Caso 53: La ultima luz en el este.
Ella no lo recuerda, o más bien no lo quería recordar. Lira corrió y siguió corriendo, se alejó de todo y de todos los que pudo, mientras se ocultaba de los caballeros de la orden de santa Sofía...y de él. Gabrielo Monteriggioni, el muchacho había enloquecido, había matado a Dan y ahora iría por ella, Lira lo sabía. Sabía que algo tenía que estar mal con él. Al frente pudo ver a una partida de caballeros, la chica se desvió del camino y siguió la senda el flujo del río. Lira entonces se tropezó con la rama de uno de los árboles y se golpeó la cabeza con el tronco del árbol, la chica cayó en las heladas aguas. El río la debió de haber arrastrado cuesta abajo porque la dejó en un valle lejos de Pinewood.
La chica despertó, se dio cuenta que se encontraba sola, en aquel valle había una granja por lo que Lira se acercó a la granja, su intención era la de pedir ayuda a sus habitantes, por otro lado, podrían estarla buscando, Gabrielo había matado a Dan y lo había conocido desde siempre, ¿Que podía esperar Lira de él? Misericordia era algo que el cazador de demonios había olvidado ya.
Todavía podía recordar la voz de Dan haciendo ecos en su mente. Lira entonces tomó la camioneta que tenían estacionada afuera de la granja. La activó con los cables de corriente eléctrica y se fue en ella. Regresó al camino...
"¿A dónde voy ahora?" "No puedo regresar a Manhattan" "¿Al sur...cruzando la frontera?, ¿Al norte?... ¡Sía! ¡Eso es tengo que ir con mis hermanas!"
Lira estaba convencida de que si alguien podía ayudarla ahora eran sus hermanas. Ellas podrían ocultarla por un tiempo antes de que Gabrielo apareciera. Y de ahí, tal vez a otro lugar. El problema habría sido tener que cruzar todos los estados del medio oeste para llegar a Maine. Durante los siguientes días Lira se quedó en Maine, su hermana Sía había conseguido una casa a las afueras de Portland. Lira estuvo viviendo con ellas un par de días, sin embargo, cada vez que Rayla o Sia intentaban preguntarle sobre los que ocurrió, Lira no respondía.
Esa mañana cuando las tres súcubos estaban desayunando escucharon que alguien tocaba la puerta. Rayla fue la que se levantó de la mesa y fue a ver quién se encontraba en la puerta.
—¿Quién es? —Preguntó Rayla. Al otro lado de la puerta había un hombre alto de cabello rubio corto, que vestía con camisa, pantalones de vestir y una gabardina larga. El hombre se retiró el sombrero que traía sobre la cabeza y se dirigió hacia la chica.
—Buenos días. ¿Se encuentra Lira? —Preguntó el hombre.
—Puedo preguntar ¿Quién la busca? —Le preguntó Rayla.
—John. —Respondió el hombre.
—¿John qué?...
—Solo John. —Respondió el hombre con una sonrisa cálida en los labios.
—¡Lira te busca un hombre llamado John! —Exclamó la mujer.
Lira supo en ese momento que estaba perdida, John era el hombre más fuerte del mundo, incluso más fuerte que Gabrielo y si lo habían enviado a él, significaba que la chica estaba perdida. Lira se levantó temerosa, pero si se la iba a llevar, al menos trataría de salvar a sus hermanas, ellas eran inocentes. "más o menos". Lira entonces caminó hacia la puerta, ahí estaba John. Rayla se acercó al oído de Lira y le susurró.
—¿Estarás bien hermana? Este hombre no me da muchacho confianza.
—Estaré bien Rayla. —Dijo Lira con una sonrisa falsa. La chica entonces salió al pórtico de la casa y cerró la puerta tras ella, no permitiría que John entrará.
—¿Cómo me encontraste? —Le preguntó Lira a John, con un tono temeroso. No sabía de lo que John era capaz de hacer, pero si sabía que hiciera lo que hiciera ella no podría hacer nada.
—La camioneta que robaste. —Respondió John. —La estuve rastreando desde Oregón. Tienes suerte de que nadie más se haya dado cuenta, tuve que pagar una cuantiosa suma a sus dueños para que no levantaran cargos.
"¿Nadie más? ¿Ósea que no está con la agencia? ¿Acaso sabe lo que Gabrielo hizo?"
—¿Qué haces aquí John? —Preguntó Lira.
El hombre sacó entonces las pistolas de Dan. John se las ofreció a Lira. —Estoy seguro que Dan, hubiese querido que te quedaras con estas.
Lira las tomó...
—Entonces sabes lo que Gabrielo hizo. ¡Lo que le hizo a Dan! —Respondió Lira, la chica se había comenzado a enojar, no podía perdonar a Gabrielo.
—Lo sé. —Respondió John.
—¿Por qué? Después de que Gabrielo regresó de tu misión, ha estado extraño, y ahora me doy cuenta que algo le pasó... algo malo. Y Dan tuvo que pagar por eso, él trató de matarme a mí también y quiero saberlo John.
—Gabrielo... Al parecer Gabrielo es el último heraldo infernal. —Respondió John. —El Heraldo del Orgullo. Y él lo sabe.
—¿Esa es la mentira con la que vienes aquí?, ¿Gabrielo es un heraldo infernal?
—La madre de Gabrielo, Xenovia; es la hija de Lucifer Lucero del Alba y siendo sinceros, veo un poco de Lucifer en Gabrielo. El Ángel que una vez fue...el amigo que una vez tuve. Gabrielo está obligado por las leyes del destino a abrir las puertas del infierno. Lucifer nos jugó una mala broma a todos, me hizo cuidar, entrenar e importarme por Gabrielo, me hizo prepararlo para cuando él abriese la última puerta infernal nadie pudiese oponerse a él. Esa es la clase de juegos que Lucifer hace.
—¿Y por qué mató a Dan entonces? —Preguntó Lira.
John se encogió de hombros. —Mí suposición es que lo hizo por ti. —Respondió John.
—¿Por mí?, ¿Por qué me ama? ¡Acaso lo mató porque estaba celoso de Dan! —Exclamó Lira. —Sí él tenía un problema pudo haberme dicho antes, Pero esto, esto es triste. Y no se lo merecía, Dan no merecía tener una muerte cobarde como la que...
—Yo no creía a Gabrielo capaz de hacer algo como esto tampoco. Pero antes de todo es un demonio del círculo de la soberbia. —Respondió John. —Dan es lo más cercano que Gabrielo ha tenido a un hermano mayor. Por lo que puedo pensar que él ha decidido olvidarse de su humanidad. Y matar a Dan...un nuevo bautizo—Respondió John. —Y puede que haya sido mi culpa lo que ha ocurrido. La Bula 99 sabe que Gabrielo es un heraldo y envió a un equipo de inquisidores a deshacerse de la Agencia Anti-Demonios Manhattan. Nadie sobrevivió. Ramsay y Carmine, están muertos. No podemos permitir que sea el fin Lira. —Respondió John. —Ni tú ni yo. Tenemos que evitar el apocalipsis a como dé lugar, sino la muerte de Dan, de Ramsay y los otros serán en vano.
—¿Solo nosotros dos? —Preguntó Lira.
—No. —Respondió John, él chasqueó los dedos y descendió la chica del cielo. Sus alas se desvanecieron apenas tocó el suelo. Felicia Monteriggioni caminó hacia Lira.
—Cecilia está en Nueva York y dice saber dónde abrirán las puertas del infierno dos de los heraldos infernales. Ella tiene la intención de acabarlos por su propia cuenta. No podemos que ella lo haga sola. No sé qué es lo que ocurra en la cabeza de mi hermano, pero no podemos permitir que miles de humanos sufran simplemente por nuestro dolor.
—No sé qué es lo que esta chica tiene en la mirada pero nadie es capaz de rehusarse a ella. —Le dijo Lira a John.
—Lo sé verdad. —Respondió John.
—Okey. —Respondió Lira. —Por Dan, Ramsay y Carmine. —Respondió Lira. Entonces el cielo se oscureció y comenzó a pintarse de rojo. Lira supo al instante que ese era un mal augurio, o peor, que el Apocalipsis hubiese comenzado. La chica entonces tomó las pistolas Volcanic de Dan. El vampiro había peleado durante cientos de años por este día y Lira no permitiría que su muerte no tuviese sentido.
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