Capítulo 10 [Incompleto]
No es tu asunto.
—Eres mía —¿quién eres?—, eres tan dulce mi Hottie. Hueles tan bien —siento como un escalofrío recorre todo mi cuerpo, haciendo que mi piel se erice, ¿porqué no puedo ver su rostro?—, sabes tan bien.
Puedo sentir como su lengua mojada hace un recorrido por mis mejillas hasta la comisura de mi labio. ¿Porqué no puedo alejarlo? Se siente tan bien tenerlo cerca, y aún no se porqué.
—Me vuelves loco. Eres como una muñequita, quisiera hacerte todo lo que quisiera... pero no puedo —su voz, yo ya había escuchado su voz. En alguna parte—. Algún día serás, tan mía Hottie.
Quiero abrir más mis ojos, pero... no puedo. Desesperación, es lo que siento cuando sus manos se posan en mi cuello y aprietan mi garganta, quiero safarme pero tampoco puedo, él es mucho más fuerte que yo.
Aún así, pataleo y aunque pedir auxilio es inútil, me estoy quedando sin opciones. Y ahí vi la navaja —siempre la llevo conmigo, por alguna razón me hace sentir segura— la tomé, creí que me soltaría al verla, en cambio estrujó más mis vías respiratorias. Ya no me quedaban fuerzas, y por una extraña razón no quiero hacerle daño.
Y solo pude musitar:
—Quiero ser tuya, cariño.
Despierto exaltada. Siento que aún me falta el aire, pero poco a poco mi respiración se va normalizando, noto que mis cabellos estan pegados a mi frente por el sudor, así que enciendo la lámpara y me dirijo al baño.
Había sido un sueño, pero todo había sido tan real, en verdad lo parecía juraría que... Creo que estoy haciendo un melodrama, no fue real, solo fue un sueño sin sentido.
Esa sensación de desesperación me causa miedo, incertidumbre. No pude detenerlo, no pude hacer nada, mi mente me guiaba a que me defendiera y hacerle daño, pero mi cuerpo no reaccionaba, al contrario; se oponía.
¿Quién era?
¿Acaso lo conocía? No, no puede ser posible lo recordaría si fuera así, pero lo sentía tan extrañamente familiar, podría ser un recuerdo; no tampoco. Desearía recordar más de mi pasado, aunque no creo que sean recuerdos que valgan la pena de alguna manera, serían tan tristes y vacíos, tan carentes de alegría que ni siquiera quiero pensarlo.
Solo faltan dos horas para que el sol comience a salir, no creo que pueda conciliar el sueño de nuevo. Retiro mi bata blanca de dormir y me sumerjo en la bañera del pequeño cuarto de baño, el agua cala en mis huesos, está tan fría, poco a poco mi cuerpo se va acostumbrando a la temperatura sin mucho esfuerzo; me quedo un rato así, viendo el techo y las pequeñas manchas de moho, las baldosas quebradas y el óxido de la vieja tubería.
Sangre.
Casi por inercia llega a mi mente aquel recuerdo tan vago, en ésta misma bañera me encontraba ese día, aún con el uniforme puesto. No recordaba casi nada del incidente de hacía seis años atrás, pero tenía una imagen grabada perfectamente en mi mente.
Rojo intenso.
La sangre entremezclada con el agua, y la sensación de picor en mis muñecas, la fuerza casi inexistente de mi todo mi cuerpo..., y Gina asomando su cabeza viéndome directo. Por varios segundos se quedó allí solo observando estaba en shock y pasmada, no esperaba que me ayudara y tampoco quería que lo hiciera.
Pareció pensarlo bastante tiempo, aunque sentía la desesperación incesante de querer emerger del agua y tomar un poco de aire, no podía, no tenía fuerzas para hacer algún momento. Sentí como algo dentro de mí me abandonaba lentamente, quizás era eso que llamaban vida.
Ya me había resignado y así lo había querido, doloroso así me recordaría como fue mi estadía en el mundo terrenal. No le tenía tanto miedo al dolor físico como al emocional, cada uno dolía de diferentes maneras.
Poco a poco mis párpados se fueron cerrando perdiéndose en el leve color rojizo; pero... Sentí un frío intenso recorrer toda mi espina dorsal hasta acentuarse en mi nuca, estaba fuera del agua. Gina por fin se había decidido tomando una decisión, yo ya me encontraba demasiado débil como para protestar o decirle alguna cosa, volví a cerrar mis ojos sintiendo la fuerte brisa chocar contra mi cuerpo y un zarandeo al andar.
Desde ese punto solo podía recordar las paredes blancas del hospital, mis muñecas vendadas y bien sujetas por prevención. Era el único recuerdo cuerdo que tenía sobre mi pasado, algunos eran un poco difusos que no se si en verdad serían recuerdos o sueños bobos, no se porque Gina me salvó en aquel momento, pudo haber sido por amor; o simplemente lástima y remordimiento de conciencia.
Momentáneamente me concentro en lavar cada zona de mi cuerpo para después salir y envolverme en una toalla ligeramente transparente a causa del deterioro. Me dispongo a buscar mi uniforme, que consiste en una sencilla falda colegial y chemis color beige... Pero mi mente aún sigue divagando, más allá de este lugar.
Un ladrido de Ozlo me advierte de su presencia y su insistencia, que aparentemente tiene hambre, le sirvo lo suficiente en un pequeño bol, mientras recaliento un poco de lasaña del día anterior. Trato de cocinar lo más posible, aunque es un poco difícil por mi horario, por la mañana tengo que asistir al instituto y por la tarde trabajar hasta altas horas de la noche.
Sin embargo siempre me aseguro de dejar algo de comer para Gina —y ella tiene que encargarse por lo menos de alimentar a Ozlo y limpiar un poco—, ya que yo me alimento más en el establecimiento en cual he trabajo por más de un año y medio. Y de vez en cuando traigo sobras comestibles para nosotras y mi bola peluda.
Las horas corren tan rápido mientras me entretengo viendo el noticiero, me doy cuenta que ya es hora de irme, pero primero me aseguro de pasarme por la habitación de Gina; la cual aún sigue profundamente dormida ¿quién en su sano juicio se embriaga un miércoles por la tarde? Estaba comenzando a creer que ella empezaba a tener un fuerte problema con el alcohol.
Y de por sí era difícil lidiar con su adicción con las drogas y el cigarro, yo contribuía a ello, siempre le daba parte de mi ganancia a ella para que comprara alimentos cuando yo perfectamente sabía a que manos llegaría y que obtendría ella a cambio. O simplemente ella me pedía, aveces me negaba pero a la final siempre terminaba aceptando.
Salgo de allí con la imagen de su habitación hecho todo un chiquero maloliente.
Veo a todo el alumnado al rededor del instituto; algunos platicando, otros simplemente fisgoneando... y otras miradas estancadas en mi nuca. A pesar de los años algunas cosas no cambian, y por más que trate de pasar desapercibida es algo más que imposible, siempre me repito lo mismo.
Dentro de un año ya no estarás en este instituto, ni en este pueblo, ni mucho menos rodeada de esta gente.
Aveces funcionaba para tranquilizarme, y no mentía; en todo el tiempo que llevaba trabajando en el local de comida rápida había logrado ahorrar una cantidad justa para establecerme en la ciudad, y aunque las cosas fueran mucho más caras; pretendía esforzarme, no sabía si considerar a Gina como a una madre, creo que más bien era una compañía lejana.
También la llevaría conmigo, pero ella necesitaba ayuda y yo no podía seguir contribuyendo a que se hiciera más daño, y pese a todas las circunstancias yo estoy en deuda con ella, me había salvado la vida independiente de las razones que tuvo. Gracias a ella aún seguía con vida, no se si podría valor el hecho de haberme traído al mundo ya que había sido un acto casi por obligación.
La llevaría a un centro de rehabilitación. Quisiera o no, necesita ayuda.
Le doy una mirada rápida a mi reloj de mano, aún es un poco temprano, y la primera clase empieza dentro de veinte minutos. Podría perderme un rato en el pasillo de la vieja escuela, la primera institución que habían construido en el pueblo y ahora estaba abandonada, suelo pasar largo rato allí; más que todo en el receso. Solo tenía que cruzar la cerca.
Pero no tengo los ánimos para soportar las picadas de los mosquitos a cambio de un poco de soledad y tranquilidad. Entro directamente al aula que me corresponde, y me siento en mi pupitre habitual en la última fila.
No hay nadie y eso me permite tener un momento de paz, al menos para concentrarme en mi trabajo de química... Los minutos pasan y poco a poco el salón se va llenando, y por último la ruidosa campana anunciando la nueva jornada estudiantil.
Siempre me ha molestado, naturalmente ningún sonido escandaloso me hace gracia, toda la vida he vivido en un silencio profundo... Por eso me afecta
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top