Final

Cinco meses después ...

Cruzar Callaghan Style fue con el temor de no ser recibida por su dueño. Juego con mis uñas al avanzar hacia la chica que parece reconocerme. Se levanta estrecha mi mano.

—Señora Odam, el señor Callaghan la espera. Por aquí por favor.

Le sigo en silencio evitando morderme las uñas tal como lo quiero. Abre la puerta, sonríe y se hace a un lado, la última vez que lo vi fue el día de mi boda. Ese hombre irradiaba misterio, prepotencia, elegancia y magnetismo, todo al tiempo. John Jasper Callaghan se incorpora al verme entrar a la oficina, con su acostumbrado rostro y porte serio.

Hace un mes Travis y yo, nos casamos, la luna de miel la hicimos en varios lugares. Madrid era nuestra última parada antes de ir a casa. Sus padres nos habían pedido, dado nuestra cercanía, acudir a la reunión con los directivos de la empresa.

Esta mañana Travis despertó con dolor en su brazo, el doctor del hotel le recomendó reposo. Asi que, sin más opciones, tuve que ser yo quien aceptara el encuentro con el misterioso personaje.

—Espero que la luna de miel no le causara problemas a Odam —sonríe al ver mi incomodidad y me invita a sentarme —jamás vi un novio tan feliz en silla de ruedas y enyesado como él.

—No quiso esperar el tiempo de reposo —le reprocho. —

—No le culpo —alza el teléfono y pide alguien dos cafés —si tuviera una mujer como usted también lo haría. Es difícil encontrar a una persona como usted, señora Odam, que no se fije en el bolsillo y sí en los sentimientos.

Acomodo el maletín en mis piernas sin saber que responder, siento que soy yo la afortunada por tenerle en mi vida. Travis fue quien ayudó a mi alma a hacer Catarsis y no se quedó solo allí. Insistió en mi madurez emocional y la recuperación de mi seguridad.

—¿Dije alguna imprudencia? —su distinguida voz me regresa a tierra.

Sus cejas oscuras se fruncen y me observan con preocupación, se relajan al verme negar sonriente.

—Buscaba algo, por lo cual, él se sintiera orgulloso —niego —encontré solo los míos... Soy yo quien me siento afortunada de tenerlo.

—Eso solo confirma que tengo razón, señora Odam —señala haciendo una pausa al escuchar los toques en la puerta —¡Adelante!

—Espero no se moleste por ser yo quien llegara. Travis no se sintió bien y el doctor nos recomendó reposo...

—El único problema sería la firma, pero supongo usted tiene el aval de la empresa. Es la esposa de uno de los dueños y hermana del otro —sonríe y con ese le resta importancia a todo —¿Alguna noticia de la chica que rescató a su esposo?

—Se la tragó la tierra, a ella y a su caballo.

La extraña mujer recibió el dinero de la recompensa, mamá se la llevó al rancho y le dio una habitación. Mi familia quería tener una atención con ella, la veterinaria incluso revisó a su yegua. Mamá la dejó en los establos, aseguró que iba a dar de comer al animal.

—Al volver mi hermano y quiso verla, ya no estaba en los establos —le explico al hombre —pidió el dinero en efectivo y también lo dejó allí.

—¿Le sucedería algo?

Espero que no. El mayor misterio es que ella insistiera tanto en la recompensa y la dejara. Ninguno de los trabajadores la había visto irse y la veterinaria, que fue la última en hablar con ella, nos asegura, no le dijo nada.

—No hay misterio entre cielo y tierra que no sea develado —saca unos documentos de una gaveta y lo deja cerca de mí —Callaghan Style ha decidido hacer de su compañía nuestro principal proveedor.

Mi garganta se seca y contemplo la taza de café caliente con ansias deseosa que fuera una de licor. "Eso quedó atrás Lena" me reprendo y tomo el contrato en mis manos. Temo firmar algo que Travis y mi hermano no hayan leído previamente.

—Puede leerlo con tranquilidad, yo debo hacer un par de llamadas —se excusa levantándose de la silla y saliendo segundos después.

Es bien conocido por todos que la primera colección de Enrietta Callaghan fue un éxito. Todos hablaban de lo prodigiosa que era la chica, de quien se decía había heredado el don de su fallecido padre.

Mis ojos amenazan con salirse de sus órbitas al leer el monto del contrato. Aún más cuando leo los nombres de quienes figuran como contratista para los Callaghan.

Travis y Magdalena Odam. Era su sueño y no me parecía justo que mi nombre estuviera allí, cuando el que debería estar es el de su padre. Me considero una intrusa en una empresa que no es mía, todo el éxito de lo que es, se lo deben a Graham y Tabatta Odam.

—Su esposo aseguró que el éxito de la entrega fue gracias a usted —habla estirando una pluma — tiene razón, cualquier mujer se hubiera tendido a llorar cuando Odam desapareció. Usted, Magdalena se concentró en seguir los planes.

—Aquí debería estar el señor Graham, Tabatta o sus hijos —me quejo apretando la pluma en mis manos.

—Si no estoy mal, que su firma esté allí, fue de común acuerdo —desde ese ángulo solo puedo ver parte de su pantalón y al azar los ojos lo encuentro en lo más parecido a una sonrisa —usted y Enrietta me devolvieron la fe en las mujeres señora Odam.

Sin poder contener la emoción, firmo el documento y sonrío al ver mi nombre al lado del suyo. Al alzar mi mano, pude sostener la mirada al señor Callaghan y hasta obsequiarle una sonrisa.

—Imagino que el tal dolor en su pecho no existe —en respuesta solo sonríe y se alza de hombros tomando los documentos —gracias por confiar en nosotros, señor Callaghan.

—Es un placer trabajar con ustedes —señala el café y sonríe —creo que ya tiene la temperatura adecuada.

Una hora después, al salir del edificio, mi sonrisa en los labios persistía. El hotel estaba bastante cerca y quise hacer el camino a pie. Era el mejor regalado de bodas que pudo brindarme, ser parte de su sueño.

El camino por recorrer en su empresa era largo, pero estaba preparada para cualquier cosa. El viaje a la empresa fue con el estrés de no ser recibida y los recuerdos que me producía España. El de regreso al hotel, fue diferente. Todo mi cuerpo estaba relajado y pude disfrutar del paisaje, tanto que ve mi sonriendo a transeúntes a mi paso.

Al llegar al hotel, encuentro que el lobby, se celebra una reunión en una de las salas del hotel. Leo, la publicidad y descubro es una película que se grabó en la ciudad, me quedo allí leyendo los protagonistas y contemplando el mural.

—¿La señora está sola? —escucho una voz detrás de mí.

—En mi luna de miel —respondo con una sonrisa en mis labios —pero mi esposo me envío sola a una reunión importante y sin prepararme previamente.

—Estoy seguro de que tuvo sus motivos. —pasa una mano por mi cintura y apoyo mi cabeza en su rostro. —¿Te gustó la sorpresa?

—Me encantó —confieso cerrando los ojos, sintiendo los labios en su cuello —¿Qué hay de ese dolor?

—Desapareció mágicamente, tengo una buena enferma —pasa su naciente barba por mi cuello haciéndome cosquillas. —¿Quieres ir a verla? —señala la película. —es esta noche.

—Es nuestra última noche en Madrid —le recuerdo.

—Es nuestra primera noche en Madrid —corrige —esto apenas empieza Lena. Lo mejor está por venir.

Me aprieta contra él y paso mis manos sobre las suyas sin dejar de sonreír viendo a nuestro alrededor. El ir y venir de camarógrafos, organizando el salón, varios huéspedes hacen lo mismo, tomándose fotos en el mural y con la publicidad.

Nos alejamos del lugar y saliendo a la puerta. Habíamos prometido explorar la ciudad en la tarde y conocer un poco. Travis conoce la ciudad, ha venido con sus padres de vacaciones. Incluso asegura tener familiares en Madrid, que le gustaría que conociera.

—Tengo otros planes para esta noche —hablo en voz baja para que solo él me escuche y sonríe —y todas las noches.

—Sus deseos serán cumplidos.

Alzo el rostro hacia él, pero no me está viéndome... algo frente a él llama su atención y al seguir su mirada encuentro lo que ha llamado su atención. Yvonne Taylor sale de un local en la acera del frente, vestida de negro, y sus dos hijos la llevan cada una de la mano. Solo Augusto nota nuestra presencia, al encontrar nuestras miradas no hay odio o rechazo de parte y parte.

—Me prometiste una visita a una tía —le recuerdo a Travis tirando de él y sonríe alejando la mirada del trío del frente.

—¿Cuál tía? —pregunta distraído —creí que dijiste, nuestros planes eran en la habitación.

—Esta noche Travis —recalco cada frase alejándome al notar sus intenciones de entrarme al lugar —son las diez de la mañana.

—En casa son las nueve de la noche —me envía una sonrisa pícara y ruedo los ojos —además, hay un hijo que debemos acabar de hacer. —tira de mí y detiene su rostro cerca al mío.

—Gracias por creer en mí, sostenerme y nunca soltarme ...

—El agradecido soy yo señora —dice contra mis labios —lo haría mil veces si fuera necesario...

Recibo sus labios feliz por la vida que nos faltaba por vivir y lo importante que era para mí demostrarle cuan profundo es el amor que le profesaba.

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