El miedo, lo sentía correr por mis venas, como un virus que se expande, que me consume, que me controla y sentí aquella brisa, ese sentimiento tan conocido para mí se apodero en ese momento de mi cuerpo, el frio viento acaricio mi rostro, pero fue más bien un golpe, tan brusco, como si una roca rosara mi pálida piel.

Lo sentía observarme, su asquerosa sonrisa se hacía presente mientras algunas gotas de sangre caían de sus labios, aquellos ojos saltones de color rojo siempre me causaban temor, no importaba cuantas veces ya los haya visto; mi estomago se revolvía y las náuseas no tardaban en llegar apenas lo veía acercarse.

─ ¿Por qué me haces esto? ─ Mis manos temblaban y retrocedía en cada paso que él se acercaba.

─ ¿No lo sabes? Los protejo ¿no es obvio? ─ y en ese momento mi memoria llegó abruptamente a mí, siempre estuve aquí, por eso no recordaba cuándo había llegado ─ el mundo es un lugar oscuro y malo si salen de aquí sufrirán o aún peor morirán ─ su horrible sonrisa se agrando aún más cuando notó que mi cuerpo temblaba por completo.

─ Esto es aún peor que la muerte ─ Muchas palabras se quedan atoradas en mi garganta que por miedo no podían salir.

─ ¿Entonces solo debería matarte? No sería algo malo ya que es por amor, ¿amor es protección no es así? ─ Sentía todo a mi alrededor derrumbarse mientras toda mi memoria llegaba como dagas.

A veces siento que estoy muerto, veo mi vida pasar delante mío, como un tren pasando rápido y llevándose todo consigo, todos a mi alrededor viven y son libres mientras yo soy un fantasma deambulando por el mundo, anhelando que me noten, que vean mi dolor y que se lo lleven, me siento como un fantasma solitario a quien le han robado la vida.