cuenta: ella causo todo esto. Esa verdad la dejo fría, ¿el fin justifica los medios? Tal vez, pero… sacudió la cabeza un par de veces para deshacerse de esas ideas, ¿Por qué tenían que aparecer justo ahora?

El tiempo perdió sentido cuando se dio cuenta que se había quedado en un lugar sin moverse, Sebastian y su hermano ya no estaban delante de ella. Mierda. Los perdió. Vio una sombra acercarse a ella, doble mierda. Esta frita.

Fue el peor momento para que la mundana se le ocurriera desaparecer. El hermano de la rubia se desmayó en cuanto iniciaron las explosiones, eso era bueno por lo menos no tuvo que molestarse en tomarlo a la fuerza, aunque definitivamente eso hubiera sido más entretenido.

Dejo a su hermano oculto en el lugar donde se quedaban para ocultarse y regreso en busca de la rubia. Ya había tardado en hacer alguna tontería.

¿Por qué las cosas no podían salir como deberían por una vez? Si no hubiera tenido ese momento de vacilación, a estas alturas ya estaría con su hermano fuera de aquí. Claro, ahora corría entre la multitud de un tipo que la vio y que probablemente la esté siguiendo, por eso no se atrevía a mirar atrás, sabía que encontraría su mirada y eso sería peor.

Miro encima de su hombro contra todos sus impulsos y lo que vio la dejo congelada en su lugar.

—Jace, ¿Qué sucedió realmente con la chica, Nina? – le pregunto Tessa mientras observaba como su descendencia lanzaba cuchillos a un punto fijo.

—Nada. – fue su escueta respuesta.

—No te creo. – se cruzó de brazos. – ya no eres un adolescente, Jace. Compórtate como un adulto y habla, ¿Qué sucedió realmente con Nina?

—La deje ir. – respondió después de unos minutos sin dejar de lanzar los cuchillos.

— ¿Qué?

—Le dije que se fuera y nos informara de lo que sucediera con Sebastian. – confeso. – Incluso llegue a insinuar sutilmente, el usar los… sentimientos que pudiera a llegar tener por ella, claro – bufo negando con la cabeza. – si es que el bastardo los tuviera.

— ¿Traición? ¿Lo dices en serio, Jonathan? – Tessa solo lo llamaba por su nombre real cuando está enfadada con él, esta es una de esas veces. – No creí que pudieras rebajarte a su nivel.

—No hables de lo que no sabes…

—No. Tú no hables como si fueras mejor, recapacita Jonathan.

—No sabes de lo que es capaz, podría hacerle daño a Nina.

—Yo creo que ella podría hacerle aún más daño a él. – ambos se miraban fijamente. Dorado contra gris, ninguno quería darse por vencido en el duelo de miradas. – Se de lo que es capaz de hacer Sebastian, por si no recuerdas yo estuve dentro de su mente y… vi muchas cosas, que nunca te contare así que no insistas.

Cuando Tessa llego a la puerta del Instituto, hace cuatro años, junto con Jocelyn fue un momento extrañamente surreal. Una cambiaformas, descendía de una cambiaformas; en todo caso eso lo hacía más genial de lo que ya era. Casi sin querer se ofreció a ayudarles en la lucha contra Sebastian, Jocelyn le entrego el mechón de cabello de su primogénito y cambio. Lo hizo en privado, replicando que se sentía incomoda cambiando al cuerpo de un hombre. Regreso pálida como una hoja de papel, contándonos los horribles planes que tramaba, pero había algo más, Jace siempre supo que había algo que Tessa nunca les dijo.

Mila yacía en el suelo del salón. Mierda. No se supone que eso pasaría, a estas alturas Nina ya tendría que estar fuera del salón. Podría dejarla ahí tirada, tampoco era que le agradara mucho…

Su lado racional intervino de repente, no es correcto dejar a la chica ahí, aunque esa chica sea una zorra empeñada en destrozarle la vida. Rodo los ojos, se arrepentiría de esto, lo sabía. Corrió lo más rápido que pudo hacia la inconsciente Mila, ¿Cómo llegaría aquí? Se preguntó mientras la zarandeaba para que despertara. Se removió un poco sin despertar.

— ¡Mila! ¡Despierta! – la sacudía con fuerza, el fuego ya se avivaba cubriendo las salidas y los gritos eran cada vez más fuertes.

La abofeteo no tan suavemente en la cara, se despertó parpadeando confusa por el alboroto armado, gritos y fuego.

— ¿Qué…? – pregunto en un susurro antes de enfocar a Nina.

—No hay tiempo para preguntas, nos largamos de aquí antes de ser brochetas humanas. – la jalo Nina del brazo.

Tiro de ella entre los caídos que yacían en el piso.

— ¡Espera! – exclamo Mila.

— ¡No podemos parar! – le grito de vuelta. Volteo a verla, lucia asustada. No había tiempo para eso. - ¡Estoy salvando tu trasero! Lo mínimo que puedes hacer es quedarte callada y seguirme.

Ya no hubo ningún reclamo por parte de Mila.

Las salidas estaban bloqueadas por las llamas, mas mierda. La única salida pareciera ser saltar por una ventana. Saltar, si justo lo que necesitaban. Soltó a su examiga con una mirada de advertencia antes de alejarse para tomar una silla y arrojarla contra el cristal de la ventana. Estallo en cientos de padazos.

— ¿Qu-que pien-sas hacer? – tartamudeo Mila en forma de preguntar.

—Saltaremos. – la jalo del brazo nuevamente para quedar al borde de la ventana. Eran unos buenos dos pisos, había unas bolsas que podrían amortiguar su caída, al fin un poco de suerte.

— ¡Estás loca! – grito con fuerza. – Moriremos.

—Un poco, quizás. – admitió calculando el buen golpe que se llevarían. – Si lo hacemos con cuidado no. Sígueme y cállate, que me pones nerviosa.

Se deslizo por el pequeño espacio, donde apenas cabía su pie. Agradecía a su madre enviarla a clases de gimnasia desde que tenía cinco hasta hoy. Mila no tenía tanta suerte, se tambaleaba a cada paso.

—Respira por la nariz y trata de tranquilizarse. – le sugirió, trataba de ser amable aunque fuera lo último que quisiera hacer.

—Como si fuera tan fácil. – bufo la chica detrás de ella.

—Tenemos que llegar al tubo de allá, será más fácil deslizarnos. – suavizaría la caída un poco, pensó.

Su plan inicial era saltar como si el infierno las persiguiera. Cambio de idea cuando vio aquel tubo, a veces es mejor detenerse a observar en lugar de seguir con un plan suicida. Ya casi llegaban.

— ¿Qué es eso? – el tono asustado de Mila alarmo a Nina. Ojala no fuera lo que estaba pensando. Giro su cabeza ligeramente encima de su hombro para mirar. La suerte nunca está de su lado.

—Dime que una araña gigante no nos sigue. – quiso reírse. Sería un gran alivio que solo fuera una araña gigante.

Esta cosa era enorme, tenía una forma desigual y escurría baba de su boca. Lo último le produjo asco.

—Camina rápido y no mires atrás. – le insto para que avanzaran.

Maldición. Esa cosa se mueve rápido. Si las alcanzaba… evito ese pensamiento. Tendrían que saltar ya.

—Toma mi mano. – tendió su mano a Mila, está la miro sin entender y un poco de asco. - voy a saltar contigo y sin ti, si lo hacemos tenemos más posibilidad de sobrevivir.

Tomo su mano a regañadientes y saltaron.

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