Capítulo 1
Demoníaco.
Siempre supe que no era como los demás, algo en mí era diferente; física y mentalmente, quizás a un nivel demasiado demoníaco como para verlo. Todos me miraban con miedo como si en verdad fuera un monstruo, y yo era demasiado ingenua y pequeña para verlo claramente.
Siempre supe muchas cosas, las cuales ignoraba y algunas las desconocía completamente.
Las sensaciones; como la impotencia y la ira, gradualmente se apoderaban de mi sistema aunque nunca lo demostrara estaban ahí sintiéndose tan exasperantes, normalmente no mantenía contacto con nadie más que con mi madre... Ninguna de las personas del pueblo me consideraban una niña inofensiva, todo lo contrario, aunque algunas me temían por el contrario otras me dedicaban miradas llenas de odio y desprecio.
Había noches dónde mi cuerpo se contraía de dolor, y yo no sabía la razón, también días exactos dónde mis ojos ardían hasta el punto de no poder abrirlos, y ocasiones donde aire caliente se concentraba en mis pulmones y hacían que mi respiración se dificultara. Me asustaba el hecho de qué mi cuerpo reaccionara de una manera tan extraña, y me aterraba descubrir la razón.
Tan solo tenía seis años, solo tenía a mi madre y ella... casi nunca se encontraba en casa. Aún así ella estaba a mi lado, aunque casi nunca hablara, ni sonriera y solo llorara. Percibía en ella un aura un poco desagradable y deprimente, y por más qué lo intentara nunca lograba sacarle una sonrisa o al menos que cruzara más de cinco palabras conmigo.
Me sentía cohibida y un poco incómoda al su alrededor, trataba de no molestarla con mis preguntas que nunca eran respondidas, pero era casi imposible... Aveces parecía que le molestaba de alguna manera el sonido de mi voz.
Podría confundirme fácilmente con una muñeca, no hablaba a menos de que me lo pidiera, no lloraba ni sonreía si ella se encontraba cerca, no la molestaba cuando se encerraba en su habitación y no salía hasta el siguiente día, no le exigía cuando sentía mi estómago retorcerse de hambre, me infringí no sentir delantede ella.
A pesar de su poca atención, me conformaba con su simple compañía. Porque ella era lo único que yo tenía.
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