Caso 39: El demonio navideño.




Lira volvía a tener aquel sueño, en él, un hombre alto de cabellera pelirroja que blandía un bastón con empuñadura de plata le estaba proporcionando una tremenda paliza a Dan quien estaba tirado sobre el suelo. El vampiro gruñó y mostró sus ojos escarlatas que brillaban en la penumbra de un Londres victoriano. El vampiro se arrojó entonces contra el hombre y aquel hombre simplemente le dio un bofetón con el bastón en la cara tumbándolo al suelo nuevamente.

—¡Déjame en paz humano! —Exclamó entonces Dan. —¡Antes de que me transforme y te parta en dos!

—Adelante. —Respondió el humano. —Estás muy ebrio para transformarte, estás tan ebrio que ni siquiera puedes levantarte de la acera. —Dijo el hombre en un tono severo. —Dan Van Tepes: Marques de las Siete Familias Vampíricas. Mírate nada más, ahogado de borracho bajo un puente. Siento pena por ti, por la triste excusa de vampiro que eres.

—¡Tú, bastardo! —Exclamó Dan. —¡Que sabes tú de mí! —Entonces Dan trató de levantarse, pero el hombre de la cabellera pelirroja le atravesó con su bastón el pecho del vampiro. Dan gimió de dolor.

—Oh, pero yo sí te conozco Dan, se lo que has hecho, las leyes que has quebrantado ante la Bula 99, y también la razón por la que lo has hecho. No es tu culpa que tu amada Eleine haya muerto.

—¡Cierra la boca! —Exclamó Dan. —¡Ahórrate la explicación, viejo y solo acaba conmigo!

—No Dan, este no será tu final. Desde hace décadas has buscado venganza, solo, sin que nadie te ayude, pues ahora yo estoy aquí para ayudarte. —Dijo el hombre. —Yo soy Sir. Reginald Ramsay Hellgate. Y te tengo una proposición, Dan Van Tepes.

Lira despertó, miró el techo y se reincorporó en su cama, la nieve caía en gran cantidad al otro lado. Era una tormenta espectacular. Últimamente soñaba mucho con Dan, los poderes de Lira se iban incrementando. La chica entonces se levantó, el ambiente estaba frío, la chica abrió la puerta, todo estaba en completa calma.

Lira caminó por el pasillo, primero vio la habitación de Gabrielo pero no se dignó a tocar la puerta, la chica siguió su camino hasta la habitación de Dan, ella entonces tocó la puerta, más no hubo respuesta. Lira tiró de la manija de la puerta, esta se abrió, lo cual era extraño. Lira encendió la luz, y se sentó en la cama del muchacho. Lo primero que le llegó a la mente es que probablemente Dan estuviese de fiesta en algún bar, algún antro o en alguna cama de Nueva York, pero luego recordó esa tarde que el director Ramsay le había dado permiso a Dan de irse por unos días.

Lira se quedó ahí en silencio. Entonces miró alrededor y encontró un retrato pequeño, Lira se acercó al retrato y lo tomó, a través del cristal que lo protegía podía verse a una hermosa mujer de pálida piel, de ojos azules con cabellera nívea. Lira la recordaba de los sueños de Dan.

—Eleine. —Dijo Lira en voz baja.

"¿Qué fue lo que le pasó a Eleine?, ¿Y por qué razón Dan se unió a la agencia?" Pensó Lira.

Entonces se escuchó una sirena. Lira dejó caer el retrato en la alfombra, el sonido de la alarma la había asustado. Carmine apareció corriendo por el corredor y se detuvo ante la puerta de Dan.

—¡Lira, que bueno que ya estas despierta! —Exclamó Carmine. —Tenemos una misión urgente. —La chica se siguió de largo, debía ser algo serio si Carmine no se había dado cuenta que Lira estaba en la habitación de Dan. la cazadora entonces dejó la habitación del muchacho.

—¡Gabrielo!, ¡Gabrielo!, ¡Gabrielo!, ¡Gabrielo! —Exclamó Carmine mientras golpeaba la habitación, apareció ante la puerta el muchacho. El cabello de Gabrielo estaba enmarañado, y tenía una expresión de cansancio.

—Ah, como fastidias. —Dijo Gabrielo. —¿Qué pasa?

—¡Tenemos una misión! —Exclamó Carmine. Gabrielo miró hacia el reloj colgado en la pared. —Son las cuatro y media de la mañana, ¿Cómo es que estás tan emocionada tan temprano?

—¡Porqué esta es mi primera misión oficial! —Respondió Carmine.

—Oh, claro que no. —Respondió Gabrielo. —Ramsay no accedería...

—Él firmó el permiso. —Dijo Carmine. —¡Vamos rápido!

La chica se fue corriendo hacia las escaleras.

Lira caminó hacia la habitación de Gabrielo, donde el muchacho se tallaba los ojos y trataba de ahogar sus bostezos tras su mano.

—¿Qué le ocurre a Ramsay? Ramsay sabe el peligro de poner a humanos para trabajo de campo.

"No le digas nada a Gabrielo." Lira recordó las palabras de Dan. No podía decirle a Gabrielo que el director Ramsay tenía cáncer de pulmón y que era un caso terminal.

—No lo sé. —Respondió Lira. Los dos entonces fueron hacia la armería y tomaron sus armas. Gabrielo tomó su pistola y la guardó en la pistolera que cargaba bajo su abrigo. Lira tomó la Máuser...le parecía extraño como ya se había acostumbrado al peso del arma. Carmine estaba muy emocionada, que fue la primera que subió al auto y tocó la bocina como desesperada esperando a Gabrielo y a Lira. Gabrielo se sentó en el asiento frontal. Y lira en el asiento trasero.

Y el auto salió del estacionamiento de la agencia.

—¿Podrías decirnos de que va la misión? —Preguntó Gabrielo.

—Sí, tenemos un Krampus suelto en Central Park. —Respondió Carmine, dice que ya ha matado a tres niños.

—Un Krampus, ¿Cómo el demonio de la navidad? —Preguntó Lira.

—En los manuales lo conocen como Der Weihnachtenkinderdieb. Son demonios del círculo de la gula que raptan niños en las noches de tormentas, para comerlos. —Respondió Gabrielo. Estacionaron el auto y descendieron frente a las puertas del parque.

—Carmine, ten cuidado ahí dentro. —Respondió Gabrielo.

—¡Qué desconfianza! ¿Sabes que esta no es la primera vez que me enfrento a demonios, verdad? —Le contestó Carmine.

—Está bien, como quieras. —Respondió Gabrielo.

Los tres entonces se internaron en el parque y se comenzaron a dar cuenta que la tormenta aumentaba con cada paso que daban.

—¿Esto es normal? —Preguntó Lira casi gritando. Pues el viento aullaba con fuerza esa noche y los golpeaba directamente en la cara.

—No. —Respondió Gabrielo. —Pero hay teorías de que los Krampus son capaces de convocar ventiscas y escarcha para pasar desapercibidos.

Entonces Lira bajó la vista para que la nieve no le cayera directamente en los ojos, notó pequeñas pisadas en la nieve, tenían que ser huellas de niños.

—¡Miren abajo! —Exclamó Lira. Tanto Gabrielo como Carmine bajaron la vista y pudieron ver las pisadas de los niños.

—Debemos estar cerca. —Respondió Gabrielo.

Entonces comenzó a escucharse una melodía tocada por un flautín entre la ventisca, los tres cazadores de demonios desenfundaron sus armas, Carmine era la única que usaba una escopeta de asalto.

Sentado sobre un puente estaba la criatura. Un humanoide robusto con pelaje azul y dos largos cuernos anillados, curvados hacia atrás de color negro. El demonio tenía patas de cabra y una larga cola que terminaba en un filoso espolón. Había cinco niños de edades de tres a ocho años caminando en trance hacia el demonio.

Entonces el krampus dejó de tocar cuando vio a los tres cazadores. La bestia tomó a una niña que usaba una chamarra gruesa color amarillo y la metió en su bolsa de cuero. El Krampus comenzó a correr.

—¡Tras él, que no escape! —Exclamó Carmine y se fue corriendo tras el demonio dejando a Gabrielo y a Lira atrás. La chica desapareció entre la nieve. Entonces A Gabrielo y a Lira los golpeó un fuerte viento que borró todas las huellas frente a ellos. Los dos comenzaron a correr hacia el frente, pero luego vieron que el camino se bifurcaba.

—Lira ve por la izquierda, yo iré por la derecha. —Le dijo Gabrielo. Lira asintió con la cabeza y tomó el sendero opuesto al de Gabrielo. Entonces Lira escuchó el estruendo, supo que se trataba de las postas de escopeta.

—¡Carmine! —Gritó Lira. —¡Carmine, donde estás!

Lira continuó escuchando los disparos que hacían eco, la cazadora continuó corriendo y luego se tropezó, Lira cayó en la nieve y cuando se reincorporó vio la escopeta de Carmine en la nieve.

"¡Oh no!"

—¡Carmine! —Gritó Lira. —¡Carmine! —La chica miró a su alrededor, pero no puedo verla, solo veía nieve caer con fuerza.

Entonces vio algo en la ventisca, algo que se dirigía hacia Lira.

—¿Carmine? —Preguntó Lira.

—¡Al suelo! —Gritó Carmine y apareció de entre la ventisca y arrojó a Lira al suelo. Dos grandes témpanos de hielo cruzaron la ventisca y se clavaron a escasos metros de Lira en la nieve. —¡Carmine que carajos, por qué corriste, así como así!

—Para tender la trampa. —Dijo Carmine.

—¿Cuál trampa? —Preguntó Lira. Entonces apareció el krampus y comenzó a materializar témpanos de hielo en sus manos. Krampus entonces dio un paso en falso y hubo una explosión en la nieve, el krampus comenzó a gemir de dolor.

—Vamos por aquí. —Respondió Carmine, la chica tomó a Lira de la mano y la levantó de la nieve. Ambas corrieron a la derecha, Krampus volvió a lanzar témpanos de hielo, y las dos chicas se dejaban caer al suelo nevado para evadirlas.

El Krampus volvió a reanudar su marcha en dirección hacia las dos cazadoras y nuevamente al dar un paso en falso hubo otra explosión. Lira entonces notó como debajo de la nieve Carmine había colocado explosivos.

—hice minas con las granadas de sal. —Respondió Carmine.

—¡Ingenioso! —Respondió Lira. Del Krampus brotaba un vapor, la reacción de la sal contra su piel.

—Lira, tienes que acabar con él, las esquirlas de mi escopeta pueden hacerle daño a la niña que lleva en su bolsa. —Respondió Carmine.

Entonces Lira tomó su pistola y apuntó hacia el Krampus, le disparó en el pecho, el demonio gritó de dolor. Entonces el demonio comenzó a huir otra vez. Pero Lira entonces le disparó por detrás de la rodilla. El Krampus cayó en la nieve, la bolsa de cuero cayó tras él. Y el Krampus comenzó a arrastrarse por la nieve, sangraba un líquido negro en la nieve que se transformaba en pequeños cristales negros. Frente a él, apareció Gabrielo.

El Krampus se dio cuenta que no podía hacer nada, más que aceptar su destino. Lira fue con Gabrielo mientras que Carmine fue por la bolsa de cuero.

—Perdón por el retraso. —Respondió Gabrielo, él tenía al krampus acostado en la nieve. —Lira ten en la mira a este bastardo con tu pistola, pero no dispares a menos que ese bastardo intente algo estúpido. —Lira hizo caso y le apuntó en la cabeza con su Máuser. Gabrielo entonces sacó de una de las bolsas de su saco una extraña pistola con una larga aguja.

El cazador entonces se acercó al demonio y tiró del gatillo, la aguja se clavó en grueso cuello del Krampus, un líquido negro comenzó a llenar un vial en el arma. Cuando este se llenó Gabrielo despegó la aguja del demonio.

—¿Qué es eso? —Le preguntó Lira.

—La sangre de demonio, pura. La usamos en la elaboración de armas y munición. —Respondió Gabrielo.

—¿Pero por qué es negra? —Le preguntó Lira. —Mi sangre es roja y la tuya también.

—Entre más cercano es el círculo infernal al abismo, más oscura es la sangre de los demonios que ahí viven. —Respondió Gabrielo, el muchacho quitó el vial del arma y lo guardó en una caja de plata que tenía. En una de las bolsas de su abrigo.

Entonces Carmine se acercó hacia Gabrielo y Lira.

—Hiciste un buen trabajo Carmine. —Respondió Gabrielo y el muchacho trató de poner su mano en el hombro de la chica. Pero Carmine le dio un manotazo, la mujer entonces alzó su escopeta y le disparó al Krampus en la espalda. El demonio gritó de dolor.

—¡Hijo de Puta! —Gritó Carmine y comenzó a patear con toda su fuerza al demonio.

—¡Qué te ocurre Carmine! —Exclamó Lira, Carmine estaba llorando lágrimas de ira.

Carmine volvió a cargar la espada y le disparó en la cabeza, al instante esta explotó. El krampus había muerto.

—¿Carmine?... —Trató de decir Lira, pero la chica se dio media vuelta y comenzó a caminar a la salida del parque.

Gabrielo entonces caminó hacia el saco de cuero y lo abrió, el muchacho miró el interior estoico, sin ningún movimiento más que una pequeña mueca en los labios. Lira entonces se acercó a la bolsa y miró horrorizada. Aquella bolsa de cuero había sido hecha con la piel y las caras de los que definitivamente tenían que haber sido niños. Pero le causó más horror ver que la niña en el interior se encontraba muerta, con una profunda herida en la garganta.

—Definitivamente esto fue lo que debió perturbar a Carmine. —Respondió Gabrielo.

Lira se giró rápidamente, no quería seguir viendo la bolsa. Gabrielo sacó el cuerpo de la niña del interior de la bolsa.

La ventisca se disipó. Gabrielo dejó entonces a la niña con mucho cuidado sobre la nieve. cerró sus pequeños ojos llenos de miedo. Y tomó la bolsa de cuero.

—Vámonos, no hay nada más que hacer. —Respondió Gabrielo. Lira miró a la niña y luego y luego se dio media vuelta, en la distancia comenzaron a escucharse las sirenas de la policía, probablemente habían sido alertados por el sonido de los disparos de la escopeta. 

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