Un año no es suficiente
—Señor Odam, el inspector de electricidad, anunció su visita a las tres de la tarde —la animada voz del chico a cargo de la planta textil me hace levantar de la silla.
¿Tenía una visita? No lo recordaba. Antes de hacer cualquier comentario, reviso mi escrito, alguna notificación que no encuentro. ¡Necesito una asistente! Alguien que ordene este caos.
—¿Por qué no me han dicho que llegaban? —cuestiono al darme cuenta de que no tengo algo sobre ese tipo de visitas.
—No notificaron, señor, y han dicho que no tiene por qué hacerlo. —responde cortes y de buen humor —Los del gas y bomberos acaban de llamar —carraspea antes de seguir de manera nerviosa —llegan mañana a las 9.30 am. Harán un simulacro de incendio.
Todas las inspecciones de rutina se habían juntado. Algo poco común, esas inspecciones tienen que ser anual y ninguna ha cumplido el año. No me molesta en lo absoluto, soy cuidadoso en todo y el no alertar es en búsqueda de fallas. Pese a toda mi confianza decido preguntar.
—¿Tengo que estar preocupado por algo Sam?
—De ninguna manera, —responde animado la voz juvenil del otro lado —todos funciona bien, mi llamada es para que sepa están aquí... y... bueno... Es usual que usted esté aquí, le gusta constatar que todo esté bien.
—El inconveniente es que a esa hora tengo una reunión. —respondo con sinceridad —una que es difícil prorrogar.
—Su Novia, ella fue la que recibió la notificación—sonrío a ese comentario y mi pecho se hincha emocionado —Me dice que usted está ocupado y que se hará cargo, cree ser capaz de lidiar con los inspectores.
¿Es acaso burla lo que percibo? Aprieto el lápiz con fuerza antes de responder y controlo que el tono de voz no salga violento. Una burla no puede devolverse con otro acto ignorante.
—¿Lo dudas Sam? —le cuestiono — ¿Es burla lo que escucho en tu voz?
—No, señor... Su prometida ha demostrado ser una mujer capaz de cualquiera cosa. —otro carraspeo y mi mal humor disminuye —Sin embargo, es necesario que sea usted o cualquiera de sus padres den esa orden.
—Magdalena Mallory, no necesita ninguna autorización de un Odam. Debes recordar que es hermana de Patrick, socio de esta empresa y mi futura esposa...
—Si señor...
—Ponla al tanto de todo lo que significa esa visita y lo que van a pedir. Es tu visita y ella solo será mi voz, nada más... —inspiro fuerte colgando la llamada sin despedirme.
No es posible estar en la que está, pero en la próxima sin duda iría con Maggie y que todos se den cuenta de quién es. Cuelgo la llamada viendo como el móvil está a punto de apagarse. No he tenido tiempo de llamar a Magdalena y de darle indicaciones.
"Es lista, no las necesita"
Miro las posibles opciones, la hora y el tiempo que resta para la visita. En dos horas y solo necesito de minutos para decirle algunos trucos. No debe estar nerviosa, no hay nada que temer y todo está en regla.
Sin perder tiempo dejo el móvil cargando. Centro las horas que siguen en alistar el material para la reunión con el próximo cliente. Si todo sale como espero, tendré un buen contrato y la posibilidad de llegar al mercado español.
Solo necesito que al diseñador le guste y llegar a un acuerdo económico. Todo lo demás es cuestión de perseverancia, trabajo duro y paciencia. Magdalena me ha ayudado a buscar las mejores propuestas y se basó en el estilo de la casa de modas.
Si este contrato se da, es todo gracias a ella, al esfuerzo que le puso a ayudarnos. Saco de mi bolsillo el anillo sonrío viendo la joya brillar en mis dedos.
Hoy cumplíamos un año de relación y ya no veo la hora de pedirle matrimonio. Lo compré hace veinte días, quería pedirle matrimonio en nuestro aniversario. Patrick me insta a lanzarme, sus padres también. Son los míos los que me piden prudencia.
Suspiro largo antes de volver a guardarlo en el cajón, junto con la tarjeta que le compré y la dedicatoria. Al cerrarlo me agobia la incertidumbre de que quizás ella nunca esté preparada para otro matrimonio.
Alzo el rostro hacia el reloj de pared y salto de la silla al darme cuenta estoy sobre el tiempo. Tomo el móvil a mi paso hasta la puerta y el maletín, con todo el material listo y la propuesta en manos. Decidido a ir en búsqueda de mi futuro y el de mi familia.
Emocionado, saludo al personal que empieza a llegar a esa hora de almorzar y bajo las escaleras. Yo he podido probar bocado, la emoción por este encuentro hizo cerrar mi estómago. Y Magdalena fue invitada a almorzar al rancho, yo odiaba comer solo desde que ella llegó a mi vida.
Bajo los escalones de a dos, con el corazón latiendo emocionado, como si fuera un chico en su primera cita. La empresa de mis padres es pequeña, dos pisos y siete dependencias. Entre la empresa y fabricada hay un total de cuarenta personas a cargo de hacerla crecer.
La expansión ha sido lenta y costó que papá nos diera el aval para cambiar la maquinaria. Hasta hace unos cinco años, estas, eran de hace casi medio siglo. Nos urgía una expansión o de lo contrario acabaríamos zozobrando.
Hoy, estamos viendo los primeros frutos de nuestro sacrificio, aunque verdes. De poco nos hemos ganado un puesto a nivel nacional y estaba convencido de que podíamos competir en otros países.
España, por ejemplo, y vuelvo a sonreír. Papá estará feliz cuando vea el contrato.
Mi padre era bastante temeroso cuando de avanzar se requería. Odiaba los préstamos bancarios, sin importar que fueran para expansión. Era de los que creían, una empresa debería prosperar por sí sola, sin necesidad de endeudamiento.
Su hijo, estaba convencido de que en lo referente a los negocios hay que saber controlar el miedo. Es imposible no tenerlos, lo que no se puede hacer es alimentarlo, si lo haces jamás podrás avanzar en nada.
—Señor Travis, por favor espere —me llama la recepcionista y la observo mover un trozo de papel en mi dirección —tengo varios recados.
Al acercarme a ella, me veo pensando una vez más en los servicios de una asistente. De momento es difícil pagar un sueldo justo y eso me hace aterrizar.
La chica de cabello oscuro y ojos miel me sonríe apenada al notar me he quedado viéndola de más, pero mi mente está en otro lugar. Me entrega los recados y miro los primeros intrigados.
—Su padre, dice que revise su móvil —afirmo viendo la tarjeta blanca con los mensajes. —le está llamando desde esta mañana.
—¿No dijeron algo más?
—Todo está allí, señor —regreso la vista a los papeles y leo los primeros que llamaron contrariado.
Papá, mamá, Simone y Avery. Todos con el mismo mensaje ¡Llámame! Mi móvil rara vez suena, solo basta que se quede sin baterías para que todos decidan saber de mí. Al alzar el rostro hacia ella, rueda la mirada al computador y sonrío al ver sus mejillas coloradas.
—Gracias por ayudarme con la correspondencia Myra —agradezco y sonríe dos hoyuelos, se le hacen en ambas mejillas al hacerlo —sé que no hace parte de tus obligaciones, jamás te dije al contratarte que tendrías dos cargos.
—Lo hago con mucho gusto, señor, y no genera atraso en mi labor —responde.
—Aun así, sé que no es tu obligación —sigo alzando la tarjeta hacia ella —gracias por todo.
—Es un placer, señor Travis...
Doy media vuelta leyendo los mensajes de mis hermanos y mi padre, me es imposible no reír ante lo idéntico de los tres. Cuando llego al de mi madre me detengo brusco.
"Juliet ha Llegado."
Entro y antes de aventurarme a conducir decido llamar a mi madre, es obvio que todos me llaman a lo mismo. Es delicado o de lo contrario no insistieran tanto.
—Cariño —es lo primero que dice al escuchar mi saludo.
—¿Qué sucede mamá? ¿Por qué debo saber que regresó?
Han pasado 19 meses desde el día en que ella decidió no quería casarse. En ese tiempo, no hemos tenido una conversación, yo por no necesitar sus excusas y ella...
No me importa porque no las dio.
—Janne... su madre llamó, estaba feliz al saber que su hija por fin se había dado cuenta de su error —enciendo el auto admirando como aquellas palabras no tienen emoción en mí.
—Espero que le dijeras que estaba en una relación...
La risita que me brinda me dice que si lo hizo y suspiro aliviado por ello. Sigo sin entender, el motivo de su miedo a que Juliet aparezca. Diecinueve meses es mucho tiempo para aclarar sentimientos. En ese tiempo Magdalena ocupó el puesto que ella dejó y nadie va a sacarla de allí.
—¡Claro que sí! —responde indignada... —ella dice que ese noviazgo no tendrá futuro y que su hija tiene esperanzas...
—¿No me digas? ¿Sabes por qué dijo algo tan absurdo?
—No debemos apresurarnos en hacer conjeturas...
—Al grano mamá —le pido encendiendo el auto.
—¿Magdalena fue invitada a almorzar al rancho, verdad? —ante mi escueto sí, sigue —Tenían la visita de Augusto Taylor. —el silencio que sigue solo lo rompe el claxon de los autos a mi alrededor —ella llamó a tu padre y Juliet se encontró en el hospital con tus hermanos... también se lo dijo.
—¡Una emboscada! —escupo de buen humor y mamá sonríe, aunque débil.
—¿No lo sabías?
Estoy convencido de que ella tampoco o me lo hubiera dicho, con mi móvil sin pilas y ella a punto de ir a la fábrica... todo se ha acumulado impidiéndonos hablar.
—No te preocupes, mamá, diles a todos que estaré bien.
En el fondo de mi corazón, sabía que su llamada iba en torno a lo preocupado que estaban. Juliet no tenía acceso a mi vida, ella misma salió y dejó la llave dentro.
—Travis...
—Sabes mamá, creo que es buena idea que ese hombre regrese —su exclamación me hace reír sin humor y suelto el aire —lo que va a ser en dos años o tres, cuando este más enamorado... es mejor que sea ahora.
—Amo tu madurez cielo, pero sé que estás sufriendo ...
—Te amo mamá debo colgar... deséame suerte...
—Éxitos, precioso —cuelgo la llamada al llegar frente al restaurante, retiro la llave y me quedo con ella en las manos sin salir.
"Quien sabe lo que siembra no le teme a la cosecha." Si Magdalena decide irse con él, será doloroso, no voy a hacerme en valiente.
Estoy acostumbrado a ser el perdedor siempre.
Llamo a mis hermanos y a mi padre solo para que me digan lo mismo. Con la única diferencia que el día de hoy Simone hará una cena en su casa y desea que le acompañe. Le recuerdo que es mi aniversario con Magda y que no tengo planes, pero si nos queda tiempo pasamos un rato.
****
Con un apretón de manos y una cita en tres meses en Madrid, acabó la reunión. El gozo que me proporcionaba haber logrado el contrato de mis sueños y hacerme a un buen cliente solo lo opacaba no saber de Magdalena o tener noticias de ella.
La reunión en la fábrica había acabado media hora antes que la mía, Sam me había llamado a darme los pormenores. Sin embargo, ella parecía no querer hablar conmigo, mientras yo me veía dudando entre sí llamarla o no.
—Gracias por la confianza —le digo al CEO de Callaghan Style.
No sonríe al estrechar mis manos y se limita a asentir. John Jasper Callaghan, era conocido por su temperamento fuerte y audaz en los negocios. Seriedad de un hombre de ochenta y un cuerpos de treinta.
—Agradézcalo a Enrietta, ella es aquí la experta —señala a la diseñadora que solo sonríe y regresa su rostro al paquete de telas que le he dejado.
—Será de nuestra mejor colección Callaghan...
—No deseo eso Enrietta —le interrumpe y la chica hace un puchero que de no ser por la cara agria de mi cliente me divertiría —quiero, deseo y ... Te exijo la mejor —sigue apuntando su dedo a ella —no me has hecho venir aquí en este sitio olvidado de Dios, para ver tu sepultura como profesional.
Lo ignora y sigue con la mirada fija en la laptop. Gruñe al verse ignorado por su hermana y me mira un instante antes de despedirse.
—En dos meses tendrás el primer cheque Odam y en tres te quiero en Madrid, con el contable —sin decir más sale dando largas zancadas dejando a su hermana atrás.
—Le falta sexo, no te preocupes —me dice la chica a su paso y sonríe haciéndome un guiño.
De piel trigueña, ojos marrones, ambos con cuerpo trabajado, pero no exagerados. Los Callaghan son un derroche de estilo, porte y dinero.
—Jasper no es conocido por ser un hombre fácil en los negocios —guardo silencio al reconocer la voz y sin despegar los ojos de los hermanos que ingresan a un auto — Me imagino la cantidad de puertas que te tocó tocar para acceder a él... debe ser lamentable que al final te rechazara.
—Nada perdía con intentarlo.
No me interesa restregar mis triunfos, mi ego no se hincha con ese tipo de cosas. Trabajo duro y dejó que mis logros hablen por mí, no todo lo contrario.
—Vine a decirte que he regresado a la vida de Magdalena y esta vez para siempre —afirmo sin verle. — quería verte a los ojos y advertírtelo —sigue. —no soy de los que ataca por la espalda Odam. Pelearé por Magdalena...
En ese punto de la conversación decido darle el frente y lo encuentro en ropa informal. Pantalón de vestir, remera deportiva y mocasines. Detallo todo su atuendo y rio al darme cuenta de que esta vez se ha esforzado en mimetizarse con el ambiente.
—¿No dirás nada?
—¿Cómo qué? —tuerzo los labios divertidos —eres tú quien debe esforzarse y fingir lo que no es. —miro mi ropa y el sitio, luego a él —esto que vez es lo que soy y fue lo que ella ha querido, está a mi lado Taylor... no contigo.
Mi respuesta le enoja, pero logra disimularlo, empieza el camino a la salida deteniéndose a pocos pasos. Al dar media vuelta hacia mí me encuentra sonriendo ¿A qué ha venido en realidad?
—Olvidé mencionarlo... El rancho Mallory aceptó vendernos sus reses. Magdalena y yo vamos a vernos muy seguido.
He decidido no decir nada al respecto, Patrick y Malcolm deben tener sus motivos para hacerlo. También Magdalena, no tienen por qué pedirme consentimiento o participarme ese tipo de cosas. En este instante, solo soy el hombre con quien sale su hija.
—La experiencia me dice que vas a desaprovechar esta y todas las oportunidades que la vida te pueda dar con Magdalena—respondo sin mucho interés —Estuviste casado con ella un año y no lograste mayor cosa.
—Tanta seguridad es mala Odam. —se mofa metiendo una mano en su bolsillo al tiempo que yo tomo mi maletín.
Salvo por tres meseros, un barman y el administrador, el restaurante luce solitario. Los cinco hombres no dejan sus labores, pero no pierden de vista a nuestra conversación.
—Feliz aniversario. —esta vez si se aleja y con una sonrisa burlona en sus labios. —Es una lástima que no llegues al segundo...
Entro al auto y lanzo el maletín con violencia al interior. Piso el acelerador con esas palabras rondando mi cabeza. Detengo el auto en el porche de la casa agitado y con todo mi cuerpo sudando.
"No es posible que te comporte como un crío ante esa provocación." Me reprendo apoyando la cabeza en el volante. El fantasma de la derrota deambula en mi cabeza, esta vez más dolorosa. Tomo el teléfono decidido a enfrentarla y al marcar maldigo al darme cuenta de que está apagado.
Molesto conmigo mismo, salgo del auto y me dirijo a la casa. Por lo menos, tengo el consuelo de haber conseguido un buen cliente. Encuentro la casa vacía y la oscuridad reina en el lugar.
Recuerdo la reunión en casa de mi hermana y niego en silencio. No seré el que les dañe la fiesta, dejo el maletín en el estudio de papá, saco los contratos firmados y sonrío. Amaría ver su rostro sorprendido al leerlos.
Subo las escaleras zafando el nudo de mi corbata ante la sensación de ahogo. Saco mi saco, con él en mis hombros avanzo cada escalón. De pronto hoy pesa más que nunca o el fracaso sentimental que llevo a cuestas.
—Sabes señor Odam... es usted un novio muy desatento —Magdalena está en mitad de mi cama en solo ropa interior con una rosa en sus manos y muchos pétalos rojos a su alrededor —yo esperaba encontrar esto en mi cama —hace un puchero y paso saliva al verle avanzar de rodillas hasta el extremo de la cama en el que estoy. — pensé, ¿Qué hacemos Maggie?... ¡Enseñémosle!
Tira de mi corbata retirando el saco de mis manos y lo lanza a un constado de la cama. Sin dejar de sonreír ante mi sorpresa por verla allí, rodeada de pétalos y con ese atuendo que no deja nada a la imaginación.
—¿Cómo te fue en el almuerzo...? —no puedo evitar preguntar y su respuesta es una sonrisa en un inicio.
—Cuando supe que ella estaba aquí no me asusté... ¿Sabes por qué? —comenta ya cerca de mis labios
—Te amo... —sonríe al tomar mi labio inferior y morderlo con una sonrisa traviesa
—Todo lo demás carece de valor o sentido para los dos —me lanza a la cama y se instala encima de mí —Augusto contrató a Juliet, será la persona a cargo del contrato con Mallory.
Retira mi camisa dentro de mi pantalón y va por los botones, con tanta lentitud y ceremonia que mi piel se eriza ante cada contacto. Patrick se ha ido de vacaciones ayer por dos meses, ella no desea molestarlo con problemas que puede resolver.
—Además, ¿No te parece divertido verlo tan seguro y nosotros tan juntos? —me hace un guiño retirando la camisa con la que da círculos al aire mientras da pequeños saltos en mi erección. —confía en mí... Te amo y es todo lo que debes saber.
Me es imposible cuando la persona que está subestimando ya le hizo tanto daño...
¿Es un año suficiente tiempo para estar seguro de su amor?
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