15. Oscuro y perverso

Nota de autor: Agarra un vaso de agua, una pelota para la ansiedad y apaga las luces.

KIERAN

—¿Ves? —digo apartando a Valerie de mi cuerpo y creando un espacio entre los dos.

—¿Qué pasa?

—A esto me refiero, ahora mismo no eres la Valerie normal.

Su sonrisa se curva de un modo perturbador al tiempo que retira su pelo a un lado, sostengo su mirada y trato de meterme en su cabeza, pero no lo siento de igual forma que las otras veces.

—¿Quién eres?

—El vampiro quiere saber mi nombre real —habla con la misma cadencia en la voz que el resto de las veces en las que algo me decía que no era la Valerie que conozco.

—¿Por qué mis poderes no funcionan contigo? —inquiero alejándome un poco de ella—. Y aquello que me hiciste en el baño, fuiste tú, ¿verdad?

—¿A qué quieres que responda primero? —Ríe con una seguridad que Valerie nunca ha poseído.

—Tu nombre.

—Nihasa.

—¿Eres un demonio?

—Correcto.

—Joder, joder. —Me froto la cabeza y retrocedo para ponerme en pie y salir de la cueva.

—No me digas que La Bestia me tiene miedo. —Se carcajea mientras me sigue.

—La Bestia está dormida, y te aseguro que no quieres despertarla —digo cuando ya estamos en el bosque de nuevo—. Explícame qué cojones está pasando, ¿qué haces... ahí? —La señalo a ella misma sin saber bien cómo preguntar o cuál es la pregunta correcta para aclarar la gran confusión que tengo ahora mismo.

—Es una historia muy larga —dice dando un par de pasos hacia mí, coloca las manos en mi pecho y se pone de puntillas para depositar un beso en mis labios—. ¿Por qué no pasamos un buen rato y después finjo que puedes sacarme toda la verdad?

—Porque no. —La separo de mí y pone los ojos en blanco—. ¿Quién es la real, la Valerie que conozco o tú?

—Yo. Esa niñata solo ha estado conteniéndome todos estos años, pero tú has logrado algo que nunca creí posible. En tu presencia, con el tacto de tus manos, de tu lengua... he despertado, y puedes estar seguro de que no pienso irme a ninguna parte.

—Pero en realidad sí que te vas. Valerie... Bueno, la otra Valerie...

—No intentes pensarlo mucho o te volverás loco —ríe restándole importancia—. Es cierto, ella siempre acaba regresando y mandándome a la puta oscuridad, pero cuanto más tiempo paso contigo, más fuerte me vuelvo. Te necesito, Kieran. Ella no... Mierda. —Sacude la cabeza y debe sentir un desvanecimiento porque tengo que sujetarla para que no se caiga al suelo.

—¿Valerie?

—¿Qué ha pasado?

—Joder —mascullo y siento que me va a explotar la cabeza—. ¿Cómo te sientes?

—Mareada. ¿Qué hacemos aquí? Estábamos dentro de la cueva y...

—¿Qué es lo último que recuerdas?

—Nada, nos hemos sentado en el borde del acantilado ese y estábamos en silencio, luego... no sé, está todo borroso.

—Qué hija de puta —murmuro para mí al darme cuenta de que cuando he confesado ser un vampiro y ella ha fingido tener miedo, solo era la otra haciendo una actuación de Óscar.

—¿Qué?

—Nada, es mejor que volvamos a casa, la noche se está haciendo muy larga.

—Sí, ¿conoces el camino?

—Claro, vamos.

Mientras atravesamos el bosque en la oscuridad y el silencio, no puedo dejar de pensar en cuántas otras ocasiones habré creído estar hablando con Valerie cuando en realidad era la otra. ¿Cuánto sabe Valerie? ¿Acaso me ha besado ella en alguna ocasión, o ha sido la otra? El día de la bañera, cuando nos besamos y lamí la sangre de su brazo, el modo en el que se corrió en medio de todo eso, ¿era Valerie o era el demonio? ¿Cuánto conozco a la chica que camina algunos pasos por detrás de mí ahora mismo?

VALERIE

Todo es demasiado confuso, cada día me duele más la cabeza y me siento fuera de mi cuerpo, como si estuviese soñando despierta y viendo todo en la distancia. Hay cosas que he hecho con Kieran, que en realidad no sé si han sucedido de verdad porque apenas lo recuerdo, no era dueña de mis movimientos.

Me odio por sentirme así y no saber cómo evitarlo, ¿por qué tengo que ser un bicho raro y no puedo ser como el resto de las chicas que estaban hoy en la fiesta del río?

—¿Quieres que te traiga una infusión? —pregunta Kieran cuando entramos en casa.

—No, gracias. Estoy muy cansada, solo quiero dormir.

—De acuerdo.

Subo las escaleras sin atreverme ni tener fuerzas para preguntarle qué ha pasado durante ese vacío que tengo del rato en el bosque. No sé si quiero saber la respuesta, solo quiero que esta horrible sensación desaparezca y poder ser la misma que era antes de conocer a Kieran.

Me quito el vestido y, sin mirarme al espejo como solía hacer antes, voy directa a la cama. Me escondo bajo el edredón y las sábanas, y simplemente intento dejar en blanco la cabeza para conseguir dormirme en el menor tiempo posible.

Mis pies se arrastran por el suelo, intento pararlos, pero no soy capaz. Veo cómo mi cabeza se mueve hacia ambos lados, comprobando que no hay nadie en el pasillo, y de pronto empiezo a subir las escaleras hacia el dormitorio de Kieran. Maldita sea, no, este es el último sitio en el que debería estar.

Deja de luchar contra mí.

—¡No! —exclamo en voz baja sin poder detenerme—. Dios mío, estoy loca.

Giro el pomo de la puerta despacio y la empujo sin que haga el menor ruido al abrirse.

Kieran duerme boca arriba, con la sábana cubriendo su cuerpo solo hasta la cintura y el rostro relajado. Me siento en el borde del colchón y deslizo la yema de los dedos por su torso sin poder evitarlo, algo hace que el deseo crezca dentro de mí, que me piquen las manos por la necesidad de tocarlo por todas partes.

—Valerie —susurra cuando se despierta y me encuentra ahí, ataviada únicamente con unas bragas blancas y una camiseta de tirantes sin sujetador.

—Shh. —Coloco dos dedos en sus labios y paso una pierna por encima de él para tumbarme y alcanzar su boca.

No tarda ni dos segundos en corresponderme con más deseo del que esperaba. Puedo notar sus caricias en mi espalda, en mi trasero, acercándome a su entrepierna y haciendo que todo mi cuerpo se estremezca. Me rodea con su brazo y gira sobre sí mismo haciendo que yo quede debajo de él, sus ojos me observan en silencio, realizando una pregunta muda que yo contesto con un beso.

Dejo que me desnude por completo y que sus dedos se encarguen de darme tanto placer como soy capaz de experimentar sin que el resto de la casa se despierte y nos pille. Puedo ver cómo su mandíbula se tensiona cada vez que gimo, cada vez que emito cualquier tipo de sonido procedente de los movimientos de sus dedos, de su lengua y de todo su cuerpo.

—Valerie, no puedo, tienes que irte —dice apretando las sábanas con los puños a la vez que cierra los ojos y la respiración se le dispara.

Acaricio el contorno de las venas que se le marcan en los antebrazos por la fuerza que está haciendo. Intenta levantarse, pero lo sujeto con las piernas y hago que todo él se introduzca en mi interior, provocando un gruñido aterrador procedente de lo más profundo de su garganta.

—Tú me has llevado a esto —susurra antes de volver a besarme y comenzar a penetrarme sin contenerse más.

Sus embestidas son brutales y profundas, lo hace igual que un animal salvaje, sin poner el menor cuidado o ser delicado.

Escucho algunas palabras sueltas que salen de su boca, como si luchase consigo mismo. Siento el tacto de sus dientes cuando los desliza por mi clavícula arriba y abajo, acariciando la delicada piel sin llegar a morderla.

—Lo siento. —Escucho su voz angustiada instantes antes de sentir un intenso dolor cuando algo se clava violentamente en mi cuello.

Intento hablar, pero no sale ningún sonido de mi boca. Puedo notar cómo me voy desinflando, igual que un globo pinchado, cuando la sangre sale a borbotones del orificio que él ha causado.

El dolor disminuye a medida que los segundos pasan, la sensación del tacto ya no es la misma, aunque sé que él tiene la boca en el mismo punto porque noto su lengua en mi piel, recogiendo toda esa sangre que sale.

—Kieran. —Consigo decir a duras penas en un hilillo de voz.

Entonces él se aparta bruscamente, sus ojos se encuentran con los míos y es en ese momento cuando sé que no volveré a ver la luz de un nuevo día; cuando un completo, perverso y absoluto vacío me devuelve la mirada. Irremediablemente me dejo llevar por la oscuridad y el frío que debe significar la muerte.

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