Capítulo 9

Bullying.




He aprendido qué, la vida puede llegar a ser muy difícil además hay un punto culminante en tu vida donde prefieres parar y rendirte.

Siempre pienso en dejarme caer y solamente rendirme. Y me pregunto ¿qué me espera en casa? Riñas, golpes y las adiciones de la mujer que alguna vez pude llamar madre. Lo único bueno y mío, que pueda decirlo así, es Ozlo un lindo perrito callejero, con suerte pude llevarlo a vivir conmigo y Gina mi madre, con la condición de que no daría ningún problema.

Cuando lo vi tan solo y desamparado, me vi a mí misma en aquella pequeña criatura, pero yo al menos tenía un techo donde vivir y comida. Verlo tan delgado y demacrado me causó un sentimiento tan terrible, que cuando se acercó a mí lo tomé entre mis brazos, el pobre no puso resistencia alguna; apenas y podía caminar.

Cuando lo llevé a mi casa apenas era un cachorro desnutrido, no pude llevarlo a un veterinario hasta que comencé a trabajar para pagar los chequeos de rutina, mientras me aseguraba de alimentarlo y limpiar cada herido en su pequeño cuerpo, desde entonces creció bastante. Y a aunque a Gina no le agradara su presencia rodando la casa, se tragaba cualquier opinión posible, porque sabía perfectamente que siendo yo la que trabajaba y pagaba todos los gastos, hasta la porquería que consumía, en cualquier momento podía dejar de hacerlo.

No recuerdo muy bien que nuestra relación haya sido buena en algún momento, ella siempre me ha ignorado desde que nací. Hay cosas muy difusas en mi pasado, cosas que no recuerdo; el doctor lo llamó lagunas mentales cuando tenía diez años intenté suicidarme y aún no se porque.

Desde ese entonces no recuerdo mucho, apenas recuerdo momentos sobre mi estadía en el hospital. Y cada vez que miro las cicatrices en mis muñecas, me causa escalofríos, aún no se la razón exacta pero me hago la idea... una niña con depresión a raíz del mal cuidado de su madre, los abusos incesantes en la escuela y sin nadie que la apoyara, además de una extraña enfermedad.

Podría echarle toda la culpa a mi enfermedad, pero jamás podría perdonarle a mi madre -si es que así podía llamarla- nunca haber estado para mí en aquellos momentos difíciles de mi niñez.

Y yo aún me preguntaba, ¿habrá sentido ella miedo? Miedo a perderme en aquella ocasión, no. Seguramente se habría sentido aliviada, se iba a librar de lo que más había odiado en el mundo.

En ningún momento me deseó, ni me quiso, y aprendí a vivir con ello. Por más que me costara aceptarlo.

Simplemente aprendí a vivir con muchas cosas. Con el bullying, el dolor y la soledad.

Hace seis años comprendí de la peor manera a vivir. A combatir y erradicar... en cuarto grado de primaria casi mato a un niño por decirme niña maldita...

... Me causó muchos problemas, pero se sintió de alguna manera, muy bien.

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