36.5 Te amo

—¡Raya, Respira! —un grito ahogado te hizo abrir los ojos, encontrándote de vuelta con aquella oscuridad— ¡Eres fuerte, sé que puedes hacerlo!

 ¿Era Pietro? Habías olvidado que estabas con él. No podías dejarlo, no ahora. Luchaste por nadar, siguiendo los gritos desesperados de Pietro, hasta cada vez escucharlos con más y más fuerza.

—Por favor... No mueras —un leve sollozo se escuchó, haciendo que movieras tu cuerpo con más intensidad.

A pesar de acercarte a la voz, la penumbra de la oscuridad no se iba, sentías como perdías fuerza, no podrías aguantar mucho más tiempo. No querías dejarlo, no podías hacerlo, pero no podías hacer más. 

Comenzaste a rendirte, cediendo ante el vacío que batallaba por consumirte. Hasta que un aura roja atacó en su contra, pudiste notar la esencia, era Wanda. La menor de los Maximoff había logrado penetrar tu mente gracias a que tú ya habías roto esa barrera anteriormente, y estaba salvándote. Usaste tu magia para unirla a la de Wanda, logrando disipar la neblina.

Pasaron unos segundos hasta que una intensa luz te cegó, sacándote de allí al instante.

Abriste los ojos lentamente, tratando de acostumbrarte a la luz, viendo una silueta encima tuyo. Sentías una respiración frenética y pesada a unos centímetros de tus labios. Lograste ver al enfocar tu vista que se trataba de Pietro. Te ayudo a incorporarte mientras te sujetaba de los brazos, como si fueras a esfumarte en cualquier momento.

—Pensé que te perdía —dijo dándote un fuerte abrazo, en el que pudiste sentir su corazón, y lo rápido que latía.

Te separaste lentamente, mirándolo a los ojos. Los tenía rojos y algo hinchados, a causa de llorar. Secaste un par de lágrimas rebeldes que seguían resbalando sobre sus mejillas, bajaste tus dedos hasta su mandíbula, acariciando su corta barba; no se había afeitado en algunos días. Moviste tus dedos hasta llegar a sus labios, rojizos y algo quebrados, no recordabas que fueran así antes. Mientras tanto, los orbes azules y curiosos del chico miraban atentamente cada movimiento, sin saber bien que decir o hacer.

—Lo siento, me costó un poco salir de allí  —hablaste en un susurro.

—Dejaste de respirar durante varios minutos, tu corazón apenas se escuchaba —contó aún con la voz temblando.

—Tu hermana y tú me salvasteis.

—¿Wanda?, ¿Cómo?

—No lo sé, pero la pude sentir —explicaste con calma.

—¿Ha valido la pena? —preguntó dubitativo— ¿Has recordado algo?

—He recordado cosas —dijiste con una media sonrisa.

—Puedes contármelo si quieres.

—Podría contarlo, pero prefiero demostrarlo.

No le dejaste tiempo para responder, no podías esperar más. En un rápido movimiento estrellaste tus labios contra los suyos, siendo correspondida en cuestión de segundos. Giro su cabeza hasta rozar su nariz con tu mejilla para intensificar el beso y buscar tu lengua. Pudiste notar por como controlaba el beso cuanto había estado esperando este momento. 

No queríais separaros, pero la falta de aire te obligó a hacerlo.

—¿Que tanto recuerdas? —pregunto conteniendo su emoción.

—Absolutamente todo, incluso más que antes de Hydra —contestaste orgullosa de tu trabajo.

Una gran sonrisa se dibujo en el rostro de Pietro, ya que eso significaba que la batalla constante contra Hydra había acabado de una vez por todas, su trabajo estaba destruido, y por fin podías volver a ser feliz, al menos eso era lo que creía.

—No tienes idea de cuanto te he echado de menos.

—Lo sé, y gracias por no separarte de mí, no lo habría logrado sin ti —acercaste tu cabeza para darle un pequeño beso en los labios—. Te amo.

—Eres más fuerte de lo que crees —apartó un mechón de pelo de tu cara, para después hacer un brusco cambio de tema, ya que algo tan definitivo como "te amo" le asustó, aunque nunca lo admitiría—. ¿A quien quieres contarle primero? —preguntó él tras ponerse de pie, usando solo la fuerza de su brazo para levantarte. 

—Buck y Nat deben de estar juntos, vamos a buscarlos —respondiste tomando su mano para llevarlo contigo.

Recorristeis los largos pasillos del palacio hasta llegar al gimnasio, encontrándolos hablando en una banqueta, tal y como predijiste momentos antes. Al veros, ambos se levantaron y os saludaron al mismo tiempo, mientras que tu corrías hacia Natasha y la envolvías en un fuerte abrazo.

—Wow, esto sí que es sorpresa, ¿A que viene este ataque llamado abrazo? —preguntó la pelirroja, sorprendida por tu cariño.

—Resulta que soy más guay de lo que recordabas, porque he conseguido entrar en mi propia mente y recordar todo lo que me quito Hydra —dijiste aún sin soltarla, viendo la expresión de sorpresa en el rostro del soldado.

—¿Lo recuerdas todo? —preguntó él, con algo de envidia que era opacada por la felicidad que sentía por ti.

—Todo-todito, estoy deseando ver la cara de sorpresa que va a poner el capipaleta cuando se lo cuente —dijiste ya soltando a la pelirroja, para después darle un abrazo con la misma intensidad a Bucky.

—Efectivamente, Ray esta de vuelta —rió Nat al escuchar los apodos y las expresiones que usabas.

Charlasteis un rato, felices por tu vuelta, y después dedicasteis el día a contarle a todo el mundo la noticia, algunos que no te conocían de antes, como Shuri o Okoye, realmente se quedaron atónitos con tu cambio de personalidad, pues pasaste de no hablar con nadie y tener una mirada inexpresiva a hablar con un tono considerablemente alto y vacilar todo el rato. 

La reacción de Tony fue sin duda la más conmovedora de todos, no tenía palabras para explicar lo feliz que estaba, al final os pusisteis a llorar los dos juntos en un abrazo. Claro que ninguno hablaría nunca de eso, el orgullo de los Stark va siempre por delante.

Se podría decir que todo estaba "perfecto", excepto por una incógnita que aún lo lograbas descifrar, gracias al mar de recuerdos supiste que tenías una hermana, ¿Sería ella la chica con la que te confundieron?, ¿Donde estaba ella ahora?, ¿Por estaba con Hydra? Había muchas preguntas y pocas respuestas, pero estabas dispuesta a encontrarla, usando como ayuda la información que dejó tu yo del pasado, la nota que dejaste.

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