Capítulo 22
Aleksi
Había roto mi compromiso con Alina porque la única mujer que quería era a Bella. La idea de darle mi apellido a la hija de Claymore me repugnaba. No podía hacerlo. No cuando solo alguien aceleraba mi pulso y me hacía sentir diferente. Despertaba esas raras emociones. La mayor parte del tiempo era un hombre muerto, pero sus tonterías y el sonido de su risa era lo más parecido a regresar a la vida. ¿Qué demonios andaba mal conmigo?
Entonces pensé en todos los beneficios comerciales que este acuerdo podría darme. Mi mayor propósito era ser más poderoso de lo que fue mi difunto padre. Lograr cosas que él jamás concretó y esta era mi oportunidad. La alianza iba a reforzar mi imperio y mis negocios prosperarían. Los Claymore tenían mucha influencia fuera de Estados Unidos.
—¿Por qué atarías a la única hija que te queda viva con un Kozlov? —pregunté con diversión—. ¿No tienes memoria?
La ofensa debería hacerlo reconsiderar su propuesta, pero a cambio correspondió mi sonrisa y dio otro cuidadoso sorbo a su bebida.
—He visto de lo que eres capaz. Cuando quieres algo vas por ello y no dejas que tus emociones absurdas te cieguen como sucedió con tu padre. ¿Sabes por qué me arrebató a mi dulce Serena? —Apretó el tenedor a su alcance y la vena palpitó en su yugular—. Celos absurdos. Creía que tu madre y yo éramos amantes.
Una frialdad me invadió y mi corazón se apretó. Nunca traté de indagar sobre la rivalidad que mi padre tenía con Claymore. Asumí que era por negocios.
—Ella era amable—continuó Connor—. Hermosa y noble. Pero demasiado temerosa. Siempre mantenía la cabeza agachada en la presencia de cualquier hombre que no era tu padre. Conmigo fue diferente—Hizo rodar el vaso entre sus dedos—. No lo sé... tal vez porque no la veía como todos. Yo realmente la vi.
Mis fosas nasales se dilataron.
—¿De qué mierda estás hablando?
—Ella era una víctima —dijo—. Una prisionera en la mansión de tu padre. Retenida para complacerlo y golpeada cuando no cumplía con sus expectativas. Anya sufrió brutalidades desde que se casó con Mikhail.
Me dolía la mandíbula por apretar los dientes. Tuve que mirar mi plato vacío antes de que la última pizca de control desapareciera de mi rostro. Mi mente estaba girando. No conocía ese lado de la historia y me enfermaba pensar que yo era igual a mi padre. Secuestré a Bella. La obligaba a estar conmigo.
—Me pidió ayuda, sabes. Me pidió que la salvara.
Me volví hacia él.
—¿Lo hiciste?
—Lo intenté, pero tu padre se enteró y la última vez que vi algo relacionado a ella fue su lápida—respondió con frialdad—. Mikhail se resintió conmigo los siguientes años y se empeñó en destruirme.
—Quieres casarme con tu hija a pesar de mi sangre.
Comió un bocado de langosta, el sonido del tenedor golpeando su plato me irritaba. Quería irme de allí y no escuchar más tonterías.
—Así funcionan los negocios—Tragó—. Tú y yo aumentamos nuestras conexiones y haremos que Mikhail se revuelque en su jodida tumba.
Nada me provocaba más satisfacción que ese pensamiento, pero de repente volví a pensar en sus azules y su sonrisa inocente. Bella y yo no éramos nada. ¿Por qué sentía que la estaba traicionando al considerar la propuesta de Claymore?
—Estoy interesado en otra mujer—dije. Incluso a mí me sorprendieron esas palabras.
Connor se echó a reír como si no fuera gran cosa.
—No es de mi incumbencia a quién te folles, Aleksi. Puedes conservar a tus amantes. Ciara vivirá con ello y no te reprochará nada—masticó rápido—. Mira, te daré una semana para que lo pienses. No tienes que darme una respuesta justo ahora. Soy un hombre paciente. Entiendo que debes resolver tus problemas, incluyendo a los italianos.
—Una semana será.
—Bien—sonrió—. Ten en cuenta todas las ventajas que tendrás si esta transacción es posible.
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Bella
No sabía cómo salir de esta situación con la cordura intacta. Mi mente era frágil y combatir las manipulaciones de Aleksi era la batalla más difícil que había enfrentado. Quería darle el beneficio de la duda. Realmente quise creer que no intentaba despertar mi empatía para retenerme. Él mismo había dejado claro que no se avergonzaba de quién era y yo debería aceptar su oscuridad. De cierto modo lo hacía. Cuando me entregaba sin resistencia. Cuando disfrutaba los momentos qué me hacía suya. Pero estaba siendo entrenada y condicionada, malinterpretando sus acciones retorcidas porque nunca había recibido afecto de nadie.
Aleksi era todo lo que tenía.
Ya ni siquiera podía recordar quién fui alguna vez antes de conocerlo.
—Quiero que te sientas segura a mi lado—susurró Cassie—. Nunca voy a juzgarte, Bella. Estoy aquí para ti. Eres libre de contarme cualquier cosa. ¿Sí?
Asentí con las lágrimas aún ardiendo en los bordes de mis ojos. Me juré a mí misma que no caería tan bajo como desarrollar sentimientos por mi captor y aquí estoy. Sufriendo por un hombre que no lo merecía.
—Dejemos a un lado el tema y hablemos de cosas bonitas—Asintió hacia el escenario y juntas miramos a Ángel—. Ella está practicando para el discreto evento de navidad que organizaremos. Acaban de decirme que pidió una licencia el 31 de diciembre.
Me limpié las lágrimas con el ceño fruncido y me concentré en ella. Agradecía la distracción. Me asqueaba pensar en Aleksi y sus juegos perversos para adueñarse de mi corazón. Nunca lo lograría. Aún estaba a tiempo de salvarme a mí misma.
—Ella es la estrella del casino—dije—. ¿Cómo vamos a compensar su ausencia?
Cassie sonrió y le pidió al bartender que llenara nuestros vasos de Martini. Me animó un poco escuchar y ver a Ángel interpretar un viejo clásico de Christina Aguilera. Era una lástima que no estuviera presente para la fiesta de año nuevo. Me hacía ilusión verla de nuevo. Ella me inspiraba.
—Ángel tiene otras prioridades —musitó Cassie y levantó las cejas de manera sugerente—. Es mi obligación encontrar un reemplazo lo antes posible. Hay muchos artistas disponibles y más que dispuestos a ofrecer un gran espectáculo, pero pensé que esta es tu oportunidad de brillar.
La conmoción fue tan grande que pareció detener mis latidos. ¿Qué había dicho?
—¿Qué? —balbuceé.
Con una media sonrisa, Cassie respondió a la ligera:
—Tú serás la estrella de Kozlov Palace esa noche. Subirás al escenario.
—Estás loca. ¡No tengo suficiente práctica!
—Hay una primera vez para todo, Bella.
—Haré el ridículo. Nunca estaré a la altura de Ángel. ¿La has visto? Ella es perfecta y yo soy insignificante. Una chica tonta con sueños tontos.
—Basta —me interrumpió—. Es el miedo hablando por ti y tienes que aprender a superarlo. ¿No es lo que siempre has querido?
—Sí, pero...
—Puede que nunca vuelva a presentarse una oportunidad como esta—suspiró y suavizó la voz—. Kozlov Palace tiene clientes influyentes. Desde grandes celebridades hasta cazatalentos. Ángel ha recibido propuestas de disqueras. Sigo sin comprender por qué sigue aquí, pero hablaremos de eso otro día. Ahora escúchame con atención, Bella. Eres una joya preciosa que merece ser apreciada por el mundo. Tu futuro te pertenece mientras te aferres a tus sueños. ¿Recuerdas?
Mi garganta se balanceó cuando tragué, tratando de contener mis emociones abrumadoras. Era ahora o nunca. Las estrellas no fueron hechas para estar entre las sombras. Ellas brillaban en un cielo inmenso. Había pasado tanto tiempo deseando ese momento.
—Lo haré —susurré.
Cassie respondió con un emocionado chillido y me agarró de la mano para arrastrarme al escenario. La curiosidad invadió el casino, los hombros giraron y los ojos trataban de interpretar lo que estaba a punto de suceder. Debería haberme sentido abrumada, sofocada y hasta invadida, pero la chispa de adrenalina recorrió mis venas y un extraño sentimiento de euforia.
Yo disfrutaba esto.
La atención.
—Escuchen todos —Cassie se aclaró la garganta en el micrófono sin soltarme la mano—. Lamentamos que Ángel no pueda unirse a nosotros en la celebración de año nuevo, pero encontré a alguien que dejará su alma en el escenario. Les presento a Bella.
Mi corazón se detuvo en el próximo latido. Nadie dijo ni una palabra, aunque sí pude ver sus miradas cuestionables. Algunos de ellos sabían quién era. Me habían visto con Aleksi.
—Mucho gusto, Bella—Esa suave voz sedosa y amable apartó los nervios. Vi a Ángel acercarse en el escenario. Vestía unos jeans ajustados, piernas largas y un corsé negro. Era aún más hermosa sin la peluca. El color de su cabello era rubio platino y sus ojos grises e intensos—. ¿Primera vez?
—Sí.
Su mirada se concentró completamente en mí. Su sonrisa era genuina y brillante. Me observó como si fuéramos las únicas en la habitación. Cassie frotó mis hombros en un gesto de apoyo.
—Sé que estás nerviosa y aterrada. Me sentí de la misma forma una vez—dijo—. Se vuelve más fácil con el tiempo. Solo tienes que cerrar los ojos y dejarlo fluir. La confianza vendrá poco a poco. No temas a equivocarte la primera vez. Siempre habrá errores, pero nada que la práctica y la voluntad no pueda compensar.
No sabía si reír o gritar. Pero me sentía tan agradecida por sus palabras de aliento. Era hermoso contar con el apoyo de mujeres increíbles como Cassie y Ángel.
—Gracias. Significa mucho para mí—musité.
Me guiñó un ojo.
—Buena suerte. Lo harás genial y el público estará encantado contigo.
🐦
Aleksi
Me aflojé la corbata y me dirigí a mi habitación. Le había ordenado a Dorothea que pusiera las cosas de Bella junto a las mías. Esperaba que hubiera captado mi petición a la perfección. Nunca había deseado tanto a alguien como me sucedía con Bella. La necesitaba a todas horas. Antes de conocerla el dinero y el poder eran mis placeres más sucios. Ahora prefería perderme en el cuerpo de una hermosa mujer.
Cerré la puerta con cuidado y fruncí el ceño al notar un ligero cambio en mi habitación. Se veía más reluciente y menos frío. Apreté la mandíbula porque sabía exactamente quién era la responsable. Ella lo hacía a propósito. Me quité la chaqueta y lo aventé en la cama ignorando las ridículas sábanas y el horrible cuadro en la pared. Agarré la cámara que le había regalado en Roma y examiné las fotos. Bella había capturado más de mil.
El Coliseo, flores, los patitos que solían abundar en el jardín, mi casino, Dorothea, Cassie y yo. Varias de ellas tomadas cuando no me daba cuenta. Joder... Me veía diferente en una con el amanecer de fondo y mi perfil de costado. El cabello alborotado y mis lentes de aviador.
—Te verías mejor si sonrieras —musitó una voz divertida a mi espalda y miré a Bella.
El rubor de sus mejillas se profundizó a rojo y masticó su labio inferior. Dejé la cámara en su lugar. La devoré con mis ojos, apreciando sus curvas, su estómago en exhibición y sus hermosas tetas.
—¿Te divertiste mucho hoy? —pregunté y resoplé hacia las cortinas—. Tienes fascinación por las cosas baratas y de mal gusto. Quita ese cuadro de mi pared.
—¡No! —Se alteró—. Me quitaste el único lugar dónde me sentía segura. Es justo que mi nueva habitación tenga mi estilo. Odio tanto negro. Odio que no uses calefacción. ¡Odio que no veas la maldita televisión!
—Esta es mi casa. ¿Necesito recordártelo?
Se sentó en la cama con los brazos cruzados y me miró furiosamente.
—Envíame de regreso a mi habitación si tanto te molesta el cambio.
Una sonrisa tiró la comisura de mi boca.
—No podría importarme menos tus bromas estúpidas cuando puedo tenerte a mi entera disposición día y noche—Ocupé el sillón y apoyé las manos en el reposabrazos—. Quítate la ropa y siéntate en mi regazo.
Ella inhaló audiblemente.
—¿Es necesario hacer eso tan temprano?
—¿Eso? Se llama sexo, cariño. Me importa una mierda el horario. Harás lo que te ordeno sin cuestionar.
Un brillo de rebeldía ardió en sus ojos azules.
—¿Qué pasa si no quiero?
—Oh, vas a querer. Créeme —Saqué la caja de cigarro del bolsillo de mi pantalón y encendí uno—. Deja de perder el tiempo y desnúdate.
Me miró con desagrado, pero finalmente cedió y contuve la respiración. Le temblaron las manos mientras se quitaba los pequeños pantalones cortos y la tanga negra. Le di una calada al cigarro, el humo ondeaba entre nosotros. Sus tetas desnudas eran un espectáculo y no podía esperar a chupar sus pezones. Ni siquiera había cenado porque todo lo que quería era comerla y hacerla gritar mi nombre. Yo estaba obsesionado.
—Ven aquí, cariño.
Se acercó con pasos inseguros y cuando estuvo frente a mí, separé las piernas y ella se sentó en mi muslo. Mi nariz fue en el hueco de su cuello y la inhalé. Me encantaba el olor a rosas que desprendía su cabello. Era una combinación de inocencia y lujuria. Tan mía.
—¿Qué hiciste hoy en el casino? —pregunté.
Se le puso la piel de gallina mientras rodeaba un pezón entre mis dedos y tiraba de ellos. Arqueó la espalda, su voz salió jadeante. También me encantaba lo sensible y receptiva que era. Ella respondía ante el toque mínimo de mis caricias.
—Ayudé a Cassie con la organización del evento. ¿Te molesta?
Estaba demasiado distraído con sus tetas como para prestarle atención.
—En absoluto. Haz lo que quieras.
—De acuerdo—Apoyó todo su peso contra mí y la levanté por la cintura, sentándola a horcajadas. Sus manos inmediatamente fueron a la cremallera de mi pantalón—. Me gusta pasar tiempo con Cassie. Mañana iremos de compras juntas y al salón de belleza.
—¿Salón de belleza? —cuestioné—. Tú no necesitas esa mierda.
—Pero me gustaría ir.
—No te atrevas a cortar tu cabello.
—Es demasiado largo.
—Es jodidamente precioso. No lo cortes. Hablo en serio, Bella.
Rodó los ojos.
—Está bien.
—Deja de hablar y quítame los putos pantalones—Mi voz era cruda y gutural. Bella tanteó el cierre y lo bajó apresuradamente. Cuando sus manos rodearon mi pene, eché la cabeza hacia atrás y exhalé otra capa de humo—. Ponme dentro de ti.
Me acarició de arriba abajo y gemí ruidosamente. Era un toque inocente, pero yo estaba a punto de correrme allí mismo. Sus ojos azules miraban con asombro mi pene y me reí de su reacción. Tan hermosa.
—¿Quieres chuparla? —pregunté sin aliento.
Ahora se veía completamente horrorizada y tragó saliva.
—Yo... no...
Sonreí.
—Lo harás pronto y te vas a tragar todo.
—Eres despreciable.
Tiré la colilla del cigarro y lo apagué en la alfombra con la punta de mi zapato. Sin previo aviso, empujé dentro de Bella y sus estrechas paredes me apretaron. No iba a durar mucho. La había deseado el resto del día. Ahogó sus gritos de asombro en mi pecho. Podría vivir el resto de mi vida escuchando esos soniditos, teñidos de placer y dolor. La más adictiva combinación.
—¿Quién es tu dueño? —Salí un segundo antes de meterme de golpe. Dejó salir pequeños jadeos, tratando de no hacer ruido, pero en el último minuto no pudo contenerse y sollozó—. Respóndeme, maldita sea.
—Tú. Oh, Dios. Tú.
Sostuve su cintura con una mano y rodeé su garganta con la otra, apretándolo. La follé salvajemente. Sin piedad. Sin descanso. El sonido de nuestras pieles chocando llenaron mis oídos y me deleité con cada gritito, súplica y gemidos. Cuando terminó, la llevé a la cama y me tumbé a su lado sin soltarla. Su largo cabello castaño se esparció alrededor de mi pecho mientras tocaba mis abdominales y suspiraba. Si pudiera estar dentro de ella todos los días lo haría. Lo que sentía por esta mujer era obsesión enfermiza y nunca me curaría.
En unos meses me casaría con Ciara Claymore, pero el único lugar al que siempre recurriría era en los labios de Bella.
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Bella
Ahora que me había acostumbrado a su brutalidad, Aleksi me follaba más de lo normal desde que dormíamos juntos. Me tomaba a primeras horas de la mañana, en la ducha, contra la ventana e incluso cuando apenas despertaba. Estaba cansada de tanto sexo. Me odiaba cuando sentía placer y me odiaba aún más por disfrutarlo.
¿Lo bueno del día? Navidad había llegado y Dorothea estaba muy emocionada con los preparativos. Cocinaría un delicioso pavo con patatas y los postres. Aleksi le advirtió durante el desayuno que no lo esperáramos porque tenía otros planes. Era estúpido, pero me molestó. Ingenuo de mi parte creer que le daría importancia a la navidad y lo celebraríamos juntos.
—¿A dónde crees que irá esta noche?—Le pregunté a Dorothea y mordisqueé mis uñas.
Ella pasó el plumero por algunos muebles y me sonrió. Sí, sabía lo que veía en mis ojos y me odiaba por eso.
—Es muy probable que pase sus horas en el casino. Kozlov Palace es su segundo hogar.
Aparté la mirada y observé los regalos bajo el árbol. Había una caja de color rojo que no vi antes. Era más pequeña que el resto con un adorable moño blanco. Fruncí el ceño por la sorpresa. ¿Acaso Aleksi lo dejó para mí?
—¿Sería muy descabellado pensar que verá a otra mujer? Esta mañana actuó extraño y ansioso.
¿Celosa? No. Me sentía traicionada y humillada.
—Aleksi tiene muchas cosas en mente, cielo—dijo Dorothea—. Otra mujer no es una de ellas. Tú siempre serás la primera.
Me agaché cerca del árbol y recogí la cajita entre mis dedos. Era de terciopelo. Brillante y bonito. Un nudo se instaló en mi garganta. ¿Por qué tenía estos gestos dulces conmigo y luego actuaba como si no existiera?
—No quiero amarlo, Dorothea—susurré.
—A veces es difícil luchar contra el corazón, querida.
Me dejó sola y abrí la cajita. Mi boca casi tocó el piso al ver lo que había dentro. Era una preciosa cadena de oro finamente entretejida y salpicada con pequeñas piedras preciosas. El dije era un brillante gorrión también hecha de oro. Ya había recibido una gargantilla de diamantes en Italia. ¿Acaso no era suficiente? El regalo era hermoso, pero lo que realmente me impactó era la nota con la que venía acompañada.
Schastlivogo Rozhdestva, Lyubov.
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