Caso 51: Traición.



El auto se detuvo enfrente de la plaza de San Pedro. John descendió del vehículo, Adriana ya le esperaba. Y la cara de Adriana se le notaba llena de preocupaciones, usualmente Adriana era estoica por lo que esto era algo sin precedentes. John caminó hacia su asistente.

     —¿Qué ocurrió? —Le preguntó John a Adriana.

     —Ellos saben...—Respondió su asistente.

     —¿Qué cosa? —Le preguntó John.

     —Todo...

     Ambos se apresuraron a entrar a la basílica, luego activaron la entrada frente a la Piedad de Miguel Ángel, la puerta que servía como entrada a los cuarteles generales de la Bula 99. John y Adriana descendieron por el ascensor hacia el vestíbulo. Podían ver decenas de trabajadores correr de un lado a otro, llevando papeles o haciendo llamadas, todos estaban muy disgustados con lo que había pasado. John sabía que tenía que ver al Camarlengo Campiani.

    John se acercó hacia la cámara del Camarlengo. Pero entonces dos guardias le obstaculizaron el paso al interior de la cámara.

    —¡Que creen que hacen! —Gruñó John.

     —Lo sentimos, pero hay una reunión entre los líderes de La Bula en sesión. —Respondió uno de los guardias.

     —Hijo, ¿Acaso sabes quién soy yo? —Preguntó John enojado.

     —Sí. —Respondieron los dos guardias.

     —¿Y aun así no me dejarán entrar?

     Los dos guardias tragaron saliva y desenfundaron sus armas. "Bueno, si así va a ser", John agarró a ambos hombres y los estrelló contra la puerta. Las puertas se abrieron y los dos hombres cayeron al interior de la cámara, la inusual escena desvió la atención de todos los presentes. La iluminada cámara del Camarlengo Campiani era inmensa, cinco grandes palcos se levantaban en el interior de la cámara, y en cada palco estaba un líder de las ordenes de la Bula 99, El hombre de larga barba y cabeza afeitada, de mirada irascible. Gregor Monterrey. El Gran Maestre de la orden de los Inquisidores. Luego estaba Talia Hildegard, la líder suprema de la orden de los Wolfenjeagers y al último el Paladín Rowan Sturges de La orden de los Caballeros Labriegos. Supervisando la reunión estaba el Camarlengo Campiani y a su lado derecho estaba Xandrine Minolta; centinela de la Bula 99 o como ella solía llamarse El Brazo Izquierdo Armado de la Cristiandad. Sin embargo, había un palco extra que yacía desocupado, el palco que alguna vez utilizaron los Druidas de la Orden de los Limerick y por supuesto no estaba, ni había presencia alguna de Ramsay Hellgate por la Agencia Anti-Demonios Manhattan.

     Todos los presentes entonces giraron la cabeza hacia la puerta, John entró al interior de la cámara y se dejó ver ante la vista de todos.

     —¿Cómo osan llamar a una reunión sin tenerme presente a mí? —Preguntó John, su voz se escuchó con fuerza en toda la cámara.

     —John, que bueno que hayas podido reunirte con nosotros. —Respondió El Camarlengo Campiani. —Llegas tarde.

     —Falta un puesto, ¿Dónde está Ramsay Hellgate? ¿Por qué él no ha sido convocado? —Preguntó John.

     —¡No han sido convocados por que son traidores! —Exclamó el gran maestre de los inquisidores. Los Wolfenjaegers se unieron en el bullicio de los ataques.

      —Te pasaste de la raya. —Respondió el Camarlengo Campini. —Nos estuviste ocultando lo que estaba ocurriendo, ¡Omitiste revelarnos que el Pandemonio había empezado!

     —¡Que!

     "¿Cómo es que se enteraron de eso?" Pensó John, "¿Acaso Ramsay habría revelado al fin lo que estaba pasando, o acaso lo descubrieron por Cecilia Monteriggioni?" John no sabía que es lo que estaba ocurriendo. Xandrine entonces dio un salto desde el palco del Camarlengo y caminó hacia John la mujer entonces retiró de la solapa de la gabardina de John el micrófono oculto, lo habían superado, finalmente los humanos le habían ganado.

      —Lo arruinaste John. —Dijo Xandrine y luego le dio un bofetón en la cara. —Esto no se trataba de ti, sino de todos los humanos en la tierra.

      —John, eres el Brazo Armado de la Cristiandad, Centinela de la Bula 99 del Vaticano y, aun así, decidiste traicionarnos a todos al ocultarnos el avenimiento del Apocalipsis. Conspiraste con la Agencia Anti-Demonios Manhattan para actuar fuera de las jurisdicciones de la Bula 99. —Respondió el Camarlengo Campiani. —¿Acaso hay algo que tienes que decir en tu defensa?

      —Sí. —Respondió John. —Es verdad, El Reloj del Fin del Mundo se materializó en América, Los seis heraldos infernales pronto abrirán las puertas del infierno para que Lucifer y sus legiones vuelvan a caminar otra vez por la tierra. Sin embargo, hemos neutralizado a tres de ellos, Al Toro del Diablo Heraldo de la Ira, a Quasimodo, Heraldo de la Envidia y al ángel caído Rabiel, Heraldo de la Pereza. Quedan tres, Lancelot del Lago el Heraldo de la Avaricia, Marilyn Monroe, Heraldo de la Lujuria y Huracán, Heraldo de la Gula, los tres se encuentran en América. Y la Agencia Anti-Demonios Manhattan es la única que se puede ocupar de ellos, solo a ellos les toca la jurisdicción de la cacería de monstruos.

     —¡John, otra vez nos estás mintiendo! —Exclamó El Camarlengo Campiani. —Sabemos que Gabrielo Monteriggioni, el perro de ataque de la Agencia Anti-Demonios Manhattan, es el Heraldo del Orgullo.

     —¡Yo no mentí, simplemente omití cierta información! —Exclamó John. —Gabrielo Monteriggioni es el hombre que ha acabado con dos de los heraldos infernales, así que mientras ustedes juegan a sus juegos supremacistas, Gabrielo Monteriggioni nos ha estado protegiendo contra el mal verdadero.

     —¡Las leyes del destino son inquebrantables! —Exclamó entonces Xandrine. —Gabrielo Monteriggioni fue elegido para abrir las puertas del infierno. Durante años lo hemos tenido bajo nuestro cuidado sin saber de su funesto destino de traer muerte al mundo. Es por eso Camarlengo que le propongo un voto de no confianza a Gabrielo Monteriggioni, que sea buscado por todo el mundo y juzgado.

    Todos los presentes animaron la idea de Xandrine.

      —Gabrielo Monteriggioni es leal a la humanidad, el pacto que hizo con la familia Hellgate lo obliga a cumplir su palabra de proteger a la humanidad.

     —A cierto...El pergamino de Geasse que firmó con su sangre. —Respondió el Camarlengo con un tono insidioso. —Misma familia cuyo último miembro de su linaje está enfermo de cáncer y sin ningún sucesor. A la muerte de Ramsay Hellgate, el contrato de Gabrielo se habrá terminado y entonces podrá actuar libremente para cumplir con su infame destino. ¡Es por eso que, a la vista de esta reunión!, ¡Declaro que la Agencia Anti-Demonios Manhattan queda expulsada como miembro de la Bula 99 y Gabrielo Monteriggioni será marcado como enemigo máximo de la cristiandad! ¡Será cazado y América pasará a ser administrado por células de la Orden de los Inquisidores y La Orden de los Caballeros Labriegos y la Orden de los Wolfenjaegers! —El Camarlengo dejó caer su martillo de plata sobre la mesa, todos los presentes se levantaron a vitorear las decisiones del Camarlengo Campiani.

     Xandrine entonces se acercó a John nuevamente.

     —No te vayas a ir, tenemos asuntos pendientes que discutir contigo el Camarlengo y yo. —Respondió Xandrine. Después de que cada uno de los miembros del consejo salieron de la cámara, se abrió una puerta por debajo del palco del Camarlengo, el hombre caminó hacia John. El hombrecillo no tenía nada de atemorizante más que su sombra y, aun así, había resultado ser más mortífero que la peste negra.

     —Camarlengo no puede hacer esto. —Dijo John. —Usted sabe que necesitamos a Gabrielo Monteriggioni, sea o no un heraldo infernal. Yo lo conozco mejor que nadie, su lealtad hacia la familia Hellgate es inquebrantable y no por el pacto que hizo con Reginald, sino porque para él, la Agencia y los trabajadores en ella son su familia.

      —¡Es un demonio! —Exclamó el Camarlengo Campiani. —Deja de tratarlo como uno de nosotros. Debimos de haberlo matado cuando tuvimos la oportunidad.

     —Matar a Gabrielo no resolverá nada, quedan tres heraldos infernales. Gabrielo es el más calificado en toda la Bula 99 para lidiar con ellos.

      —¿Y luego qué? —Preguntó Xandrine. —¿Nos quedaremos sentados a ver como él abre las puertas del infierno?

      —Si van en contra de Gabrielo y de la Agencia Anti-Demonios Manhattan, lo harán su enemigo. Y entonces sí tendrán motivos para temerle. Además, no pueden matarlo, no hay un arma en toda la Bula 99 que sea capaz de matarlo, él también es mitad humano.

     —Pero también es mitad demonio. —Respondió Xandrine. —Los demonios pueden ser vencidos. Pueden ser asesinados y tú sabes cómo. —Xandrine le apuntó con su dedo a John, el hombre simplemente tragó saliva y giró la vista hacia Campiani.

     —Camarlengo por favor...

      —Ya es tarde John, ya di la orden de suprimir a la Agencia Anti-Demonios Manhattan con todos los que estén en el interior. —Respondió el Camarlengo Campiani. —Hiciste un pacto John, cuando ayudaste a fundar La Bula 99. Juraste salvaguardar a la humanidad de los peligros del infierno. ¿Pondrás en duda tus votos?, ¿tu lealtad?

     —¡Jamás! —Respondió John.

     —Entonces nos dirás como matar a Gabrielo Monteriggioni, porque tanto tú como yo, ambos sabemos que Gabrielo es un cabo suelto, y en cualquier momento podrá abrir las puertas del infierno.

     John no quería ni siquiera pensarlo, Gabrielo era incapaz de hacer algo como eso "¿Verdad?" Tenía que ser incapaz, John lo había visto desde que era un niño, crecer y convertirse en un buen hombre...pero al mismo tiempo John sabía que había una oscuridad en él, un acceso a una magia infernal que no tenía límites. En 1954 había sido él quien había prácticamente erradicado a la Agencia Anti-Demonios cuando perdió el control con la muerte de Karen. ¿Acaso hoy John podría controlar a Gabrielo después de haber acabado con dos heraldos infernales?

     —¿Hace cuánto que diste la orden? —Preguntó John al Camarlengo.

     —Hace 8 horas. Llegarán antes del anochecer a Manhattan. —Respondió el Camarlengo. —Pero dependerá de ti, si aceptas tu rol como defensor de la cristiandad, o como uno de sus enemigos.

     John lo pensó, sería muy fácil, más que fácil, simplemente tendría que tomar a Campiani y romperle el cuello. No era la primera vez que se deshacía de hombres corruptos y malvados dentro de la Bula. Pero por otro lado...25,000 años de historia en la Tierra, le habían enseñado a John, que lo único que tenía sentido en su vida era su misión auto-impuesta. No podría dejarlo todo caer, simplemente por sus sentimientos.

     —Lo único que puede matar a un demonio, es otro demonio. La sangre de demonio...es lo que usan en las armas de la Agencia Anti-Demonios Manhattan para poder cazarlos. En la armería hay una cámara criogénica con varios tipos de sangre de demonios, incluyendo la de Gabrielo y Cecilia Monteriggioni. —Confesó finalmente John. —Si algo puede matar a Gabrielo, son las armas impregnadas con sangre demoniaca.

     "Acaso...así es como Lucifer se sintió cuando traicionó a nuestro padre..." Pensó John. Una lagrima de oro líquido brotó por su mejilla.

      —Lo has hecho bien John. —Respondió el Camarlengo Campiani. —Has salvado a la humanidad.

     Entonces John recordó aquel funesto día cuando frente las imponentes puertas del Paraíso, él miró hacia atrás ignorando a su padre...a su creador. Pero no importaba porque él ya sabía que Dios le había dado la espalda a todo. John sabía que no regresaría...pero tenía que ir, tenía que demostrar que los humanos eran dignos de amor, perdón y reconocimiento. Que no eran corruptos y que necesitaban a alguien que viera por ellos. John alzó sus alas y descendió a la tierra dejando el Paraíso tras él para auto-exiliarse en la Tierra.

     "No aún no, pero me encargaré de hacerlo"  

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