08: El descenso a un nido de cuestiones y dudas

Schlaf ein, schlaf ein, schlaf ein Du gähnst schon, komm, kuschel dich ein.

La melódica y maternal voz entonaba un canto sencillo en un tono sumiso.

Un sonajero se sacudía al mismo ritmo de la canción, inclinándose de un lado a otro frente al rostro de Thaddeus. Él veía esto con tanta atención cómo aburrimiento, parpadeó algunas veces viendo el sonajero de lata y luego alzó la mirada hacia la persona que le intentaba entretener.

No había más luz que la del exterior a través de una pequeña ventana, así que verle el rostro fue complicado. El niño llevó una mano hacia su cara fastidiada, poco después, el canto se detuvo junto al movimiento del juguete tan viejo.

El silencio se hizo presente y dió paso a otros sonidos del exterior, precisamente de la ventana que les alumbraba, pues al otro lado había un bullicio que consistía de infantes vecinos jugando entre ellos. Thaddeus se mostró interesado en esto y miró hacia el cristal brillante por el cálido día.

— hm, perdón Thaddeus. —se disculpó ella y entonces dejó el juguete sobre una mesa comedor astillada—. No se supone que debas estar aquí encerrado.

— no, no, madre. —contestó el pequeño negando con su cabeza de un lado a otro pausadamente—. Aquí está bien.

La madre del pequeño Thaddeus hizo un sonido ameno y entonces inclinó su rostro hacia el niño dejándole y suave beso a un lado de su cabeza para luego abrazarlo, este gesto fue bien recibido por él ya que se acomodó su pecho.

Ich sing dir noch ein Lied Ich freu mich so, dass es dich gibt...

Aunque no tenía la necesidad de dormir y no quería hacerlo, estuvo bastante cómodo en brazos de su madre la cual no dejaba de arrullarlo y consentir su pequeño corazón. 

— te amo ahora a dormir.











Los párpados de Thaddeus temblaban en un intento de abrirlos, lo primero que había sentido fue un enorme pesar en su cuerpo, seguido de su estómago devorándose a sí mismo y movimiento sobre su pecho. Moviendo su cabeza de un lado a otro, abrió los ojos. Estando en una posición en la que estaba sentado y con la cabeza agacha, lo primero que vió fue su pecho desnudo y siendo tocado por Will.

Por instinto, sus ojos se hicieron grandes, alzó una mano y dió un puñetazo al cráneo del muchacho, consiguiendo que el otro se apartara.

— ¡Au! ¡Se dice gracias, cerdo malagradecido! —reclamó Will con sus manos en su cabeza y con enojo.

¿Se supone que debía agradecerle por quitarle la ropa y tocarlo sin decencia? Thaddeus pretendía darle otro golpe, de no ser porque notó que en su pecho, su piel había sufrido raspones, los cuales no eran profundos pero sí amplios y que dejaban una área rosada y vulnerable. No había sangre brotando, pues Will se había encargado de limpiarselo con una parte de su camiseta blanca.

Junto a esto, su espalda dolía.

Solo entonces recordó que, al caer al otro lado, la fuerza de la caída fue lo suficientemente brutal como para rebotar como pelotas hasta que él quedara boca abajo y con Will encima suyo.

Ahora tenía sentido sus dolores, le había servido a Will de cojín de aterrizaje.

— ugh, eso sí que dolió... —balbuceó Will— creo que tendré un chichón.

Thaddeus puso los ojos en blanco: —exageras.

— date un golpe a tí mismo y luego comentas.

El mayor le ignoró y decidió tomar atención al lugar donde estaban. Miró de un lado a otro, y notó que estaban en un lugar ajeno al otro lado del abismo. Estaban en lo que sería un área rocosa y con los restos de lo que alguna vez fueron unas instalaciones.

De las dos lámparas que llevaban con ellos, la única sobreviviente era la de Will, mientras que los restos de la suya estaban a un lado. A continuación de las linternas, observó al Shane con detenimiento, no llevaba su camiseta encima.

La piel morena era tan lisa como la de un adolescente, apenas se veía una que otra marca provocada probablemente por entrenamiento y duelos. Delgado y poco fornido, la figura exacta para un adolescente aventurero.

El estómago del Blakk gruñó con fuerza mientras que su boca se sintió seca. El otro lanzador dejó de consolar su cabeza golpeada para darle su atención: —¿Sabes? Mientras rasgaba mi ropa, encontré esto.

Por detrás de él, había tomado lo que sería un par de barras energéticas. Este sencillo, pero gran alimento hizo que Thaddeus alzará las cejas y sus manos le picaran para ir a tomar ambas barras.

— había olvidado que las traje, ¿Quieres la de pasas o la de galletas y crema? No me importa el sabor, pero imagino que a tí sí.

Si bien Thaddeus estaba en la necesidad de tragarse aunque sea un bocado, el ver que vinieran de las manos del Shane, le dió un sentimiento de rechazo, aunque también de hambre incrementada.

— ¿Es en serio? —se quejó Will—. Vas a morir de hambre.

Las palabras de Will no ayudaban, así que Thaddeus se giró de medio cuerpo con dificultad, mostrando su perfil y manteniendo sus ojos cerrados, negándose a ver la insistencia del otro.

Viendo esto, el Shane frunció sus labios y dejó las barras en el espacio que había entre él y Thaddeus: —serías mejor lanzador si tan solo supieras cuidarte.

Mientras Will desgarraba otro retazo de su camiseta, los párpados de Thaddeus se alzaron con lentitud, sus ojos miraron por un lado y sus cejas, en lugar de fruncirse como de costumbre, se habían suavizado.

— ¿Tú qué puedes saber de ser mejor lanzador?

Hubo un breve silencio por parte de Will, y luego contestó: —no creo que mucho, pero, sé que si tan solo... Dejaras de ser tan duro contigo mismo, estarías en mejores condiciones.

Los ojos de Thaddeus se encogieron al alzar sus pómulos, sus labios secos se fruncieron y se mantuvo callado. Ser duro consigo mismo nunca estuvo en su cabeza, y ahora que alguien más se lo indicaba, se quedó pensando.

Siempre se exigía a sí mismo, incluso si eso significaba tener una derrota brutal en algún duelo, sabía que aquello le serviría para la próxima vez. Eran pocas las veces en que llegó a sentirse relajado, y no es porque no tuviera tiempo para él mismo, sino porque aquello lo empleaba para su entrenamiento o trabajo extra.

La clave de su éxito era el trabajo duro, tenía que seguir con el ritmo o caería al pozo del que siempre quiso salir.

Dignandose a mirar al muchacho, notó que este tenía un semblante serio y angustiado mientras rasgaba con cuidado parte de su camiseta en un intento de gasa. La manera en que estaba sentado, la labor con respecto a la tela y su rostro, le dieron a Thaddeus la imagen de alguien más de hace mucho tiempo.

Sacudió su cabeza con discreción y gruñó: —deja de romper tu ropa, no quiero lidiar contigo muriendo de frío.

— no hace frío.

Mientras Will seguía rasgando su camiseta, Thaddeus se quedó en su quietud, hasta que notó la falta de una de sus pertenencias: —¿Dónde están los mapas?

— si hablas de los que estaban en la carpeta, los dejé caer cuando llegaron esos monstruos. —dejó su labor para alzar su cabeza y contestar dándole la cara— Y si hablas del que llevabas doblado en tu mano... Se cayó en el abismo. —relató con el semblante complicado.

Thaddeus gruñó entre dientes y se llevó una mano a su frente: —en tal caso, fue una pérdida de tiempo haber buscado una guía.

— no lo creo. —opinó Will—. De lo contrario, hubiéramos estado allá arriba el tiempo suficiente como para no tener oportunidad de encontrar una entrada a... Este lugar. —habló dando una breve mirada a su alrededor.

Antes de decir algo más, las tripas de ambos se comunicaron telepáticamente para luego retorcerse y provocar ardor a los lanzadores.

Will tomó ambas barras y las extendió al otro:— tan solo, elije uno.

Negarse al instinto solo empeoraría su estado así que cediendo a su amabilidad, Thaddeus estiró su mano y tomó la barra con sabor a galletas y crema. Con desespero abrieron las envolturas y con ayuda de la poca saliva que tenían, devoraron las barras sin oportunidad a saborear.

El hambre no desapareció, pero sí se apaciguó. Esto era más que suficiente para poder continuar con la travesía que les quedaba.

En un intento de no quedarse en un incómodo silencio por mucho tiempo, Will habló: —disculpa haber caído encima tuyo.

— ajá, silencio.

Luego de haber dicho esto, Thaddeus observó cómo Will infló sus mejillas y frunció sus labios, esta imagen se asemejaba a un roedor amargado.

Imagen muy diferente de cuando Will le advirtió que Thaddeus sería quien correría peligro si no decía a qué había llegado a hacer exactamente.

La luz del vitalis cristal alumbraba la mitad del cuerpo del muchacho, y la otra mitad era tragada por la oscuridad de la oficina en la que se ocultaron para ver los mapas. Iluminado u oscurecido, la intensidad en la mirada severa de Will era tanta que Thaddeus terminó por darle respuestas, todo con tal de que el muchacho dejará de verlo de manera que le estremecía.

Se solía comentar por ahí que, los Shane tenían una peculiaridad que consistía en la capacidad de intensificar ciertos gestos a tal grado, que a veces se podía dudar de su propósito de proteger a la gente común. Thaddeus podría confirmar esto luego de haber visto a Will a los ojos antes, pero por supuesto, no iba a darle el gusto de revelar que le había intimidado.

El rostro de ardilla de Will se deshizo y tras haber enrollado las tiras que hizo con su camiseta, se arrastró en el suelo hasta quedar más cerca al Blakk.

— tengo que vendarte.

— ¿Tienes qué?

Will no insistió con más palabras, pero alzó su mano y dándole un suave empujón a Thaddeus, hizo que este chocará su espalda contra la roca en la que estaba apoyado, esto le hizo gruñir al mayor.

— sí, tengo qué.

Aunque Thaddeus se negó durante un prolongado rato, terminó por dejarse vendar. Quiso reclamar, perro, el ardor junto al dolor eran inevitables incluso si lo atendía el mejor doctor, así que no pudo prenderse de ello y parecer un niño pequeño.

La camiseta de Will se había extinguido, tras mirarse a sí mismo con el torso debido un instante, se encogió de hombros para sí mismo en señal de que no le importaba su prenda.

Thaddeus arrastró su retaguardia a un lado para mantener distancia a lo que Will observó con desaprobación, pero se mantuvo con la palabra en la boca y cambió de tema: —¿Recuerdas aunque sea un poco del resto que había en el mapa?

— luego de pasar por las puertas, un ascensor.

Will lució pensativo al escuchar: —eso explica los restos de metal en la orilla del risco.

Mas, prontamente su rostro se mostró confuso: —un momento, ¿Por qué una organización estaría instalada literalmente sobre un abismo? Porque, no creo que esto haya venido con todo y la muerte de la caverna.

En ese momento, no había lugar para silencios, y es que Thaddeus también reaccionó a este peculiar hecho: —no, la muerte de la caverna no haría todo esto. —concordó.

Pronto, tuvieron más cuestiones que respuestas y Will se encargó de expresarlas en voz alta: —y además, se supone que Lucrum Limax en un inicio solo era una organización que financiaba proyectos, ¿No es así? Entonces, ¿Por qué constituirían sus instalaciones sobre un lugar como este? Y más importante, si había un ascensor, eso quiere decir que lo que estamos buscando debe estar...

Will no parecía dispuesto a terminar lo obvio, sin embargo, Thaddeus tuvo que completar su frase: —abajo.






Encontrar una ruta que les ayude a descender y seguir con su travesía era mucho más complicado de lo esperado. Pues del lugar donde estaban, solo les quedaba callejones de piedra, por lo tanto, tuvieron que ir a dirección contraria y quedar en el lugar donde habían aterrizado luego de su huida.

Y procurando extremo cuidado, tuvieron que ir de bajada por el risco, que a pesar de tener donde apoyarse y pisar con seguridad, la precipitación era abrumadoramente vertical, apenas habían inclinaciones. Sumando al hecho de que solo contaban con una lámpara con la cual iluminar su bajada, sería una enorme mentira decir que ambos lanzadores a menudo tenían temblores en sus rodillas y codos.

— entonces... —la voz de Will se escuchó luego de tiempo— ¿No me vas a decir tu nombre?

Thaddeus tuvo que expresar su molestia mientras su espalda adolorida estaba pegada las rocas y sus manos aferradas a estas:— ¿En serio vas a seguir con esa tontería?

— no es una tontería, hemos pasado por muchas cosas, merezco saber tu nombre.

El Blakk parecía estar a poco de lanzar algún reclamo, pero esto seguiría con el ciclo sin fin en el que el adolescente se quedaba estancado preguntando quien era Thaddeus o insistiendo que no era un Shane. Por primera vez, el mayor tuvo que cambiar su método.

— sí sabes mi nombre, cuando esa cosa que se arrastraba te persiguió gritaste por mi ayuda. —recordó con astucia.

La única lámpara de la que disponían estaba en la cintura de Will quien era el que estaba por encima de Thaddeus en cuestión de descender, así que se pudo notar cierta vergüenza y paralización semejante a la de un payaso.

Sin embargo, el supuesto Mercy contestó: —es que te parecías bastante a alguien que conozco llamado Thaddeus, y como no sabía tu nombre de verdad, te llamé por el nombre de ese conocido.

La idiocia en este adolescente no era tanta como para dar una respuesta tan absurda como razonable.

Ya había pasado bastante tiempo con el Shane y en vista que continuarían en compañía del otro, y tan solo tal vez, a Thaddeus no le quedaba de otra más que seguirle la corriente aunque aún tenía en mente imponer algunos límites.

Avanzaron al rededor de un metro más cuando los labios del mayor lanzador pronunciaron algo: —Blakk.

— ¿Blakk?

— ese es mi apellido.

La cara de confusión de Will no tardó en iluminarse: —vaya, entonces eres un Blakk, con razón también me resultabas familiar, ¿Eres un pariente cercano a Thaddeus Blakk?

El de mayor experiencia ahora no sabía si fue buena idea seguirle la corriente al Shane, aunque pronto razonó y llegó a la conclusión de que, no impotara qué, Will iba a ser insistente con su método de pretender ser otras personas, una total ridiculez, irrelevante y sin sentido.

Al no conseguir respuestas, el Shane decidió contestarse a sí mismo: —supongo que no, pero está bien. Entonces, ahora que nos conocemos y hemos llegado tan lejos, quisiera sugerir un juego de palabras hasta que lleguemos a tierra firme.

La mano derecha de Thaddeus fue a parar sobre una roca emergente para sujetarse y seguir con su bajada:— ¡Nada de juegos, concéntrate!

— ¡Cuidado!

La diestra del mayor sujetó la roca y esta se desprendió por el peso impuesto, prontamente, el cuerpo de Thaddeus descendió perdiendo el equilibrio, cayendo viendo con la poca iluminación disponible, como es que por tratar de extenderle su mano, Will también cayó.

Se esperaba una larga caída cuyo final acabaría moliendo los huesos de ambos lanzadores en un crujiente estallido. Sin embargo, no pasó más de un segundo cuando sus cuerpo sonaron torpemente contra el suelo, esto fue doloroso, pero no tanto como para desvanecerse, tan solo lanzaron quejas.

— ugh, eso sí que dolió...

— ¡Quita tu trasero de mi encima!

— ¡Ah, lo siento!

De los dos lanzadores de babosas, el mayor recorrido se llevó la parte más dolorosa y ridícula pues además de caer boca arriba, lidió con la caída del más joven sobre su abdomen, arrancándole parte de su aliento y provocándole cierto malestar debido a que aún seguía algo sensible por la otra caída.

La linterna que Will traía con él no se llevó ningún malestar, era envidiable, incluso parecía brillar más y burlarse en el acto de Thaddeus.

El más joven intentó hablar con optimismo tras haberse puesto de pie y alzado su lámpara: —al menos llegamos más de prisa al final, ¿No lo crees?

Thaddeus lanzó un rugido entre dientes.

— tomaré eso como un sí.





Si antes se encontraron con criaturas monstruosas en el edificio de la organización, nada les aseguraba que no sucedería lo mismo una vez hayan descendido al lugar más profundo al que hasta el momento llegarán. Así que, mantuvieron sus sentidos bastantes agudos, prestando atención a cada mínimo sonido que no proviniera de ellos, poniendo rígidos los músculos de las oreja y controlando su propia respiración.

Habiendo explorado empapados en recelo e incertidumbre el lúgubre final del acantilado, las suelas de sus botas finalmente dejaron de pisar rocas y suciedad para quedarse parados sobre mayólicas oscuras que daban la presión de haber sido pulcras en algún momento.

Frente a ellos, un enorme agujero deformado por roca y fierros de consistencia les dió la bienvenida a la siguiente fase de su búsqueda.

Will invitó; —las damas primero.

— ¿Qué dijiste? —reclamó el mayor haciendo puño su mano en alto.

— na-nada, pasaré primero. —se corrigió inmediatamente con una sonrisa torcida y entonces fue el primero en ingresar a tal área.

Thaddeus fue atrás de él e inspeccionaron su alrededor instantáneamente. Ambos se detuvieron y notaron que por su lado derecho, había un largo pasillo sellado en mayólicas y muros desgastados por el tiempo.

Alzando su linterna, Will trató de iluminar el camino que ahora tenían por delante, pero parecía que este no tenía fin pues más allá de donde llegaban los rayos del vitalis cristal, solo había un agujero negro que advertía con devorarlos.

Ambos se miraron mutuamente un instante, y poco después empezaron a caminar con la misma agudeza en sus sentidos como antes. Esta vez fueron más cuidadosos, pues ahora se encontraban en un espacio del cual si querían escapar, sus posibilidades de ir lejos estaban reducidas.












Nota: nada mejor que actualizar en medio de la clase de contabilidad.

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