XV - Ardentía
¿De qué sirve auto compadecerse? Regodearse en la tristeza. Subirle volumen a la música, una y otra y otra vez, hasta que no se oiga el crujir del corazón, el caer del alma. ¿Para qué qué embellecer un infierno? Si sigue siéndolo.
Cubrir las ojeras, envejecer sin vivir. ¿Para qué? Si llueve sobre mojado y no se hago nada para cambiarlo. No hago nada más que malgastar el tiempo, demasiado ausente para estar asustada. La vida pasa. Me susurra, me grita, me llama. Y yo la ignoro siempre.
"Estás mejor sin mí" le digo.
"No soy más que vacío. Y tú lo llenas todo"
Como humo de segunda mano, me veo diluyéndome en el cielo entre formas y espirales de toxicidad que algunos podrían considerar arte. Rodeada de preciosas nubes, de avecillas y luceros, pero sin poder respirar nada más que a mí misma.
Estoy quemando mis pulmones.
Y rompiendo cada espejo para culpar a las circunstancias. Despertando a media tarde, con el cerebro zumbando, y el corazón consumido entre arrepentimientos.
Con tanto miedo de mirar atrás y notar todo lo que perdí solo por estar triste que yo misma me he vendado las manos. Con tanto miedo del hoy que me he cosido las pestañas. Tan harta ya de ver cómo he caído en la comodidad de la decadencia. Sabiendo que no soporto despertar y saberlo.
Ando siempre adormecida, errática, enfebrecida. Con el mirar languideciendo sobre una estela de pena.
Vagando siempre entre quimeras de imaginaciones ajenas. Vagando en sueños, en pestañeos, en silencios...
¿De qué sirve auto compadecerse? Regodearse en la tristeza.
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