Capítulo 46

Bueno, este capítulo es casi el final... aun falta uno mas y el epilogo. 

Gracias a todas las personas que votaron y comentaron en el capítulo anterior, en serio me gusto mucho ver sus comentarios

Ojalá este les guste :)


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El buffet de abogados de su padre seria reubicado en Georgia, su madre estaba feliz por cambiar de aires, después de todo lo ocurrido no podía culparla. Incluso terminaría la universidad en ese estado, su padre había realizado unas llamadas y tenía un lugar asegurado para incorporarse el próximo semestre para terminar la carrera de enfermería, al parecer todo estaba cayendo en su lugar.

— ¿Dónde pongo estos libros? — pregunto Ian arrastrando dos cajas vacías. Su pregunta la saco de sus cavilaciones.

—En cualquiera de las dos está bien. — le respondió su hermana sin dejar de guardar la ropa de su armario. — ¿Estas emocionado por mudarnos al otro lado del país? — le pregunto Nina en un intento de mejorar el ánimo de su hermanito, no se tomó para nada bien la noticia de la mudanza, le gusta Nueva York, es obvio que no quiera irse.

—No, me gusta aquí. Mis amigos están aquí, las cosas que me gustan también, prefiero irme a Suiza. — se enfurruño, otra vez. Dejo de empacar los libros de Nina para sentarse en la cama. Su hermano parecía mayor que sus casi diez años, a veces se le olvidaba que su vida también dio un vuelco.

—Olvidaste mencionar que Missy también está que. — sonrió cuando se sonrojo, si, todavía le gusta. — Hey, Georgia no es tan malo, quizá el clima sea tan húmedo como la selva, pero estoy segura que llegara a gustarnos tanto como Nueva York. — se sentó a su lado para rodear sus hombros en un abrazo. — solo hay que acostumbrarnos, todo mejorara, te lo prometo.

—Esa fue la última caja. — comento Lilly, quien la había ayudado con la mudanza. — Tu habitación quedo increíble.

—Eso supongo. — miro alrededor, colores crema y verdes, además de los bonitos ventanales. — ¿Te quedaras en Georgia? — le pregunto.

—Eso creo. — la expresión de Lilly decayó notablemente. — Ahora que la organización cayo, a mi padre se le olvido que tiene una hija.

—Sabes que eres bienvenida. — le dijo Nina con una pequeña sonrisa. — Tu padre es un burro, solo así se explica que actué como un idiota.

—Realmente nunca quiso hijos, sabes. Mucho menos una mujer. — le conto, sus ojos brillando por las lágrimas contenidas. — Creo que por eso no odio a mi madre por abandonarnos, de haber podido me habría ido desde hace años.

—Es tiempo de empezar de nuevo. — le dijo recuperando sus ánimos. — Todo mejorara, y eso es una promesa.


Perder a un paciente nunca era fácil, sobre todo cuando el paciente tenía la misma edad que su hermano. En estos últimos meses había estado rotando en diferentes salas del hospital, esta vez fue la sala infantil y disfruto de cada minuto que estuvo ahí. Hasta hoy.

Tim murió en la madrugada cuando cubría la guardia nocturna, la supervisora le había dicho que sería una noche tranquila, que equivocada estuvo. Era un niño vivaz que aún tenía una vida por delante, y que no lo logro. Todos tenían puestas sus esperanzas en el tratamiento y no funcionó.

—Siempre es difícil la primera vez, sobre todo con niños. — le dijo un doctor, joven y de ojos bondadosos. Alto y de piel bronceada, quizá al final de sus veinte.

—Realmente nadie te prepara para esto. — se limpió las lágrimas rápidamente, tratando de recomponerse. — Mi turno ya termino. — comento mirando la hora en su celular. — Gracias por las palabras, creo que las necesitaba.

—A todos nos pasa. — creyó que el guapo doctor la dejaría tras esas palabras, sin embargo, camino junto a ella rumbo a la salida. — No te había visto antes, ¿eres nueva? — le pregunto casi casualmente.

Bien, alguien estaba interesado.

—Voy en el tercer año de enfermería, estoy rotando en las salas. — le explico tranquilamente. — También con los turnos. — hizo una mueca, era la único que lamenta de estudiar enfermería.

—Terminas acostumbrándote. — bueno, por lo menos le dijo la verdad. — Me llamo Chase Jhonson, por cierto.

—Nina Sawyer. — estrecho la mano que le ofreció. — Nos vemos, Chase. Tengo que conseguir dormir unas horas antes del siguiente turno.

—Mejora con el tiempo, Nina. — le sonrió, bien eso lo hizo lucir como un modelo de Abercrombie. — Quizás podríamos salir cuando tus turnos mejoren.

—Sí, quizás. — le dio una sonrisa amable, sin comprometer nada en un futuro, y se dirigió a su auto.

Eso de no haber tenido una adolescencia normal lo resentía en su edad de joven adulto, ese atractivo doctor flirteo con ella, prácticamente le pidió una cita y ella lo dejo pasar.

—Tonta. — se dijo a si misma cuando apoyo su frente levemente contra el volante de su auto. Odia admitir lo inocente que es respecto a esos temas, ni siquiera tiene una historia sobre algún corazón roto... o tal vez si, aunque dude seriamente si en realidad cuente. — Bueno, mañana será otro día. — trato de dase ánimos.

Arranco su auto y salió del estacionamiento.

El hospital universitario, afiliado a su universidad, quedaba a escasos veinte minutos de su casa. Ahora su hogar era más pequeño que la mansión en Nueva York, aun así todos parecieron adaptarse perfectamente a este nuevo ritmo de vida, incluso su hermano que estuvo malhumorado las primeras semanas.

Se bajó del auto, con su mochila colgada en su hombro derecho, para obtener un merecido descanso, probablemente ni siquiera se quitará el uniforme, el cansancio no la dejaría llegar más allá de su cama.

Lo que nunca se esperó, fue una mano sobre su boca y luego esa horrible sensación en su estómago cuando fue jalada hacia un portal. Su día no podía mejorar, en absoluto.

No paso ni un minuto cuando ya estaba en un lugar desconocido. Simplemente genial. Empujo sus codos hacia atrás para soltarse de su atacante, este hablo antes de que terminara de girarse por completo.

—Bienvenida. — aun con el ligero mareo que sacudió su cuerpo, reconocería esa voz donde sea. — Veo que realmente odias los viajes en portal.

—Que observador. — le respondió con sarcasmo. — ¿Por qué me secuestraste?

—Creo que ya llego la hora de hablar, ¿no crees?

—De todos los días tuviste que elegir este. — miro el lugar a su alrededor. El lugar estaba limpio e iluminado, incluso había una cena servida en una mesita, si Sebastian preparo la comida no probaría ni un bocado. — Hoy ha sido un largo día de mierda, lo único que quería era llegar a mi habitación y dormir unas horas más antes de volver a empezar. Sin embargo, a alguien se le ocurrió traerme a este lugar. Me has estado siguiendo.

—Claro que sí. — le respondió encogiéndose de hombros, ignorando todos sus comentarios anteriores. — Todavía tenemos asuntos pendientes que discutir, supongo que cumpliste tu promesa.

Obviamente vio su uniforme.

—No quiero saber nada de ellos. — se encogió de hombros. — Solo quiero dormir.

Se dejó caer en la cama, demasiado suave para su propio bien. Sintió como un peso la hundió ligeramente a su lado, suspiro. Esto no sería fácil.

— ¿Dónde estoy? — pregunto Nina sin abrir los ojos.

—En Georgia, un hotel. — le respondió sin reticencia, bueno, eso sí que la hizo abrir los ojos, no creyó que le fuera a dar respuestas reales.

Se topó con los ojos negros de Sebastian, aun así ya no se veían tan siniestros como hace unos meses.

— ¿Qué paso cuando me fui? — esa era la pregunta del millón, admitía que la curiosidad la carcomía. — No te mataron, por lo visto ni te encerraron en alguna fea mazmorra.

—Me debían un favor. — le explico este con simpleza. — No sé qué paso después, me fui antes de saber cualquier cosa.

— ¿Desde cuándo me sigues?

— ¿En serio quieres saber eso? — de pronto la tenía contra el colchón, su cuerpo presionando el de ella en los lugares correctos. Nina ni siquiera respondió la pregunta retórica, al parecer se quedó sin palabras. — Realmente me aburrí el primer mes en Europa, ya conocía todos los lugares a los que fui, entonces decidí seguirte la pista, fuiste demasiado fácil de encontrar.

—Eres bueno encontrando personas. — dijo cuándo logro tragarse el nudo en su garganta. — Supongo que realmente has estado aburrido.

—Sí, mucho. — Nina no pudo evitar mirar sus labios por la forma en que pronuncio esas palabras y la ligera sonrisa que esbozo después. — Creo que dejamos un asunto pendiente cuando estuvimos cautivos en aquel lugar.

Su mente voló al beso que compartieron meses atrás. Sip, ese momento quedo grabado en fuego dentro de su memoria.

—No sigas a menos que sea en serio. — le advirtió antes de que sus labios se estrellaran con los de ella. — Supongo que si vas enserio. — dijo con voz entrecortada cuando la dejo respirar.

—No te imaginas cuánto. — susurro en su oído haciéndola estremecer.

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