Capítulo Cinco

Yoongi no podía creer lo que estaba sucediendo. Al principio, se dejó llevar por el placer del helado y el refrescante cambio de rutina, lo que le dio un impulso de energía y cambió su actitud pesimista. Sin embargo, al llegar a casa ese día, recordó que por su propio bien no podía repetir esa experiencia. Aun así, cada viernes quedaba con Jimin en la heladería después de revisar el instrumental que Jimin le había encargado hace un poco más de un mes. A veces ni siquiera comían el helado; parecía ser más una excusa para entablar una conversación sobre cualquier cosa y evitar así ahogarse en sus propias desgracias.

Cada viernes, Jimin hallaba un refugio emocional en el encuentro, un espacio donde podía compartir tanto sus inquietudes como sus alegrías, hallando consuelo en la compañía del otro. Con el paso del tiempo, esos encuentros se volvieron una parte importante de su semana, y Jimin empezó a considerar a Yoongi como un verdadero amigo. Sin embargo, para Yoongi, era difícil ignorar el cambio en la dinámica de su relación, que ya no se limitaba a la relación entre productor y cliente.

― ¿Nunca lo has intentado, Hyung? —preguntó Jimin, visiblemente más entusiasmado.

― De pequeño, no me parecía divertido simular que fumaba un papel —respondió encogiéndose de hombros.

― Eres un alfa muy raro, ¿no tuviste tu etapa donde tu lado animal reinaba sobre el humano? —se burló Jimin.

Ese era otro detalle; Jimin siempre se refería a él como alfa, como si Yoongi no estuviera ocultando lo suficientemente bien su aroma.

― ¿Cómo sabes que soy un alfa si siempre llevo supresores? —quiso saber Yoongi, bastante confundido por ese hecho.

Las mejillas de Jimin se encendieron de vergüenza; siempre le daba mucha pena cuando las personas descubrían que su olfato no funcionaba del todo bien, siempre se delataba estúpidamente.

― ¿Siempre los llevas? —preguntó Jimin en voz baja.

Yoongi asintió sin apartarle la mirada.

― ¿Por qué? —volvió a preguntar Jimin.

"Por qué no?", pensó Yoongi para sí mismo; su horrible aroma solo le traería problemas a él y a quienes lo rodeaban, su olor solo causaba conflictos allá donde iba. Lo odiaba, y a su lobo le avergonzaba.

― Te responderé cuando tú respondas primero —respondió, contrariando sus pensamientos, mientras daba el primer sorbo a su smoothie.

Jimin apretó los labios, reflexionando seriamente sobre si mencionar ese hecho. Después de todo, era el principal conflicto en su día a día. Se preguntaba si Yoongi lo juzgaría después de revelarle lo que realmente estaba sucediendo con él. En un mundo donde el olfato era el lenguaje más sincero y puro del amor, carecer de él era una especie de broma cruel. Pero recordó la conversación con Jin, aquella que lo llevó a considerar la sinceridad consigo mismo y con quienes lo rodeaban. Así que, a regañadientes, después de un suspiro, respondió.

― No tengo olfato —dijo Jimin, su rostro oscureciéndose de repente—. Nací sin la bendición de la Diosa Luna —ironizó mientras negaba con la cabeza.

Yoongi se sorprendió tanto por ese hecho que tomó más de su smoothie de lo habitual, lo que terminó congelando su cerebro momentáneamente.

― ¡Ay, mierda! ―exclamó, asustando un poco a Jimin por su reacción.

― Ya sé... ―dijo Jimin desanimado, su mirada al suelo hizo sentir a Yoongi culpable.

― No, no me refiero a eso ―intentó rápidamente retractarse―. Quiero decir, sí es un poco complicado eso, considerando que nos guiamos por los aromas para encontrar pareja. Así que solo es complicado si quieres ser el omega de algún alfa.

― ¿Qué? ―Jimin levantó la mirada incrédulo por esa respuesta.

― Quiero decir que también usamos el olfato para detectar peligro y otras cosas que podríamos percibir sin necesidad del olfato —. Yoongi dijo acariciándose la sien por el terrible dolor que experimentó.

― Un omega sin olfato es peligroso ― murmuró Jimin, su voz llena de frustración. ― No sé si alguien me desea, si alguna vez los he hecho sentir tristes, si están en celo y los estoy incomodando. ¿Y si ya he conocido a mi pareja destinada y la rechacé sin saberlo, y ahora está muerta por mi rechazo? Carezco de un sentido tan crucial que siento que me estoy perdiendo partes enteras del mundo. ― Expresó con notable impotencia.

― Hay muchas formas de saber si alguien te desea ―respondió Yoongi con naturalidad, tratando de infundir un poco de consuelo en las palabras de Jimin―. Si alguien quiere besarte, te mirará a los ojos y luego constantemente a los labios. Si alguien está triste, podrás darte cuenta si los miras fijamente a los ojos. Si están en celo, su piel transpirará y su respiración se volverá más fuerte. Perdiste el olfato, pero aún puedes ver y sentir, ¿cierto?

Jimin experimentó una sacudida interna al darse cuenta de que las palabras de Yoongi habían alterado su perspectiva del mundo. Mientras tanto, Yoongi permanecía tranquilo al otro lado de la mesa, ajeno al impacto que sus palabras habían tenido en Jimin. El omega sonrió ampliamente, lo que llevó a Yoongi a voltear instintivamente, preguntándose si esa sonrisa radiante estaba dirigida hacia él. Se sintió vulnerable al darse cuenta de que, de hecho, los brillantes ojos de Jimin estaban enfocados en él.

—-Enséñeme Hyung —- . Dijo Jimin.

—- ¿Qué? — El rostro de Yoongi se descolocó por completo.

—- A ser más útil, a saber sin necesidad de olfato lo que sucede a mi alrededor, a demostrar que puedo valerme por mí mismo sin el.

Yoongi observó a Jimin con atención, sorprendido por su enérgica actitud repentina. Aunque inicialmente estaba desconcertado por la solicitud, comenzó a comprender la importancia de la situación para el omega.

— Pero yo no sé cómo — confesó —. Solo es algo que se aprende con el tiempo, no hay una fórmula.

Jimin volvió a enderezarse en su asiento y sus niveles de energía bajaron notablemente para Yoongi, quien se rascó la nuca preocupado de que sus palabras decepcionaran al omega.

— No debí... — comenzó a disculparse Yoongi.

— No — lo interrumpió Jimin —. Te conozco hace poco más de un mes, pero no sabes lo feliz que me hace ser tu amigo, Yoongi. Nunca nadie había dicho algo parecido, ni siquiera Jin... — Jimin sintió cómo esa reconocida melancolía quería apoderarse de él, pero no podía permitirse volver a llorar en la heladería frente a su amigo.

La palabra "amigo" retumbaba en la cabeza de Yoongi como un eco. Un amigo de verdad no guardaría tantos secretos sobre sí mismo, incluso si aquel que lo consideraba su amigo había sido sincero y genuino. Se sentía dividido: por un lado, culpable por mantener esos secretos; por otro, egoísta, ya que anhelaba continuar con las tardes de helado los viernes, las conversaciones triviales que no llevaban a ninguna parte y las profundas que los acercaban más de lo que nunca imaginaron. Era divertido que su galería se llenará de fotos del gato de Jimin, un gato que ni lo conocía o recibir mensajes de un Jimin hambriento porque olvidaba hacer sus compras.

Le gustaba esa amistad y quería mantenerla, una amistad donde él solo era Yoongi y Jimin solo era Jimin, donde no preocupaban a nadie, donde todo estaba muy alejado de su realidad. Le gustaba fingir ser algo muy diferente a lo que realmente era.

― Entonces... ¿Por qué usas supresores todo el tiempo? ― Jimin no olvida la pregunta que quedó pendiente ―. ¿Eso no afecta a tu lobo?

― Solo los uso cuando salgo a la calle ―, mintió Yoongi.

― ¿Por qué? ― Volvió a preguntar Jimin.

― Odio que las personas sientan mi aroma, no me gusta ―, Yoongi no mintió del todo.

― Y ¿cómo encontrarás a tu destinado si no lo dejas salir? ― Jimin se sintió confundido por ese detalle―. Pensaba que los aromas eran algo bueno.

― No estoy interesado en algún tipo de destinado o cualquier otra cosa que se le parezca ―, confesó Yoongi ―. No tengo ni idea de lo que significa, es decir... ¿hueles a alguien y mágicamente te enamoras? ¿Realmente es así de fácil? si alguien tiene que amarme, que sea por como soy y no por como huelo, el olfato falla luego de los cincuenta.

A Jimin le gustó ese nuevo punto de vista, por lo que sonrió asintiendo levemente.

— Yo creo que las conexiones son más importantes —confesó Jimin—. Las conexiones van más allá de los aromas y las coincidencias biológicas. Son los momentos compartidos, las risas compartidas, las lágrimas secadas juntos. Es la forma en que dos personas se entienden en un nivel más profundo, incluso sin palabras. Es algo que va más allá de lo que el destino puede decidir por nosotros.

Jimin y Yoongi se sostienen con la mirada durante unos segundos, sumergidos en un silencio que no resulta incómodo en lo absoluto. Cada uno evalúa la perspectiva del otro, reconociendo el perfecto contraste entre sus ideas. Es como si vieran su releflejo en el otro pero al mismo tiempo no, algo difícil de explicar,  pero que estaba allí, una fuerza invisible que los obligaba a tomarse en cuenta,  incitandolos a reunirse cada viernes, a compartir unas horas de su tiempo

― ¿Qué presentarías para el concurso? ―Jimin cambia abruptamente el tema.

Yoongi muerde su labio inferior, sintiendo la vergüenza burbujeando en su interior antes de revelar su respuesta.

― No creo que vaya a presentarme ―confesó finalmente.

― ¿Qué? ―casi exclama Jimin, sorprendido.

Yoongi luchaba con ataques de ansiedad en presencia de grandes grupos de personas, sufriendo de fobia social que le hacía sentir mareos ante las multitudes. Era irónico, considerando que soñaba con llenar estadios con su música, pero enfrentarse a uno de sus mayores miedos no era cosa facil.

― Tengo demasiadas cosas pendientes en este momento, simplemente no tengo tiempo. Tal vez la próxima vez ―mintió deliberadamente. No quería mostrar su lado más vulnerable.

Jimin dejó escapar un suspiro de frustración, realmente deseaba ver qué podía lograr el tímido alfa.

― De todas formas, necesito que vengas a ver mi presentación, ¿de acuerdo? ―le aseguró Jimin con una media sonrisa―. Me dará ánimos saber que estás allí. Jin no podrá asistir, desafortunadamente ―añadió con evidente desgano.

Yoongi no tenía idea de lo que había sucedido entre el tan mencionado Jin y Jimin. Cada vez que se mencionaba su nombre, los ojos del omega se llenaban de tristeza, como si se hubiera rendido con su antiguo amigo. A pesar de que Yoongi le había dicho mil veces a Jimin que hablara con él, el omega no parecía muy convencido de hacerlo; más bien cambiaba de tema o simplemente se perdía en algún punto muerto en el horizonte.

― Está bien, pero tal vez no me encuentres entre la multitud. ―añadió Yoongi con cautela.

— No importa si te subes en una nube, solo quiero que estés ahí —aquella súplica sonaba deprimente.

Yoongi simplemente asintió levemente, y el omega sonrió ante aquello. Jimin sabía que iría. Después de unos minutos, ambos tuvieron que marcharse a casa. Mientras Jimin iba con el humor por los cielos por los temas que Yoongi y él habían tratado, Yoongi caminaba casi arrastrando los pies por el asfalto. Se había vuelto imprudente, había violado todas las reglas que se había puesto antes de cambiar de ciudad. No se arrepentía de tener un nuevo amigo, solo le aterraba cómo podría terminar aquello.

Al regresar a casa, Yoongi se encontró con la solitaria quietud de su departamento, interrumpida solo por una notificación de Taehyung anunciando su próxima visita para alegrar su soledad. Sin embargo, no había compartido con Taehyung sobre sus encuentros semanales para tomar helado con Jimin, ni tampoco sobre su casi participación en un concurso. Aunque había considerado mencionarle lo del concurso, decidió que guardar silencio respecto a Jimin era la mejor opción.

Taehyung haría muchas preguntas al respecto, preguntas incómodas y preguntas que aún no podría contestar.

—-¡AH! — Lanzó un grito al aire por lo complicadas que se le hacían las relaciones humanas.  

¿Tienes muchos amigos o pocos amigos? 
Sea como sea, si tienes al menos uno en el que puedas confiar y ser tu mismo, sin miedo a que conozca tus defectos, eres afortunado. 

¡Gracias por llegar hasta aquí!

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