28

Capítulo 28: Nombres


Miro al hombre trajeado frente a mí. Me han traído a este lugar hace media hora, a una habitación oscura que huele a humedad, sin ventanas y una luz fluorescente que zumba y parpadea cada pocos minutos y acaba de hacer acto de presencia el que podría ser mi salvador. Ha llegado con toda la seguridad del mundo, ordenando a los oficiales que nos dejaran solos.

Creo que nunca he visto un hombre que derroche más poder y autoridad con su presencia. Con sus zapatos de diseñador y el cabello engomado hacia atrás, un traje hecho a la medida que, estoy seguro, nunca en toda mi vida sería capaz de comprar. Y el porte, con la espalda bien recta y las zancadas largas y seguras.

Abre su maletín sobre la mesa de metal y comienza a sacar papeles sin siquiera echarme un vistazo. Tras cerrar el maletín y dejarlo a su lado, se desabotona el saco y toma asiento. Solo entonces me mira. Sonríe con burla antes de entrelazar sus manos sobre la mesa.

—Dorian, un gusto. Soy Oliver Cass y seré tu abogado. Te estaré representando en el próximo juicio.

Elevo ambas cejas.

—¿Juicio? —Miro su traje de tres piezas—. Lamento decepcionarte, pero no creo tener el dinero suficiente para pagar tus honorarios.

Sacude la mano para restar importancia al asunto.

—Es uno de mis casos pro bono.

—Ehm...

—Significa que no vas a pagar por mis servicios.

—Oh. Bueno... gracias —musito, sin saber qué más decir.

—No agradezcas, tengo un interés personal en este caso. —Abre un cuaderno, toma un lapicero y enciende una grabadora pequeña—. Ahora pasemos a lo realmente importante.

Comienza a hacerme preguntas básicas: cuántos años tengo, a qué me dedico, dónde he vivido los pasados años, si estoy casado, si tengo hijos y así continúa un largo rato, hasta que cierra el cuaderno y me mira a los ojos.

—¿No vas a preguntarme si soy culpable de los cargos? —pregunto.

Él niega.

—Mi trabajo es lograr que te declaren inocente.

—Pero no quiero ir a juicio, ya sé que me declararán culpable, toda la evidencia está en mi contra. Lo que quiero es hacer un trato.

Cass me observa con curiosidad.

—Te escucho.

Miro a nuestro alrededor, preguntándome si no tendrán micrófonos o cámaras escondidas en esta habitación, por lo que ríe.

—No te preocupes, no pueden escuchar nuestra conversación, estarían violando el privilegio abogado-cliente, además de que esa evidencia no les serviría de nada en un juicio.

—Pero no quiero...

—Ir a juicio, lo entiendo —me interrumpe—, pero para pedir un trato primero debes tener información valiosa que pueda servirles —informa.

—La tengo —aseguro y sonrío—. Creéme que esto va a interesarles bastante.

—Soy todo oídos.

—Empecemos por algunos de los grupos de crimen organizado más buscados. Tengo información que puede ayudarles a entrar y acabarlos desde adentro.

La sonrisa de Cass se vuelve astuta.

Divide et impera. —Se acomoda en el asiento y sacude la cabeza, incrédulo—. Divide y vencerás. ¿Cómo puedes saber estas cosas?

—Durante un corto tiempo me vi involucrado en ello —digo vagamente, sin querer recordar mucho. Dibujo una M sobre la mesa y sonrío con tristeza—. Digamos que alguien... un conocido, estuvo metido en eso. Y mucho tiempo después mi trabajo me permitió atar cabos sueltos.

—Cierto. Investigador privado, ¿no?

Asiento.

—Es útil cuando aprendes a volverte invisible.

—Me imagino —susurra. Abre su libreta, coloca la punta del lapicero sobre el papel y me mira—. Empieza a hablar.

***


"Las personas con trastorno de personalidad antisocial (también conocido como sociopatía) suelen violar la ley y convertirse en delincuentes. Pueden mentir, comportarse violenta o impulsivamente y tener problemas con el consumo de drogas y alcohol. Tienden a hostigar, manipular o tratar a los demás con crueldad o indiferencia. No muestran culpa ni remordimiento por su conducta".

Trago con dificultad y recuerdo aquello que leí al mirar el desastre que Marlon ha causado. Conejos desollados. Pájaros desplumados. Mascotas mutiladas. Estructuras quemadas hasta los cimientos.

El estómago se me revuelve.

¿Cuándo va a detenerse?

Lo busco. Hace ya días que no sé nada de él. Está empeñado en encontrar a los culpables de todo lo que ha pasado, aquellos hombres que lo secuestraron, y acabar con ellos. Ni siquiera sabe cómo hacerlo, pero no puedo razonar con él. No escucha. Actúa por impulso.

Me hizo sentir mal cuando me negué a ir con él, cuando mencionó todo lo que pasó al querer protegerme.

—Me lo debes —dijo.

Y recordé.

Las palizas.

El maltrato verbal.

La privación de comida.

El encierro.

El abuso sexual.

Gracias a él, nunca tuve que pasar por esto último.

Él lo sufrió cien veces más, la pasó mil veces peor.

Una arcada me dobla por la mitad al recordar sus gritos. Su lucha vana. El llanto desgarrador que le sacudía el cuerpo entero cuando lo curaba y limpiaba después.

En aquellos momentos, intentaba recordar la canción que mamá me cantaba para dormir y la tarareaba para él con unas cuantas modificaciones, intentando no llorar por su dolor.

Duerme, Marlon
No tengas temor
Dorian te va a buscar
Un ruiseñor
Si su canto no te suena placentero
Dorian te comprará un... ¿conejo?

—¿Quieres un conejo, Marlon? ¿O quizá un perrito? Cuando seamos grandes tendremos muchos, muchos.

—¿Cien?

—Todos los que tú quieras...

Después de eso se tranquilizaba, a veces incluso reía, aunque los días posteriores solían ser muy oscuros. Se refugiaba dentro de su caparazón... y lamentablemente ahí es donde sigue hasta el día de hoy.

Quiero recuperar a mi hermano. Quiero recuperar a aquel niño que me protegía y defendía a capa y espada. No quiero darlo por perdido.

Yo sé que muy en el fondo debe estar ahí todavía, por eso quiero ayudarlo.

Suspiro antes de limpiar este desastre. Intentaré borrar sus huellas... y luego saldré en su búsqueda.

Otra vez.

***


—¿Algo más?

—No —contesto—, creo que es todo lo que tengo por decir.

Oliver asiente al tiempo que mira sus notas.

—Creo que tenemos suficiente para conseguir un trato, pero no creo que esto te salve de la cárcel.

—Nunca pensé en eso —confieso.

Golpetea los dedos sobre la mesa mientras piensa. Puedo ver los engranajes moviéndose dentro de su cabeza a toda velocidad. La manera en que mueve la rodilla de arriba abajo, sus ojos viajando a diferentes lugares cada pocos segundos... Comienza a contagiarme su nerviosismo e hiperactividad.

Me pongo de pie y apoyo un hombro en la pared en un intento por deshacerme de la tensión que siento en los hombros. Muevo el cuello de un lado a otro, subo y bajo los hombros. La espalda ha comenzado a dolerme por el estrés.

Oliver me mira, pero su mente parece todavía estar en otra parte.

—Intentaré conseguirte cinco.

Lo miro sin poder creerle.

—¿Cinco... décadas?

Se burla.

—Años, por supuesto. Incluso menos si jugamos bien las cartas. —Me mira con interés y pasa el lapicero entre sus dedos, una y otra vez, logrando que me pregunte cómo lo hace—. Cuéntame un poco más acerca de tu relación con Marlon.

—Ya te lo conté todo —murmuro.

Se pone de pie y recarga ambas manos sobre la mesa.

—Y testigos. También necesitamos testigos. ¿Crees que haya alguien que pueda atestiguar a tu favor en caso de ser necesario?

Lo pienso durante un momento.

—Mmm... puede ser que sí.

Oliver me mira exasperado.

—Nombres, Dorian. Necesito nombres. Estarás en prisión preventiva, y si queremos sacarte de aquí lo antes posible, necesitamos aliados.

Tamborileo los dedos sobre mi muslo, preguntándome si será buena idea decirlo, pero al final suspiro. Me doy por vencido y asiento.

—Llama a Jack Rivers. Él puede atestiguar a mi favor.


AHHHHH *llora mucho*

Les dije que era muy duro...

¿Algún comentario del capítulo?

Dejen aquí su comentario bonito sobre la historia para ganarse una dedicatoria de los próximos capítulos ♥

Gracias por leerme, pronto les subo uno nuevo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top