Capítulo 26
La Sede era un completo caos como cualquier primer día luego de un periodo de ausencia de parte de todo el personal. Richard caminó por los pasillos dando estrictas órdenes mientras la organización volvía a nacer. Su secretaria lo seguía de cerca y lo mantenía al tanto de cualquier asunto mientras él le respondía cómo actuar al respecto. La mujer se detuvo en las puertas de su oficina.
—El señor Dunne está aquí solicitando hablar con usted —Dijo ella.
—Tengo demasiadas cosas que hacer, dile que tendrá que esperar —Dijo Richard.
La mujer asintió obedientemente antes de partir. Él se encerró dentro de su oficina y dejó escapar el aire completamente extenuado. Se arrastró hasta su escritorio y se dejó caer sobre su cómoda silla de cuero. Durante unos segundos se permitió descansar.
Un sobre blanco con la palabra "ábreme" escrita en grandes letras negras reposando sobre una caja negra sobre su escritorio llamó su atención y lo tomó. Enseguida cumplió con la instrucción del sobre y miró extrañado el cd que encontró dentro.
Tomó su notebook e introdujo el cd para poder reproducirlo. Instantáneamente tomó el teléfono cuando terminó de ver el contenido y se comunicó con su secretaria. No le dio tiempo a ella de hablar o preguntar qué deseaba. Actuó enseguida y lo que dijo fue una orden clara y directa.
—Dile al Señor Dunne que pase y tráeme al sanador.
******
Damon se levantó y enseguida sintió el mareo junto con la migraña. Cerró fuertemente los ojos y se llevó una mano al cuello. Contuvo una mueca al sentir la mordida y la sangre. Respiró profundamente antes de torcerse el cuello con ambas manos. Sintió el dolor a la perfección pero al menos la herida ya no estaba. Se limpió la sangre y se vistió. Por suerte estaba solo. Se saltó el desayuno sin desear quedarse allí, tan solo podía pensar en salir y distraerse con algo.
Tomó su abrigo de la percha junto a la puerta y salió con extremo cuidado. Su cabeza estaba hecha completamente un caos. Sentía la falta de sangre al igual que cualquier otra vez. Tenía una tortuosa migraña que había arrastrado del día anterior y no comprendía por qué no se había deshecho de ella antes.
Cerró los ojos, se concentró, se llevó una mano a la sien y con facilidad se deshizo de aquella migraña. Dio media vuelta ya listo para partir y metió ambas manos en sus bolsillos. Se detuvo al sentir algo y miró completamente incrédulo la carta que sacó de ahí. La desdobló y la leyó en completo silencio mientras sentía la sangre abandonar su rostro.
El completo peso de la situación lo abrumó cuando terminó de leer la nota y se tuvo que apoyar contra una pared para asegurarse de que no caería. De todos modos se dejó caer al suelo y releyó una y otra vez la carta mientras estaba sentado. Tiró de su cabello con desesperación y solo entonces fue consciente con claridad de todo lo que había sucedido el día anterior. Quiso gritar pero se contuvo. Y allí, con esas palabras frente a él se arrepintió completamente y se sintió totalmente responsable y culpable de lo que había sucedido por su causa.
Brad salió en horario como todas las mañanas para tomar un rápido desayuno e ir al trabajo. Se quedó quieto al ver a Damon sentado en el suelo y lo observó en silencio. Se acercó al ser consciente de que nunca lo había visto en un estado similar, tan fuera de si.
—¿Qué sucede? —Preguntó él.
Damon le extendió la nota y él la tomó al instante. En silencio la leyó. Suspiró antes de bajar la hoja y lo miró durante un largo rato en silencio.
—¿Estás seguro de que quieres que lea esto? —Dijo Brad.
—Ella está muerta —Dijo él mirando al vacío, su voz no contenía sentimiento alguno—. Elizabeth la mató ayer.
Brad sintió enseguida el impacto de aquella noticia y el peso de la nota en su mano pareció multiplicarse notablemente.
—Encontré aquella nota hace unos minutos. Ella estuvo aquí la noche anterior, seguramente la dejó antes de partir. No puedo creer que haya sido tan ciego como para no percatarme de lo que tenía en mente a tiempo. Pero ahora ya no sé si lo permití porque quise —Dijo él y Brad suspiró antes de sentarse a su lado.
—No fue tu culpa —Dijo.
—Ella murió creyendo que yo la había traicionado y la había condenado —Dijo Damon.
—¿Ella era consciente de tu estado? —Preguntó Brad y él asintió—. ¿Era también consciente de lo que aquello implica?
—No —Dijo él y sonrió tristemente—. Es ridículo. Estoy enfermo de un modo que no puedo curarme con mis dones. Y ahora ella está muerta. Por mi culpa. Y no hay nada que pueda hacer para cambiar o reparar la situación. Sus última palabras probablemente estén en aquella nota.
—¿Entonces su verdadero nombre era Ailish? —Preguntó Brad y suspiró tristemente. Damon asintió—. Lo lamento, no debí haber preguntado aquello.
—Era el único al que permitía llamarla de aquel modo —Dijo él y Brad miró la nota en su mano—. No sé cómo permití que esto pasara.
—No fue realmente tu culpa —Dijo Brad.
—No tienes modo de saberlo —Dijo él.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, un silencio que se vio interrumpido cuando el celular de Damon comenzó a sonar. Él lo dejó sonar pero este siguió insistiendo y lo tomó para silenciarlo o lanzarlo lejos. Se detuvo al ver el número de la Sede y se resignó a contestar. Colgó segundos después al saber que necesitaban de su presencia y suspiró antes de ponerse en pie. Recuperó con dolor aquella nota que le resultaba como una flecha, imposible de sacar sin provocarle aún más dolor.
La leyó otra vez con tristeza al ser completamente culpable de lo que había sucedido. La letra de ella era rápida y afilada como una flecha y sin embargo era completamente legible y clara como el metal de una espada. E increíblemente no había firmado con el nombre de Lizz. La última frase quedó en su memoria por más que intentó deshacerse de ella.
Tienes razón, cuando tú pronuncias mi nombre ya no suena tan mal como creía.
Ailish.
******
—¿Tú sabías de esto? —Preguntó Marcus en un susurro.
—No. Ahora todo tiene más sentido —Dijo Liam.
Ambos hablaban a hurtadillas. Estaban sentados frente al escritorio de Richard mientras él continuaba de pie hablando seriamente y caminando de un lado a otro. Liam tomó nuevamente café de su vaso. Por más que ya estuviera frío él lo disfrutaba e intentaba controlarse y no sonreír al sentir el vaso en su mano. Este tenía escrita en una clara e inconfundible letra azul: "te veo luego".
La tarde anterior ambos habían reservado una habitación en un hotel solo para entrar y encontrar una nota escrita con la misma letra de un impresionante azul eléctrico que decía: "Linda suite". En aquel momento se había sentido completamente incrédulo y aliviado. Y por más que luego se había enfurecido por lo que había pasado lo cierto era que su tranquilidad no lo había abandonado.
Aquella misma mañana, mientras desayunaban en un Starbucks, una camarera se había acercado para dejarle un café que él no había pedido y con aquello escrito en el vaso. Se había sentido completamente sorprendido al verlo y por más que había buscado desesperadamente con la mirada y hasta había salido del lugar no había encontrado a nadie.
—Si él ya tiene todo lo que necesita. ¿Entonces por qué estamos aquí? —Dijo Marcus.
—Burocracia —Dijo Liam—. Déjame encargarme a mí de esto.
—¿Y si nos interroga? —Preguntó él.
—Nunca respondas más de lo que te piden —Dijo Liam.
—¿Reglas de Irlanda? —Preguntó Marcus y Liam le sonrió fugazmente.
—¿Puedo saber de qué están hablando? —Interrumpió Richard y los miró a ambos.
—Estábamos discutiendo sobre la información a la cual nos ha dado acceso señor Longoria —Dijo Liam elegantemente.
—¿Acaso usted no tenía acceso a aquella información anteriormente? —Preguntó Richard.
—Si lo hubiera tenido la situación no sería esta —Dijo Liam.
—Lamento decirle que dado las circunstancias no puedo permitirme el placer de creerle —Dijo Richard—. Su hermana...
—¿Cree que yo hubiera permitido que esto sucediera si hubiera tenido acceso a esta información anteriormente? —Preguntó Liam guardando la calma—. ¿Cree que yo hubiera dejado que mi hermana estuviera expuesta de aquel modo de haberlo sabido? Usted conoce el modo en que yo actúo y sabe que hubiera alertado a la Sociedad de inmediato si lo hubiera descubierto.
—Entonces déjeme recordarle que este asunto le concierne solamente a New York y nosotros nos ocuparemos totalmente de él —Dijo Richard.
—Y usted déjeme recordarle que mi hermana era irlandesa —Dijo Liam—. Quiero que firme su inocencia.
—Ella está muerta —Dijo Richard.
—No importa. No dejaré que permanezca como culpable de un delito que no cometió realmente —Dijo Liam.
Richard suspiró vencido antes de buscar en su escritorio. Tomó el documento correspondiente y se ocupó de firmarlo y sellarlo de modo que la inocencia fue oficial. Liam tomó el documento y lo guardó prolijamente en su chaqueta. Richard se irguió y miró con desconfianza al maestre.
—No se ve tan devastado para alguien que acaba de perder a su hermana —Dijo él.
—Estoy complacido por que el culpable haya sido encontrado y su nombre esté limpio —Dijo Liam—. Usted debería mostrarse agradecido de que no decidiera presentar cargos en su contra por lo sucedido en vez de desconfiar de mí. Sabe que lo que yo podría decir comenzaría una investigación entorno a usted y su sucio asunto quedaría al descubierto. Después de todo, técnicamente, mi hermana está muerta por un descuido suyo.
—No será necesario —Dijo Richard y Liam sonrió ante su victoria—. Marcus, puedes empezar mañana mismo. Ya veré quién se hace cargo de ti.
—De hecho el joven viene conmigo —Dijo Liam y dejó los documentos correspondientes ante la severa mirada de Richard—. Es irlandés por lo que la Sede de Dublín se hará cargo de él de ahora en adelante.
Richard mostró lo contrario a la complacencia al observar los documentos que parecían perfectamente legales y en orden. Liam recuperó aquellos documentos y los guardó nuevamente.
—Me parece lo correcto —Dijo Richard de mala gana y ambos se pusieron en pie para despedirse. Liam apretó con firmeza la mano de Richard mientras se despedía sin dejar de sostenerle la mirada—. Lamento lo ocurrido con su hermana.
—Nada hubiera ocurrido de no ser por usted pero no tiene qué temer, mi silencio será sepulcral —Dijo Liam.
—Es un placer haber hecho negocios con usted —Dijo Richard.
Ambos se miraron con desconfianza una última vez antes de separarse. Liam pasó un brazo por la espalda de Marcus y ambos salieron. Marcus tomó un poco del helado café de Liam. Por más que hubiera dormido profundamente toda la noche la falta de sangre le seguía siendo demasiado notoria. No estaba seguro de cuánto había tomado Elizabeth de él esas pocas noches.
—¿Realmente no reconociste la letra cuando Richard te preguntó al mostrarte el sobre? —Preguntó Marcus.
—Él tan solo desea saber quién más sabe de esto además de nosotros dos. Sea quien sea, al parecer es lo suficientemente hábil como para conseguir aquello. Diría que fue obra de Lizz pero aquella no era la letra de ella —Dijo Liam y suspiró—. Sin embargo... la letra me ha resultado familiar por más que no he conseguido reconocerla.
—Richard tan solo quiere silenciar al otro para guardar el asunto en secreto —Dijo Marcus al comprenderlo y Liam asintió—. ¿Entonces iremos a Dublín?
—Cuanto antes nos vayamos de aquí mejor —Dijo Liam y le sonrió—. Te gustará Dublín, es una ciudad preciosa. Allí no hay monarquistas. Allí no corres peligro constantemente. Tan solo debes comportarte correctamente y no tendrás ningún inconveniente.
Ambos se detuvieron para esperar el ascensor. Marcus acabó completamente todo el café y le entregó el vaso vacío a Liam. Él lo hizo girar entre sus manos observando aquella inconfundible letra azul y sonriendo ligeramente. No entendía la situación ni qué rol jugaba realmente en ella pero se había esforzado por hacerlo lo mejor posible frente a Richard y esperaba realmente no llevarse una gran desilusión al final pero de todos modos no se conformaría hasta no comprobarlo por si mismo.
Levantó la vista cuando las puertas del ascensor se abrieron y su mirada se encontró con la expresión completamente sorprendida de Damon. Apretó los dientes con furia antes de desenvainar su sable y sostenerlo contra su cuello. Lo sostuvo a él contra un muro y lo miró con ira a los ojos. Increíblemente el sanador no hizo nada por escapar del agarre o intentó defenderse. Liam apretó más la hoja del sable contra su cuello mientras se controlaba para no cortarle la cabeza allí mismo.
—Ahora sé por qué lo hiciste. ¿Acaso fue porque ella representaba un peligro para ti por saber lo que eras o planeaste todo antes? —Preguntó él—. Necesitabas callarla, asegurarte de que nunca dijera nada.
—Liam —Dijo Marcus.
Él puso una mano sobre la suya y Liam suspiró al mirar al joven y reconocer aquella misma mirada que su hermana. Bajó su sable y lo envainó nuevamente. Miró una última vez con odio a Damon antes de alejarse de él y estar nuevamente a un lado de Marcus.
—Ojalá mi silencio sea tu condena —Dijo.
Marcus puso los ojos en blanco antes de tomar a Liam por un brazo y arrastrarlo dentro del ascensor. Se ocupó de apretar el botón indicado y ambos permanecieron en silencio mientras la cabina se elevaba. Abandonaron con su debido tiempo el edificio. El guardia les echó una mirada de cautela cuando los vio salir y ambos se detuvieron en la acera. Liam se dio vuelta y miró a Marcus dispuesto a admitirle que solo les quedaba volver al hotel y conseguir un vuelo cuanto antes a Dublín pero este habló antes de que él pudiera hacerlo.
—Bastante dramático. ¿Sabes? —Dijo Marcus y Liam no pudo evitar sonreír.
—A veces te pareces a ella —Dijo él—. Creo que podremos arreglárnoslas bien los dos solos. Somos familia, podremos sobrellevarlo juntos y lo cierto es que...
Una bola de nieve le pegó en aquel preciso instante en medio de la nuca y él no pudo evitar soltar una maldición. El frío de la nieve se deslizó por su piel y se coló por todo su cuerpo. Marcus lo miró incrédulo pero él lo ignoró y se dio vuelta para ver a su atacante. Se quedó completamente perplejo ante lo que vio.
La joven al otro lado de la calle le sonreía con diversión por lo que había hecho. Pasaba completamente desapercibida frente a sus ojos, no parecía más que otra simple humana ignorante. Estaba vestida completamente de negro con un abrigo a medida y unas botas hermosas. Traía puesto un gorro azul eléctrico, la única muestra de color en su atuendo.
Casi le fue imposible reconocerla sin su aljaba siempre colgando de su espalda. Le fue difícil reconocerla por aquella apariencia, por el modo tan sincero en que le sonreía, por cómo se apoyó con indiferencia contra la limousine negra que estaba a su lado cuando él cruzó la calle para reunirse con ella.
—¿Qué sucede hermano? ¿Estabas dispuesto a dejarme de lado en esto? Porque creí escuchar exactamente los dos solos. Espero todavía no hayas espantado a nuestro primo con aquel rollo emocional —Dijo ella y él sonrió realmente feliz de verla.
—Lizz —Dijo él y sonrió completamente conmovido antes de abrazarla fuertemente.
Ella rió dulcemente en su oreja y él la tomó con más fuerza. Cerró los ojos y se permitió durante un momento sentir solamente aquello, disfrutar de tener a su hermana de vuelta. Aspiró profundamente el dulce y exótico perfume de ella y su sonrisa solo se ensanchó cuando Lizz también lo rodeó con sus brazos.
—Realmente no habrás creído que dejaría que algo me venciera. ¿Verdad? —Dijo ella y Liam la soltó para poder mirarla a los ojos.
—No hiciste parecer más que aquello —Dijo él y ella sonrió.
—La muerte puede intentarlo cuantas veces quiera pero hasta el momento no ha conseguido vencerme —Dijo Lizz.
Marcus se reunió con ellos y se inclinó para olfatearla. Le sonrió ampliamente al mirarla a los ojos.
—Hueles rico —Dijo y luego hizo una mueca ante la situación que ambos habían vivido—. Lo siento, no quise decir exactamente eso. Es decir sí, hueles rico, pero no en el modo en que tu sangre lo hace. Es decir, no quería hacer alusión a los monarquistas pero...
—No hay problema —Dijo Lizz al ver la desesperación del joven por aclarar la situación y le sonrió—. Vamos, entra antes de que se nos haga tarde. Me gustaría partir de aquí cuando antes.
Marcus asintió obedientemente e hizo lo que ella le pedía que hiciera. Lizz suspiró y miró la Sede una última vez. Varios pensamientos surcaron su mente pero ella se ocupó de mantenerlos a raya. No pudo evitar sonreír al ser consciente de que había ganado y que sus enemigos no habían sido cualquiera. Y ahora que todo ya había pasado ella podía respirar profundamente y no sentir ningún peso sobre sus hombros.
—Temí que hubieras caído en alguna trampa —Dijo Liam.
—Damon era la trampa —Dijo ella con su vista perdida al otro lado de la calle—. Él aceptó enamorarme y luego entregarme a Elizabeth. Qué lástima para él que no me gusten los hombres que no tienen el completo control sobre sus propias vidas.
—Conseguí que Richard firmara tu inocencia —Dijo él y ella sonrió.
—Sabía que harías lo correcto sin necesidad de pedírtelo —Dijo Lizz.
—Ojalá tus mensajes hubieran sido más que dos simples notas y un café —Dijo él.
Ella no le respondió y se limitó a entrar también en la limousine. Quizás, si Liam hubiera sido más observador o ella no se hubiera molestado en ocultar todos sus vendajes para no llamar la atención, él hubiera notado que ella tenía la mano derecha vendada junto con su brazo. Consecuencias de haber rodado por las escaleras con un cuerpo tan frágil. De hecho, ella lo había intentado varias veces desde que había despertado pero no había conseguido hacer mucho con su mano sin que el dolor la invadiera.
Liam cerró la puerta detrás de él y el vehículo se puso en marcha. Lizz rió al escuchar los alegres comentarios de Niall, quien estaba al volante, o las indicaciones—gritos que él le hacía a Murtagh quien estaba en el suelo y se ocupaba de los pedales. Era extraño ver a los dos hombrecillos cuya altura máxima era de cuarenta centímetros en sus mejores días manejar.
—¿No podías haber conseguido algo más discreto? —Preguntó Liam y Lizz sonrió antes de recostarse cómodamente.
—Yo no fui, fue Niall. Además, es perfecto. ¿Quién no desea abandonar una ciudad como New York en limousine? Este es mi estilo Liam, mi modo de vida. Esto es lo que he ocultado de todos todo este tiempo —Dijo ella y miró a Marcus—. Gran truco el tuyo.
—Elizabeth me hubiera matado si hubiera encontrado un adolescente en vez de un niño —Dijo él—. Ventajas de tener bajos tratos con criaturas. Sabía que ella colecciona niños, no fue difícil conseguir una poción y tenerla guardada en mi cuarto en caso de emergencia.
—¿Cómo terminaste con ella? —Preguntó Lizz y Marcus suspiró con pesar.
—No lo sé. No lo recuerdo. Solo sé que escuché el grito de mamá. Me quedé oculto en el pasillo y entonces vi su cuerpo. No lo pensé dos veces, me encerré en mi habitación y tragué toda la poción —Dijo él y negó con la cabeza—. Alguien entró y me tomó por detrás. No sé. No recuerdo nada. No pude ver. La próxima vez que abrí los ojos estaba con Elizabeth.
—Al menos sobreviviste —Dijo Liam.
—Es bueno saber que el ingenio no se saltó tu parte de la familia —Dijo Lizz.
—Entonces ustedes son mis primos —Dijo Marcus y ambos asintieron—. Gracias, por lo que hicieron por mí.
—Estamos solos —Dijo Liam—. Somos los únicos Dunne que quedan con vida. Todos los demás fueron asesinados en las últimas semanas, incluso nuestros padres.
—No podíamos dejarte. Eres familia. Así que nuestro vuelo sale en unas horas —Dijo Lizz y cruzó los brazos detrás de su cabeza—. No puedo esperar a volver. ¡Mi bella ciudad donde me van a enjuiciar por supuestamente matar a toda la familia! En momentos como estos realmente adoro la Sociedad.
Liam la miró con pesar, ella estaba sonriendo a pesar de haber dicho solamente la verdad. Lo más seguro era que un juicio los esperase, a aquellas alturas la Sociedad ya debría haber encontrado todas las pruebas que delataban a Lizz a pesar de no ser ella la culpable.
***********
Damon se frotó el cuello suavemente antes de entrar a la oficina de Richard, aún podía sentir la presión allí donde el maestrehabía sujetado su sable. Tomó asiento con desgana y mal humor frente al escritorio y mantuvo toda su atención en una moneda que hacía girar sobre el escritorio para luego detenerla. Richard lo observaba fríamente desde el otro lado pero a él no le importó. Seguramente tendría una larga charla sobre que se había excedido del tiempo que él le había dado por vacaciones o algo por el estilo. Algo simple y sencillo de manejar. Ningún problema en realidad.
—Es bueno ver que hoy decidiste venir al primer llamado y no tenías mejores cosas que hacer —Dijo él agriamente y Damon hizo un gesto de indiferencia.
¿Qué haría sino? ¿Admitir que había venido con una pobre esperanza que jamás debió haberse permitido? El maestre ya había dejado perfectamente en claro toda la situación luego de su pequeño encuentro en las puertas del ascensor.
—Richard, tengo mejores cosas que hacer así que ve al grano —Dijo él.
Richard sonrió casi como si hubiera esperado oír aquello desde el primer instante y dio vuelta su notebook para que Damon pudiera ver la pantalla. Pero él no le prestó atención en lo más mínimo. Se concentró más en sus uñas y frunció ligeramente el labio al ver que había unas pequeñas manchitas oscuras que mostraban que había tocado sangre. Solo un cazador hubiera sido capaz de reparar en aquel detalle insignificante e invisible para los demás pero ya no había ningún cazador allí.
Sin embargo, cualquier trivialidad quedó totalmente de lado cuando escuchó la suave risa y levantó la vista automáticamente. Se quedó helado al ver el video en la pantalla del ordenador. Sintió por segunda vez en aquella mañana la sangre abandonar su rostro mientras lo negaba una y otra vez. Era imposible, todo por lo que se había esforzado todos esos años quedaba reducido a aquel mísero video. Se quedó helado al recordar que la Sede tenía cámaras en todas partes mientras veía a Ailish sonreírle con inocencia y preguntarle cómo había hecho para no ser descubierto todo ese tiempo.
Y allí estaba él, completamente expuesto en aquella cinta. Admitía ser un dependiente y él mismo admitía haber manipulado a dos miembros de la Sede para no quedar al descubierto. Visto de aquel modo, él quedaba como el perfecto culpable de la muerte de Gael y luego de Ailish. Y aquel video lo condenaba y Richard lo había visto y aquello significaba que alguien más tenía que haberlo hecho llegar hasta él.
Miró el video con horror hasta el final hasta ver cómo ella lo atacaba con sus palabras antes de partir furiosa. Aún cuando la cinta se acabó permaneció totalmente en blanco sin saber qué decir o cómo reaccionar. Podría intentar eliminar aquel recuerdo de la mente de Richard pero sabía que sería en vano. Él había visto el video y seguramente había tomado precauciones al respecto.
Richard se puso en pie y observó el gran planisferio pintado a mano que colgaba detrás de su escritorio. Damon permaneció en silencio mientras intentaba aceptar la situación por más imposible que le resultase. Richard se mantuvo en una posición elegante, sus manos juntas en su espalda, su cabeza en alto. Su vista estaba fija en las islas al noroeste de Europa, en Irlanda sobre todo.
—Son curiosas algunas tradiciones de los irlandeses. Dicen que si un cazador de ellos muere, otro cobrará venganza en su nombre —Dijo él—. Seguramente no sabías aquello. Soy el directivo de esta Sede, tengo acceso a información que tú ni siquiera debes conocer su existencia. Y ahora, ya no estás en posición de seguir con tus juegos.
—Yo no asesiné a Gael ni a la cazadora —Dijo Damon enseguida y Richard se dio vuelta para mirarlo.
—Entonces tu pequeña amiga tenía razón y eres un tipo con mucha suerte —Dijo él y Damon supo que no le creía—. Harás lo que yo te digo si no quieres que este caso llegue a Londres. No creo que la Sociedad se muestre muy contenta al saber lo que eres y lo que hiciste. ¿Aceptas hacer un trato conmigo o no?
—¿Y qué sucede si no lo hago? —Preguntó Damon y Richard caminó a su alrededor.
—Antes que todo quedarás expuesto como lo que en verdad eres. Londres sabrá de ti y se hará cargo completamente de la situación —Dijo Richard—. No intentes escapar porque te puedo asegurar que la misma persona que hizo esto seguramente también puede seguirte la pista a la perfección. Comenzará una extensa investigación respecto a ti que dará por resultado todo tu historial de los últimos años. La eficiencia de Londres es impecable. ¿Cuánto tiempo crees que le tomará saber todo lo que has hecho estos años? Seleccionan a sus miembros entre los mejores del mundo y estos siguen un entrenamiento riguroso todo el año. Aceptarás, lo quieras o no. Primero y principal mostrarás una mejor predisposición y harás aboslutamente todo lo que te diga. Nadie más sabrá de tu pequeño secreto y será mejor que no intentes nada.
—No lo haré. No acepto. Me niego a hacer algo así. No eres mi dueño —Dijo él con determinación y Richard se inclinó a su lado—. Ya he desaparecido una vez, puedo volver a hacerlo. Además no tienes ninguna prueba concreta. ¿Un video? Podría haber sido editado.
—Por alguna razón aquel video no está en las grabaciones de las cámaras de seguridad pero de todos modos terminó en mis manos. La misma persona que me dejó ese video también dejó esto —Dijo Richard y dejó una pequeña botella de cristal conteniendo sangre sobre el escritorio. Damon se paralizó al reconocerla—. ¿Te resulta familiar? Tiene tus huellas digitales y curiosamente la sangre es de la cazadora que ha muerto para callar tu secreto. Aquella será tu primera tarea, hacerle olvidar al informante que le pedí información sobre esta botella y su contenido. Te ocuparás, también, de sacarme esta maldita jaqueca que me provoca tu simple y desagradable presencia. Te tengo un regalo de mi parte para recompensarte si así lo quieres ver. He tenido que negociar con el maldito irlandés por su silencio. Espero sepas estar agradecido y empieces a cumplir si no quieres que el próximo gran escándalo de Londres porte tu nombre. ¿Qué decides?
—¿Dónde está el informante? —Preguntó Damon luego de varios minutos de silencio y después de suspirar al darse por vencido. Richard sonrió complacido ante su respuesta.
*******
Lizz bostezó mientras cruzaba el gran aeropuerto de Dublín. Una y otra vez se frotó sus oídos. Odiaba volar en avión y odiaba lo que esto le provocaba a sus oídos. Sabía que pasaría un largo tiempo antes de que la sensación la abandonara. Su pequeña valija de rueditas era extremadamente liviana y ella la deslizaba mientras caminaba.
Se detuvo al ver al joven de cabello rojizo que la esperaba y enseguida soltó su valija. Corrió tan rápido como pudo hasta él y saltó a sus brazos para abrazarlo. Aquello le resultaba demasiado familiar, demasiado confortable como siempre había sido. A simple vista su cabello parecía castaño pero ella sabía, luego de haber pasado días con él bajo al sol, que en realidad era un naranja muy oscuro. Sus ojos eran verdes y sabía que nunca le mentirían. Su rostro era todo un misterio, una mezcla de facciones suaves y a la vez fuertes. Guardaba el delgado físico de cualquier cazador pero bajo sus prendas sus brazos eran fuertes y firmes al igual que el resto de su cuerpo.
Lizz lo soltó y se alejó de él para observarlo. Se sorprendió al ver los ligeros arcos grises bajo sus ojos o su aspecto más desaliñado de lo usual. Llevaba pocos días sin afeitarse y su ropa estaba completamente arrugada como si se tratase de la del día anterior.
—¿Acaso te has atrevido a salir en una excitante aventura sin mí? —Preguntó fingiendo reprimirlo y él le sonrió.
—¿Realmente crees que sería capaz? Simplemente consecuencias de días sufriendo un interrogatorio sobre ti que no creo que merezcas —Dijo él—. ¿Acaso tú te has atrevido a tener una excitante aventura en New York sin mí? Porque a juzgar por tu aspecto...
—Nunca Riley —Dijo Lizz y le sonrió—. La aventura no existe si no estás tú a mi lado. Y será mejor que arregles tu aspecto. Somos cazadores y no saldré por ahí contigo mientras sigas luciendo como un vago.
—Tranquila, tendré que arreglarme tarde o temprano para mañana —Dijo él sonriéndole y entonces suspiró tristemente antes de bajar la vista—. Seré cazador de corte.
—¿Realmente? ¿Paso unos días afuera y osas usurpar mi trabajo? —Dijo ella y él no pudo evitar sonreír ligeramente pero aquella sonrisa rápidamente se desvaneció.
—No me han asignado por mi puntería, lo han hecho porque conozco mejor que nadie a la acusada —Dijo él y Lizz se calló al saber lo que significaba. Riley levantó la vista para mirarla tristemente a los ojos—. Lo siento. Sé que no mereces ese juicio.
—No importa. Sabía que lo tendría y un juicio me esperaba seguro cuando volviera —Dijo Lizz y enlazó su brazo con el de él antes de tirar débilmente hacia donde había dejado abandonada su valija—. Vamos, cuéntame todo lo que has hecho en mi ausencia. Conociéndote habrás dado más de una respuesta memorable a esos pesados de la Sociedad.
Él le sonrió francamente y durante un momento cualquier asunto relacionado con el juicio o todo lo oscuro que había sucedido quedó totalmente en el olvido. Por aquel momento simplemente fueron los inseparables amigos que siempre habían sido y ella no dejaba de sonreír y reír algunas veces mientras él le contaba casi con exasperación todo el tipo de interrogatorios que le habían hecho y le habían resultado ridículos. Después de todo, era Riley. No había modo de que él no la hiciera feliz o sonreír.
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