Caso 10: El Culto de Zafo.
El sonido de los gemidos y el choque de los muslos hacía eco a través del salón de la mansión. Los contornos de los cuerpos eran iluminados por el cálido brillo de las llamas dibujando la silueta de aquel bacanal en la oscuridad. Una espiral de cuerpos amándose entre ellos y entregándose a la lujuria, que contrastaban contra el estéril piso de lozas blancas y negras. Y en medio de aquel mándala carnal estaba Alesa mientras embestía con su miembro viril el interior de aquella hermosa mujer de piel azabache. Una segunda mujer le abrazó por la espalda y con un suave movimiento guío la cara de Alesa hacia sus labios.
Sentada en las escaleras se encontraba Carol observando la escena, la mujer desnuda no había querido ser parte de aquel ritual. Carol ya había participado en orgías con sus hermanas antes. Con alguna escusa de alabar a la naturaleza o convocar a la madre Lilith. Pero está vez se sentía cohibida, Alesa era muy diferente a Carol, Alesa tenía una larga cabellera ceniza y ojos azules penetrantes, tenía un cuerpo de reloj de sol, que mil hombres se matarían entre sí solo por poder tocarlo. Un aire de realeza y de peligro que la mujer emanaba, cubierto por un intoxicante perfil de sensualidad. Carol no era como ella, tenía nariz bulbosa y labios carnosos, cara cuadrada con una barbilla prominente, era de ojos pequeños y de dentadura chueca. Y aunque no era gorda, la su carne era flácida alrededor en su abdomen y sus muslos también flácidos con estrías corriendo a través de ellos al igual que sus glúteos planos.
La mujer veía y solo eso. Había encabezado movimientos sociales como amarse a sí misma, pero ella misma solía rodearse de las mujeres más hermosas y femeninas. Mismas mujeres que ahora disfrutaban siendo satisfechas por Alesa. El pensamiento le hacía humedecer, y al mismo tiempo enojar. A veces se imaginaba a ella misma siendo penetrada por el miembro viril de Alesa y otras veces ella se imaginaba penetrando a Alesa, tal vez habría una magia que le permitiera a ella también crecer un pene y con ella dominarla en el sexo.
Pero sería para otro momento, Alesa le había prometido un ejército de criaturas mágicas a Carol y para eso necesitaba dar a luz a varias "brujas"
Mientras tanto...
La agente de Felicia manejaba a través de las embotelladas calles de Los Ángeles. La cantidad de autos hacía parecer a las calles un rio de luces. En la parte trasera del auto estaban los demás, Lira estaba sentada junto a la ventana, a su lado izquierdo Gabrielo y Felicia abrazando al muchacho sentada junto a él. Dan por otra parte había abierto el mini-bar y había comenzado a tomar el whiskey que había en el interior como si no hubiese un mañana.
—No deberías tomar tanto. —Dijo Lira. —Si te embriagas otra vez, no serás de utilidad.
—Déjame en paz. —Respondió Dan.—No eres la única que tiene problemas aquí, olvide mis malditas pastillas en Manhattan y empiezo a sentir...sed, peligrosa sed. Así que a menos que no quieran ver un baño de sangre en medio de este embotellamiento me dejarán embriagarme en paz.
—No deberías ser así de descuidado. —Respondió Gabrielo y luego sacó del bolsillo de su abrigo el pastillero. —Ten, toma las que necesites para evitar ponerte loco.
—¡Oh gracias chaval me has salvado la vida! —Respondió Dan, tomó el pastillero, abrió la cajita de metal y agarró tres pastillas rojas. Se las metió a la boca y las tragó con un largo sorbo de Whiskey. Muy largo...casi media botella.
—No seas melodramático. —Respondió Gabrielo.
La pálida piel de Dan recobró parte del rubor y su calidez con rapidez después de haber consumido las pastillas, Lira sentía extrañeza, "¿Qué clase de demonio sería Dan?" Pero ella se preguntaba si sería correcto preguntarlo. Después de todo, el muchacho probablemente diría alguna estupidez como "¿Que tal si rentamos una habitación y lo descubrimos?" Ya era algo molesto que los ojos del muchacho la estuviesen desnudando con la mirada, si no lo atrapaba viendo su escote, lo atrapaba viéndole el trasero.
—Ahora que estoy más sobrio, ¿Alguien podría decirme a dónde vamos? —dijo Dan mientras le regresaba el pastillero a Gabrielo. El cazador de demonios guardó el pastillero en el bolsillo interior de su abrigo.
—Vamos tras el culto de Zafo. —Respondió Gabrielo. —Esas bestias del orgullo son las monturas que usan las brujas al servicio de Alesa Crawley. Por lo tanto, debe estar cooperando con ellos.
—¡A sí!, La mitad demonio hermafrodita. ¡Sí ya me acuerdo de ella! —Exclamó Dan.—Sí... sobrio no voy a poder con esto. —Respondió el muchacho y volvió a tomar la botella de Whiskey.
Lira entonces notó como Felicia se le quedaba viendo con cierto disgusto y desconfianza en la mirada. Lira se sintió rara, sabía que Gabrielo era alguien raro, pero Felicia Monteriggioni...ella se supone que era la más normal de los hermanos.
—¿Qué ocurre? —le preguntó Lira a Felicia.
—Tienes un bello cuerpo, ¿Cuál es la relación entre Gabrielo y tú? ¿Eres su novia acaso? —Preguntó la chica.
—¡Eh!, ¡Ninguna, solo somos compañeros de trabajo! —Respondió Lira con rapidez.
—Oh ya veo... Entonces tú estas bien Lira, me agradas—Dijo Felicia, su rostro cambió y volvió a mostrar jovialidad. Lira se sintió incomoda y se fue a sentar junto a Dan, luego le susurró al oído.
—¿Qué diablos ocurre con ella?
—Oh, créeme cuando te digo que no tienes ni la menor idea de la mente tan jodida de esa chica. —Respondió Dan en voz baja
—¿Tiene como un complejo de hermano o algo así? Se nota muy sobreprotectora con Gabrielo. —Preguntó Lira.
—¡Ja! Más bien de la clase de mierda que Jaime y Cersei Lannister tienen. —Dijo Dan y luego volvió a tomar de la botella de whiskey, Los comentarios de Dan solían ser 50% de las veces bromas y el otro 50% de las veces insinuaciones, y por primera vez Lira creía que se trataba de una insinuación más que una broma.
—¡Eh! —Exclamó Lira y luego volteó a mirar a Gabrielo. El muchacho la volteó a ver y negó con la cabeza.
—Para algunos demonios el incesto es una señal de nobleza. —Respondió Dan y luego comenzó a cantar Sweet Home Alabama, entre trago y trago.
La agente de Felicia tomó la desviación hacia Malibú, el mar golpeaba con fuerza esa noche. Una mansión se alzaba sobre una pequeña loma, aquella mansión era de arquitectura moderna, pintada en rojo, blanco y azul. Los jardines estaban llenos de flores y un arbusto en forma de una mujer abrazándose a sí misma, adornaba la jardinera central en el pórtico.
—Sí definitivamente este es el lugar. —Dijo Felicia.
—Bien, vamos. —respondió Gabrielo.
Agnes estacionó el auto en el pórtico, Dan y Lira fueron los primeros en bajar, después Gabrielo y luego Felicia.
—¿Qué haces? Tú te quedas en el auto. —Le dijo Gabrielo a su hermana mientras la retenía con su mano sobre el hombro.
—¿Qué? ¡No!, esa hija de puta mató a mis fans, ¡A mis fans Gabrielo! ¿Sabes lo pesado que va ser para mi tener que dar una conferencia de prensa donde dé mí pésame? Tenía planes para mañana...iba a comprar un vestido nuevo e iba a ir una premier en el Teatro Chino. Así que al menos déjame darle un puñetazo en la cara a esa Carol.
—Bien, como quieras. Pero si las cosas se ponen difíciles...
—Sí, sí, ya sé...—Respondió Felicia disgustada. —No tienes que actuar como Cecilia. ¿Qué le pasó a mi hermano que siempre estaba alegre? ¡Ah por cierto! ¿Has visto a Cecilia últimamente? ahora quiere que la llamen Zarasbati ¿Puedes creerlo? Ella esta...—Gabrielo entonces puso la palma de su mano sobre la boca de Felicia para que se guardara silencio.
—Luego me lo dices, justo ahora necesitamos el mayor silencio. Para ejecutar el plan. —Respondió Gabrielo.
—Lira, tú volarás a la ventana en el segundo piso y entraras por ahí, Dan y yo entraremos por la puerta y llamaremos la atención de los ocupantes, para que luego los sorprendas por la retaguardia.
—Eh...no puedo. —Respondió Lira con su tono apagado.
—¿Cómo que no puedes? ¿Por qué?
—Bueno es que...
—No se ha comido a ningún hombre. —Respondió Dan. —Metafóricamente hablando, ¿Verdad? — Dan alzó la mano esperando que alguien le diera los cinco, pero nadie lo hizo.
—¡Qué sucede contigo! —Exclamó Lira y le dio un puñetazo en el hombro a Dan. —Deja de acosarme sexualmente.
—Primero que nada, ¡Auch! Y en segundo lugar mírame, solo los hombres feos acosan, los hombres bellos flirtean. —Respondió Dan presumiendo su perfil y enmarcando su rostro con su mano ligeramente colocado sobre su cuello. A veces Lira no podía aguantar lo pedante que podía resultar Dan. Era egoísta y engreído, descuidado y no le importaba nada, y aun así parecía ser el favorito de la dama fortuna porque aún arruinando todo, las cosas parecían salirle bien.
—¿Ahora te crees bello? ¡eh!, ¡Escúchame bien pedazo de...!
—¡Basta los dos! —Gabrielo terminó la conversación de los dos. –Lira necesitas arreglar eso, no podemos hacer bien una misión si no tienes fuerza. Dan tomarás el lugar de Lira y subirás a la ventana del segundo piso. Lira tu vendrás conmigo.
—¿Y yo que hago? —preguntó Felicia la chica estaba dando brinquitos animada, como si se tratase de una niña pequeña ansiosa por alguna razón.
—Tú te quedarás muy detrás, donde no te expondrás a ningún peligro. —Respondió Gabrielo. —Pero sobre todo te quedarás en silencio y en calma.
—Vale, ya entendí. —Respondió Felicia molesta, a ella no le había gustado la respuesta de su hermano. Lira notó que Gabrielo veía a Felicia, más como una niña que como una joven, lo cual en cierta manera era mucho mejor que como Felicia lo veía a él. Felicia podía fácilmente pasar por una chica de 18 a 25 años. Era joven y actuaba como tal, Gabrielo tenía una apariencia más avejentada, pero era por su actitud estoica, Dan también se veía avejentado, pero no físicamente, sino porque actuaba como un crío en sus 16 años.
Entonces Dan se dirigió a la columna y la comenzó a escalar con gran velocidad, cuando llegó a ventana entró por ella y mostró un pulgar arriba desde la ventana.
—Nuestro turno. —Respondió Gabrielo. Y luego desenfundó su Glock, Lira hizo lo mismo y desenfundó el Máuser. Luego el cazador de demonios abrió la puerta de una patada. El interior estaba en oscuridad completa.
Alumbraron con sus linternas el salón, pero no habían encontrado a nada, solo oscuridad, entonces vieron sobre el suelo charcos de un líquido negro... y pequeñas gotas de caían del techo entonces los dos cazadores alumbraron a los techos.
Grandes huevos gelatinosos con criaturas de pesadilla mitad humano mitad ave colgaban de los techos que goteaban liquido negro. Y pequeñas criaturas humanoides con forma de niños cubiertos por la espesa baba negra se aseguraban que los huevos se quedasen pegados en el techo.
—¡Qué cojones es eso !—Exclamó Lira.
— Niños del Limbo. —Respondió Gabrielo. —Son las almas de todos los niños y niñas de padres cristianos que no fueron bautizados y murieron antes de los 3 años.
Entonces notaron como los niños comenzaban a cavar en el tejido gelatinoso del huevo, y entraban en el interior de los huevos, cuando tomaban contacto con el feto, estos se convertían en una luz rojiza que se unía al feto y el feto comenzaba a moverse, estos estaban listos para salir al mundo. Rompían sus contenedores y caían al suelo, cuando chocaban comenzaban a crecer de manera acelerada hasta tomar la forma de una criatura mitad mujer mitad ave.
—¿Hermosas verdad? —Preguntó la voz susurrante de la mujer. Entonces apareció de una llamarada roja Alesa Crawley.
—Tu crueldad no conoce límites, usar niños del limbo para darle vida a tus monstruosidades. —Dijo Gabrielo.
—Yo no he hecho nada, son los niños del limbo quienes están tan desesperados por vivir, que están dispuestos a sacrificarse para darle un alma a mis hijas. —Respondió Alesa Crawley. —¿Oh, pero a quien tenemos aquí? —Alesa entonces desapareció en una segunda llamarada y reapareció en una tercera frente a Felicia, la temida mujer tomó a Felicia por las mejillas. —Ya veo porqué Carol estaba tan dispuesta a unirse a Los Testigos de Crawley. Eres toda una monada mi niña. Tan dulce, tan inocente y... ¿tan virgen...? —Alesa entonces giró la cabeza hacia Gabrielo. —Tanto ella como tú son demonios de la soberbia, ¿Por qué no han intimado todavía? ¿Todo funciona bien allá abajo grandulón? —Preguntó Alesa. —Tal vez debería hacerla mía, sin duda me daría algunos hijos e hijas poderosos.
—Oye...—Dijo Felicia con voz seca.
—¿Sí mi niña?
—¡Nadie insulta a mi hermano frente a mí! —Exclamó Felicia y le dio un puñetazo en la cara a Alesa, el golpe fue tan fuerte que mandó volando a la mujer y la estrelló contra una de las columnas que sostenía los techos superiores, la columna se agrietó. Un par de grandes largas alas azules aparecieron sobre la espalda de Felicia.
—Auch, eso me dolió, pero solo un poco. —Dijo Alesa en tono tranquilo. La mujer se retiró el hilo de sangre que corría de la comisura de sus labios con su dedo y luego lamió el líquido con su lengua—Sabes, a mí también me gusta que se pongan un poco rudos conmigo.
Alesa entonces se levantó y dio un salto a gran velocidad para atacar a Felicia, pero entonces Gabrielo la interceptó. La mujer chocó contra el cazador, la loza del suelo se rompía, los pies de Gabrielo resistían con fuerza, al embiste de la mujer.
Los ojos de Alesa se tornaron rojo escarlata.
—¡Cómo te atreves a ponerte en mi camino! —Exclamó la mujer.
—¡Alesa basta! —exclamó Carol. La mujer bajó por las escaleras que llevaban al segundo piso. —Sin Felicia no hay trato. —Argumentó la mujer.
—¿Pensé que seguías con el resto de las mujeres en la otra sala?
—Las envié a casa. Muchas de ellas están todavía muy debilitadas después de que las obligaste a pasar por el embarazo... en un par de horas.
—Mea culpa, No te preocupes por la chica, no le haré mucho daño. —Respondió Alesa y siguió forcejeando con Gabrielo.
—¿Qué ocurre grandulón? ¿Acaso no puedes ganarle a una mujer? —Alesa burlonamente, tratando de amedrentar a Gabrielo, sin embargo el muchacho continuaba inexpresivo, de repente una sonrisa maliciosa brilló en el rostro del cazador de demonios. —¿Qué ocurre, te rindes ya?
—No, solo me imagino la clase de cara que pondrás cuando veas morir a tus hijas... ¡Dan ahora!—Gritó Gabrielo.
Entonces Dan descendió las escaleras del segundo piso con sus dos pistolas desenfundadas y comenzó a disparar hacia los huevos en el techo, los niños del limbo comenzaron a llorar y a desaparecer en llamaradas negras. Los huevos rotos dejaban caer los fetos sin vida de las brujas al suelo al estrellarse los fetos se destrozaban.
—¡No! —Exclamó Alesa. —¡Mis hijas! — La mujer dejó de forcejear y trató de ir tras Dan, trató de saltar, pero Gabrielo le agarró por el tobillo derecho.
—Esta vez no te escaparas. —Respondió Gabrielo.
—¡Ya me estás empezando a hartar cazador! — Entonces un par de alas de murciélago blancas brotaron de su espalda y una afilada cola de lagartija brotó arriba de sus glúteos y perforó su vestido de noche, esta misma cola terminaba con un afilado espolón en la punta. La mujer dio un latigazo, pero el cazador con la tomó con su otra mano. —¡No, imposible! —Exclamó la mujer ningún demonio de bajo poder podría contra mi ataque con espolón.
Entonces Gabrielo azotó a la mujer contra el suelo. Gabrielo tomó al ala de murciélago y la estrujó en sus manos, Alesa lanzó un grito de inmenso dolor, a medida que el muchacho rompía el ala de la mujer.
—¡Está bien, está bien, me rindo! —Exclamó Alesa. La mujer comenzó a reír nerviosamente. —Solo ya no me hagas daño. Por favor. —Dijo la mujer entre lágrimas y temblando de miedo.
—Lira ven aquí y termina con ella. —Dijo Gabrielo.
—¡No!, ¡Ten piedad de mí, lo lamento mucho!—Gritó Alesa despavorida.
Lira se acercó a la mujer y notó el terror en los ojos escarlata de la mujer, Lira alzó el arma...pero, su Máuser había desaparecido, en cambio pudo sentir un líquido que corría en su mano, la chica entonces vio que su pistola había sido cambiada por un corazón humano.
Lira gritó de horror y arrojó el corazón al suelo.
Se escuchó un grito ahogado, la sangre comenzó a brotar de la comisura de los labios de Carol, y su camisa se tiño de rojo, la chica trató de dar un pasó y cayó muerta. Entonces se empezó a escuchar carcajadas en la oscuridad de un corredor, después el sonido del tacón contra la loza, un hombrecillo no más alto que un niño de cinco años apareció, de cabello sucio grisáceo con una barba igual de sucia y piel tan seca que parecía cuero curtido con verrugas peludas. El hombrecillo tenía una larga nariz y pies inusualmente largos. Eso vestía con pantaloncillos rotos y bota de tacón, un sombrero de pelo de rata con la cabeza de una como ornamento. Con una camisola rota y un collar hecho con pequeños dientes blancos de niño. La sonrisa de la criatura era diabólica, con afilados dientes amarillentos. En su mano izquierda llevaba un bastón hecho de hueso de la columna vertebral de algún infante. Y en su mano izquierda un pañuelo blanco. La criatura dejó caer el pañuelo al suelo, en su mano estaba el Máuser de Lira...
—Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo. —dijo la criatura con una voz carrasposa...
—¿Qué diablos es eso? —Preguntó Lira—Desconcertada por la figura.
—Un duende...—Dijo Gabrielo.
Entonces el duende alzó la pistola y apuntó contra Lira.
—¡Lira abajo! —Exclamó Gabrielo. Dan entonces comenzó a correr a gran velocidad y protegió a Lira de la ráfaga de disparos. Tres tiros se impactaron en la espalda de Dan.
—¡Dan! —Exclamó Lira, mientras Dan la abrazaba para protegerla de la ráfaga de disparos.
—Maldita sea...—Gimió Dan de dolor, mientras escupía borbotones de sangre. Lira sujetó a Dan mientras este se derrumbaba en el suelo. El duende tiró el arma al suelo y comenzó a saltar de felicidad y dar cabriolas.
—Wup Wup, Wup...—Repetía el duende. Mientras bailaba y reía en círculo, dando pequeños saltos.
—¡Deja de reírte enano hijo de puta! —Exclamó Dan y levantó su pistola, disparó contra la criatura, pero las balas rebotaban en la piel de la criaturilla. Gabrielo entonces se olvidó de Alesa. Y se fue corriendo hacia Dan y Lira. Alesa entonces se levantó mal herida del suelo y se fue corriendo hacia un espejo que estaba cerca.
—¡Está huyendo! —Exclamó Felicia y se fue persiguiendo a Alesa pero había sido ya tarde Alesa escupió su sangre sobre la superficie del espejo y luego cruzó a través de él. El Duende entonces se acercó a Felicia y levantó su mano cubierta por un pañuelo blanco.
—¿Hacemos un trueque? —Preguntó el duende. —¡Lo tuyo es mío y lo mío es...!
Entonces la luna se asomó sobre las ventanas de la mansión reflejando su luz sobre las alas de Felicia. el duende las vio...
—¡Un ángel, un ángel!, ¡Huir, debo huir! —gritó el duende como desesperado y luego golpeó su bastón tres veces contra el suelo. su cuerpo se volvió ceniza.
Felicia fue a reunirse con su hermano y los demás.
—Está perdiendo mucha sangre. —Dijo Lira —¡Si no hacemos algo morirá!
—No, no lo hará. —Respondió Gabrielo, luego de su cinturón sacó un cuchillo arrojadizo. Pequeño, inútil ante los acontecimientos de la batalla. El muchacho se cortó la palma de la mano izquierda y dejó caer su sangre sobre el interior de la boca de Dan.
Dan comenzó a tragar la sangre que le caía en el interior, entonces comenzó a respirar mejor. Se reincorporó rápidamente, las balas que habían atravesado su carne se cayeron de los agujeros de sus heridas mientras la piel se regeneraba y las expulsaba de su cuerpo, estas rebotaron en el suelo.
—Joder, tu sangre sabe mucho a hierro. —Respondió Dan.—Al menos debiste dejar que Felicia o Lira me diesen a beber de su sangre, ha de ser mucho más dulce.
—Eres un tonto. —Dijo Lira con los ojos vidriosos. —Pensé que ibas a morir.
—Sí, un poco más de tiempo y hubiera muerto. —Respondió Dan sonriendo.
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