Caso 8: Rosa de Hierro
—¡Muchas gracias Los Ángeles! ¡Son los mejores fanáticos que pueda haber! —Había gritado la joven mujer por el micrófono. El público lanzó una gran ovación. —¡La siguiente canción es de mi nuevo álbum, un regalo para ustedes así que disfrútenla!
La multitud lanzó una gran ovación cuando la chica en el escenario volvió a tocar nuevamente su guitarra eléctrica.
Dan y Lira estaban tras bambalinas, observando desde un extremo a la chica mientras continuaba dando su performance.
—¿Lira puedes repetirme porqué estamos aquí? creo que lo he olvidado otra vez. —Preguntó Dan mientras bebía de la petaca metálica que guardaba en el bolsillo de su saco.
—Tal vez si no estuvieses bebiendo tanto no tendrías problemas para recordar nuestra misión. —Dijo Lira molesta. —Ahora calla que está canción aún no está disponible en línea todavía.
—Espera, ¿A ti te gusta el rock? —Preguntó Dan. Lira se dio media vuelta y apuntó hacia su camiseta con el logo de la banda de rock Rosa de Hierro. El logo se deformaba debido al tamaño de los senos de Lira.
—Sí, sí, ya veo, esos monstruos son perfectos. —Dijo Dan. —Deja de presumirlos.
—¿Qué? No, eso no es lo que trataba decir. —Respondió Lira avergonzada por el comentario de Dan. —Soy mega-fanática de Rosa de Hierro. Es una de las mejores bandas que existen. Y su vocalista Felicia tiene la voz de un ángel.
—¿Felicia?, ¿Por qué creo que recuerdo ese nombre de algún lado? —Preguntó Dan.
—Fue ella quien nos contrató como guardaespaldas. —Dijo Lira.
—No, estoy seguro que he oído ese nombre en algún lugar, pero no recuerdo muy bien donde...—Mientras Dan trataba de recordar donde había oído aquel nombre la canción terminó y los fanáticos dieron un estrepitoso aplauso y un vitoreo excesivo. Cuando entonces la mujer se dio media vuelta y caminó tras bambalinas que Dan pudo reconocerla. —¡Oh por Vlad!... Ya sé quién es. —Dijo el muchacho.
Para Lira era como un sueño, la chica tenía un rostro acorazonado con rubor natural en las mejillas y labios rosados. De ojos azul claros y expresivos, largo cabello rubio con un tinte rosado sobre las puntas.
—¡Hey Dan! ¿Dónde está mi hermano? —Preguntó la chica.
—¿Eh...hermano?, ¿Qué es lo que quiere decir? —Preguntó Lira.
—Eh...Felicia es la hermana de Gabrielo...—Respondió Dan, pero Lira no lo podía creer, Gabrielo y ella no se parecían en nada, El muchacho parecía estar siempre en letargo, mientras que Felicia era más jovial, no podía ser simple actuación esa alegría contagiosa, sobre todo en las entrevistas. —Está vigilando el perímetro exterior, ¿Creo? Sinceramente continuó algo ebrio.
—Ni que lo digas, apestas a una destilería. —Respondió Felicia riendo. —Es una lástima, había compuesto esta canción para mi dulce, dulce hermano mayor...—Dijo la chica.
Entonces Lira se acercó a Felicia.
—Señorita Monterigionni. Mi nombre es Lira y soy su admiradora. ¿Podría tomarme una selfi con usted?
—¡Por supuesto!, lo que sea por una fan. —Respondió Felicia.
Una mujer rolliza de cabello verde corto encopetado, que llevaba un traje completo apareció. La mujer tenía colgando un gafete en el cuello. Lira sabía que se trataba de su agente, La mujer había ido a la Agencia días atrás para contratar los servicios de esta para la seguridad del lugar.
—Felicia, ya es hora. —Respondió la mujer.
—Ya veo. —Respondió Felicia...—Bueno fue un placer conocerte Lira, Dan vamos... El muchacho se tambaleo cuando se levantó de la caja de las bocinas donde estaba sentado, todavía no estaba sobrio.
Lira fue siguiéndoles.
—Disculpa Lira, pero a partir de este punto ya no puedes seguirnos.—Dijo Felicia. Entonces chasqueó los dedos y dos guardias de seguridad aparecieron para detener el paso de la chica.
—No, no, yo también estoy con Dan.—Respondió Lira. Felicia entonces giró la cabeza hacia Dan. El muchacho continuaba ebrio.
—Eh... sí, Lira es parte del equipo. —Respondió Dan. Entonces Felicia le permitió el acceso a Lira. Antes de entrar al camerino ya había varios chicos y chicas amontonados, esperando poder conocer a la estrella.
Felicia comenzó a firmar fotografías de ella, y a tomarse selfis con sus fanáticos antes de entrar a su camerino, pero entonces apareció una mujer. La mujer era inmensa, de anchas espaldas con cabello rosado y rasurado.
—¡Muerte a la no creyente! — Gritó la mujer. Y luego sacó un revólver viejo. La chica disparó, la bala impactó en la clavícula de Felicia. La manager de Felicia le agarró antes de que se cayera al suelo. Lira fue la que inmovilizó a la atacante doblando la muñeca de la agresora para obligarla a tirar el arma, la mujer disparó dos veces más antes de ser arremetida por Lira. Luego llegaron más agentes de seguridad y se la llevaron. Dan y la agente levantaron a Felicia y la metieron en su camerino. La sentaron en uno de los colchones.
—Voy a llamar una ambulancia. —Exclamó la agente mientras sacaba su teléfono inteligente.
—Agnes, no...espera, no es necesario. —Respondió Felicia. Y se quitó la chaqueta de cuero. La herida pululaba sangre de su clavícula izquierda. Pero entonces algo parecía moverse en el interior. Y la bala salió del mismo agujero por el que entró. Entonces todos se dieron cuenta que la herida comenzó a cerrarse con gran velocidad.
—Santo cielo... —Respondió La agente de Felicia.
—Sí, no hay necesidad de tener que llamar a emergencias. Estoy bien ahora. —Dijo la chica.
—La mujer que te atacó, ella dijo que eras una no creyente. —respondió Dan.
—Se hacen llamar el Culto de Zafo. —Dijo Felicia. —Es una organización de jóvenes mujeres para empoderar a otras mujeres. La lideresa trató de propasarse conmigo y le dije que no, desde ese momento me han estado atacando, al principio fue solamente en las redes, me mandaban mensajes ofensivos y luego llamadas de amenazadoras.
—¿Pero porque contratarnos a nosotros y no a una agencia de seguridad? —Preguntó Lira. —Si eres la hermana de Gabrielo...
—Eso es porque en esas mujeres hacían cosas muy extrañas. —Respondió Felicia. –Muy, muy extrañas. Se bañaban con sangre para hacer su piel más suave y cosas así. Si hubiese llamado a una agencia de seguridad o a la policía jamás me hubieran creído.
—Tienes razón, no suena creíble. —Dijo Dan.—Pero tienes mucha suerte. —El muchacho luego le mostró la bala a Felicia. a lo largo de la bala había tallas de runas.
—¿Qué es eso? —Preguntó la mujer.
—Esta arma tiene una inscripción en viejo gaélico. —Respondió Dan. —Es una inscripción utilizada por criaturas feéricas para enfermar al ganado de las granjas y pudrir las cosechas. La hambruna de Bleary fue causada por hechizos con estas runas. De haberte atacado en el corazón o la cabeza, no hubieras podido regenerarte.
—Sea quien sea ese Culto de Zafo debe tener conexiones con alguna secta ¿No es así? —preguntó Lira. —Ya había visto un par de estas runas en uno de los pentagramas que encontramos en Brooklyn.
—Sí...Que interesante, pero... ¿eso que tiene que ver conmigo? y ¿cómo detenemos esto? —Preguntó Felicia.
Entonces se escucharon disparos y gritos al otro lado de la puerta. De pronto la puerta del camerino salió volando y fue cuando aparecieron aquellos ojos ambarinos.
"¡Oh no!" pensó Lira cuando los vio, Las Bestias del Orgullo, montadas por aquellas mujeres mitad pájaro. La bestia lanzó un zarpazo hacia Lira, pero Dan interceptó el zarpazo con una velocidad que la chica no había visto jamás.
—Parece que vi un lindo gatito. —Dijo el muchacho. y luego desenfundó sus pistolas Volcanic. El muchacho comenzó a disparar. La bestia del orgullo comenzó a rugir de dolor a medida que las balas perforaban su rostro de león. –¡Lira si ya terminaste de descansar, podrías levantar tu trasero del suelo y ayudarme con este monstruo!
Lira reaccionó, se levantó del suelo. Sacó de la pistolera que cargaba en el torso la Máuser. La chica disparó a la mujer mitad pájaro que montaba a la bestia. Cuando esta cayó los ojos ambarinos de la bestia se nublaron con cataratas y la bestia comenzó a moverse frenéticamente de un lado al otro. La bestia estaba atrapada entre el marco de la puerta y el camerino, pero no lo estaría por mucho tiempo. Lira ya había visto que aquellas bestias eran capaces de cortar con sus garras el acero como si fuese mantequilla.
—¡Por aquí, vamos! —Exclamó Felicia apuntando hacia la ventana del camerino. Agnes; la agente de Felicia se acercó a la ventana y trató de levantarla para poder salir, pero se dio cuenta que la ventana había sido soldada.
—¡No funciona! —Exclamó Agnes.
Lira entonces dio tres disparos sobre el cristal. El vidrio se agujeró, pero no se rompió. Después Lira tomó la pistola Máuser por el cañón "¡Ah!¡Está caliente!" pensó la chica y comenzó a golpear el cristal con la culata de su arma. El vidrio se agrietó y se rompió. Los pedazos de cristal cayeron hacia el callejón al otro lado del estadio. Lira vio las escaleras de emergencia.
—¡Vamos por aquí! —Exclamó Lira. La chica fue la primera en salir por la ventana hacia las escaleras, podía notarse que estaban oxidadas, muy oxidadas. La chica no sabía si soportaría el peso de todos. Pero no había de otra forma, tenían que salir de aquel lugar. Después bajó Felicia y después su agente. Dan continuaba tratando de hacerle frente a aquella bestia del orgullo en el camerino.
Entonces uno de los peldaños se rompió y Lira casi se caía al vacío. La chica se agarró con fuerza y continuó bajando, entonces se escuchó un grito seco. Había sido Dan que se había arrojado desde el camerino hasta el piso. El muchacho aterrizó como un gato. Y se reincorporó. De haber sido humano se hubiese muerto seguramente.
Lira y las demás descendieron.
—¿Por qué tardaron tanto?—Preguntó Dan.
—Las escaleras estaban muy oxidadas, podríamos habernos caído en cualquier momento.—Respondió Lira.
—¿No lo entiendo, eres una súcubo, porque no usaste tus alas para volar y descender mejor?
—No es tan sencillo. No he succionado energía masculina en un largo rato. —Dijo la chica.
—Maldita sea, ni que fuera tan difícil encontrar un hombre a quien succionarle la energía vital. —Respondió Dan.
—Bueno es que no he tenido tiempo de ir a un bar y hablar con hombres por que este trabajo no me deja mucho tiempo libre.—Respondió Lira enfadada.
—¡Tinder mujer!
—¡Oh diablos no!¡Ni si quiera se te ocurra!¡Cualquier cosa que vayas a decir, ahórratela por favor! –Exclamó Lira.
—Chicos...No quisiera interrumpir su discusión amorosa, pero estamos algo ocupados aquí, ya saben... se supone que estamos escapando. —Respondió Felicia.
Los cuatro comenzaron a correr por el callejón, pero entonces apareció otra bruja montada sobre otra bestia del orgullo.
—¡Hacia el otro lado, vamos! —Exclamó Dan. pero ya era demasiado tarde, había otra bestia del orgullo en el otro extremo del callejón y luego pequeños pedazos de ladrillo comenzaron a caer sobre ellos, los cuatro miraron hacia arriba, una tercera bestia del orgullo yacía sobre ellos caminando sobre la pared verticalemente desafiando las leyes de la física.
—¡Y ahora que hacemos! —Exclamó Agnes.
—Déjenme pensar por un momento...—Dijo Dan.
—Ya no queda mucho tiempo...--respondió Lira.
Entonces la bestia de la derecha lanzó un maullido de dolor y luego salió volando. Ahí estaba Gabrielo, el muchacho. había arrojado a la bestia hacia la calle anterior con una mano y con la otra tenía sujeta a la mujer pájaro por el cuello Gabrielo la azotó contra el suelo.
—¡Dan encárgate de la bestia de arriba y lidiaré con la de la izquierda! —Exclamó Lira.
—¡Me parece bien! —Respondió Dan.
Los dos comenzaron a disparar, El primer disparo de Lira fue certero e impacto justo en medio de la cara de la mujer pájaro. Dan disparó a diestra y siniestra matando a la bestia y a la mujer pájaro con una ráfaga de balas.
Luego Lira disparó a la criatura en la cara, vació todo el cartucho, pero la bestia había sido abatida.
—Tardaste demasiado. —Le dijo Dan a Gabrielo. —Pudimos habernos encargado de los demonios nosotros solos.
—Puede ser, pero estaban tardándose mucho. —Respondió Gabrielo y luego levantó a la mujer pájaro y con un rápido movimiento le rompió el cuello.
—¡Espera porque hiciste eso! —Exclamó Dan.—Podíamos utilizarla para ver qué información sabía.
—Ya sabemos quién es...—Respondió Gabrielo. —¿Verdad Lira?
—Sí, Alesa Crawley. —Respondió Lira.
—Gabrielo?, Fratello maggiore, sei tu? —Preguntó Felicia.
—Ciao Felicia, Come stai? —Preguntó Gabrielo.
Entonces los ojos de la chica se llenaron de lágrimas y se lanzó a Gabrielo en un abrazo.
Sobre la cornisa de un edificio alto, se encontraba aquella mujer, utilizando su largo vestido rojo. El cabello rubio platinado de Alesa hondeaba aún en la más ligera brisa. En sus manos tenía un par de binoculares con los que estaba viendo a los cazadores de demonios.
—¡Inaceptable! ¡Esto es totalmente inaceptable! —Respondió una mujer de cabello castaño recogido en una cola de caballo, una mujer joven aun en sus treintas, que vestía decorosamente. Un contraste muy marcado con respecto a la exuberancia de Alesa, y al igual que ella, también estaba usando unos binoculares para espiar. —¡Ese bastardo está ensuciando a mi bella Felicia con su sola presencia! ¡Aw! Quiero lamer su piel hasta dejarla completamente limpia. —Dijo la chica mientras se mordía el labio inferior.
—No comas ansias Carol, ella será tuya. —Respondió Alesa. —Pero tienes que recordar, nuestra guerra se ganará una batalla a la vez.
—Parece que necesitaremos mejores guerreras, esos bastardos saben pelear. —Dijo Carol. —Terminaron con ellas como si nada.
—Por supuesto, tengo varios ases bajo la manga, pero necesitare tu ayuda y de tus seguidoras por supuesto. —Dijo Alesa con una maliciosa sonrisa en el rostro.
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