EPÍLOGO

Primero que nada ¡Muchas gracias por leer mis locuras a lo largo de los últimos dos años! Gracias por tener paciencia, comentar y votar, ademas de seguirme. 

Me siento realmente bien de haber terminado con estos dos fics, estoy editando la primera parte para convertirla en PDF y hacerle un diseño bonito, además de cambiar las portadas de ambas historias. 

Hace poco pedí una critica a una Editorial de Wattpad, si quieren leerla aquí les dejo el link:

https://www.wattpad.com/254321421-cr%C3%ADticas-abierto-fanfics-de-cazadores-de-sombras-1

Este capítulo va dedicado a todos ustedes: lectores silenciosos, los que solo votan, los que solo leen y todos aquellos que comentan, muchas gracias por sus comentarios y palabras de ánimo.

Disfruten el capítulo. 


----------------------------------********-------------------------------------


Tener que esperar cinco minutos nunca le había molestado.

Cinco minutos para esperar el metro, podía con eso.

Cinco minutos para salir de su turno, se acostumbró con el tiempo.

Pero cinco minutos para saber si tendría descendencia... nunca le parecieron tan largos.

Por mi mente pasaron las diferentes reacciones que mi marido podía tener y ninguna era agradable, en absoluto. Él había dejado más que claro su postura sobre los hijos, pero bueno tendría que acostumbrarse a la idea de que pronto serian una familia de tres, sino las cosas se pondrían feas.

Entro al baño y miro la prueba. Dos rayas, el resulto es positivo, las otras cuatro pruebas marcan el mismo resultado. La palabra embarazada se pinta en mi mente con letras negras en mayúsculas.

¿Qué falló?

Siempre tomó la píldora todos los días a la misma hora, no me he enfermado recientemente para tomar antibióticos... entonces, el destino estaba decidido en ampliar su familia. Suspiro, bien ya existía la confirmación de un embarazo, los análisis clínicos habían llegado hace un par de horas a su correo electrónico, no existían errores, sus niveles de estrógeno concordaban con los de una mujer en estado de gestación, probablemente no pasará del primer mes.

Desearía poder tomar una copa de vino, un poco de valor líquido no le vendría mal.

Tomé todas las pruebas y las metió en una bolsa de plástico para tirarlas en la basura, respiro profundo y salió de la habitación para preparar la cena.

Si algo le gustaba de su casa, era la cocina amplia e iluminada, con electrodomésticos de acero inoxidable y acabados de granito. Mudarse de casa de sus padres fue difícil, sobre todo estando en un país diferente, siempre le gusto Europa, pero nunca se imaginó que Alemania le fuese a gustar tanto. Miro por la ventana que daba al patio, nevaba haciendo que el suelo se pintara de blanco. No pudo evitar imaginarse a un niño o niña pequeño jugando en el jardín...

Sacudió la cabeza alejando esos recuerdos, en unos meses, tal vez a finales de septiembre naciera el bebe. Sintió que unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas, las hormonas ya estaban haciendo de las suyas.

Se sobresaltó cuando unos brazos rodearon su cintura, usualmente lo oye llegar pero hoy estaba demasiado distraída.

—Estas temblando. — le dijo al oído, no había notado eso. Ni siquiera había comenzado la cena. — ¿Qué esta pasando?

Se dio la vuelta para verlo, sus brazos no la soltaron, pero presentía que pronto sería lo contrario. Su ceño estaba levemente fruncido, con el tiempo había aprendido a leer sus expresiones o sus palabras y Jonathan había aprendido a expresarlas.

—Hay algo que tienes que saber. — su voz salió entrecortada. — Estoy embarazada.

Sus brazos se tensaron alrededor de su cuerpo, su mirada se volvió más fríos, esa no era la noticia que esperaba.

— ¿No se supone que tomabas algo para evitar eso?

Se alejó de ella antes de terminar la pregunta, eso le dolió más de lo que quisiera admitir.

—No lo hagas sonar como si fuera una enfermedad terminal. — ignoro su pregunta.

Se abrazó a sí misma, como buscando protección.

—Hablamos de esto, no tendríamos hijos.

—Pues lamento decirte que serás padre. — vio cómo se estremeció ante la mención de esa última palabra. — Tener un bebe era lo último en mi lista, pero ya está hecho.

La miro con indiferencia, eso dolía, pero aguanto las lágrimas que luchaban por salir.

—Di algo. — casi le suplico.

—No quiero esto, un... bebe. — dijo con reticencia. — ¿Has pensado en lo que será? Ninguno de los dos es normal, todavía hay tiempo de dar marcha atrás.

—Me voy. — fueron las únicas palabras que salieron de su boca ante las frías palabras de su esposo.

Se dio la vuelta para caminar a la recámara.

¿En serio hizo la sugerencia de terminar con el embarazo? Perdió la cabeza, eso no sucedería.

Iba lanzando la ropa sin verla a la maleta abierta sobre su cama, se limpiaba las lágrimas de vez en cuando.

— ¿A dónde crees que vas? — al fin oyó alguna emoción en la voz del futuro padre de su hijo.

Tomo su brazo con más fuerza de la necesaria.

— ¡No sé! — le grito zafándose de su agarre, cerro la maleta y la bajo al piso con un ruido sordo. — Tal vez decida marcharme a China hasta que decidas ponerte tus pantalones de hombre adulto y afrontar la situación. Supera tu maldito pasado y reconoce que tienes miedo, adiós.

Salió de la recámara lo más rápido que pudo, su casa de pronto le pareció un tempano de hielo, siendo sincera consigo misma no espero otra cosa diferente. Se alegró de ponerse su abrigo, afuera hacía frío y nevaba.

— ¡Espera! — Jonathan la atrapó entre su cuerpo y el auto, a veces detestaba tanto sus habilidades sobrehumanas. — No dejare que te vayas.

—Ya dejaste muy claro que no me quieres aquí. — le recordó. — He cuidado de mi desde que era una niña, he cuidado de mi hermano y de Lilly, incluso de ti; puedo hacerme cargo de mi bebe... sin que estés a nuestro lado.

— ¿No lo entiendes? — le pregunto como si fuera obvio. — Ya sé que puedes hacer todo lo que acabas de decir, pero dudo seriamente que yo pueda. No tuve el mejor ejemplo de padres. Jocelyn me aborrece y mi padre....

—Yo no soy tu madre, Jonathan. — le dijo seriamente su esposa, impresionada por las palabras de su esposo y la forma tan abierta como las dijo. Tomo con delicadeza su rostro entre sus manos y se puso de puntitas para estar mínimamente a su altura. — Tampoco me importa que tengas miedo, porque no dejare que seas como tus padres, te cortaría las manos antes de que se te ocurriera siquiera la opción de poner un dedo encima de mi hijo.

—Es nuestro hijo. — Nina se dejó abrazar con cautela, le gusto como sonaban esas palabras en la boca de Jonathan. — ¿Van a ser los ocho meses más largos, cierto?

—Ni te lo imaginas. — susurró con una sonrisa.

—Sera hijo único. — sentencio Jonathan, y por el tono de su voz supo que sonreía.

—No lo creo, quizá un hermanito...

—Ya lo veremos.

Nina sonrió secretamente, veía un par de niños en un futuro. Siempre le gustaron las familias grandes.


Años más tarde...

Los acordes de un violín se escuchaban en el Central Park, el joven ni siquiera notaba a la pequeña multitud que se aglomeraba a su alrededor, sus ojos permanecían cerrados sin ver como sus dedos acariciaban con delicadeza el violín que sostenía, y a la vez la fuerza que ponía en la melodía que interpretaba. Vivaldi era de sus favoritos y Summer siempre le recuerda a su madre.

https://youtu.be/yZV4dZuKavM

Se sobresaltó cuando escucho como le aplaudían, incluso había unos cuantos billetes en el estuche de su instrumento. Siempre que toca el violín en un lugar público suele ocurrir eso, si supieran que estaba muy lejos de ser un músico callejero. Aun así hizo una ligera reverencia para los presentes.

Su aspecto también influye un poco en que le dejen dinero, su cabello estaba cubierto por un gorro de lana de su último viaje a Canadá, su playera gris, pantalones de mezclilla y botas sucias probablemente le daban ese look despreocupado casi de vagabundo, definitivamente nadie pensaría que estudiaba en Julliard y antes de eso, tocaba en una magnifica orquesta en Alemania.

A sus escasos diecinueve años tenía un montón de experiencias acumuladas en el ámbito musical y fuera de este. Sus padres, especialmente su madre, le dijeron que no parara hasta conseguir lo que verdaderamente quería; tras unas cuantas discusiones con su padre llego a Nueva York, y valió la pena.

Se cargó el estuche con su violín dentro en el hombro derecho para salir del Central Park. Cuando era más pequeño, su madre solía llevarlo a una cafetería en la que servían muffins deliciosos, con el paso de los años el Java Jones sobrevivió a distintos dueños, pero los sabores seguían siendo los mismos que recordaba siempre que venía.

Compro un cappuccino y un muffin marmoleado, le guiño un ojo a la cajera para que se quedara con el cambio. Se sentó en un confortable sofá que daba vista a la calles de la ciudad, al parecer hoy era día de micrófono abierto puesto que había una pequeña banda en el escenario tocando un cover de alguna canción. Eran buenos, disfruto del tiempo que estuvieron arriba, incluso se unió a los aplausos al final de la presentación.

Una pareja a mediados de los cuarenta se sentó delante de él, y dos chicos más jóvenes venían con ellos.

—No puedo creer que todavía exista este lugar. — mencionó la mujer pelirroja mirando el lugar, sus ojos verdes escudriñaron cada rincón como si hubiera ocultos muchos secretos en el concurrido local.

—Yo no puedo creer que nosotros estemos aquí para oír a nuestro primo tocar el piano. — dijo la chica bajita, rubia y muy enojada.

—Se lo prometimos a Max. — dijo el hombre rubio, aunque tampoco se veía muy emocionado.

— ¿Algún día le dirán que debería buscarse otro pasatiempo? — pregunto el segundo rubio.

Definitivamente eran hijos de la pareja, tenían los ojos de la mujer.

—Shh... ya va a comenzar. — los callo otra mujer que acababa de llegar.

También estaba en sus cuarenta, y probablemente lo que más le llamo la atención, además de su belleza eran los impresionantes tacones de más de diez centímetros que calzaba.

El chico del piano apareció, y no tendría más de catorce años. Se notaba nervioso y confundido con la partitura frente al piano, y cuando termino realmente alguien tenía que decirle que el piano no era lo suyo, se le escapo una risa sin querer y toda la familia se dio la vuelta cuando eso pasó. Esto fue incómodo.

— ¿Algo te parece gracioso? — le pregunto la mujer de calzado asesino.

—Sí, algo así. — le respondió tranquilamente, acomodo la montura de sus anteojos sobre su nariz, aunque no la necesitara. Claro que el comentario no le gusto a la mujer, ni a nadie de la familia. — Mis padres me enseñaron a no mentir.

— ¿Crees que puedes hacerlo mejor? — le pregunto el hombre rubio enarcando una ceja, y solo por un segundo sintió como si frente a él estuviera su padre. Logro recomponerse justo a tiempo para responderle.

—Creo que puedo hacerlo mejor, incluso con los ojos cerrados. — admitió sin ánimos de seguir con la discusión.

—Pruébalo. — señalo el bonito piano en el escenario.

—No es necesario... — interrumpió la mujer bajita al que parecía ser su esposo.

— ¿Por qué no? — se puso de pie sin el estuche, no lo necesitaría. Había un bonito piano de cola negro en el escenario, demasiado elegante para el lugar.

Se levantó de su asiento con elegancia de bailarín, hizo una pequeña reverencia antes de sentarse en el banquillo frente al piano, estaba bien afinado decidió después de probar algunas teclas.

—Hace un tiempo veía una serie española con mi madre, realmente no me gustaba mucho pero a ella sí, tiene cierta obsesión con ese país. — relato sin dejar de sonreír, haciendo esperar a los presentes. — En fin, tuve la oportunidad de ir a España e ir a un museo totalmente dedicado a la música, pude tocar las partituras del compositor de la banda sonora de la serie, y es precisamente lo que hoy escucharan. Pero antes — saco un pañuelo de su bolsillo, se quitó los lentes acomodándolos a su lado y ato el pañuelo alrededor de sus ojos. — Lo prometido es deuda.

Sus dedos cobraron vida sobe las teclas del piano, se olvidó de los presentes y toco para sí, no dejo de sonreír recordando que su madre ama la melodía que tocaba justo en ese momento, sobre todo cuando la toca en el piano. La música siempre lo ayuda a aislarse, olvidarse de lo que sucede a su alrededor. Lo llena en todos los sentidos, su abuela le regalo su primer violín y es el único que ha tocado desde ese entonces.

https://youtu.be/HVux8axebhQ

Toco las últimas notas para así terminar. Las personas presentes volvieron a aplaudir, se destapo los ojos y tras parpadear algunas veces volvió a colocarse los lentes para mirar a los presentes, entre ellos a la extraña familia que lo reto. Hizo una ligera reverencia antes de bajarse del escenario para regresar a su lugar.

—Eres mi nuevo ídolo. — le dijo el adolescente que había tocado el piano anteriormente, lo miraba como si fuera de otro mundo.

—Si... no me gusta ser el ídolo de nadie. — le dijo forzando una sonrisa.

— ¡Espera! — grito Max para su sorpresa. — Te vi en un video, estabas en un concierto en Alemania.

—Qué bueno. — le dijo sin mirarlo directamente, comenzó a reunir sus cosas para salir lo más rápido que su pudiera.

—Necesito tu autógrafo.

Todos miraban el extraño trato de Max para con el extraño músico, que parecía no poder irse lo suficientemente rápido.

—No puedo creer que conocí a Logan Mo...

—Yo tampoco. — lo interrumpió antes de que terminara su apellido. — Lamento no poder quedarme para regodearme de mi talento, pero tengo cosas más importantes que hacer. — dijo a todos los integrantes de la familia, mirando al final al hombre rubio, que poseía una expresión dura. — Hasta luego.

Salió del local con rapidez dejando sobre la mesa más de cincuenta dólares de propina.

—Querido primo, asustaste al pobre chico. — se burló Will, el mayor de los primos.

—Voy a dejar la música y dedicarme a entrenar más. — dijo el solo para el alivio de todos. — Espero que venga pronto a Nueva York, realmente quiero verlo tocar.

—Creo que solo tú lo conoces. — se burló Jocy, su otra prima.

— ¿Es pianista? — le pregunto su tío Jace.

—Qué va. — le respondió. — Toca como cinco instrumentos, pero creo que prefiere el violín.

—Alguien está enamorado. — siguió su prima molestándole.

— ¡Por supuesto que no! — exclamo Max. — Pero él es el músico de la década.

— ¿Cómo se llama? — pegunto su madre desinteresadamente. — No te dejo terminar su apellido.

—Morgenstern, Logan Morgenstern. — dijo este sin dejar de sonreír.

Todos en la mesa, a excepción de Max, se tensaron cuando pronuncio su nombre completo.

— ¿Dije algo malo? — pregunto cuando noto el silencio tenso que se formó.

—En absoluto. — respondió su tía Clary con una sonrisa tensa. — Chicos, lleven a su primo al Instituto, hoy les toca guardia.

—Bien. — esta vez Will no replico como siempre lo hacía. — Nos vemos mas tarde.

Los tres salieron de la cafetería.

—Es imposible. — dijo Clary cuando los tres chicos se hubiesen ido. — Jace, ese chico no puede... simplemente no.

— ¿Quién puede ser tan... para querer reproducirse con él? — se preguntó Isabelle con asco.

—Todos la conocemos. — dijo Jace, perdido en los recuerdos. — Tiene ojos verdes, no sé por no lo note antes, incluso se parecen.

—Jace, hay muchas personas que tienen ojos verdes, quizá lo único que compartan sea el apellido.

—Nunca supimos a donde fue Nina, ya pasaron más de veinte años desde que desaparecieron sin dejar rastro.

— ¿Qué haremos ahora? — pregunto Isabelle ignorando las cavilaciones de Jace.

—Nada. — dijo Clary para sorpresa de los otros dos. — No estamos seguros, puede ser un error.

—Clary...

—No, lo digo en serio, hay que asegurarnos de esto antes de avisar a la Clave. Simplemente no podemos decir que Sebastian tiene un hijo y que este está en Nueva York.

Los tres Cazadores de Sombras se miraron entre sí. Isabelle y Jace se imaginaron los peores escenarios, después de vivir en una relativa paz. Clary, por otro lado, no podía dejar de pensar en que probablemente fuera tía, su hermano tenía un hijo, y esa idea no le desagradaba del todo.

Logan se debatía entre llamar o no a su familia, aun intentaba procesar lo ocurrido horas antes.

Salió del lugar tan rápido como pudo cuando se dio cuenta con quienes se había topado, no creía en las casualidades, así que si tuvo un encuentro repentino con esos cazadores de sombras no se dio por que sí; eran simplemente inconfundibles con esas marcas que pintaban su piel, justo como las de sus padres. Su madre siempre dice que al destino le gusta jugar, al fin entendió a que se refería.

Se pasó sus manos por la cabeza, un gesto nervioso, llevando su gorro de lana consigo, dejando ver por fin un cabello platinado como el de su padre. No le gustaba mucho el tono, por eso su manía de cubrirlo.

Encendió su laptop e inicio una llamada con su hermana, primero tenía algo que confirmar.

—Hasta que te dignas a llamar hermanito. — saludo su hermana menor sin dejar de sonreir. — Dichosos los ojos que te ven sin tus flamantes gorros.

—Esto no es una llamada de cortesía. — le respondió Logan un poco incómodo por el ultimo comentario. — Sky, necesito tu ayuda.

—Luces más serio de lo normal, ¿Qué paso? ¿La abuela te descubrió con tu novio?

—No. Soy completamente heterosexual. — rodo los ojos, el que haya besado a un chico no cambio su orientación sexual, su hermana nunca dejaría que olvidara aquel hecho. — Es... importante. Y realmente no quiero alarmarlos sino es necesario, tampoco quiero alarmar a nuestro padre sobre tus salidas nocturnas y escapadas después de la escuela.

—Bien, me convenciste con lo último. — cedió después de la ligera amenaza de su hermano mayor. — ¿Qué tengo que hacer?

—Tendrás que invadir la privacidad de nuestro padre y atenerte a las consecuencias. — le advirtió.

—Lo hago todo el tiempo. — su hermana ni se inmuto por lo que dijo. — Extraño es cuando dejo de hacerlo, incluso creo que el espera eso...

—Después sigues con tus teorías. — la interrumpió con su pensamiento. — En su despacho hay un sobre rojo con unas las palabras en griego, necesito que me envíes todo lo que venga dentro.

— ¿Por qué tanta urgencia? — Logan se tenso con esa pregunta, y su hermana lo noto.

—Cuando lo confirme te lo explico. — le prometió sin dejar de mirarla a través de la pantalla. — Ni una palabra de esto a nadie, tengo que irme, envíalo cuanto antes.

Corto la llamada.

Se dejó caer en el sofá mirando el techo, ojalá todo lo que estaba pasando fuera una cruel broma del destino, aunque honestamente ni él podía convencerse de que era así.

Si todas sus conjeturas de las últimas dos horas resultasen ser ciertas, su vida cambiaria, porque si todo fuese verdad dudaba seriamente que todo siguiera como si nada.

Si se confirmaran sus sospechas esa familia sentada en el Java Jones, probablemente también fuera suya.

—Primos, primas, tíos y tías. — pronuncio esas palabras en voz alta, casi sin creérselas. — Esto dice problemas por donde se escriba.

Quizá las noticias sean bien recibidas, después de todo hace tiempo que necesita algo de emoción en su vida.

FIN

9/


    

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top