Una vida nueva
—Esta es la última —dice Travis de forma teatral, dejando la caja en mitad de la sala y lanzándose en el sillón.
—Es la única. La mudanza hizo todo —le reto y sonríe palmeando el puesto de al lado.
—Yo hice la cama —me recuerda ofendido —también pinté...
—Pintamos —le recuerdo —yo te ayudé, mis papás y los tuyos —le riño y me hace un guiño.
—Esperaba una ovación por ser eficiente...
—Eres eficiente —acepto avanzando hacia él —pero también presumido.
—Tener a la mejor contadora me hace serlo...
Llevo seis meses trabajando con él y ese mismo tiempo mis familias buscó el mejor sitio en donde yo vivir. Papá puso las condiciones y Patrick hizo los honores.
No he tenido noticias de Augusto o de su familia y he descubierto que no me han hecho falta. Cambié de móvil hace tres meses, cancelé redes sociales, me dediqué en cuerpo y alma a ser feliz.
Travis ha sido protagonista en este camino, una muy importante. Su fracasado noviazgo fue su mejor enseñanza y confesó que hablar conmigo cuando estaba en España fue su mejor terapia. Juliet tampoco lo había vuelto a buscar y yo me veía constantemente rogando que no lo hiciera.
Mi familia me ha dado todo el amor que necesito. Aún me cuesta decirles lo que viví y solo lo habló con Travis. Como es jefe exigente, atento y perfeccionista.
Me gusta porque sabe diferenciar horarios y dentro de la fábrica se muestra serio. Sus empleados le respetan y le estiman, hay personas mayores, con más tiempo en la fábrica y a la que suele acudir por consejos.
Como amigo es totalmente opuesto, divertido y con las ocurrencias más locas para pasar los fines de semana. Admito que su presencia causa ciertas descargas de eléctricas en mi cuerpo, desde que lo vi por primera vez es así.
Su sonrisa tiene magia, su voz calma mis nervios y su presencia altera mi corazón, con todo, no puedo dejar de verle. Me siento a su lado y apoyo la cabeza en sus hombros cuando me abraza.
Mi hermano se irá esta tarde a comprar medicamentos para el ganado y mamá le acompañará. Papá está al frente del rancho, en los tres días que estarán por fuera. Travis y yo decidimos aprovechar la mañana antes de que quede solo para traer las cosas a lo que sería mi nuevo hogar.
Cuando mi hermano y mamá regresen, estaré oficialmente ocupando mi apartamento. Está en la misma calle de Travis, justo en la mitad de esa manzana. Un apartamento pequeño, acogedor y con lo necesario para iniciar.
A mis papás y los de Travis les gustó que estuvieran cerca de ellos. Los padres de Travis eran atentos, el señor Graham era un tanto tosco, pero daba excelentes consejos y amaba a su hijo. Es de ese tipo de personas que te dice la verdad, aunque duela. Su madre, la señora Tabatta era genial haciendo postres y me ha enseñado algunos (Los que le gustan a Travis).
—Extrañaré la puesta de sol desde el rancho —confieso y me mira serio.
—Podemos verla desde mi casa —se ofrece y sonreímos.
—¿Es una invitación? —me hace un guiño y deja un beso en mi frente.
—Una promesa. —susurra viendo mis labios.
Hay situaciones que es imposible por más que las evites, no sucedan. En el caso de Travis y yo, es el beso que estamos a punto de darnos.
Alejo las voces en mi cabeza, aquellas que me han detenido en otras ocasiones. Es muy poco el tiempo de conocernos, he pasado por una mala relación y debo darme un tiempo, no deseo otra relación tóxica, etc.
Me rindo a lo evidente y aventuro mis labios a los suyos. Tímidos y exploradores, los míos. Los suyos suaves y húmedos. Siento que soy una chiquilla ansiosa de más y decido arriesgarme a profundizar aquella mágica sensación. Muerdo su labio inferior y jadea alzando mi cuerpo ubicándome en su regazo.
La dureza de su erección me encienden y froto mi pelvis contra ella. El sonido desesperado que sale de su garganta me incentiva a soltar su cinturón. Una mano sube mi vestido y la otra desliza el cierre de mi espalda. El roce de sus dedos en mi piel causa fuego en los sitios que va tocando.
—Travis —jadeo y lo siento sonreír entre mis labios.
—Tú lo iniciaste —se defiende y me alejo para verlo a los ojos.
Sus pupilas están dilatadas y tiene aquella mirada de alguien que está contemplando al ser más maravilloso. Jamás me habían visto con tanto deseo y ternura al mismo tiempo.
—Me gustas tanto Maggie... —confiesa pasando sus dedos por mis hinchados labios y la otra mano se desliza por encima dentro de mi vestido —eres tan hermosa... mi hermosa y tierna Maggie.
Cierro mis ojos ante el contacto de sus manos en mis pechos, pellizas y acaricia, es suave y doloroso. Lo divino y perverso al mismo tiempo. Reemplaza sus dedos por sus labios, esta vez más atrevidos y al ritmo de sus manos en mi pezón.
Acabo de desabrochar el cinturón y mis manos temblorosas viajan a su camisa. Se levanta conmigo en brazos y sin dejar de besarme avanza hacia la habitación. Se detiene en la puerta de mi habitación y aleja sus labios de los míos. Jadeo una protesta ininteligible y sonríe.
—¿Me permites? —me mira expectante.
No entiendo la duda ¿Lo hice mal? Quizás no fue lo que se imaginó. Muerdo mis labios agobiados por tantos cuestionamientos. Si le digo que si y él no quiere...
—¿No lo quieres?
—Demasiado se queda corto, pero puedo esperar, —comenta —no quiero verme como el que se aprovecha de tu situación.
—¡Aprovéchate!
Le digo volviendo al ataque y lo último que veo es su sonrisa ante mi osadía. He descubierto que todo lo que necesito para ser yo, es a él cerca. Me deja con cuidado en la cama y de la misma forma me va despojando mi ropa. Dejándome solo en ropa interior, sus ojos se oscurecen al ver mi cuerpo.
—¿Cómo puedes creerte tan poco? —me dice al volver a mí cuando ya se ha desnudado —eres tan perfecta que uno podría dudar que seas real.
—Eso es porque te gusto...
—Eso es porque es así —me corrige acariciando mi rostro y dejando besos. —creo que necesitas recordarte lo hermosa que eres.
Nuestros cuerpos calzan a la perfección y el fuego que despide mi cuerpo no lo apaga su piel contra la mia. Todo lo contrario, parece avivarse aún más tanto que en algún momento creo hará combustión.
Mis uñas se incrustan en su espalda cuando su boca encuentra mi humedad y sus dedos atienden mi hinchada excitación. Juega con ambos y mi cordura, arqueo mi cuerpo, jadeo y grito su nombre. Abro los ojos encontrándome con los suyos y me cuesta mantener la cordura.
¿Era el tiempo que no estaba con alguien o era el personaje? El me responde al sonreír regresando a mí. El beso viene acompañado de su entrada lenta en sus inicios y aumenta con la misma intensidad del beso.
—Maggie —jadea mi nombre cerca de mi oído.
La explosión de emociones vividas me hace gritar su nombre una última vez que se ahoga entre sus labios. El punto máximo de nuestro encuentro nos llega con ambos jadeando el nombre del otro.
—Gracias por esto —sonrío al verle y deja besos en mi nariz, sigue con mejillas y todo el rostro hasta acabar con en mis labios —esto no es lo que buscaba...
—¿Te arrepientes? —me animo a preguntar.
—Solo de no haberlo hecho antes, me hubiera evitado tantos males sabores.
Es posible que no estuviéramos listos, ambos necesitábamos de heridas para acercarnos. Permanecemos abrazados hasta que mi móvil suena en algún lugar. Miro en todos lados y recuerdo que ambos los dejamos en la mesa de noche, cuando me ayudaba a armar la cama.
Tomo el móvil controlando el impulso de apagarlo, cuando siento los besos de Travis en mi espalda. Por fortuna es un mensaje de mi hermano que pongo a la vista para él también lo lea y sonríe ante lo que lee.
"Nos iremos mañana domingo, no tienes que volver si no quieres. Por favor, hazlo hombre, necesito que deje de acosarme"
La risa que se escucha eriza cada poro de mi piel, pero no es eso lo que me deleita. Es la mirada que me lanza llena de ternura y comprensión. Cuando todo parecía ir mal y nada tenía sentido para mí, Travis llegó para darle color a mi mundo.
—Tú también me gustas—confieso y su sonrisa se acaba —tanto que temo sea irreal y todo esto se acabe.
—Esto se acaba si tú lo decides—responde regresándome a sus brazos —No hablemos de finales, cuando esto parece no tener fin...
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