29. No hay nada más poderoso

KIERAN

No puedo más, necesito poner fin a esta desesperación antes de volver a matar a alguien, esa chica no se lo merecía, igual que todas las demás.

—¡Joder! —Lanzo el móvil contra el sofá de enfrente al comprobar por cuarta vez en diez minutos cómo Valerie no me ha llamado.

Me enciendo otro cigarro antes de dar un nuevo sorbo a la copa de whiskey que tengo en la mano, aprovechando que este fin de semana me he quedado solo en casa. Charles tenía jornada intensiva debido a lo revolucionado que está todo por el aumento en el número de cadáveres, Frank se ha quedado en Calgary con la novia que se ha echado hace un par de semanas, y mi padre ha salido de caza con el alcalde.

«¿Me escuchas? Dime algo, por favor.»

Cierro los ojos, pero de nada me sirve, no sé si Valerie está rompiendo una de las condiciones que le puse porque se está revolcando con su nuevo enamorado, o si simplemente está dormida.

No puedo creer que esté con otro, sé por qué lo hace, he podido escuchar en su cabeza numerosas veces el motivo por el cual aceptó salir con ese gilipollas de pajarita y vaqueros apretados, pero me mata saber que se besan. Mi único consuelo es que solo llegan hasta ahí, no se han acostado y no van a hacerlo, apostaría toda la sangre del mundo.

—Está bien, si es lo que quieres —digo en voz alta mientras cojo las llaves del coche y me dirijo hacia mi camioneta—. No me contestas al teléfono, me bloqueas tus pensamientos, no me dejas otra opción.

No tardo mucho en llegar hasta su nueva casa, aparco en frente del porche y, tras comprobar que todo está apagado, salto la valla y rodeo la casa para trepar por la fachada. Subo la ventana que está rota y camino por el interior de la casa hacia su dormitorio.

—Eres tan predecible.

Me detengo en la puerta cuando su voz llega hasta mis oídos, a mi espalda. Giro y la encuentro con una taza de té en las manos, descalza y con un pijama corto de estrellas.

—Has roto todas mis condiciones, ¿por qué?

—¿Anoche mataste a una chica?

Sostengo su mirada y trago saliva en un acto reflejo cuando veo que ella lo hace, bloqueo mis pensamientos al sentir cómo trata de entrar, no puedo permitir que vea todo lo que sucedió en esa habitación de motel.

Aquella puta carnicería a la que tuve que rendirme tras romper las esposas con las que rodeé mis muñecas, desesperado por no ser capaz de contener a La Bestia ni un día más.

Desde que Valerie se fue, es como si se hubiese llevado algo con ella; no sé el qué. Con ella en mi vida, a mi lado, bajo el mismo techo, conseguía controlar la sed casi por completo, como si ella la mantuviese a raya con su única presencia.

Sin embargo, a los pocos días de partir, empecé a notar a La Bestia mucho más fuerte, más intensa y más sedienta; enfadada. Ansiosa.

He tratado de alimentarme con los animales que he ido cazando en el bosque durante estas semanas, pero ha sido igual que si a un carnívoro le das de comer tofu.

Traté de conseguir sangre del hospital, tanto en Calgary como en Braag Creek, pero han doblado la seguridad y sé que si me pillan meteré a Charles en problemas.

Estoy desesperado, hasta el punto de que anoche me até con unas esposas que le robé a mi hermano mientras echaba la siesta hace unos días, pero no sirvieron de mucho, no tardé más de cinco minutos en romperlas, cegado por La Bestia hasta tal punto que apenas recuerdo lo que sucedió durante las horas que estuve fuera de casa.

Ella sabía que si no le contestaba el teléfono ni me dejaba que entrase en su mente, acabaría viniendo, y es lo que quería. Necesitaba mirarme a los ojos cuando me preguntase si soy el responsable de la muerte de esa chica.

—Fuiste tú, ¿verdad? —insiste cuando no respondo y la bloqueo.

—No te haces ni una ligera idea de lo que estoy pasando, Valerie.

—¿No pudiste controlarte?

—Evidentemente —digo con el ceño fruncido—, ¿acaso crees que mato por placer?

—¿Estás borracho? —averigua cuando doy un par de pasos un tanto torcidos—. Has conducido borracho, podrías haberte matado.

—Olvidas que ya estoy muerto.

Niega con un suspiro y pasa por mi lado de camino a su dormitorio, se sienta sobre la cama con las piernas cruzadas y el té entre las manos, y me mira.

—Déjalo ya —exijo cuando intenta volver a leer mi mente—. ¿De verdad quieres verlo?

—No. Solo quiero una explicación, llevabas mucho tiempo sin matar, ¿por qué ahora? —Habla mientras me dejo caer en la silla que hay frente a su cama, junto al armario, debo mantener las distancias—. ¿O es que acaso sí eres el responsable de todas esas muertes?

—¿De verdad? —Suelto una risa amarga y chasqueo la lengua, saco un cigarro del bolsillo y me lo enciendo con calma.

—No sé qué decirte. —Da golpecitos con la uña en la taza humeante sin apartar sus ojos de mí—. Vienes aquí, borracho, reconoces haber matado a una chica y no me das ningún tipo de explicación.

—Desde que te fuiste todo se ha ido a la mierda, La Bestia está más furiosa que nunca, soy incapaz de controlarla. Durante semanas he estado cazando en el bosque, pero no le sirve, quiere sangre humana. —Hago una pausa para fumar y ella no interviene, tan solo me observa—. Intenté conseguirla del hospital, pero han doblado la seguridad y no quiero meter a Charles en problemas. Llevo días desesperado, encerrado en la buhardilla fingiendo que estoy enfermo para no ir a trabajar, aunque no es mentira del todo, hace tres días que no me baja la fiebre y me tiemblan las manos. Bueno, ya no. —Alzo la mirada conectando de inmediato con la suya, necesitando saber qué piensa ahora mismo.

«Esto no debería estar pasando. ¿Qué hago? Si me hubiese quedado, esa chica estaría viva.»

—Joder, Valerie, no. —Me levanto para acercarme a ella, pero en cuanto lo hago, el lugar que ocupa mi corazón muerto da un vuelco que me produce casi electricidad.

—¿Qué ha sido eso? —pregunta llevándose la mano al pecho.

—¿Tú también lo has sentido?

Me mira confusa, asustada y sin saber bien qué hacer. Nuestras miradas se sostienen la una a la otra igual que si fuesen dos hilos muy finos encargados de sujetar el más pesado de los puentes.

—Froy no significa nada para mí —dice de pronto.

—Lo sé.

No me muevo cuando ella deja la taza sobre la mesilla y se levanta despacio, da unos pocos pasos y se detiene justo frente a mí, sin llegar a tocarme.

—Kieran...

—También lo sé —asiento y ambos dibujamos una pequeña sonrisa.

Levanto la mano para tocarla, tengo calambres en la punta de los dedos y una necesidad sublime por dejar que mi piel se una a la suya, que nuestras células se relacionen y hagan la magia que sea que hacen cuando eso sucede.

Si bien sé que no hay nada en el mundo que anhele más, también sé que Valerie se fue de la casa por un motivo, y eso es más importante que cualquier otra necesidad que yo pueda tener.

—No sé si los muertos podemos amar, pero sí te puedo asegurar que no hay un sentimiento más grande que el que yo siento por ti. Es... —Niego por no encontrar la palabra que abarque todo lo que tengo dentro—. No hay nada más poderoso.

¡Hola! ¿Cómo estáis? Tenía pensado subir el capítulo mañana, pero os dije que por cada comentario en la foto de Instagram lo adelantaría 5min, así que aquí lo tenéis🥰 ¡Pronto uno nuevo! Atentas a mis redes sociales.

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