14. Un imperio derribado
Te habían llevado a la balsa, una prisión submarina de máxima seguridad creada con el propósito de detener y encarcelar a individuos alterados o peligrosos.
Claramente no era un sitio para ti, no eras peligrosa, pero así lo habían querido Ross y otra gente importante que no conocías.
Tony había intentado evitar que te llevarán, pero le fue imposible. Sabías que no estarías más de una semana en aquella prisión, pues tú padre iba a encontrar la manera de sacarte de allí, no se quedaría de brazos cruzados sabiendo donde te encontrabas.
No eras la única en esa situación, Scott, Sam, Clint, Pietro y Wanda también estaban allí, y la situación de esta última era la peor. Estaba atada con un traje de fuerza, no podía hacer nada más que quedarse sentada mirando al suelo, pues a cualquier movimiento que considerasen "sospechoso" se acercaban a su celda con todo tipo de armas. Habías escuchado a Pietro causar más de un alboroto por la estúpida reacción de los guardias, y en el fondo te daba pena, todos estabais en la balsa injustamente, pero no había nada que pudieses hacer.
No llevabas ni un día y se te estaba haciendo un infierno, no podías hacer prácticamente nada, te habías pasado 5 horas seguidas tumbada en la cama y mirando al techo como si fuera lo más interesante del mundo.
Estabas perdida en tus pensamientos cuando escuchaste a Clint hablar.
—¡El futurista, Señores! ¡Ha llegado el futurista! —sabías a quien se refería, también sabías porque decía eso, y lo entendías perfectamente. No era agradable ser encerrado en un sitio como ese— ¡Él lo ve todo! Y sabe lo que te conviene, como si te gusta como si no —empezó a bajar el tono así que te costaba más escucharlos.
—No fastidies Barton —contestó Tony—. No tenía ni idea de que os meterían aquí.
—Ya, pero sabías que en algún sitio nos meterían.
—Sí, pero no en una prisión oceánica de seguridad extrema. Esto es para maníacos, esto es para...
—¿Criminales? —completó la frase por él—. Criminales, Tony. Esa es la palabra que buscas. Pero eso no es aplicable a mí, ni a Sam, ni a Scott ni a los gemelos, ni a Ray —Tony desvió la vista ante tu mención—. Pero aquí nos tienes.
—Porque habéis infringido la ley, yo no os obligué —Clint comenzó a tararear, ignorándolo por completo—. La leísteis y os la saltasteis, menos Ray, sois todos adultos. Tú tienes mujer e hijos, ¿Por qué no pensaste en ellos antes de elegir bando? —comenzó a alejarse de la celda del arquero.
—No le confiéis la espalda a este tío, porque puede que algún día os la parta —escuchaste un ruido, y supusiste que era Barton golpeando el cristal.
—Hank Pym siempre dijo que no puedes fiarte de un Stark —Esperabas que Scott no lo dijera por ti, porque si lo hacía iba a quedarse sin autógrafo.
—¿Y tú eres? —cuestionó Tony pasando de él y parándose frente a la celda de Sam.
—¿Cómo está Rhodey? —quiso saber el moreno.
—Mañana se lo llevan al centro médico de Columbia —contestó el millonario—. Crucemos los dedos —hubo un silencio hasta que tu padre volvió a hablar—. ¿Necesitas algo? ¿Os dan bien de comer?
—¿Ahora vas de poli bueno? —rió con sarcasmo.
—Solo quiero saber a donde ha ido Steve.
—Pues tendrás que buscar a un poli malo porque tendrás que ser muy persuasivo para sacarme información.
—Acabo de quitarles el sonido, tenemos 30 segundos hasta que descubran que no ha sido un error de sistema —Sam miró hacia la cámara situada en una esquina de su celda—. Mira —tocó algo en su reloj inteligente y una imagen de una persona muerta en la bañera se proyectó—. Este es el tío que debería de haber interrogado a Barnes, está claro, me equivoqué.
—Que novedad... —dijo con sarcasmo.
—Rogers está fuera de la ley, va a necesitar toda la ayuda posible —Sam se limitó a mirarle—. No nos conocemos mucho, no tienes porqué...
—No, está bien... —suspiró— Te diré donde están, pero tendrás que ir solo y como amigo.
—De acuerdo.
Sam le contó a Tony todo lo que necesitaba saber, y sin más rodeos se dirigió a tu celda, estabas tumbada en tu cama, mirando al techo, nada muy diferente a lo que habías estado haciendo las últimas horas.
Lo viste a través del cristal, tenía un semblante serio pero no decía nada.
—¿Cómo te va? —preguntaste como si no estuvieras donde estabas.
—Ray, voy a sacarte de aquí.
—Genial, y mientras lo haces tráeme un móvil, tenía vidas infinitas en el Candy Crush durante una hora y ni por eso me han dado el móvil, que desconsiderados —bufaste sentándote en la cama.
—Si estás aquí es por tus decisiones, deberías hacerte responsable de ello.
—Si estás de acuerdo con que me encierren, ¿Para qué quieres sacarme?
—No estoy de acuerdo, claramente pensaba castigarte, pero encerrarte aquí es pasar el límite, esto es exagerado.
—Lo sé, y aún así aquí estoy, yo y todos. Ninguno merecemos estar aquí, ¿Tú has visto como tratan a Wanda?
—Es una locura, por eso voy a sacarte de aquí.
—¿Y qué hay de Clint?, ¿Scott?, ¿Los gemelos? A ellos que les jodan, ¿No?
—Son adultos y están aquí por sus acciones, sabían a lo que se arriesgaban.
—¿Y yo no?
—Sí, pero eres menor así que puedo sacarte de aquí fácilmente, a ellos no.
Lo miraste a los ojos y pudiste ver que no mentía.
—De acuerdo, sácame de aquí, y más vale que no hayan tocado mi traje porque no pienso ir con Steve y Bucky así vestida.
—No —te interrumpió—. Ni hablar, ni si quiera lo pienses. Voy a sacarte de aquí e irás directa al complejo, no pienso llevarte a enfrentarte a quien sabe qué.
—Tony no me jodas, quiero ayudar a Steve, hemos empezado esto juntos, y quiero terminarlo de la misma manera —dijiste decidida.
—No lo entiendes, esto no es una misión cualquiera, nos enfrentamos a-
—Psicoasesinos, lo sé, y está claro que no puedo ir a pelear con un traje de Shield, pero tal vez pueda usar uno de tus trajes y-
—No. Es una decisión que ya he tomado.
—Si tan solo me dejases —Stark hizo una señal con la mano mientras hablaba—, no sé, te sorprendería.
Dejaste de hablar cuando un pitido resonó en tu celda, y de pronto la puerta de cristal se abrió. Saliste algo dubitativa, nada más poner un pie fuera unos guardias se acercaron a ti. Traían unas esposas en las manos, esperabas que tu padre dijera algo, pero no lo hizo, simplemente guardó silencio hasta que estuviste esposada.
—¿Realmente crees que las necesito? —preguntaste enfadada.
—No, pero yo necesito que las tengas, no voy a permitir que nada te pase —dijo con seguridad para después dirigir su mirada a los guardias—. Llevadla al complejo de los vengadores.
Ambos hombres te cogieron cada uno de un brazo, y caminasteis en dirección a la salida, pero detuviste tus pasos en cuanto pasasteis al lado de la celda del platinado. El chico corría de un lado a otro, apenas se podía apreciar su silueta, era más bien una mancha borrosa. Sabías que era porque no podía estar en un espacio cerrado tan pequeño, necesitaba movimiento, un espacio tan pequeño disparaba su habilidad, que en este caso era correr.
—Pietro —trataste de llamarlo suavemente, pero un guardia empujó tu hombro para que siguieras caminando.
—Tenemos órdenes que seguir —demandó el otro.
Los miraste con desagrado antes de soltar tus últimas palabras.
—Vas a salir de aquí, te lo prometo, dragâ.
✪
Al entrar en el ascensor, Tony analizó las huellas de calor en los botones y el último botón pulsado había sido el del primer piso contando dese abajo, es decir, el que más profundidad tenía.
Abrió las puertas del elevador gracias a la fuerza que el traje le proporcionaba dos siluetas se hicieron presentes, estabas subiendo unas escaleras pero se giraron cuando le escucharon llegar, y al verles mejor se dio cuenta de que eran Barnes y Rogers, y el primero apuntaba a la cabeza de tu padre con un arma de fuego.
—Estáis un poco a la defensiva —asumió Tony saliendo del ascensor sin la mascara.
—Ha sido un día muy largo.
—Descansa soldado, no vamos a por ti — dijo el millonario.
—¿Qué haces aquí entonces? —quiso saber Steve.
—Tal vez tu historia no sea una locura —admitió—. Tal vez —recalcó antes de seguir hablando—. Ross no sabe que estoy aquí, y me gustaría que siguiera así, porque si no, tendría que detenerme a mí mismo.
Tony dirigió la mirada Bucky, que seguía teniendo el rostro de tu padre en su punto de mira.
—Baja el arma, me estás poniendo nervioso —Steve le hizo una señal para que le hiciera caso y bajó su arma aún con el ceño fruncido
—¿Y bien? ¿Dónde está el escuadrón suicida?
✪
Tony iba al frente, alumbrando el camino.
—Capto señales térmicas —avisó el millonario.
—¿Cuántas? -—quiso saber Rogers.
Continuaron avanzando hasta que se encontraron con lo que suponían que era la central del bunker.
Habían tres capsulas criogénicas a cada lado, un humo raro los cubría impidiendo ver lo que había en el interior, aunque no era muy difícil de adivinar las dudas se resolvieron cuando estas capsulas se alumbraron, mostrando a distintas personas atadas a una silla en cada uno de los tubos.
—Si les sirve de consuelo, murieron mientras dormían —una voz masculina altero a los tres—. ¿Pensabais que quería a más como vosotros?
—¿Qué es esto? —quiso saber Bucky.
—Pero tengo que agradecérselo —la voz siguió hablando, ignorando a James por completo—. Les han traído hasta aquí.
Una luz se prendió al fondo del lugar, dejando ver al doctor que se suponía que debería haber analizado a Barnes, y sin dudarlo Steve lanzó su escudo hacia aquel hombre, pero rebotó sin éxito alguno.
—Por favor, capitán —se burló Zemo—. Los soviéticos construyeron esta cámara para soportar cohetes UR- 100.
—Yo podría derribarlo —aseguró Tony.
—Seguro que sí, señor Stark, con el tiempo, pero entonces no sabrán porque han venido hasta aquí.
—¿Mataste a inocentes en Viena solo para traernos hasta aquí? —preguntó Steve con un enfado notable mientras se acercaba hasta estar cara a cara con el supuesto doctor, sin tener en cuenta que un cristal les separaba.
—Hace más de un año que no pienso en otra cosa. Lo he estudiado, lo he seguido, pero ahora que lo tengo aquí me he dado cuenta de que tienes motas verdes en el azul de tus ojos. Da gusto encontrar al fin alguna imperfección.
—Es de Sokovia —afirmó Steve—. ¿Ese es el motivo?
—Sokovia ya era un estado fallido antes de que ustedes lo destruyeran, no. Si estoy aquí es porque hice una promesa.
—¿Perdió a alguien? —cuestionó el rubio.
—A alguien no —tragó saliva—. A todos. Un imperio derribado por el enemigo se puede volver a alzar, pero lo que se desmorona desde dentro... Está muerto para siempre —una pantalla se iluminó enseñando una grabación.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top