La habitación principal se encontraba al costado de un oasis, un punto estratégico ya que así no dependían de terceros para conseguir los recursos básicos

Pronto se vio en una habitación altamente custodiada, los guardias en su mayoría eran hombres bastante altos y musculosos, que llevaban armas como si fueran un caramelo y sin excepción todos tenían cara de amargados. Personal típico que se usa en estos lugares para vigilar objetos demasiado importantes

El asesino decidió que revisaría si allí estaba la supuesta arma química, se deslizo en silencio hacia una esquina justo en el punto ciego de los vigilantes, siendo ayudado por la fría noche.
En aquel instante convenientemente había un cuartucho en desuso, luego con un ruido atrajo la atención de uno de los guardias.
Cuando el gigante estuvo en el lugar de la trampa, el joven salto de su escondite, le tapó la boca con un paño para que no hiciera ruido, dio un giro y cayó en el cuello del hombre y con sus pies empezó a ejercer presión y con las manos lo forzó a ir a la derecha en un radio de 180° hasta que el cuello emitió sonido sordo; el soldado cayó sin emitir sonido. Todo esto con una precisión atroz. Luego del evento lo escondió en el cuarto.

Con el resto de los guardas fue casi la misma técnica y cuando estuvo listo entró a la habitación y se aseguró que el arma no le iba a explotar encima.
Ahora era momento de cortar el mal de raíz, mas tarde se preocuparía por salir de allí