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Capítulo 20: Mujeres fuertes
Como cumplieron con el reto muy rápido les traigo otro más dificil: Si llegamos a 3mil comentarios les subo capítulo mañana ♥
Hemos cerrado el negocio, pero aun así Anya y yo seguimos aquí dentro. Nos acomodamos en una mesa situadas frente a frente. Hay tantas cosas que parecemos querer decir, mas ninguna se atreve a romper el silencio que se ha instalado entre nosotras. No es incómodo, pero deja espacio para pensar. Y pienso mucho.
Pienso en Anya y cómo se ve. En que parece asustada, pero tiene fuego en la mirada. Puedo asegurar que es una mujer fuerte que no se deja vencer a la primera, que pelea contra sus propios demonios y no se deja arrastrar por ellos. Desde que la conocí por primera vez lo noté. En sus ojos hay una lucha constante entre el coraje y el miedo, pero cuando se posan en mí, solo hay una cosa que encuentro: determinación.
La gran bocanada de aire que toma me hace poner toda mi atención en ella.
—Hace algunos años me secuestraron —inicia con su mirada fija en la mía. Mi corazón se salta un latido al escuchar su confesión y la miro, confusa. Era algo que no esperaba—. Un grupo dedicado a la trata de blancas me mantuvo reclusa en un edificio y yo... la pasé muy mal —prosigue. Traga saliva y sacude la cabeza antes de soltar una risa seca—. Fue horrible en realidad. Colton y mi padre se vieron envueltos con ese grupo en su busca de venganza por cosas que pasaron mucho tiempo atrás. Nunca quisieron que me viera involucrada en sus asuntos, pero terminé embarrada hasta el cuello y... tuve que hacer todo lo posible por salir viva de aquello. Yo... —Su voz se quiebra cuando la primera lágrima recorre su mejilla.
Sacude la cabeza sin poder continuar, por lo que el silencio vuelve. Y yo... no sé qué decir. No era algo que viera venir, para nada, sin embargo le creo. Confío en que cada palabra de lo que dice es verdad y no imagino cómo debió ser para ella terminar sufriendo por culpa de las personas en quienes confiaba. No alcanzo a comprender cómo fue que pudo perdonarlos.
—Nunca pude ser la misma de antes —continúa—. Lo que viví me marcó para siempre. Tuve que asesinar, antes de ser abusada o asesinada. Logré salir, pero aquí —se toca la sien con un dedo— nada pudo acomodarse de nuevo. Tengo cicatrices que no son visibles para nadie más. —Se encoge de hombros—. Ahora rara vez tengo pesadillas y ataques de pánico, pero al principio eran muy recurrentes.
Se relame los labios antes de proseguir.
—Me despertaba con la garganta en carne viva debido a los gritos. Sentía que la sangre me cubría la piel. Revivía todo una y otra vez... Fue muy difícil —murmura con la frente arrugada. Tiene la mirada perdida mientras recuerda—. Estuve más de un año en un hospital psiquiátrico y ahí aprendí que es bueno buscar y aceptar ayuda profesional. Y, aunque sea muy difícil hacerlo, hablar de lo que pasó te ayuda. —Me mira al decir esto y sonríe con tristeza—. Quiero que sepas que puedes hablar conmigo si quieres. No voy a juzgarte y creo que puedo comprender un poco por lo que estás pasando.
El corazón se me acelera con miedo y contengo la respiración.
—Yo no... No sé si...
—No ahora —se apresura a aclarar—, cuando estés lista. Puedes contar conmigo. En mí tienes una amiga. —Sonríe con dulzura y un nudo se me forma en la garganta.
—No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve una amiga —admito avergonzada. Anya ríe y coloca su mano sobre la mía.
—Yo tampoco. Lo intenté, pero nadie quiere ser amiga de la chica rara con traumas que no entienden.
Asiento de acuerdo con ella.
—Aunque es preferible a que todos te miren con lástima, ¿no crees?
—Ya se les pasará.
—Eso espero —suspiro—. Es insoportable sentir su falsa compasión.
—Es de humanos sentirse mal cuando pasa una tragedia.
Chasqueo la lengua, pero tengo que estar de acuerdo con ella en eso. Volvemos a sumergirnos en nuestros pensamientos durante unos minutos, le doy vueltas a lo que me ha dicho, hasta que una duda me asalta.
—Mmm, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, adelante.
Aclaro mi garganta y ruego en mi interior no ser demasiado invasiva. Ya demasiado se ha abierto esta noche a mí y no quiero abusar de la confianza que está depositando en mí.
—Tú... ¿cómo pudiste perdonar a...? Ya sabes, a tu novio. ¿Si él te involucro en eso cómo... lograste olvidarlo?
Me relamo los labios y aparto la mirada cuando ella me observa atenta. De todo lo que me contó, eso es lo que más me llamó la atención. No quiero que note que hay una razón detrás de esa pregunta.
—Me costó un poco de tiempo —dice—, pero ayudó mucho que él se abriera a mí y... ver que él también sufrió mucho, también fue una víctima. No lo he olvidado, nunca voy a hacerlo, pero sé que, aunque lamentablemente me vi metida en eso, nunca fue su intención que eso llegara a suceder. Desde entonces ha hecho grandes esfuerzos por merecerse mi perdón, incluso cuando yo ya se lo he dado. Hasta ahora me ha protegido muy bien.
Eso vuelve a llamar mi atención.
—¿Protegido?
Asiente despacito.
—Creemos que uno de los involucrados en la banda sigue vivo y no ha sido atrapado. Creemos que...
—Está tras ustedes —comprendo. Ella vuelve a asentir.
—Exacto. Por eso me cuida.
¿Será posible que...?
—¿Crees que está detrás de lo que pasó aquí? —inquiero en un hilo de voz.
Se encoje de hombros y sacude la cabeza.
—No tengo ni idea. Al principio creímos que sí, pero... tiene un modo distinto de operar. Antes las víctimas eran abusadas, maltratadas y vendidas, no liberadas sanas y salvas, así que no tiene mucho sentido que se trate de la misma persona. Pero a pesar de eso, Colton sigue investigando. Él y mi padre están buscando algo que les dé una pista de qué está pasando o quién es el responsable. Si tiene relación con lo nuestro o si es cosa aparte. Estuvimos a punto de irnos cuando desapareciste, pero... le pedí que investigara en vez de actuar por impulso y él aceptó.
Trago saliva con dificultad y pienso en quien he intentado no pensar durante todo este tiempo. Mil preguntas me llenan la cabeza, empezando por cómo está involucrado Dorian en todo el asunto, porque sé que lo está. De alguna manera él está metido en todo este desastre. ¿Será víctima también como lo fue Colton? ¿Es el enemigo? ¿Tuvo algo que ver con lo que pasó Anya?
Recuerdo sus miradas, el último beso, su ternura, la desesperación con la que me abrazó... Una parte muy remota de mi mente quiere creer que él nunca quiso que pasara todo esto. Pero por otra parte... no puedo evitar pensar que si él no hubiera regresado yo nunca habría terminado en esta situación. Lo culpo y siento un odio visceral que me hace un nudo en el estómago cada vez que veo las cicatrices alrededor de mis muñecas. La cuerda me quemó y lastimó tanto que ahora esos días son un recordatorio pintado en mi piel.
—¿Nunca lo odiaste? —inquiero en voz baja. Anya me observa confundida.
—¿A Colton? —Asiento y ella sonríe—. Durante mucho tiempo. También le temí... Y, en ocasiones, cuando tengo una pesadilla que me hace rememorar todo lo que pasé, despierto, lo veo a mi lado luciendo preocupado, y no puedo soportar que me toque durante algunos minutos. Son... secuelas. Unas que creo que nunca van a sanar, pero estamos aprendiendo a vivir con ellas.
Sonrío con tristeza.
—Lo amas.
—Lo hago —acepta—. Y él a mí. Me lo dice y demuestra cada día. Estamos algo magullados y un poco rotos, pero seguimos vivos y no queremos desaprovechar la segunda oportunidad que tenemos, así que preferimos dejar los miedos y rencores de lado.
Me cuesta mucho imaginarme a su novio como alguien tierno y romántico. Da esa imagen de ser frío e impenetrable como un muro de concreto, pero supongo que tienen un vínculo especial que los une más después de todo lo que han pasado. Tal vez ella es la llave que lo hizo abrirse, porque dudo mucho que sea así con alguien más.
—Eso es... lindo.
—Es bueno para el alma. El rencor te carcome por dentro si no lo sueltas. Uno nunca sabe cuando va a ser su último día y, cuando el mío llegue, no quiero irme de este mundo con arrepentimientos. —Hace una pausa y toma una profunda respiración—. Supongo que... al final el amor que nos tenemos resultó ser más grande que todo lo demás —dice, entonces sonríe con picardía—. Además de que el sexo es genial.
Esta última parte me hace soltar una carcajada, lo que me sorprende porque sale natural. No la fuerzo, no me obligo a hacerlo, solo... rio. Me carcajeo como pensé que no podría hacerlo otra vez.
Darme cuenta de que Anya pasó por algo peor que yo y aun así no está apagada y completamente rota, me llena de esperanzas. Tal vez yo también mejore con el tiempo y pueda volver a acercarme, aunque sea un poco, a la mujer que era antes de la tormenta.
—Date tiempo —susurra—, ten paciencia, sobre todo contigo misma. No quieras correr si apenas te estás levantando. Primero logra incorporarte, después camina y, cuando sientas que lo puedes resistir, empiezas a correr.
—¿Y si no puedo? —pregunto—, ¿y si me derrumbo?
—Entonces te ayudaré a levantarte. —Sonríe y aprieta mi mano—. No estás solita. Ya no. Ahora estamos juntas y somos fuertes.
***
Los días pasan. Sigo con la misma rutina, con excepción de que ahora Anya se ha sumado a ella. A veces viene a la panadería y nos ayuda mientras le sigo enseñando lo que sé de repostería. Parece gustarle y me cuenta que desea poder dedicarse algún día a esto, abrir su propio negocio.
—Siempre me gustó hacer galletas, cupcakes, pasteles... Es algo que me calma —dijo un día mientras nos tocaba estar detrás, en la cocina.
Así que, para agradecerle el que esté para mí en los días más duros, le cuento un poco de cómo fue que Julia y su esposo abrieron el local y lograron que despegara. Se lo digo con la intención de poder ayudarla y que algún día logre levantar su propio negocio si es lo que ella quiere.
Julia está agradecida con Anya también, se encuentra muy feliz de que tenga una amiga que se preocupa genuinamente por mí, así que siempre le abre las puertas del negocio y nuestro hogar. A veces va a visitarme incluso si no abrimos la panadería. Colton la lleva y la recoge, pero siempre debe cargar un arma con ella por precaución.
La primera vez que me lo contó, me puse pálida mirando el arma que sostenía entre las manos. Sentí que se le caería y dispararía sola y alguien resultaría herido, pero aprendí a confiar cuando juró y perjuró que sabía cómo manejar la pistola.
—He tomado clases —dijo ese día—. Cuando uno pasa por ciertas cosas empieza a ser más precavido, ¿no crees?
Teniendo en cuenta que cargo conmigo un taser que me consiguió Julia y un gas pimienta que me regaló Lidia, le di toda la razón. Aunado a eso, ya no voy sola por la calle tampoco. Siempre voy acompañada, ya sea por Anya y Colton, o por Julia, pero no me atrevo a poner un pie en la calle de noche si no hay alguien a mi lado.
Es injusto tener que vivir así, pero tristemente parece ser la única manera de estar segura en estos tiempos.
Miro hacia Anya que está amasando con demasiada fuerza a mi lado mientras murmura maldiciones porque se le pega en los dedos y me echo a reír.
—Maltratar la masa no va a hacer que salga mejor.
—Soy un asco en esto —se queja—, Colton tiene razón. Un día de estos terminaré envenenando a alguien. Dioses, no pensé que sería tan difícil.
Vuelvo a reírme y me acerco a su lado. Le doy un golpecito con la cadera para que me deje espacio y le muestro cómo debe mover las manos y en qué direcciones rodar la masa. Echo un poco más de harina. Me aseguro que esté mirando antes de agarrar el rodillo y pasarlo por encima.
—Es así, con cariño, no con odio.
—La masa es la que me odia —refunfuña.
Vuelve a tomar su lugar y ahora empieza a hacerlo de la manera correcta. Yo vuelvo a decorar las piezas que ya están fuera del horno. Continuamos durante un rato más en silencio, concentradas, hasta que un carraspeo de su parte lo rompe.
—Hay algo que quiero contarte.
La miro de reojo y noto que parece muy nerviosa. Dejo todo de lado antes de girarme hacia Anya, toda mi concentración puesta ahora en ella.
—¿Todo bien?
—Sí. —Está pálida, pero sonríe—. Es que... ayer acabo de descubrir que... —Toma una profunda respiración—. Al parecer Colton y yo...
—¿Blum?
La voz de Julia nos interrumpe. Ambas giramos al escuchar que la puerta se abre y ella se asoma completamente pálida, como si hubiera visto un fantasma. Le tiemblan los labios y sus ojos están grandes y asustados cuando se posan en mí.
Inmediatamente me pongo alerta.
—¿Qué pasa, por qué...?
Me corto cuando da un paso hacia adelante y alcanzo a ver el cañón de un arma colocado contra su cráneo. Vuelve a dar otro paso y entonces noto el cuerpo de un conocido detrás de ella. Un escalofrío me recorre de pies a cabeza al caer en cuenta que nunca hemos estado a salvo.
—Si alguna hace ruido —murmura—, no lo pienso dos veces y le vuelo la cabeza.
Chan chan chaaaan...
¿Qué creen que quería contarle Anya a Blum?
¿Quién creen que es la persona tras Julia?
¿Qué creen que vaya a pasar en el siguiente capítulo?
Gracias por leerme, les quiero mucho, no me odien porfis :c
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