Caso 4: Zarasbati
"Lo primero que llegó a mi vista era aquella luz reflejada por las estatuas de las vírgenes y los santos. Tenía miedo de los rayos, temía por la ira de dios, temía tanto que abrazaba las piernas de la virgen maría y pedía clemencia y salvación, sí...cuantos años habían pasado desde mis días en ese orfanato en Romaña." Pensó Gabrielo. Mientras miraba hacia los cielos nocturnos de Nueva York.
—Buen trabajo Dan.—dijo Lira en tono sarcástico, mientras corrían a través de los túneles del metro de Nueva York.
—Ya me había disculpado por eso. —Respondió Dan.—¿Cómo iba a saber que tienen tan buen oído estos demonios?
—Porque son La Jauría Infernal. —Respondió Lira. —Son los sabuesos al servicio de Mammon.
—¡Bueno ya estuvo bien de que me culpen por todo! —Exclamó Dan entonces podía escucharlos jadear.
Aquellos perros lo único que tenían de can, eran los cráneos con fuego ambarino en los ojos, el resto del cuerpo era como el de un lagarto escamoso de color verde, con una melena de pelaje rojo, tenían patas de con grandes garras y una cobra que escupía veneno en como rabo.
Lira y Dan les persiguieron a lo largo del túnel. Con las pequeñas linternas en una banda sobre sus cabezas, los podían ver corriendo frente a ellos y tratando de llevarlos al exterior.
Los perros entonces se dirigieron hacia un agujero y salieron del túnel de metro.
—¡Gabrielo, prepárate van a tu posición! —dijo Lira por su comunicador en el oído derecho.
—Entendido. —Gabrielo los pudo ver mientras salían del túnel, eran seis de ellos. El cazador dio un salto de la azotea y cayó en el terreno baldío. Cayó frente los perros infernales. Los demonios caninos comenzaron a lanzar dentadas hacia Gabrielo. Pero el muchacho no se inmutó y sacó su glock de la pistolera. Comenzó a disparar, los perros serpentearon para evadir las balas. Y luego se arrojaron a Gabrielo. El muchacho tomó al primero por el cuello y lo desnucó, pero otros dos perros se arrojaron a sus brazos cerrando sus fauces y haciéndolo sangrar. El resto había comenzado a rodearlo como una jauría de lobos frente a su presa. Entonces aparecieron Dan y Lira y comenzaron a disparar. Lira logró dispararle a uno en el ojo. Al parecer las clases de tiro que estaba tomando en la agencia habían estado funcionando.
Gabrielo tenía a una de esas bestias en una llave de lucha cuando entonces miró una pluma azul oscuro, que caía del cielo como una hoja al viento. La pluma le distrajo, era alargada, reluciente a la luz de la luna. Y lo peor es que Gabrielo entendía a quien le pertenecía aquella pluma.
"Cecilia" pensó el muchacho. el perro entonces se zafó de su agarre y le agarró del cuello. Si hubiese sido un humano, el perro lo hubiese matado con un ataque como esos. Gabrielo usaba sus manos para frenar las mordidas del perro del infierno. Sin embargo, el can continuaba mordiendo sus manos y la sangre comenzaba a brotar de ellas. Gabrielo estaba débil, cada vez más y más.
Entonces el perro cayó muerto. El muchacho miró como un fragmento de cristal se había enterrado justo en la nuca del perro infernal. Lira llegó a ayudar a Gabrielo, le tomó del brazo y lo ayudó a levantarse del suelo. Dan había acabado con el resto de los canes.
El cristal en el cadáver del perro había desaparecido y entonces miró a la terraza donde había estado Gabrielo previamente al ataque. Una silueta de mujer de largo cabello le observaba desde el techo del edificio.
—¿Te encuentras bien? Estas sangrando mucho del cuello Gabrielo. —Preguntó Lira. Luego la chica sacó de su bolso de cuero que cagaba, alcohol, una gasa y comenzó a tratar la herida para evitar que se infectara
—Sí, estoy bien, no fue más que un rasguño. —Respondió Gabrielo con su tono seco y profundo. Luego alzó la mirada, pero la mujer en el techo se había desvanecido por completo. —Vamos, tenemos que regresar Y dar nuestro informe a Ramsay.
-Estás seguro que estás bien? —preguntó Dan.—Es raro cuando te distraes en una batalla. —Entonces el muchacho sacó a relucir la pluma negra reflejante de la luz. –Oh tal vez fue una mujer la que te distrajo.
Gabrielo se levantó de su asiento y caminó hacia Dan, después le arrebató la pluma de las manos a Dan.
—No, no fue nada. —Respondió Gabrielo. Y luego se alejó de la escena.
—A mí no me engaña ni un momento. —Le dijo Dan a Lira. –Gabrielo nunca ha sabido mentir.
Lo primero que se escuchó fue la melodía que salía de las bocinas; Variaciones de Goldberg. Mientras los tres agentes salían del ascensor y recorrían el salón principal de la agencia. En la biblioteca se encontraba Ramsay y Carmine. Los dos estaban revisando aquel reloj de arena negra. las molduras en la estructura daban miedo. Molduras con escenas del sufrimiento del hombre. Cada moldura sufrimiento del tormento infernal. En la tapa del reloj un espiral. Y escritura cuneiforme. El simple objeto era suficiente para llamar la atención de cualquiera que entrase en la habitación. Y el simple hecho de ver la arena caer de la primera capsula a la segunda era algo relajante, o es lo pensaba Ramsay Hellgate. Era tan atrayente y tranquilizador que podía pasarse toda una vida simplemente viendo la arena caer.
—Jefe, he traído los libros que me ha pedido. —Interrumpió Carmine. Y dejó sobre la mesa al lado del reloj la serie de libros. El retumbar de los libros contra la superficie de la mesa hizo despertar del trance a Ramsay.
—Oh...Gracias Carmine...—Luego Ramsay tomó uno de los libros, en la cubierta tenía una cara de un demonio de cuero y la cubierta era suave y cálida. Pareciese que el libro respiraba. Al abrir las hojas centenas de símbolos aparecían, una forma de escritura de algún lenguaje muerto.
—¿Qué es lo que estamos buscando? —Preguntó Carmine a Ramsay. Los ojos verdes de la chica se llenaban con una inadecuada curiosidad. Ramsay ni siquiera se dignó a ver a la chica y continuó leyendo los viejos libros.
—¡Yo! Estoy buscando la raíz de estos símbolos. —Dijo Ramsay. —¿Qué extraño, no parece ser cuneiforme...ni arameo? Sin embargo, es como si lo tuviese en la punta de la lengua. —Se cuestionó el hombre. Era una sensación desesperante, parte de él podía casi entender lo que podía decir el mensaje y al mismo tiempo no sabía nada.
—No entiendo... —Respondió Carmine.
—Oh yo sé que no querida. Yo sé que no, si yo no puedo entenderlo no me sorprende que tú no puedas entenderlo.
—Wow, alguien está de mal humor. —dijo la chica.
Entonces las puertas de la biblioteca se abrieron, entró Gabrielo, Lira Y Dan. La cara de Carmine se llenó de dicha al ver a los tres, porque así no tendría que seguir lidiando con los berrinches de Ramsay.
—Bienvenidos. —Dijo Ramsay sin retirar la mirada del libro. —Sospecho que la misión fue un rotundo éxito.
—Más o menos. —Dijo Lira.
—¿Oh, hubo acaso algún problema? —Preguntó Ramsay.
—Gabrielo se distrajo y resultó herido. —Dijo Dan.
—Gabrielo Casteriggioni, herido por un par de simples perros del infierno. —Dijo Ramsay, enojado y cortante. —¿Acaso te has vuelto más débil?
—No. —Respondió Gabrielo y luego se acercó a Carmine. —¿Qué ocurre con él porqué esta tan enojado?
—No lo sé...
—No estoy enojado, estoy frente a un verdadero reto, mi amigo. Este reloj es... es más de lo que había visto jamás. No, de hecho, nunca antes había visto uno como estos jamás.
—¿Qué es lo que quieres decir? — Preguntó Gabrielo.
—Este reloj, tiene un total de 666 talladuras de hombres y mujeres agonizantes, y 13 diferentes métodos de tortura divididos entre los 7 pecados capitales. Sin duda el grupo de ocultistas detrás de la creación de este espejo deben tener un amplio conocimiento sobre la semiótica infernal. Un conocimiento que ninguna de las 5 órdenes del Vaticano cuenta. Pero lo que más me impresiona son estos signos. No tengo un marco de referencia de cada uno de estos símbolos, podrían ser glifos, podrían representar ideas, podrían ser caracteres, o runas...no sé qué significan y al mismo tiempo, siento en la punta de la lengua que sé lo que significa.
—Déjame ver eso por un momento. —Dijo Dan y abruptamente tomó el reloj y miró la tapa. —Tampoco es alto-vampírico, ni lengua feérica y no son tampoco las runas de la orden de Santa Sofía. ¿Porque nos complicamos tanto buscando la respuesta cuando hay alguien que nos puede resolver todas nuestras dudas? —Preguntó Dan. y luego puso el reloj sobre la mesa nuevamente. —¿Por qué no simplemente llamamos a John?, él debería saber lo que dice ahí.
—Quisiera no tener que recurrir a John. —Dijo Ramsay, —Quiero mantener la autonomía de la Agencia y no perderla ante el Papa y el Vaticano.
La única que no entendía nada de lo que estaba pasando en ese lugar era Lira ya que era la nueva.
—Hay alguien más que puede ayudarnos. —Dijo Gabrielo. —Cecilia...
—¿tu hermana? —Preguntó Ramsay.
—Cecilia vivió en el infierno con mamá, si alguien sabe con seguridad que es esto, esa debería ser ella.
—Puede estar en cualquier lado...—Dijo Ramsay.
—Está cerca. —interrumpió Gabrielo. —Yo... la vi en la misión de hoy. —respondió Gabrielo y luego dejó la pluma azul oscuro brillante sobre la mesa.
—Es por esa razón que te distrajiste en la misión...—Dijo Dan.—Así que tu hermana está en la ciudad. Me hubieras avisado antes hubiese comprado ropa y una nueva colonia. —Todos ignoraron el comentario de Dan, es como si el muchacho no hubiese dicho absolutamente nada, o más bien la mayoría había aprendido a ignorarlo.
—¿Crees que Cecilia nos ayude a resolver esto? —Preguntó Ramsay. Entonces Gabrielo sacó del interior de su abrigo su Smartphone y tomó una fotografía del reloj de arena. Luego se mordió el dedo indicie hasta que la sangre comenzó a fluir, después fue hacia el espejo en la habitación y escribió el mensaje.
Ci vediamo nella stessa vecchia Diner, c'è qualcosa che devo dirti ...
—¿Por qué Gabrielo está escribiendo en el cristal del espejo? —Le susurró Lira a Dan.
—Para algunos demonios como Gabrielo y su hermana, los espejos no son solo espejos, sino puertas. Portales entre dimensiones y demás lugares.
Entonces la sangre en el espejo se diluyó como si no hubiese nada más. entonces apareció escrito con sangre "7p.m"
—Creo que aceptó. —Respondió Dan.
Moonlight Diner era el nombre de aquel restaurante. Tenía toda la pinta de haber sido un restaurante de los años cincuenta con gabinetes en lugar de mesas. Había pasado tiempo desde que Gabrielo visitó aquel Diner. Su pie de Manzana era bueno y la pizza de pepperoni era exquisita, pero era el café recién hecho la que se llevaba las palmas. De hecho, en sus días felices solía ir con su equipo a desayunar o a cenar después de una misión exitosa, pero eso había sido hacía muchos años. Todavía había humanos trabajando en la agencia como cazadores de demonios en ese entonces. Sobre la mesa estaban dos tazas de café negro humeantes. El muchacho miró al techo, había un inmenso espejo que lo recubría, entonces una a una, las plumas azules comenzaron a llover del techo.
Aquella mujer que salió del cristal del espejo, descendió en un parpadeo y se sentó frente a Gabrielo. La chica tenía ojos azul claro y una piel pálida. Su cabello era negro y largo, sedoso y brillante. De rostro alargado con labios rosados. De complexión delgada que usaba un vestido largo color negro. Era de una belleza refinada y elegante.
—Gabrielo, ¿cuánto tiempo ha pasado ya? —Preguntó la mujer. Su voz era suave, bien entonada y susurrante.
—20 años. —Respondió Gabrielo sin quitar la mirada de los ojos de su hermana. —Supongo que tengo que agradecerte por ayudarme con aquél perro infernal.
—Ya sabes que haría cualquier cosa por defender a mi hermano menor. —dijo la mujer.
—Te pedí café. —Respondió Gabrielo. Cecilia tomó la taza con sus tersas palmas y le dio un sorbo.
—Hmmm...había olvidado que los humanos eran capaces de hacer bebidas deliciosas como está. —Respondió la mujer.
—Necesito tu ayuda Cecilia. —Dijo Gabrielo y luego se dispuso a sacar su teléfono del bolsillo del interior de su abrigo.
—Ya te he dicho que no me llames Cecilia. —Respondió la mujer.
—Pero ese es tú nombre. —argumentó Gabrielo.
—Es mi nombre de humana. Un nombre débil como nuestro padre.
—A mamá le gustaba ese nombre. —Dijo Gabrielo y luego le dio un sorbo a la taza de café.
—Mamá ya no está aquí. —Respondió Cecilia. —Ahora tengo un nuevo nombre, un nombre real, un nombre infernal.
—Pienso que es un nombre patético quererte llamar de esa manera. —Respondió Gabrielo.
—Si no lo haces, entonces no te ayudaré con lo que sea que esos humanos te hayan ordenado. —Dijo Cecilia.
Gabrielo hizo una mueca de desaprobación y giró los ojos hacia arriba. Dio una respiración y luego volvió a hablar.
—Zarasbati. —Dijo el muchacho.
La mujer entonces sonrió, en cierta manera, le causaba más terror a Gabrielo ver a su hermana con un semblante alegre que encolerizada.
—¿Sí Gabrielo, en que te puedo ayudar? —Dijo la joven mujer. Incluso su voz dulce era atemorizante, tan fuera de personaje, tan distinta.
—Veras, en una misión conseguimos un artefacto de magia negra muy extraño. Ramsay lo investigó, pero no fue capaz de descifrar que era o que significaba. Solo sabemos que la secta responsable de su fabricación utilizó tres magias para su elaboración. —Dijo Gabrielo y luego le mostró a su hermana la fotografía en su Smartphone. La mujer lo tomó y entonces su semblante cambio a uno serio.
—Eso es porque este artefacto no fue creado en La Tierra, y las magias que se usaron probablemente fue para cronometrarlo con el tiempo del planeta. Este mi querido hermano es nada menos que un reloj del fin del mundo. —respondió Cecilia. Y luego pasó a la foto de los extraños símbolos en la tapa del reloj. —No me sorprende que tu amo no haya podido descifrar estos símbolos, ya que este es el lenguaje de Babel... El idioma de los ángeles.
—¿Por qué un demonio traería un reloj del fin del mundo? El fin del mundo no es real. Es solo una expresión sobre los propios miedos del ser humano.
—¡Oh hermano!, Aun siendo un demonio del pecado de la soberbia, no usas el conocimiento que viene con él. Las cosas allá abajo están moviéndose. Ha iniciado el Pandemonio. Las hordas de demonios de los siete círculos del infierno han comenzado a pelear, a matarse entre ellos.
—¿Porqué?
Cecilia entonces miró su reflejo por la ventana del Diner hacia la calle transitada con las decenas de personas que caminaban y el tráfico.
—Charles Darwin...ese humano dijo una vez la supervivencia de la especie más apta será aquella que depreda a la más débil. —Entonces Cecilia hizo una pausa y miró directamente a Gabrielo a los ojos. —Solo los demonios más aptos podrán salir del infierno y traer el apocalipsis a los humanos. —Dijo Cecilia.
—¿Y cómo lo detenemos? —Preguntó Gabrielo.
—¿Detenerlo?, ¿Por qué? Los humanos son seres mezquinos, seres intrigantes e hipócritas. Aun teniendo las virtudes de Dios siguen siendo crueles y eligen el camino de la corrupción. La era de los hombres terminó, Yo estoy de lado de los nuestros Gabrielo. ¿Y tú? ¿Finalmente dejarás de ser el perro de caza de los humanos o sucumbirás con ellos?
—¿Qué hay de Felicia? ¿A ella también la dejarás morir?, nuestra hermanita.
—¿Si ella es sabia?, elegirá el bando correcto. —Respondió Cecilia.
—Sabes que no lo hará, ella es la más humana de los dos. Tiene mucho de papá en ella.
Entonces Cecilia golpeó la mesa con su palma.
—¡Nunca te atrevas a pronunciar a nuestro padre en mi presencia! —Exclamó Cecilia encolerizada. Esa era la Cecilia que Gabrielo recordaba, siempre enojona y demandante. —Mitad de mi sangre yace sucia por ese hombre...nuestra sangre. Pero aun así es mi hermana. Hay una secta llamada Los testigos de Crawley. Una orden de adoradores de Satán, Invocan demonios del pecado de la Ira. Es el único grupo de ocultistas que podrían haber convocado este reloj al mundo. Tienen un libro especial...te convendría echarle un vistazo Gabrielo. –Respondió Cecilia y luego se levantó del gabinete, para después salir por la puerta como si se tratase de una humana común.
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