Caso 49: Hermandad y sangre.
Gabrielo y Dan subieron al techo y dieron un gran salto, cayeron en uno de los edificios al final de la cuadra. Los dos entonces descendieron por la escalera con mucho cuidado para no llamar la atención de los ghouls. Ambos comenzaron a caminar por las calles, estas estaban llenas de basura, cristal roto y desolación. Gabrielo iba al frente y Dan por detrás, ambos tenían sus armas desenfundadas. Vieron entonces un par de Ghouls en la entrada del parque. Dan y Gabrielo se colocaron contra el muro, no podían dejar que los vieran. Los ghouls se estaban peleando por un brazo humano, uno de ellos se lo llevó y los otros dos le siguieron, parecían perros. Gabrielo y Dan después se internaron en el parque.
—¿Entonces Lira y tú? —Le preguntó Gabrielo a Dan.
—Oh...así que te diste cuenta. —Respondió Dan. Su tono era algo extraño, usualmente el vampiro hablaba fluido y con confianza, pero esta vez era golpeado y nervioso. —Sí, bueno ella es independiente, es inteligente e increíblemente sexy. No estás enojado por eso verdad.
—No Dan, no estoy enojado. ¿Por qué debería?
—Bueno es que tú fuiste quien la trajo a la agencia y...no sé, te veías algo protector con ella al inicio y pues. Tú sabes...si al final tu querías salir con ella o...
— John quería que la invitará a salir. —Dijo Gabrielo.
—John quiere muchas cosas Gabrielo, ¿Qué hay de ti?
—Yo solo tengo una pregunta Dan, ¿Es real? ¿tú y Lira, esto no es nada más algo pasajero, algo de una sola vez?
—No creo que no, creo...creo que si es real y serio. Le conté sobre Eleine, Gabrielo nunca antes le había contado a otra mujer sobre ella antes. —Respondió Dan.
—Bueno, ya era hora. —Respondió Gabrielo y dio una ligera sonrisa.
—Sabes, extrañaba esto.
—¿Qué cosa? —Le preguntó Gabrielo a Dan.
—Esto, tú y yo en una misión. Como en los viejos tiempos. —Respondió Dan. —Al final solo quedamos nosotros Gabrielo. ¿Recuerdas cuando Reginald trató de enseñarte a pelear y lo estampaste con un puñetazo en la pared?
—Claro, como podría olvidarlo. —Respondió Gabrielo.
—Era difícil, porque solo yo podía entrenar contigo. —Respondió Dan.
—Difícilmente puede ser entrenar cuando te caías de borracho en el primer movimiento. —Respondió Gabrielo.
—Ya no hacen licor fuerte como antes. —Respondió Dan. —Oye mira eso.
Dan caminó hacia los restos de lo que parecía ser un hombre que había sido destazado en medio del pasto sin embargo era extraño, el hombre utilizaba una armadura plateada de cuerpo completo. Y por lo que habían dejado de la cara tenía colmillos y orejas puntiagudas, tenía que ser un vampiro. Dan se acercó corriendo e inspeccionó al vampiro.
—Un caballero. —Respondió Dan.
—¿Qué hace un Caballero Vampiro aquí? —Preguntó Gabrielo.
—No lo sé, pero por la armadura que tiene, tiene que ser un soldado de élite de alguna de las familias. — Entonces Dan comenzó a inspeccionar el labrado de la armadura, un estilo barroco atiborraba la superficie del peto, elementos florales cubría la superficie, era una armadura hermosa, Los vampiros siempre habían sido buenos herreros.
—¿Los caballeros vampiros pueden ser corrompidos? —Le preguntó Gabrielo a Dan.
—Son caballeros, pero eso no los hace perros leales. Esta armadura la he visto antes, pertenece a la guardia personal de la Condesa Aslaug Draculia. Pero no hace sentido...La condesa no tiene necesidad de tener granjas de sangre.
—Tal vez la condesa quiere entrar al negocio de las granjas de sangre.
—No, ni de broma, ella misma firmó un tratado con los Caballeros Labriegos hace unos meses, yo mismo supervisé el encuentro. —Respondió Dan. —La Condesa Draculia no tendría razones para hacer eso. Yo la conozco Gabrielo, ella es una vampira que nunca falta a su palabra. Es más probable que algunas células del Movimiento Revolucionario Vampírico, o alguna de las 13 ordenes mágicas.
—Bueno, siempre sabemos dónde encontrar las respuestas que buscamos. —Respondió Gabrielo. —Andando Dan. Gabrielo reanudó su caminata hacia la fábrica, Dan cerró el único ojo escarlata que le quedaba a ese vampiro, sin duda los ghouls se habían dado un festín con su carne. Dan se levantó de la grama y siguió a Gabrielo.
Finalmente llegaron. Aquella fábrica parecía haber tenido mejores días, a pesar de que grandes chimeneas trabajaban la fachada todavía conservaba el ladrillo original, tenía un molino de agua cuyas aspas se movían con el río. Musgo rojo, verde y negro invadían las paredes y enredaderas caían de las ventanas sin cristal de la fábrica haciendo ver al edificio cómo si estuviera llorando, Gabrielo escuchó un gemido que procedía del desagüe, una inmensa alcantarilla terminaba en una zanja donde fluía el agua. La tierra alrededor estaba lodosa y un olor fétido a carne podrida inundaba el ambiente. Gabrielo y Dan se acercaron a ver. Una treintena de cuerpos yacía en la zanja, todos ellos habían sido humanos, aunque ahora parecían ser más bien, ghouls moribundos de pieles tan pálidas como el papel, sin un solo cabello o vello en el cuerpo. Y todos estaban en los puros huesos, los ghouls estaban tan débiles que no podían ni levantarse. Solo podían gemir y retorcerse.
—¿Que dices? —Le preguntó Gabrielo a Dan.
—Estos ghouls no tienen marcas de mordeduras en el cuello. —Respondió Gabrielo.
—Es porque estos no son ghouls creados por mordeduras, sino humanos a los que les drenaron toda su sangre, La maldición de los muertos vivientes. —Dijo Dan. —Esto no debería pasar. Se supone que un humano tiene una vida de 3 a 5 años. Pero esto...esto es simplemente cruel. Drenar toda la sangre de los humanos.
—Bueno el pueblo tenía 25,000 habitantes. —Respondió Gabrielo. —Así que no hay escases de sangre.
Gabrielo y Dan escucharon un leve tintineo y una ligera brisa, al instante se dieron media vuelta y bloquearon el ataque de sus atacantes con gran rapidez. Dos caballeros vampiros en armadura completa. Sus ojos carmesíes mostraban su fortaleza. Gabrielo entonces le dio una patada a uno de ellos y lo arrojó contra la zanja, los ghouls comenzaron a rodearlo, pero entonces estos al instante se encendieron en llamas. Y murieron, la hoja del hacha del caballero vampiro se puso brillante, al rojo vivo.
Dan por su lado logró hacerse a un lado y comenzar a disparar. El caballero vampiro al que se enfrentaba tenía una alabarda, de acero con la que bloqueaba las balas que Dan disparaba haciendo rotar la pesada lanza a gran velocidad. Pequeñas chispas aparecían cada vez que las balas impactaban contra la lanza. El vampiro dio una macabra sonrisa. Gabrielo... "¡Al carajo!" Maldijo Gabrielo y luego se arrojó contra el vampiro. El caballero vampiro trató de justarlo con su pesada alabarda, pero Gabrielo la evadió y le dio un duro golpe en la mejilla el yelmo del vampiro se dobló ante la fuerza del golpe de Gabrielo. El vampiro comenzó a sangrar de la cabeza, No se podía quitar el yelmo...El cazador entonces sacó nuevamente su pistola y disparó la bala, perforó el yelmo y se impactó en la cabeza del vampiro matándolo al instante.
Dan el vampiro con las espadas llameantes fue evadido con facilidad por Dan, el cazador de demonios entonces logró tomarle por una de las muñecas y doblarsela para que tirara el arma, Dan tomó la espada y la chocó contra la otra espada, las chispas brotaron Dan logró dar un par de golpes con la espada hasta que logró desarmar a su oponente y le cortó la cabeza con su propia espada de un solo corte. Entonces sobre unas colinas descendieron más vampiros, cinco de ellos en armadura completa. Entonces se escuchó un silbido en el interior de la fábrica.
—¡Gabrielo estos son definitivamente caballeros vampiro al servicio de Aslaug Draculia! No sé qué es lo que esté pasando, pero es muy probable que quien esté al mando de esta fábrica sea un noble de alto rango en las familias vampíricas. Por lo que...lo necesitamos con vida Gabrielo.
—Entiendo, ¿Entonces tú te encargas de estos? —Le preguntó Gabrielo
—Siempre, hacía mucho tiempo que no peleaba como uno de los míos. —Respondió Dan. Gabrielo entonces se apresuró a entrar a la fábrica.
El vestíbulo se estaba desquebrajando, con pesadas columnas y soportes de madera derrumbados por el suelo, con limo verde y enredaderas. Con hierba mala y las ventanas sin cristales. Gabrielo no vio nada ahí, entonces continuó corriendo hacia la segunda cámara, ahí fue cuando quedó asombrado. Miles de ellos; hombres, mujeres, niños y ancianos sujetos a planchas de metal verticales con finas mangueras de donde extraían el preciado líquido escarlata. En unos vehículos de carga estaban los cuerpos drenados de los humanos. Gabrielo escuchó el sonido del tacón contra la piedra que recubría el piso.
Una hermosa mujer alta de cabellera dorada rizada entró, de piel tan clara y sin ninguna imperfección, de hermosos ojos rojo oscuro. de figura delgada y perfil grácil. Una mujer que vestía con un aterciopelado vestido rojo oscuro con negro de hombros descubiertos, en ese delgado cuello un medallón de oro en forma de dos alas de murciélago y el corazón del medallón era un rubí escarlata del que emanaba una tenue luz. La mujer podía aparentar estar en sus tardíos treintas o sus primeros cuarentas.
—¿Quién eres tú? —Le preguntó la mujer a Gabrielo. La voz de la mujer era seductora y le recordaba un poco a Alessa Crawley. Sin embargo, tenía una pizca de dignidad y poder en ella. —Sin duda no pareces un caballero de la Orden de Santa Sofía ni un caballero Labriego. La mujer dio una rápida olfateada, ni siquiera eres humano.
—Yo soy Gabrielo Monteriggioni, De la Agencia Anti-Demonios Manhattan. —Respondió el cazador de demonios.
—¿Un cazador de demonios aquí?, ¿Eres de los cazadores de demonios que trabaja con el Marqués Dan Van Tepes? —Preguntó la mujer. Dando una pequeña sonrisa. —Entonces trabajas para La Bula 99. Qué alivio por un momento pensé que estaba en verdaderos problemas. —Respondió la mujer. La mujer vio a Gabrielo, el muchacho no entendía lo que estaba pasando aquí. —Oh claro, donde están mis modales, Yo soy la condesa Aslaug Draculia. Primera de mi nombre, Señora de las siete familias Vampíricas.
Gabrielo no podía creerlo, Aslaug era lo más cercano que tenían las Siete Familias Vampíricas a una reina, descendiente directa de Vlad Draculia, el primer vampiro.
—¿Tú hiciste esto? —Preguntó Gabrielo. Apuntando hacia los humanos.
—Sí, yo fui quien lo hizo.
—¿Por qué? —Preguntó Gabrielo. —Las Siete Familias Vampíricas no tienen jurisdicción dentro de América.
—Ninguna de las siete familias tiene jurisdicción, yo no soy parte de las siete familias, ¡Yo soy las siete familias!
—Usted es la Condesa Draculia, no necesita granjas de sangre. Esto viola todos los pactos que tiene la comunidad vampírica con la Bula 99.
—20% de la población mundial son vampiros. Y no soy ingenua, se lo que pasará, sé que el pandemonio se está llevando acabo y que pronto las puertas del infierno se abrirán. Y el ángel caído Lucifer Lucero del Alba caminará con sus legiones de los condenados nuevamente por la tierra. Como soberana de las Siete Familias Vampíricas es mi deber asegurar que mi pueblo no sufrirá penurias en el Apocalipsis por venir. Así que váyase, como podrá ver, tengo claridad nivel A. Por lo que le pido Señor Monteriggioni de la Agencia Anti-Demonios Manhattan.
"Por supuesto la claridad Nivel A, era uno de los acuerdos que la Bula 99 había llevado a cabo con las siete familias después de la segunda guerra vampírica. Donde los nobles vampíricos de clase B y A. podían salir librados de cualquier conflicto y crimen ante la Bula 99."
—¿Usted piensa que la dejaré ir? ¿Después de todo esto? ¿Después de todos los humanos que ha matado? —Preguntó Gabrielo enfurecido.
—Por supuesto, las siete familias pagan una importante suma a la Bula 99 para quedar librados de todos los cargos. —Respondió la condesa.
—¿Estás diciendo que la Bula 99 es corrupta y que dejará a los nobles vampiros actuar con impunidad?
—Así es. —Respondió la condesa Aslaug Draculia. —Siempre ha sido así.
—No... no está vez. —Respondió Gabrielo.
Al instante la mirada confiada de la condesa cambió y su rostro se ensombreció, horrorizado al ver como el brazo del cazador atravesaba su pecho, la mujer tosió con fuerza, un borbotón de sangre fue escupido sobre la cara del cazador. Tal vez por primera vez en toda su vida, la condesa se dio cuenta del verdadero terror de aquel ente que se encontraba frente a ella. La condesa trató de decir algo, pero ya no tenía fuerzas para decir nada. El brazo pintado de rojo de Gabrielo terminaba en un puño y en él, el corazón de la condesa Asalug. Gabrielo lo estrujó con fuerza hasta que este se reventó. La vida escapó de los ojos de la condesa. Gabrielo entonces retiró su brazo del cuerpo inerte y la condesa cayó al suelo.
Minutos después entró Dan, el vampiro había logrado acabar con sus enemigos, cuando vio aquella funesta escena. Vio a Gabrielo quien estaba ahí mirando hacia el cadáver muerto de la máxima soberana de las siete familias.
—Oh no... ¡Gabrielo que has hecho! —Dan corrió hacia la Condesa Aslaug, y miró horrorizado el cadáver de su máxima autoridad.
—Terminé el trabajo. —Respondió Gabrielo, Dan se enfureció con el tono de Gabrielo, todo monótono y sin vida.
—¡Mierda! ¡Las Siete Familias Vampíricas no olvidarán esto! —Dan comenzó a llorar del coraje mientras trataba de reanimar desesperadamente el cadáver de su reina.
—Tenía que hacerlo, ella había matado a todos estos humanos.
—Tenía claridad nivel A ¡A la mierda con los humanos! ¡Has matado a su reina! ¡A la última descendiente de Dracula! Era prácticamente como un dios viviente para nosotros. ¡Cómo puedes ser tan estúpido y matarla solo así! ¡Mi condesa! ¡Mi reina! ¡Todo lo que las siete familias son, todo lo que han logrado, es por la condesa y tú solo la mataste! ¡Porque no eres capaz de diferenciar que el mundo no es blanco y negro!
—Tenía que hacerlo. —Respondió Gabrielo, el muchacho se dio media vuelta, Dan se levantó del suelo y desenfundó su pistola y apuntó a Gabrielo. Gabrielo se frenó, pero no volteó a ver a Dan.
—No te puedo dejar ir Gabrielo. ¡Soy un marqués al servicio de las siete familias! ¡Tengo que vengarla Gabrielo! ¡Tú sabías muy bien que antes de cazador, era un noble! —Exclamó Dan, el cuerpo de Dan comenzó a cambiar y convertirse en el de una bestia. Gabrielo aun así no miró.
—Lo sé. —Respondió Gabrielo. Una lagrima brotó de los ojos del cazador.
Dan entonces encolerizado lanzó un rugido y apretó el gatillo.
El sol crepuscular yacía sobre las mesas de la agencia. Reginald había entrado por el ascensor, con él, traía a un muchacho desgarbado, delgado y enclenque con largo cabello azabache, tez clara y ojos cerúleos. El muchacho miraba alrededor. Dan se levantó de su asiento y caminó hacia Reginald y hacia el niño.
—Dan. —Dijo Reginald. —Mi viaje al Vaticano ha sido fructífero. —Respondió Reginald, Dan notó como el niño inmediatamente se fue a ocultar detrás de Reginald Hellgate.
—Sí, puedo verlo. ¿Quién es el enclenque? —Le preguntó Dan a Reginald. Entonces Reginald tomo al niño y lo acercó hacia Dan.
—Dan Van Tepes, te presento al nuevo miembro de la Agencia Anti-Demonios Manhattan, Gabrielo Monteriggioni.
Dan entonces se arrodilló y miró al niño directamente a los ojos, El vampiro acercó la mano para que Gabrielo lo saludara.
—¡Chaval, como estás soy Dan! —Exclamó Dan con una sonrisa en la cara de oreja a oreja.
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