03: La Caverna de Ensueño es la Caverna de las Pesadillas

Dos cuerpos cayeron al vacío, los gritos quedaron el aire y la caída duró tanto que por un instante la idea de que ya habían muerto de un golpe desapercibido, pasó por sus cabezas.

Sus cuerpos fueron atrapados por cuerdas gruesas y desordenadas, resultando ser lianas secas que fueron rompiéndose poco a poco por el impacto de dos cuerpos tan lejanos en direcciones opuestas. Siguiendo una secuencia de recibir peso y romperse por la poca tolerancia, ambos fueron llevados al suelo cuya caída fue lo suficientemente fuerte y suave como para levantar dos nubes de tierra y no quedar con los huesos rotos.

Will quedó con la cara y pecho estampados contra el suelo, mientras que Thaddeus tuvo que lidiar con un impacto seco en su espalda.

La tierra abandonó su forma de nube bajo el par, y fue cuando ambos levantaron sus cabezas para ver hacia arriba. El techo que ahora había sobre ellos era oscuro, no había ninguna otra luz más que de las lámparas que habían llevado, siendo dos pequeños puntos brillantes de azul claro iluminando el vacío al que habían caído.

— mi cabeza...

— mi espalda...

Las dos voces se alzaron y fueron escuchadas por el otro. Una conexión perdida de hace tiempo se presentó y los unió, obligándolos a tomar sus linternas y alzar las para ver a lo lejos. Los ojos se encontraron frente a frente y aunque había una gran distancia de por medio, no era necesario ver detalles en el rostro para saber lo que ocurría.

Aunque tenían mucho por lo cual diferenciarse, había algo en lo que coincidían, no esperaban verse de nuevo.

Luego de aquella confrontación frente a la maestra Shanai, Will se dedicó a entrenar con su nueva maestra, lidiar con sus asuntos y tomar misiones de principiante. Misiones en las que no volvió a ver a Thaddeus, solo a escuchar de su expansión lenta y segura. En tanto a Thaddeus, él estaba más ocupado en mejorar como lanzador al igual que en desempeñarse como empresario, no tenía tiempo para lidiar con pequeñeces y solo se hacía presente si había algo que realmente le fuera de urgencia o sea molesto para si trabajo.

Por primera vez en un año se volvían a ver.

— ¿¡TÚ?! —habían coincidido al gritar.

Aunque se tuvieron que corregir ya que estaban compartiendo palabra, cosa que ninguno quería.

El primero en atacar fue Will:— ¿Qué es lo que haces aquí? ¿Me estabas siguiendo?

— esa pregunta debería hacerla yo, ¡Llegué primero! —reclamó Thaddeus.

Will planeaba contestar que no le creía, pero entonces al ver a su rival cubierto con restos de piedra negra de la misma que había fuera de aquel vacío, supuso que tenía razón.

— de todas maneras estás aquí, ¿Qué es lo que quieres?

— ese no es asunto tuyo. —respondió de manera tajante y hostil.

Will alzó la voz: —¡Es asunto mío porque también estoy aquí! ¿Qué haces aquí?

Tanto Thaddeus como Will tomaron sus lanzadoras, pero estas no servían de nada ya que no tenían a sus arsenales ahí, sin mencionar que tenían que mantenerse alumbrados en todo momento al tener sus lámparas bien sujetas.

— ¡Que no es asunto tuyo, Shane! —alzó la voz el mayor—. Llegué primero, así que mejor lárgate por dónde viniste.

Will tuvo un tic en su ojo izquierdo y habló con disgusto: —¡Acabo de caer de allá arriba, ¿Crees que puedo irme fácilmente? Y aunque lo lograra, ¡No tienes autoridad para reprenderme, perro!

Las palabras tan fuertes no eran realmente un inconveniente, pero al ser tan poco escuchadas, especialmente si venía de un Shane, llamó la atención del Blakk. El joven se había dado cuenta de que acababa de errar al expresarse de aquella manera, así que no continuó hablando.

Thaddeus dijo con burla:— que vulgar, ¿Y así eres un Shane?

Will atacó con sarcasmo:— que educado, ¿Y así eres un Blakk?

Se habían dado una invitación indirecta a tener una pelea cuerpo a cuerpo ya que no tenían sus arsenales con ellos y sus lanzadoras no iban a ser de utilidad. Mas, Will tuvo algo de consideración al retroceder cuando Thaddeus se fue acercando.

— por si no te das cuenta estamos atrapados, ¡Si peleamos vamos a quedar tan malheridos que necesitaremos ayuda que no tendremos disponible!

Thaddeus se burló: —¿Ahora resulta que tienes cerebro?

Will abrió la boca para responder pero no lo hizo, probablemente porque aquello no ayudaba a su propia idea. Aunque, Thaddeus pensaba diferente y teniendo las sienes marcadas por venas palpitantes fue hacia el otro.

— Thaddeus, hablo en serio... Thaddeus... ¡Quieto!

Aún así tuvo que hacerse a un lado cuando Thaddeus intentó darle un puño contra su rostro. Will se asombró por la rapidez de este y alumbrando su camino empezó a correr.

— ¡Cobarde vuelve aquí!

— ¡No voy a pelear contra tí!

Thaddeus no necesitaba buscar en la oscuridad ya que Will se delataba por sí mismo al ser la segunda luz en aquel hoyo tan oscuro. Con su lámpara en mano lo persiguió teniendo la cara retorcida en una mueca.

Dos pequeños puntos celestes iban en la misma dirección, a menudo al azar mientras gritaban y a veces se rozaban. Su persecución fue interrumpida cuando el que iba en frente fue por un camino que lo llevaba a una sola dirección, no fue con intensión pero terminó en un lugar más iluminado aunque en penumbra y sequedad.

La segunda luz le siguió y cuando ambos estuvieron a una distancia prudente del otro no tuvieron que recibir indicaciones para ver lo que tenían en frente.

Era una caverna en donde había un pueblo, grande de territorio, con edificios cuyas fachadas estaban demacradas por el tiempo y algún terremoto. Los tonos grises y fríos eran tantos que parecían ser nuevos colores recientemente descubiertos por el ojo humano, la quietud y silencio era tanto viniendo de aquel poblado, que, los oídos suplicaban aunque sea el crujir de una rama. Esto se podía ver con claridad desde la posición de ambos lanzadores.

— ¿Caverna de Ensueño? Esta es la Caverna de las Pesadillas. —opinó Thaddeus con desagrado.

— está muerta. —argumentó Will.

— ¿Pedí tu opinión?

El muchacho no contestó y suspiró dándose un estirón luego de perseguirse tanto. Ya habían gastado fuerzas, era innecesario seguir en ello, especialmente si estaban en un lugar cuya energía muerta daba sensaciones gélidas al corazón.

— esto no me ayudará. —balbuceó Thaddeus. Aquella imagen actual de aquel pueblo era peor que en las pesadillas que había tenido, no veía mucho de lo cual sacar provecho.

En cambio Will, él avanzó y bajó de la colina a la que había llegado a parar luego de la persecución de dos. Aunque sus pasos y deslizamientos dudaban en continuar, él siguió hasta quedar por delante.

Incluso al caminar podía sentirse la tierra tan diferente a otras que había llegado a pisar. No tuvo que usar demasiado su lámpara, había una luz desconocida y apenas natural en aquella caverna oculta.

Thaddeus se mantuvo en su lugar, en más de una ocasión miró hacía la dirección de dónde había llegado, mas terminó por bajar de la colina en silencio y visualizar su alrededor con más detenimiento. A pesar de ser un lugar muerto, de alguna manera el aire era frío en lugar de seco, muy confuso pero que le daba una idea de que aquel lugar quizás no era lo que aparentaba.

Luego de haber caminado al rededor de medio kilómetro y un poco más, un par de enormes rejas apenas de pie los recibieron, cada uno tuvo su manera de ingresar, sea por la puerta mal abierta o por las rejas rotas de un lado.

Tiendas de primera necesidad junto a algunas casas sencillas fueron lo siguiente que vieron, más de una con las paredes y suelo agrietadas, frías y con algunas puertas bloqueadas por tablas de madera seca. En el camino que Will había tomado, se encontró en el suelo algo redondo y de apariencia suave, iluminó con cuidado y tras agacharse y recoger aquello, resultó ser un peluche del tamaño perfecto para los brazos de un niño. Sus ojos eran de botones oscuros y rotos que cayeron con el simple movimiento del muñeco levantado, sacudiendolo un poco Will encontró algo adorable el juguete.

— ¿Hola? ¿Hay alguien por aquí? —alzó la voz— me llamaste, ¿Dónde estás? Vine a ayudarte.

Esperaba que al menos aquel que pedía ayuda fuera a llegar, quizás ese alguien vagaba por ahí y no sabía por dónde salir. Will estaba dispuesto a buscar aunque su alrededor le hacía dudar.

Thaddeus frunció el ceño y reclamó: —¿A quién pretendes llamar?

— alguien me pedía ayuda y por eso vine. —había respondido y entonces él preguntó— ¿Y tú? ¿Vienes a hacer lo mismo?

— no te interesa saber.

— a juzgar de tu respuesta, sí viniste a hacer eso.

— ¡No! Vine por... —y teniendo aún una mueca de disgusto, él formuló— perfecto, no soy el único que vino por algo... ¡Agh!

Thaddeus gruñó enfadado, así que tomando otro sendero se alejó de ahí en busca de aquel gran edificio donde debería de estar aquel que le dijo que iba a ayudar.

— ¿A dónde vas? ¡No es seguro estar separados!

— ¡Prefiero perderme a que lidiar con un Shane!






Caminando por un tiempo desconocido, Thaddeus encontró un área que parecía haber sido un mercado de aquellos pequeños que hay por cada vecindario. Cajas de provisiones y alimentos estaban apilados en desorden y las tiendas estaban cerradas, vidrios rotos estaban regazos y tenían como núcleo una vidriería humilde cuyo letrero estaba en el suelo y roto por la mitad.

Se aproximó y con los restos del cristal roto bajo sus pisadas, alumbró el interior del pequeño local, tenía las puertas abiertas, a juzgar de lo maltratadas que estaban seguramente alguien forzó la entrada. Dentro no había ni una hormiga así que no le tomó importancia y retrocedió.

Algo chocó en el suelo, el sonido pausado fue seguido de otro, la suciedad crujió delicadamente. Aquello se repitió hasta hacerse audible para Thaddeus.

Lento, largo y pesado era el andar desconocido, desde la punta del pie hasta el talón. Thaddeus alzó su lámpara viendo hacia un lado de la calle.

Una silueta jorobada y larga pasó por la siguiente calle, largos dedos de podían distinguir en la distancia, sosteniendo lo que sería una lámpara de aceite sin fuego. La columna vertebral era tan larga que siendo jorobada se asemejaba a un trozo de alambre doblado, los pies eran tan largos de planta que el calzado estaba roto.

Los harapos que portaba estaban en tonos azules y algo que apenas brillaba era un silbato que colgaba de su casi inexistente cuello.

Thaddeus perdió el aliento y el aire que se le fue no pudo recuperar por un lapso de pocos segundos. Tiempo tan corto que se le alargó al ver a aquella criatura. Apenas pudo bajar su lámpara y llevarla tras su espalda para no ser detectado.

Retrocedió paso a paso, usando la punta de sus pies principalmente. El crujir del vidrio y tierra no ayudaban, así que su retirada fue dolorosamente larga.

La silueta se volteó en dirección suya, y por instinto, Thaddeus apresuró su andar de manera tan errónea que su espalda chocó contra un puesto de madera vieja, el minúsculo choque fue suficiente para derrumbar el puesto cual casa de palillos, inclinándose hacia un lado y rechinando, aquel puesto cayó y provocó un estruendo suave y escandaloso.

Thaddeus se dió media vuelta para ver lo que acababa de hacer y apenas visualizó su tropiezo miró por encima de su hombro.

Aquello que parecía ser un vigilante nocturno larguirucho tuvo su cabeza fija en él, con la mirada hueca y boca abierta en una enorme o, la larga mano libre que tenía la llevó a su largo y plateado silbato. Con la cabeza sacudiendose como un enjambre de abejas, llevó el instrumento a sus labios arrugados.

¡PIIIIIIIIIIII!

El silencio abrumador fue roto por aquel silbido, Thaddeus no necesitó de más para volver su visión al frente y empezar a correr con sus pies pesandole por el frío horror.

El corazón latía con la rapidez del aleteo de un colibrí, mientras más avanzaba más veloz se hacía, la sangre drenó de su cabeza y una capa palida de frío empapó su rostro. Teniendo una mueca en la que sus pupilas era diminutas y sus ojos estaban tan grandes que se les iba a caer, junto a su mandíbula rígida, él hizo el esfuerzo por escapar.

Dió un vistazo hacia atrás, viendo a aquella cosa.

Sus largos pies no le permitían ser muy rápido pero sí dar largos pasos junto a sus piernas escuálidas y extensas. Esto le ayudaba a ir tras Thaddeus sin tener ventajas ni desventajas. El silbato que portaba en la boca no dejaba de sonar, el aire no se le acababa e incluso parecía empeorar a medida que el tiempo transcurría. Su cabeza se sacudía y con ello un sombrero que mantenía en él con su siniestra, su diestra estaba ocupada sujetando la lámpara de aceite que se sacudía con la ráfaga de la persecución.

Thaddeus no toleró la breve vista que tuvo de su perseguidor, así que se apresuró a tomar más prisa y voltear la esquina de una manzana, intentó derribar una mechabestia en abandono y con el metal podrido y así impedirle el paso a la criatura, mas, este con un solo pisotón se deshizo del obstáculo.

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