02: Un llamado desde un lugar desconocido motiva al par de humanos

Una caverna tan gélida como un cuarto de hielo tiene habitantes que ocultan sus cabezas, ellos no sonríen, no pueden salir de ahí, trabajan, estudian y tienen familias.

Nadie dispara babosas, es una caverna extraña, el alcalde a menudo va a un gran edificio uno tan grande que parece haberse tragado los impuestos cobrados. Tanta es la monotonía que parece ser un tiempo de espera para un evento. Las personas se alteran y desvanecen, algo está sucediendo en la caverna, se apaga, tiembla y deja daños de primer grado. Nadie se alarma, toman sus cosas y se van de ahí una vez las rejas que dan con el exterior caen.

Los periodistas de entonces van, pero no encuentran algo realmente llamativo, se van y mientras una nueva era de tecnología y renovación surge en las demás cavernas, aquella muerta es dejada atrás. Apenas estuvo en primera plana una semana, de ahí no tuvo más importancia.

En esa caverna hay un edificio enorme y oscuro, una silueta pequeña y flacucha va por las instalaciones de ahí, arrastra sus pies dañados, sus hombros caídos llevan sus brazos irreconocibles. Su cabeza voltea por doquier, hasta que se detiene frente y ve directamente hacia aquel que le ha visualizado. Ladea su cabeza hacia un lado y sus pasos lentamente van hacia el que le observa.

Empieza con pasos dolorosos y titubeantes, continúa por trotar y jadear. Termina por lanzarse a este.

- ¡Ayúdame!



Will había pasado la noche fuera de su guarida, no tuvo la intensión de buscar la manera de comunicarse con su tío. Estuvo en uno de sus escondites, uno sencillo ubicado en una cueva subterránea. Dió un gran grito en el momento en que algo saltó contra él.

Sus babosas se espantaron y salieron bando de su pequeño espacio en un cojín apartado. Una aquabek lanzó un chorro de agua hacia una congelada la cual estornudó un pico de hielo que dió contra la retaguardia de una flatulorinka que lanzando un gas aturdió al grupo de babosas.

Pasando una mano por su rostro, Will no pudo fijarse en el inconveniente con sus babosas ya que tenía que lidiar con el susto que se acababa de llevar, su cabeza tenía una capa de humedad y palidez que le hacía ver cómo un fantasma de cuentos, sus manos estaban tan sudorosas que si intento por consolarse se sintió asqueroso. Por precaución miró de un lado a otro, y al no ver ninguna sombra sonriente pudo exhalar con un gran alivio.

La cara de aquello que se lanzó a él era borrosa, no parecía humano pero daba la sensación de serlo. No recordaba detalles solo la sensación del horror. Un escalofrío recorrió por su columna y continuamente se recostó en la hamaca dónde la noche anterior se acostó.

Su arsenal no tardó en llegar y saltar sobre él. La mayoría creía que su lanzador había tenido una pesadilla con respecto al suceso de su padre.

Mas Will le calmó haciendo un gesto suave con su muñeca: -no tienen porqué preocuparse, fue... Un mal sueño... Uno terrible, debo admitir. -balbuceó la última oración, algo que confundió a su arsenal.

La última palabra que escuchó de aquella silueta le había quedado en la cabeza, incluso luego de volver a la realidad. No quiso tomarle importancia, el resto del día no tuvo intensiones de saber al respecto.

Hasta que tuvo que volver a dormir, y la pesadilla se volvió a repetir, aquel y los siguientes días. Cansado de ello, Will tomó sus pertenencias, se preparó y listo fue rumbo a aquella caverna donde su maestra vivía.

Fue un camino bastante largo, incluso cuando sabía que debía cruzar ríos e ir a las zonas más accidentadas, era difícil acostumbrarse. Una vez llegó a la cima de un monte alto que era propiedad única de aquella mujer que tendía a ausentarse por mucho tiempo en ocasiones.

Bajo un árbol robusto y joven, su maestra meditaba teniendo la posición del loto, con el mentón ni muy arriba ni abajo, con la espalda erguida y párpados caídos. El lanzador había dejado su mechabestia al pie de aquella colina así que fue acercándose con lentitud.

- buenas tardes, Will-saludó- emanas aflicción y miedo. Imagino que es algo urgente. -fue tan directa como siempre aunque su tono blando fue suficiente para que el muchacho se aliviara un poco.

Will pasó una mano por su cabello de manera nerviosa: -¿Es tan obvio?

Shanai asintió sin rodeos.

El muchacho suspiró y al ver que su maestra le cedía un lugar a lado suyo él fue con ella, se sentó con las rodillas alzadas y manos sobre estas.

- desde hace varios días, sueño con lo mismo. Hay una caverna que se muestra tal y como es antes y después de morir. Alguien me busca por doquier, y cuando me encuentra me ataca. -explicó con brevedad y un espeluznante escalofrío.

Shanai escuchó atentamente y mirando hacia su alumno alzó una ceja: -¿Cómo es que te ataca?

- se lanza a mí gritando. -aclaró.

- ¿Y qué es lo que grita?

El temor había nublado algo el juicio de Will, así que al considerar aquella pregunta su semblante se oscureció sutilmente.

- ayúdame.

Shanai asintió y entonces volvió con su visión al frente: -entonces ese alguien te pide ayuda, no te ataca.

Will lo admitió asintiendo y sugirió: -¿Debería de ignorarlo hasta que se detenga?

En un silencio analítico, la mujer expresó:- esa respuesta la tienes tú.

- ¿Yo? -quiso saber.

Shanai dió una mirada a su par de babosas, una tan clara como el día y otra tan oscura como la noche. Estas se miraron entre sí y asintieron.

Tomando aire y moldeando algunas palabras ella explicó: -aquello te pide ayuda a ti, tú debes decidir si darle tu ayuda o ignorarlo y negarte.

Will no supo que decir durante un largo momento, dando una mirada a sus babosas busco alguna pista y tambien al ver el paisaje delante suyo lo buscó. Parpadeando algunas veces, él decidió.

- le ayudaré.

Shanai le observó brevemente y le dió su apoyo con un asentimiento silencioso, aunque luego, la burbuja de seguridad y voluntad de Will explotó: -¿Pero como se supone que vaya a ayudarle? Ni siquiera sé donde está.

Su maestra aflojó su expresión brevemente mientras negaba: -piénsalo con cuidado.

Will pensó llevandose una mano bajo su mentón, analizando y recordando aquel sueño tan repetitivo y frío. Era algo tonto, pero no tardó mucho tiempo en descubrir de que caverna se trataba, y como si sus babosas le leyeran la mente, también comprendieron y sus pequeñas caras se retorcieron en muecas de poco contentas. Su maestra alzó las cejas, comprendiendo la actitud de su alumno y compañía.

- ¿Entonces?

- Caverna de Ensueño.



Ir a la Caverna de Ensueño era como ir a cualquiera otra caverna lejana, con la diferencia que a varios kilómetros restantes de la ubicación dada por Shanai, los alrededores eran infértiles y secos, carencia de vida y color, ni siquiera las formaciones rocosas eran naturales, pareciera que fueron forzadas a tomar formas cuyas sombras formaran siluetas picudas y retorcidas que daban escalofríos.

Había una especie de neblina que daba una sensación de sequedad en lugar de humedad. Esta se intensificaba a medida que Will iba avanzando montando su mechabestia, la cual incluso siendo una máquina no le gustaba estar ahí. Las babosas tampoco fueron una excepción, quienes no tardaron en reclamar retorno.

- calma, ni siquiera estamos cerca. -intentó consolar-. Tomemos esto como... Como un viaje relajante.

En respuesta a esto, más de una babosa casi se lanza a él lanzando gruñidos y reclamos agudos con sus pequeñas voces.

- un viaje...

Quiso proponer pero esto no mejoraba nada.

-una misión suicida. -admitió-. Vamos amiguitos, ¿Qué es lo peor que podría pasar? Solo iremos a una caverna muerta, donde hay oscuridad por doquier que parecía no haber día... No hay habitantes y parece que algo se escondiera al fondo... Y alguien tenebroso llama...

Mientras más hablaba y avanzaba, las babosas ya solo imploraban que como mínimo se callara e hiciera la misión suicida menos suicida. La neblina aumentaba y por ello fue necesario bajar la velocidad, especialmente si el cielo finito era tan oscuro que parecía que iba a anochecer. Con ayuda de una bengala, Will alumbró el camino en tanto su mechabestia caminaba con las patas temblorosas.

La neblina era densa, aún así se pudo ver frente a ellos una gran cueva cuya entrada tenía picos y deformidades que lo asemejaban a una enorme boca, habían otras entradas más, pero según la maestra Shanai, la entrada más grande era la que llevaba a la caverna.

El viento sopló y se produjo un sonido ronco y profundo que se asemejó a una voz rugiendo silenciosamente. Las babosas ya previamente asustadas se aterraron y rápidamente salieron de los cartuchos de su lanzador para ir al suelo y retroceder.

- oigan, oigan. -llamó suavemente y bajando de su mechabestia la cual no retrocedió pero si congeló-. Es solo una cueva, no tenemos porqué asustarnos. Estaremos juntos y si algo sucede podemos... -quiso continuar al ver las expresiones temerosas de su se arsenal pero tuvo que ser directo-. Podremos con lo que sea, ¿Bien? Tenemos que ir, hay alguien que pide ayuda. Saben que no podemos ser indiferente a algo como eso.

Normalmente cuando Will hablaba seriamente sus babosas tomaban más iniciativa y procedían a seguir a su lanzador para luego de una batalla salir victoriosos. Pero aquello no era una batalla, era un viaje a un destino que aseguraba un final desagradable.

Las babosas chillaron espantadas por algo, así que retrocedieron aún más. Will ya no creía que fuera precisamente el viaje a lo desconocido lo que asustaba a su arsenal, así que volvió con su vista a la cueva.

Estaba a tan solo unos metros de distancia, así que Will dió unos pasos para volver a su mechabestia en donde buscó una lámpara con vitalis cristal, sujetando la aza de la lámpara se aproximó a la entrada.

El viento volvió a soplar y entonces un rugido natural salió de la cueva. Los ojos de Will se hicieron grandes y sus labios finos se fruncieron, sus pupilar se hacían pequeñas pero aún así no retrocedió. No podía retroceder.

Dando un par de pasos dentro de la cueva a la que alumbró con su lámpara, esta quedó en completo silencio durante unos largos segundos que fueron más que suficiente para Will. Él avanzó otros pasos más y alzó su lámpara para moverla de izquierda a derecha en dirección a sus arsenal.

- ¡No hay nada que temer! ¡Todo está bien! -gritó.

Su voz dió un eco en la cueva y apenas rebotó unas tres veces, el sonido de rocas derrumbándose salió de no muy lejos. Fue tan sorpresivo y potente que Will se espantó y sus pies resbalaron. Él esperaba caer al suelo de manera poco dolorosa, sin embargo, lo único que sintió después fue la nada que recibía a su cuerpo.

- ¡AAAAHHH!

Su grito, luego fue acompañado de otro a la distancia.














Una caverna fría y de habitantes comunes, la mayoría infelices pero pasan al último plano. El centro de atención del espectadores es un edificio amplio y enorme, con un aire laboral estresante a primera vista, el nido de grandes mentes, entrometiéndose con la naturaleza y haciendo numerosas conexiones con grandes potencias empresarias. Aunque a menudo son mal vistos, aquellos que trabajan en aquel cuartel gigantesco saben que sus obras serán el siguiente paso a la grandeza.

Papel y tinta por doquier, máquinas de escribir tienen sus propia habitación para ser usadas, tanto científicos como contadores y abogados trabajan día y noche, dándose pequeños gustos intensos luego de un avance significativos. hay un área donde cualquiera no puede pasar, en donde el que tenga permitido ingresar necesitará de una tarjeta de acceso y un documento para presentar a los guardias quienes les dará el paso.

Algo sale mal, tanto que sale del enorme edificio y es transmitido al resto de la caverna, está colapsa y luego de algunas devastaciones es dada por muerta. La gente se muda de ahí y dejan atrás aquel que solía ser su monótono hogar. Sin embargo alguien se quedó a pesar de la inestabilidad de la caverna. Esta criatura busca al espectador hasta encontrarlo, ve directamente hacia aquel que le ha visualizado. Ladea su cabeza hacia un lado y sus pasos lentamente van hacia el que le observa.

Empieza con pasos dolorosos y titubeantes, continúa por trotar y jadear. Termina por lanzarse a este.

- ¡Te ayudaré!









Thaddeus dió un brinco brutal en su lugar el cual le llevó a hacer un mal movimiento y caer de su silla giratoria. Su cuerpo impactó contra el suelo mientras su asiento se hizo a un lado dando vueltas suaves y lentas, mientras que numerosas hojas salieron volando y descendieron cual plumas.

Un bufido salió de sus labios y alzando una mano se apoyó en la superficie de su escritorio, ayudándose a sí mismo volvió a estar de pie, aunque tuvo que volver a agacharse con pesadez para recoger el papeleo que había terminado pero ahora tendría que tomarse un rato para ordenarlo.

Una cafetera casera estaba en un extremo de su gran escritorio, una vez terminó de ordenar su pequeño desastre, se sirvió una taza de café sencilla y con azúcar, más precisamente, cinco cucharadas llenas de aquel dulce. No era recomendable para él beber tanta cafeína y azúcar, pero la necesidad de estar despierto y el deseo de quitarse la amargura de su boca eran suficientes para llevarlo a un desorden alimenticio.

Usualmente tenía una rutina de levantarse cerca a las cinco de la mañana, hacer su entrenamiento matutino alimentarse debidamente y hacer su trabajo como era debido. Pero, desde aquel incidente con ese líder mujeriego, surgieron imprevistos que aturdieron a Thaddeus y por ende su rutina.

Y aquellos sueños dónde veía un ambiente laboral tan peculiar junto a alguien que le decía que iba a ayudarlo, no ayudaba en absoluto su estado. Desde entonces, cada que cerraba los ojos incluso por cinco minutos, la pesadilla se repetía una y otra vez cual disco infinito.

Thaddeus estaba tan fastidiado y agotado que ni siquiera sus babosas que obligatoriamente estaban presentes en caso de alguna emergencia, preferían estar al otro lado de la puerta que daba con la oficina de su lanzador. Las babosas estaban hambrientas y a pesar de ello era mejor estar cerca a su dueño a qué buscar alimento o entretenimiento, preferían estar junto a la puerta por si había un incidente y fueran necesarias.

Esto no pasó desapercibido, al menos para aquel que servía a Thaddeus. Maurice había llegado con una bolsa llena de croquetas que dejó en el suelo junto a las pequeñas criaturas quienes confundidas pero igualmente agradecidas devoraron el contenido de la bolsa.

Maurice ingresó a la oficina encontrándose a Thaddeus bebiendo ya su tercera taza de café cargado y dulce. Esto ameritó un comentario del otro.

- a este paso, su condición como lanzador podría peligrar.

- cállate.

Maurice no insistió y dejó con sencillez un sobre sobre el ya ordenado escritorio de su superior. Thaddeus alzó una ceja al ver esto y extendiendo su mano fue a sujetar la carta tras terminar su bebida cafeinada.

Thaddeus leyó el contenido del sobre, el cual resultaba ser un cheque con una gran suma de piezas de oro escrita, normalmente esto le levantaba apenas un poco el humor, pero esta vez gruñó.

- retírate. -demandó.

Maurice asintió y pasó por la puerta sin pronunciar palabra alguna. El joven hombre puso en blanco a sus ojos, así que tras servirse otra taza de café con más azúcar volvió a tomar asiento en su silla en donde se recostó y tomó un momento para soltar un profundo suspiró. Su mirada afilada dió contra uno de los cajones de su escritorio.

Él no hizo nada más que terminar su cálida bebida por algunos minutos, hasta que se quedó sin contenido y fue a inclinarse para jalar la manija del cajón y dar con un grupo de hojas ordenadas que sacó y leyó.

No había tenido tiempo de ver con exactitud el contenido de aquel maletín robado, así que ahora que tenía lo pendiente listo y tenía algo de tiempo leyó con detenimiento. Su expresión se comprimió y al llegar a una de las páginas finales observó una imágen de un edificio.

El mismo con el que había soñado tantas veces. No le tomó mucha importancia, hasta que el texto de la última hoja quedó incompleto, aquellos papeles eran una introducción a una organización laboral y lucrativa. Así que fue inevitable tener la necesidad de saber más.

En la última de las hojas, había una pegoteada muy discretamente, al separarla notó que era una fotografía en donde se veía unas grandes puertas resguardadas por tres guardias armados. La misma escena que también había visto entre sus sueños.

Esto ya fue imposible de ignorar, aquella fotografía era literalmente la última página de aquellos papeles.

- me ayudarás, ¿Eh? -le habló al aire con desconfianza.

Aún así se levantó e hizo los preparativos para irse a su siguiente destino.






No fue complicado saber a dónde ir, las coordenadas estaban en la segunda hoja de la introducción, así que luego de ordenarles a Maurice que se hiciera cargo en su lugar mientras estuviera ausente, estar preparado y con su arsenal listo, salió de Caverna Escoria hacia la Caverna de Ensueño.

Thaddeus sabía que iba a ser un largo viaje, accidentado y con obstáculos por ahí, nada del otro mundo. Pero, apenas llegó a estar a unos kilómetros de su destino fue complicado continuar por la oscuridad y la neblina tan seca, podría ser una travesía aburrida, pero incluso alguien como él sabía que no era adecuado subestimar el entorno, sobre todo si daba una sensación tan desagradable que sentía náuseas.

Sus babosas estaban acostumbradas al peligro y un entorno hostil, así que fue sumamente extraño que estas estuvieran tan asustada en un lugar así, ellas ni siquiera se intimidaban por la tétrica Caverna Nefasta.

Aún así fue hacia delante ignorando los agudos y casi inaudibles chillidos de su arsenal. Hasta que se topó con un grupo de formaciones de rocas de todos los tamaños, junto a algunas depresiones peculiares en el suelo que daban la sensación de que si continuarán podría caer en un agujero. Dejó su mechabestia a un lado y avanzó teniendo su arma en mano con aquella desagradable sensación sobre sus hombros.

Ciertamente, aquel lugar era tan peculiar que para Thaddeus podría ser un terreno perfecto para entrenar al aire libre. Aún así no era momento de pensar en algo como eso, así que se dispuso a buscar en su mechabestia una lámpara con vitalis cristal, algo que no planeaba llevar pero luego de recordar a aquella oscura caverna muerta entre sus sueños, supuso que le sería de ayuda.

Ayuda, él iba a recibir ayuda. Algo que a menudo no recurría y prefería hacerlo todo con sus propias manos de ser posible. Mas, tenía la sensación de que si recibía aquella ayuda, podría saber más sobre lo que aquella misteriosa caverna llevaba consigo, además de que se había quedado con la gran curiosidad sobre el resto del aquel informe cuya introducción fue lo único que pudo ver.

Avanzó pero apenas dió unos pasos, sus babosas fueron rebeldes al chillar fuertemente y salir de sus lugares para regresar a la mechabestia y esconderse tras esta, siendo lo único que conocían y en dónde podían refugiarse.

- babosas cobardes, ¿Qué es lo que tienen? Solo es una caverna oscura, vengan. -demandó, cosa que no funcionó ya que las babosas de todas maneras se quedaron tras la mechabestia.

Thaddeus no tenía tiempo para insistir e ir a perseguirlas, sería en vano considerando el hecho de que ellas eran más rápidas cuando estaban impulsadas por el miedo. Así que gruñendo alumbró su camino con su lámpara dando pasos alargados y descuidados por su fastidio. Mas, mientras más avanzaba, más sensaciones punzantes daban contra su pecho, la adrenalina estaba haciéndose presente con lentitud en sus venas. Tuvo que detenerse una vez estuvo a poco de resbalar hacia una bajada de poca altura. Él miró de un lado a otro, había avanzado tanto que ya no sabía por dónde debía ir.

Creyó que lo mejor era guiarse del viento gélido, así podría regresar a dónde estaba su mechabestia. Pero no tardó en notar que el viento iba y venía de todos lados, como si algo estuviera pasando sin rumbo por ahí.

Con disgusto alzó su pie dispuesto a darse media vuelta, así no podía continuar, especialmente si tenía la sensación de que algo malo estaba sucediendo. Cómo lanzador de babosas, el instinto era más válido que cualquier suposición.

Todo era silencio y apenas el sonido del extraño viento, de manera abrupta y brutal, algo rompió ese silencio, siendo un grito que sonaba animado y masculino.

Thaddeus se crispó, la adrenalina que antes recorría por su sangre ardió con fuerza y actuando rápido se giró a todos lados, esto no ayudó, ya que resbaló y cayó hacia la bajada. Esperaba un golpe doloroso, pero lo único que sintió fue haber roto el frágil suelo apedrado y continuamente caer a un negro e intenso vacío. Su cuerpo adolorido por el impacto, había sido recibido por el viento que iba rompiendo con su caída larga.

Alguien gritó y él por instinto también lo hizo.

- ¡AAAAAAHHHHH!


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