2. Catalepsia
—Podemos hacer que envíen tus cosas— hablaba SeHun mientras se formaban para tomar el avión de regreso a Corea.
—Me gustaría dejar mis cosas en casa— confesó el bajito —Quiero tener nuevos recuerdos contigo— el bajito llevó la mano de SeHun hasta sus labios para besar el dorso.
— ¿Qué hay del cuidado al medio ambiente? — cuestionó el más alto levantando una ceja.
—...Tienes razón— KyungSoo suspiró —Podemos hacer que envíen mis cosas.
Cómo parte de una nueva vida en pareja, los dos habían decidido vivir juntos en un domicilio fijo en uno de los barrios más distinguidos de Seúl, con influencia en los bienes raíces, no fue difícil encontrar un departamento de lujo para los recién casados.
—Mi madre nos ha puesto en contacto con un par de trabajadores domésticos— los dos ahora estaban acomodándose en sus asientos.
— ¿Crees que será muy necesario?
—Es un pent-house de dos pisos— respondió el pelinegro más alto.
—Pero solo somos nosotros dos...— sonrió KyungSoo.
—Lo vamos a necesitar, descuida— SeHun palmeó ligeramente la mano de KyungSoo que sostenía la suya y alejó su extremidad del agarre —Ahora... si me disculpas, voy a tomar una larga siesta.
—Mh— KyungSoo divertido, buscó los audífonos en su mochila de mano y colándoselos también dejó que una larga siesta lo tomara preso.
Ambos despertaron ocasionalmente para comer únicamente bocadillos, intercambiar pequeñas muestras de cariño y regresar a dormir.
Cuando el avión finalmente aterrizaba, KyungSoo ya estaba despierto. Vio por la ventana que tenía más próxima todo el proceso de aterrizaje, había pasado tanto tiempo desde la última vez que había pisado Corea, tantas cosas habían cambiado desde entonces.
El largo proceso aduanal terminó y los dos tomaron el servicio de taxis del aeropuerto para dirigirse hasta lo que a partir de ese día, iba a ser su domicilio familiar.
Los dos se mantuvieron en silencio, cada uno estaba absorto en sus propios pensamientos.
KyungSoo por una parte observaba detenidamente los edificios que iban dejando atrás, apenas podía creer que todo siguiera como lo recordaba, no hubo muchos cambios en su ausencia y sin embargo él se sentía una persona completamente diferente. Cuando dejó su ciudad natal era apenas un chico que había terminado la escuela media y ahora que regresaba con un par de años encima, experiencias y nuevas vivencias, con un anillo de un brillante metal precioso que indicaba su estatus sentimental. Sonrió con felicidad, si alguien le hubiera preguntado en el pasado donde se veía en el futuro, nunca hubiera podido imaginar que su presente iba a ser de esa manera.
Y por otro lado, SeHun apenas daba crédito a lo que estaba a punto de hacer, siempre había detestado la idea de permanecer en un mismo lugar por demasiado tiempo, su espíritu aventurero lo orillaba a siempre buscar más y ver más allá, pero cuando KyungSoo había entrado a su vida quiso que todo el caos de su día a día cesara, se había casado. El más alto abrió los ojos llenos de sorpresa ante la idealización de su propia decisión; estaba a punto de vivir al lado de su esposo en uno de los exclusivos edificios de la zona más elegante de su ciudad natal. SeHun tragó duro. No creyó que la formalidad y seriedad iban a llegar tan rápido a su vida.
Llegaron al edificio, caminaron tomados de la mano hasta el lobby del lugar y preguntaron por la llave de su departamento. El gerente del lugar apareció, tomó un par de libros y los dirigió hasta el elevador.
—Los estábamos esperando— sonrió el hombre apretando el botón del ascensor —Cuando se nos informó que debíamos preparar el pent-house para una joven pareja de recién casados... nos pusimos a trabajar de inmediato.
Los tres subieron hasta el último piso de la torre principal del condominio. El pent-house que se había reservado exclusivamente para ellos.
—Bienvenidos a casa...— el gerente abrió de par en par después de haber colocado el código de seguridad y de haber pasado una de las tarjetas en la chapa de la puerta.
El lugar era espacioso y justo como había descrito SeHun; dos pisos. La zona frontal del departamento era una amplia sala de estar, las paredes había sido sustituidas por gruesos cristales de una vista, así que el paisaje de la ciudad era impresionante. A los costados del recibidor se encontraban un par de escaleras que conducían a pasillos que llevaban directo a las habitaciones normales y a la habitación principal.
— ¿Nos sentamos? — indicó el gerente señalando con la palma extendida uno de los vistosos sillones en la sala.
SeHun y KyungSoo dejaron sus maletas frente a la puerta y recorrieron el lugar después de haberse quitado los zapatos. La sala de estar estaba cubierta por una elegante alfombra de un color neutro claro. Los tres se sentaron frente a la mesita de centro. El contrato les fue extendido.
No era compra, pues el inmueble no estaba disponible para su venta, iba a ser una renta de tres años con posterior posibilidad de compra, dependiendo de la posición de los dueños para entonces. SeHun firmó los papeles legales pues KyungSoo todavía no arreglaba sus documentos que lo acreditaban como un adulto legalmente, mientras que SeHun había hecho el papeleo por internet para solicitar al juez en Austria.
El negocio se cerró y el gerente dejó a la feliz pareja recorrer el lugar por su cuenta.
—Es muy grande— apreció KyungSoo girando sobre sus pies, logrando ver la cantidad de espacio que iban a tener.
—Te lo dije— SeHun levantó uno de sus hombros — ¿Quieres ir a recorrer el resto de la casa?
KyungSoo asintió y los dos fueron a explorar su nuevo hogar, el lugar apenas tenía decoraciones, era de un estilo minimalista y muy elegante, la habitación principal estaba equipada con un amplio guardarropa que bien podía considerarse otra recamara, el baño principal tenía todo lo necesario para tardes de relajación y noches románticas.
El par estaba exhausto del viaje, así que después de probar la larga bañera, volvieron a caer presas del sueño. Ninguno de los dos despertó hasta ya muy entrada la noche.
—Tengo hambre...— musitó KyungSoo viendo a SeHun todavía dormido a su lado, se levantó y recorrió el departamento hasta llegar a la cocina donde por supuesto no había ni una migaja de pan. Regresó a la cama derrotado y se prometió que a la mañana siguiente harían las compras.
La pareja salió a desayunar afuera y movilizándose en taxis fueron hasta el supermercado para abastecerse de víveres, SeHun habló con sus padres, contándoles que había llegado ya y que estaba haciendo las compras al lado de su esposo, sus progenitores se escandalizaron medianamente ante la noticia, ellos no tenían la menor idea de que su hijo menor había contraído nupcias pero estaban felices porque finalmente iba a empezar a ser más responsable respecto a su posición en la empresa hotelera.
KyungSoo por su parte también charló con sus padres, hablándoles de lo encantado que se sentía —Ahora podré desayunar mientras veo las caricaturas porque estaré viviendo bajo mis propias reglas— sonrió el bajito, pero sus ilusiones fueron destruidas cuando su padre le recordó que mientras él no generara un ingreso propio iba a seguir dependiendo de la fortuna de su herencia.
Los recién casados regresaron a casa y mientras acomodaban todas las cosas que habían comprado discutieron sus planes a futuro.
SeHun le dijo que iba a formar parte activa del equipo ejecutivo de la dinastía de hoteles, que comenzaría después de que terminara un par diplomados sobre negocios empresariales, KyungSoo le confesó que todavía se sentía indeciso sobre qué camino tomar.
— ¿Quieres ir a la Universidad? — preguntó SeHun.
—No lo sé... ¿Qué te parece la escuela de gastronomía?
—Me parece buena idea— asintió el más alto, acomodando las cajas de cereal por tamaño.
—Si...— asintió el azabache —Creo que me matricularé en el próximo ciclo.
—Mientras eso pasa...— SeHun dejó las latas de sopa y giró su rostro hasta su pareja — ¿Qué quieres hacer para tu cumpleaños?
KyungSoo abrió los ojos con sorpresa, había pasado tanto tiempo ignorando la fecha en la que vivían que incluso olvidó que su fecha de cumpleaños estaba cerca — ¿Podemos solo... ver películas?
SeHun levantó una ceja, lleno de incredulidad — ¿Qué te parece una pequeña fiesta? Invitamos a tus padres, a mis padres, cenamos algo sencillo y tenemos una pequeña reunión con nuestros amigos.
KyungSoo no se sentía muy seguro al respecto, si bien su relación con sus compañeros de escuela había mejorado, no podía sentir que eran lo suficientemente cercanos, pero aquello podría convertirse en una oportunidad de afinzar lazos —Está bien, me parece perfecto.
Y los planes se pusieron en marcha. Como no iba a ser nada muy vistoso o ajetreado, los esposos solamente hicieron llamadas telefónicas para dar la invitación personal. Como se trataba de un reciente matrimonio que había regresado del extranjero, nadie se negó a asistir.
Así, el 12 de enero de ese año, las familias Oh y Do, convivían animadamente en el largo comedor del nuevo departamento.
—Estoy encantada con todo lo que aconteció— hablaba la madre de SeHun después de que su hijo narrará la manera en la que su matrimonio se había dado.
—En Austria— canturreó la señora Do con ojos enamoradizos —Que sueño...
—Fue como un cuento de hadas— admitió KyungSoo.
— ¿Quién lo iba a pensar, enano? — su hermano mayor, ya todo un diligente de partido político.
Las familias siguieron charlando mientras elogiaban la comida preparada por el joven KyungSoo quien dio rienda suelta a todo el conocimiento que había adquirido en su viaje por el mundo.
—Definitivamente la profesión de chef te caería como anillo al dedo.
Incluso si él decidía no hacer nada, nunca iba a conocer los problemas económicos. Su vida estaba completamente asegurada.
La velada siguió y cambió de locación hasta una pequeña terraza al lado del salón, ahí recibieron al resto de los invitados. Los compañeros de escuela de KyungSoo se apresuraron a felicitarlo por su reciente matrimonio, lo abordaron con preguntas sobre su extenso viaje alrededor del mundo. Y por otra parte los seleccionados amigos de SeHun elogiaban su departamento y lo inteligente que había sido por haber contraído nupcias con el hijo menor de una de las familias más acaudaladas del país.
—Siempre supe que te iría bien en la vida— murmuraba un JunMyeon después de sorber con su pajilla el dulce contenido de su vaso de cristal.
—Eres muy feliz ahora ¿No es así? — preguntó MinSeok con una frívola sonrisita.
—No podría estar mejor— asintió KyungSoo para luego beber un pequeño trago de su copa de chardonnay.
Ciertamente, KyungSoo no podía imaginarse en una mejor situación, lo que hasta ese día había vivido al lado de SeHun lo catalogaba como todo un sueño hecho realidad, pues había olvidado por completo lo que alguna vez sintió por cualquier otra persona, pero estaba muy cerca de remembrar los enterrados sentimientos.
—Y tú jurabas que ese pianista era el amor de tu vida— JongIn susurró en su oído, asegurándose de que nadie más que sus amigos escucharan lo dicho.
La frase había caído como un balde de agua fría, KyungSoo se quedó quieto en su lugar y todo a su alrededor pareció ir en cámara lenta, sintió un primer latido de corazón en su interior, como si fuera la primera vez en mucho tiempo que su corazón estuviera funcionando. Abrió los ojos ligeramente, lleno de sorpresa.
— ¿Sabías que incluso sigue trabajando ahí? — volvió a decir JongIn con una mueca de desagrado —Después de todo este tiempo no pudo encontrar nada mejor.
—...— KyungSoo apenas abrió la boca para intentar decir algo al respecto, pero todos los sentimientos que se arremolinaban en su pecho tomaban presa cualquier palabra que estuviera a punto de salir.
—SeHun es mejor— asintió con una alargada sonrisa. JongIn se separó de él y continuó charlando con sus antiguos compañeros de escuela.
Después de la escuela media habían separado caminos, así que la pequeña reunión social para festejar el cumpleaños de KyungSoo también fungía como rencuentro para viejas amistades.
KyungSoo quedó absortó en sus pensamientos, de pronto recordó absolutamente todo lo que se había obligado a olvidar; su sonrisa, su mirada, su cabello, su tacto e incluso su aroma. Su corazón dolió, porque supo que después de todo lo que hizo para dejar atrás el recuerdo de ChanYeol, todo en su sentir seguía como siempre. Y se daba cuenta que lo que sentía por SeHun no era ni por asomo una mínima parte.
Pero en medio de una fiesta improvisada trató de recordarse una y otra vez que lo que quería no era exactamente lo que necesitaba, Y lo que necesitaba estaba precisamente en el pent-house que ahora compartía con su esposo.
De cualquier manera, no haría falta mucho para que KyungSoo se deslindara del manto de cubría sus ojos ante la verdad y conociera cada uno de los defectos de la persona con la que se había casado.
En días posteriores, KyungSoo se dio cuenta de algo insólito y es que la terraza de su departamento tenía la vista del otro extremo del río Han y a la distancia, entre cientos de edificios brillantes, destacaba el luminoso letrero del hotel donde L'attende bistro se encontraba. Sin proponérselo, a partir del día de su descubrimiento, KyungSoo pasaba horas admirando la vista, teniendo siempre en mente las palabras de JongIn "Sigue trabajando ahí"
KyungSoo se preguntaba si ChanYeol había logrado seguir con su vida, egoístamente deseaba que sus sentimientos también estuvieran intactos, como un infantil sueño de que algún día iban a encontrarse e iban a poder unirse con libertad.
Pero eso no podía ser posible, KyungSoo estaba casado.
— ¿Te sigue gustando?
Aquella pregunta por parte de SeHun le sacó el susto más grande de su vida. El más alto lo observaba, analítico, estaban teniendo un agradable desayuno en la terraza y KyungSoo se había mantenido en silencio todo el rato.
— ¿C-Cómo? — titubeó KyungSoo, siendo precavido de no soltar mucha más información de la que se le pedía.
— ¿Qué si te sigue gustando? — volvió a preguntar el mayor sin cambiar su severa expresión.
—Uh...
—L'Attende bistro, KyungSoo— inquirió SeHun, después de ver la desorientada expresión de su esposo —Cuando vine a Corea aquella vez no dejabas de hablar de ese restaurante, me aburrí de él de solo escucharte... ¿Sigue siendo tu restaurante favorito?
—Ah— KyungSoo relajó su actitud, bebió un poco de té y sin dejar de observar la torre del Península siguió hablando —No lo sé, tal vez te responda que mi restaurante favorito ahora es un rustico lugar a las afueras de Barcelona...
—Si...— asintió SeHun metiendo en su boca un par de trozos de toronja —Hay demasiadas cosas buenas en el mundo como para limitar tu criterio a una ciudad tan pequeña ¿No?
KyungSoo asintió con una pequeña e incómoda sonrisa.
El desayuno siguió llevándose a cabo en un silencio casi sospechoso.
Aunque la pareja de recién casados había pasado un par de años viviendo juntos, la sensación de establecerse formalmente era diferente.
Si le preguntaban a SeHun como se sentía al respecto, seguramente mentiría diciendo que no creyó que regresar a su ciudad natal iba a ser tan divertido como hasta ese momento. Pero la realidad era que, se sentía ahogado entre cuatro paredes, viviendo una rutina que consideraba agobiante, asistía a los diplomados para negocios después llegaba a casa donde la única persona con la que tenía contacto humano era con KyungSoo, lentamente empezaba a fastidiarse de ese ritmo de vida.
Aunque en el viaje también habían estado viviendo juntos y la gran mayoría de las veces solo se tenían el uno al otro, despejaban su mente yendo y explorando entre un montón de atracciones.
KyungSoo por su parte, entendía porque SeHun había desarrollado la necesidad de no vivir mucho tiempo en el mismo lugar, aunado al hecho de que parecía sentirse más solo que de costumbre, solo un tópico le rondaba por la cabeza, no podía dejar de ver la iluminación del último piso del Península, imaginándose que ahí, como en el pasado, estaría ChanYeol.
Y era solo el inicio de la tormentosa vida matrimonial.
Poco a poco SeHun decidió que podía dejar de llegar a casa para comer.
—No esperes mucho por mí— hablaba SeHun mientras se arreglaba frente al espejo.
— ¿Por qué? — quiso saber el bajito mientras deslizaba su dedo por la pantalla táctil de su teléfono, viendo las noticias del día.
—Saldré a comer con un par de sujetos del diplomado— respondió el más alto, acomodando el cuello de su camisa.
—De acuerdo...— KyungSoo dejó su teléfono de lado y con pereza abandonó la cama —Supongo que iré con mis padres.
SeHun levantó uno de sus hombros —Si quieres.
El bajito soltó un suspiro, incluso sentía distante a SeHun, era como si todo lo bueno que alguna vez llegó a gustarle fuera solo un lejano fantasma.
KyungSoo dejó de lado su afición por la cocina pues no veía el caso de cocinar solo para él cuando SeHun rara vez se aparecía en el departamento para comer y cuando iba a la casa de sus padres, estos lo orillaban a no levantar ni un solo dedo. Era como si realmente nada hubiera cambiado.
—Sé lo mucho que te gusta estar en la terraza— contó SeHun en la puerta del departamento —Pero por favor no olvides cerrar la puerta, el viento puede romper algún cristal.
—Siempre procuró cerrar la puerta— dijo KyungSoo girando la mirada hasta el más alto, se dio cuenta entonces, por primera vez en toda la mañana que su esposo llevaba consigo un par de maletas, se levantó de su lugar en el sillón y fue hasta donde el más alto se encontraba, temía lo peor —¿Qué es eso?
—Iré a Londres un par de días...
— ¿A Londres? — KyungSoo frunció el entrecejo —No recuerdo que me lo hubieras dicho ¿A qué vas a ir?
—Estoy seguro que te lo dije— asintió el mayor —Iré por cuestiones de negocios, no te mortifiques, regresaré en cuanto pueda.
— ¿Por qué no puedo ir contigo? — intervino KyungSoo de pronto.
—Será aburrido para ti— afirmó el contrario —Sólo te quedarías en el cuarto de hotel.
—No veo la diferencia de estar aquí— murmuró KyungSoo — ¿Me llamaras?
—Si— asintió el más alto —Cuando tenga tiempo te llamaré.
SeHun alistó todas sus cosas, listo para partir. KyungSoo colocó una de sus manos sobre el hombro más cercano y poniéndose de puntas, quiso alcanzar los labios de su esposo, sin embargo, SeHun desvió el rostro y dando un paso hacia atrás fue hasta la puerta de la casa.
—Te veré en un par de días.
El más alto abandonó el departamento sin decir mucho más.
KyungSoo se quedó en el mismo lugar, albergando una terrible sensación de abandono. Haber sido rechazado por su propio esposo lo llenó de desolación. Sin ánimos de seguir despierto regresó hasta la cama de su habitación y durmió durante el resto del día.
Los subsecuentes días no fueron muy diferentes al primer día sin SeHun, KyungSoo apenas se levantaba de su cama para ir al baño o coger un plato de cereal y comer en la cama.
Todo se sentía tan vacío.
Cuando Oh por fin regresó de su viaje exprés, la vida de KyungSoo pareció volver a tener un pequeño halo de brillo en ella.
—Cielos, KyungSoo— SeHun no dudo en hacer una mueca en cuanto observó lo descuidado de su aspecto.
—No creí que había pasado tanto tiempo— confesó, revolviendo sus cabellos, intentó llevar sus labios hasta la mejilla del más alto.
SeHun se limitó a interponer una mano entre los dos y retirar a KyungSoo de sí.
—Estoy cansado— dijo como respuesta a la molesta y dolida expresión que KyungSoo le dedicaba, aflojó el nudo de su corbata —Tomaré un baño.
KyungSoo apretó los labios.
—Deberías hacer lo mismo.
Sus manos se volvieron puños y vio como SeHun desapareció por el pasillo contiguo.
No era lo que suponía que iba a ser vida de casado. Se sentía atrapado en su propio hogar.
Después de lo acontecido, KyungSoo decidió que no se podía dejar victimizar, así que puso todo de sí para salir adelante, aún si parecía que nadie lo apoyaba. Regresó a tomar clases particulares de cocina, pudo incluso hacer un par de amigos con los que solía salir para descubrir misterios gastronómicos de la ciudad. A SeHun parecía no importarle que su esposo pasara escaso tiempo a su lado, en realidad no se daba cuenta pues él mismo pasaba el tiempo en sus propios asuntos.
Se habían hecho a un lado mutuamente y no parecía ser molestia para ninguno de los dos.
—KyungSoo ¿Podemos conocer a tu esposo? — preguntó atrevidamente una de las chicas con las había logrado mantener amistad.
— ¡Si! — insistió otra joven.
—No... no creo que se posible— rio KyungSoo nervioso.
—Chicas, chicas— el único hombre que se había unido a su escuadrón — ¿No ven que el señor Oh está ocupado todo el día?
KyungSoo volvió a emitir una risa nada confortable.
—Pero tener una vida como la tuya debe ser un sueño— canturreó una de las chicas —Te tengo tanta envidia, KyungSoo.
—Uh jajaja no tienes nada que envidiar, créeme— dijo KyungSoo completamente seguro, la vida que todos creían que vivía era solo una ilusión.
—Puedo imaginar incluso que en la habitación ustedes dos deben hacer un montón de travesuras— de manera pícara una de las chicas levantó las cejas rítmicamente.
KyungSoo se ruborizó, delatándose.
Pero esa era otra ilusión que enfrentaba. Ante la renuencia de SeHun a mantener contacto físico, no habían tenido intimidad en meses. KyungSoo se preguntaba cómo podía soportar no tocarlo, él lo intentaba pero como siempre era rechazaba dejó de probar.
A KyungSoo se le cruzó por la cabeza un divorcio, pero también medito en lo escandalizados que se pondrían todos, nuevamente se tenía pensando que lo que quería no era lo que necesitaba.
A pesar del nuevo ritmo de vida que había adoptado. KyungSoo no dejó nunca de ver por la terraza e imaginar que ChanYeol estaba del otro lado, tocando para él.
Esa misma noche se rompió la maldición del contacto físico y era primordialmente culpa del afrutado y embriagante aliento de SeHun.
Fue por mucho la experiencia menos satisfactoria y vergonzosa de los dos. KyungSoo estaba emocionado de por fin poder tener contacto con su pareja pero el tacto torpe y rudo de SeHun lo hizo cerrar los ojos con fuerza e imaginar que se encontraba en otra situación con otra persona.
Además de dar por hecho que su matrimonio estaba a nada de llamársele fallido, aceptó abiertamente que su enamoramiento por ChanYeol no se había ido jamás y que aunque fuera de manera platónica, iba a continuar con su admiración hacia el pianista.
Por ello, de manera determinada hizo una reservación en L'attende bistro. Se impresionó cuando se le informó sobre el horario de su preferencia, pues hasta donde él sabía solo atendían cenas, pero para dejarse sorprender aún más, eligió un horario para brunch.
Pidió con todas sus fuerzas mientras se alistaba que ChanYeol fuera a tener el turno de la mañana.
—Está tarde vendré a comer— le informó SeHun desde la regadera.
KyungSoo apretó los puños —Bueno, hay un directorio en la cocina, puedes ordenar lo que más te apetezca.
— ¿A dónde vas a ir? — preguntó el más alto.
—Iré a la casa de mis padres— mintió KyungSoo.
SeHun ya no dijo nada más y siguió alistándose para su propia agenda.
KyungSoo hizo lo mismo y diciéndose nada más que un simple "Hasta luego" se despidieron en el marco de la puerta del departamento.
El bajito condujo hasta el hotel donde el exclusivo restaurante se encontraba, había adquirido un flamante coche de último modelo y sus habilidades detrás del volante habían mejorado bastante desde que obtuvo su licencia.
Estaba nervioso, se sentía justo de la misma manera como cuando se encontró con ChanYeol por primera vez. Cuando llegó al edificio, peinó su cabello en el estacionamiento, acomodó su ropa y tomando únicamente sus llaves y su cartera, dejó el coche para tomar el ascensor.
La emoción crecía en su pecho, estaba a minutos de poder ver a ChanYeol de nuevo, esperaba que el pianista lo recordara, ya no esperaba que siguiera enamorado de él, solamente quería volver a verlo una vez más.
Un par de personas más se le unieron en el elevador, movía los dedos ansiosamente contra su pierna mientras veía el número del piso que iban dejando atrás.
Cuando finalmente las puertas del elevador se abrieron, el restaurante lo recibió, todo seguía exactamente como lo recordaba, la vista era magnifica, las decoraciones eran elegantes, la tranquila y suave música de piano llenaba el lugar, se quedó pasmado en su sitio, caminó lentamente hasta donde la anfitriona se encontraba, giró poco a poco la mirada hasta el lugar de donde provenía la música, tragó duro, sus ojos observaron atónito al pianista que recorría las teclas con habilidad.
El corazón de KyungSoo se detuvo, llenó de desilusión, no estaba ahí.
— ¿Ya lo esperan, señor? — saludó la anfitriona, KyungSoo se limitó a negar con la cabeza, estando a punto de regresar sobre su pasos, decidió darle una oportunidad al nuevo horario del que alguna vez fue su restaurante favorito.
—Tengo una reservación.
—Excelente— sonrió la chica frente a él — ¿A nombre de quién?
—Do KyungSoo— dijo nada más, la mujer buscó su nombre en la lista de reservas y luego de haber tachado su nombre, lo condujo hasta la mesa para uno que había reservado.
El bajito observó con melancolía la vista frente a él, la última que vez había pisado ese lugar había logrado darle su teléfono a ChanYeol.
Leyó la carta y ordenó lo que más le apetecía aunque la verdad, el hambre se le había desvanecido, solo veía por la enorme ventana, repasando en su memoria los lejanos días donde podía decir con sinceridad que era feliz.
KyungSoo picaba su comida sin ánimos cuando en el restaurante interrumpió uno de los trabajadores, fue hasta la barra del bar y preguntó por su olvidado saco de la noche anterior.
—Sí, aquí esta— dijo el barman extendiendo la prenda que le habían encargado —Ten un poco más de cuidado para la próxima, ChanYeol.
El alto sujeto asintió con la cabeza mientras sonreía avergonzadamente —Lo tendré, disculpa las molestas, gracias.
—Antes de que te vayas...— habló el barman — ¿Quieres decirme que piensas de este nuevo trago?
El maestro coctelero le extendió una copa de brillante contenido azul.
ChanYeol soltó una risita divertida y tomó asiento en uno los lugares libres, por la hora del día, no había gente en la barra —Ya que es mi día libre... me tomaré un merecido descanso— el más alto dio un pequeño sorbo, saboreó la bebida y segundos después tragó —Mh— asintió con felicidad —Sabe bien.
Un KyungSoo ajeno a lo que se vivía en la barra del bar, decidió terminar con su martirio, así que pidió la cuenta listo para marcharse. Supo desde el primer momento que buscar a ChanYeol en su lugar de trabajo era ridículo, pero no tenía ningún otro lugar donde encontrarlo, cuando quiso ir al lugar donde vivía cuando solían salir el sitio había sido demolido.
ChanYeol se quedó charlando en la barra durante un par de segundos más.
KyungSoo se levantaba de su lugar e iba hasta el elevador.
—Tengo que irme— ChanYeol dejó la copa de licor vacía —Será mi día libre pero tengo un montón de cosas que hacer.
—Nos vemos el viernes.
—Hasta el viernes— el más alto tomó su saco y cuando vio que el elevador estaba cerrando sus puertas corrió para intentar detener el ascensor — ¡Un momento!
ChanYeol fue lo suficientemente rápido para alcanzar a interponer su pie antes de que las puertas del elevador cerraran. El sujeto al interior parecía ajeno a todo, así que no pudo escuchar cuando se le pedía detener el elevador.
Sin embargo, el estruendo que causó ChanYeol al detener la puerta de cerrarse hizo a KyungSoo levantar la vista.
ChanYeol abrió los ojos sin poder creer lo que veía, la animada sonrisa abandonó su rostro.
KyungSoo abrió la boca lleno de impresión.
Se sintió como si el tiempo se hubiera detenido.
—KyungSoo...— susurró ChanYeol, sacudió la cabeza rápidamente y entró en el elevador, cerró la puerta y apretó el botón del sótano donde el estacionamiento se encontraba.
KyungSoo pasmado en su mismo lugar vio todo lo que ocurría.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó ChanYeol, posicionándose frente al joven.
El bajito apenas podía mantenerse en el presente.
—KyungSoo, respóndeme ¿Qué haces aquí?
—No...— fue lo único que pudo decir.
—Después de todos estos años...— musitó ChanYeol, sus ojos se cristalizaron, no pudo soportarlo mucho más, así que apresó el cuerpo de KyungSoo entre sus brazos y lo apretó fuertemente contra su pecho —Tanto tiempo...
—Yo...— las cosas estaban sucediendo tan rápido para él, cerró los ojos y se dejó envolver por el agradable calor del cuerpo ajeno. Los abrazos de ChanYeol siempre habían sido los mejores, el bajito colocó sus manos sobre su espalda.
Abrazados de esa manera, KyungSoo pudo sentir los húmedos gimoteos de ChanYeol sobre su hombro.
—Estuve esperándote todo este tiempo...
—ChanYeol...
—Desde que me dejaste... siempre tuve la ilusión de volver a verte— ChanYeol se separó del más bajito y sostuvo sus manos y ante el tacto no pudo ignorar el circular metal que abrazaba uno de los dedos de KyungSoo.
La mágica sonrisa de ChanYeol volvió a desaparecer, levantó la mano izquierda de KyungSoo y observó con el corazón destrozado, el brillante anillo.
— ¿Qué haces aquí? — el ceño fruncido del más alto rompió el corazón de KyungSoo — ¿Por qué vienes ahora?
—Sólo quería verte...
— ¿Cuándo te casaste? — preguntó ChanYeol con el dolor emergiendo desde lo más profundo de su corazón.
KyungSoo pestañeó repetidas veces —Hace unos meses...
ChanYeol hizo puño una de sus manos y golpeó con fuerza una de las paredes del ascensor — ¿Por qué viniste?
—ChanYeol... todo este tiempo— contó KyungSoo —Todo este tiempo no he dejado de quererte ni un poco.
—Entonces ¿Por qué?
El bajito sabía a qué se refería, pero no se sentía lo suficientemente listo ni valiente para dar respuesta a aquella pregunta.
—No he dejado de quererte ni un poco....
—...— ChanYeol negó con la cabeza, sin poder creer las palabras del más joven. Desde el día en que su relación se dio por terminada siempre albergó la esperanza de poder regresar al lado de KyungSoo, si el destino le daba la oportunidad se prometió a sí mismo ser más valiente y afrontaría cualquier cosa que se interpusiera entre los dos y ahora que estaba sucediendo justo frente a sus ojos, el destino le había jugado chueco. Le había puesto a KyungSoo nuevamente en el camino sólo para mostrarle que estaba más lejano que nunca.
—Sigo sintiendo lo mismo por ti— asintió el bajito, siendo sincero respecto a sus sentimientos, hablándose a sí mismo y a ChanYeol con la verdad.
—No es correcto, KyungSoo— ChanYeol gimoteó un poco, tragándose las ganas que tenía por romper en llanto, sus sentimientos siempre habían sido frágiles cuando se trataba del menor de los Do.
El azabache lo sabía, así que se limitó a ver a ChanYeol a los ojos.
El tiempo en el elevador pareció detenerse, sus miradas devoraron sus almas, descubriendo que los sentimientos mutuos seguían intactos, pero que las circunstancias se burlaban de ellos.
—Por favor no me busques más...— esta vez había sido ChanYeol quien quiso dar por terminado el encuentro.
—P-pero...— intervino KyungSoo.
—Por favor...— en el justo momento en que el más joven iba a dar un discurso rechazando la petición de ChanYeol, el elevador abrió sus puertas, el más alto salió del interior y avanzó con rapidez, dejando a KyungSoo atrás, con todo el dolor de su corazón.
El bajito lo vio irse, no hizo el esfuerzo por intentar detenerlo, como alguna vez había hecho ChanYeol con él, porque si traspolaba las situaciones, sabía de sobra que el intento iba a ser inútil. Se quedó clavado en su lugar, con las lágrimas siendo derramadas amargamente.
Estaba diciéndole adiós al amor verdadero por segunda vez en su joven vida.
El suceso marcó a KyungSoo de forma negativa. Si antes había podido salir adelante y escapar de la horrible realidad de su matrimonio, el haber escuchado de viva voz de ChanYeol que lo suyo estaba terminado, fue como si todas las esperanzas del mundo se hubieran desvanecido.
Una melancolía tomó presa su vida, iba a venía en su cotidianidad sintiendo el vacío y experimentando la culpabilidad de haberse deshecho de su propia felicidad.
A SeHun ni siquiera parecía importarle, no prestaba la suficiente atención como para ver que la ausente mirada de KyungSoo viajaba en el mundo de las fantasiosas posibilidades, añorando una vida que no podría tener jamás.
KyungSoo abría los ojos, respiraba, se podía sentir su pulso, pero para él se sentía como si estuviera muerto.
No dejó de admirar a la lejanía el último piso del Península, era la única cosa que seguía manteniéndolo ligado a la vida terrenal. Esa noche en especial, albergó en su corazón el último deseo en vida.
Borrar todo lo que hasta ese momento había vivido y rescribir toda su historia al lado de ChanYeol.
De manera autómata, el azabache dejó la terraza, caminó arrastrando los pies con pereza hasta su habitación y cerró los ojos, cayendo en un profundo sueño, del que nunca despertó.
—Te he dicho cientos de veces que cierres la puerta de la terraza— SeHun con lo distante que estaba siendo, no se había percatado de nada, arreglaba la corbata sobre su cuello —Puedes ocasionar un accidente, la próxima vez por favor asegúrate de cerrar la puerta.
KyungSoo permanecía acostado sobre uno de sus costados, con las manos entrelazadas entre sí.
—KyungSoo...— SeHun terminó de hacer el nudo y dio media vuelta para ver con fastidio al chico sobre la cama —Entiendo que no hagas mucho de tu vida últimamente, pero no puedes quedarte dormido todo el día.
El más alto caminó hasta donde KyungSoo se encontraba, dispuesto a despertarlo e incentivarlo a hacer algo productivo.
—KyungSoo— lo llamó en voz alta antes de intentar cualquier maniobra física —KyungSoo, te estoy hablando— el mayor movió ligeramente uno de sus hombros con una mano pero el contrario parecía no reaccionar.
El apacible rostro del bajito le indicó que seguía dormido, pero la poca respuesta ante estímulos externos lo ponía nervioso.
—Oye...— SeHun se inclinó un poco hacia él — ¿Estás enfermo?
No hubo respuesta alguna.
SeHun volvió a mecer el cuerpo, esta vez con un poco más fuerza, KyungSoo se desplomó sobre la cama, sus manos se desenvolvieron por inercia y sus brazos cayeron extendidos a los costados.
—KyungSoo— SeHun tembló cuando vio la flacidez de su cuerpo, con miedo colocó uno de sus dedos sobre la muñeca del más joven, intentado buscar el pulso, pero nada más que una frialdad pudo ser percibida.
El más alto alejó la mano con urgencia, lleno de pensamientos horribles tomó el teléfono y llamó al doctor.
El médico llegó en cuestión de pocos minutos, examino exhaustivamente a KyungSoo, hizo un par de pruebas antes de poder dar un veredicto final.
— ¿Cuándo se dio cuenta que no respondía? — preguntó el médico mientras tomaba la presión arterial.
—Esta mañana— la voz de SeHun temblaba —Estaba hablándole pero no respondía, así que pensé que solo estaba dormido...
El doctor alejó el estetoscopio del pecho de KyungSoo cuando no pudo percibir ningún sonido provenir de un vivo corazón.
—Señor Oh— el profesional adoptó una seria posición —Lamento informarle que su esposo está muerto.
SeHun llevó una de sus manos hasta su boca, horrorizado ante la noticia, la conmoción se apoderó de él y comenzó a sollozar lleno de dolor. No pudiendo encontrar una respuesta lógica ante el suceso, KyungSoo gozaba de admirable salud.
—Es necesario que se le practique una autopsia para descubrir la causa exacta de la defunción— informó el médico.
El más alto negó con la cabeza. Sus creencias religiosas le impedían perpetrar el cuerpo de un difunto, creía fervientemente que el cuerpo terrenal era solo un contenedor del espíritu y que el Dios en el que él creía reclamaría su cuerpo intacto en el día del juicio.
—Entiendo— asintió el doctor —Es necesario entonces que haga los arreglos funerarios.
SeHun acompañó al doctor hasta la salida, se quedó en la sala de su departamento lamentando su reciente pérdida, a pesar de que su relación se había denigrado a la de simples desconocidos, seguían siendo esposos, por lo que el sentimiento de luto no lo abandonó.
SeHun se encargó de avisarles a sus suegros sobre el infortunio de su hijo. Los señores Do no pudieron creer lo que les era informado, se preguntaban cómo había sucedido si hacía apenas un par de días habían visto a KyungSoo sin ningún malestar, pero ellos como SeHun tenían fuertes creencias religiosas que impedían tener una respuesta definitiva a tantas preguntas.
El servicio funerario arregló todo para que el velorio fuera en cuanto antes, llevado a cabo en la casa de los Do, asistieron innumerables personalidades a dar el luto a los familiares.
SeHun no podía creer que aquello estuviera pasando, sentado al lado del féretro que contenía el cuerpo del difunto KyungSoo. Desde que la noticia de la defunción le había sido dada, no se atrevió a mirarlo mucho menos a tocarlo. Y en está ocasión no quiso acercarse a verlo por última vez, la culpa lo carcomía, había sido una persona horrible con él los últimos meses de su vida.
La caja fue llevada hasta una iglesia donde se ofrecería una misa para el eterno descanso del menor de los Do.
Con el ataúd cerrado y un montón de flores puestas encima, los lamentos llenaban la ceremonia y posteriormente, el cuerpo fue trasladado hasta el cementerio.
La zanja ya había sido cavada, KyungSoo iba a ser enterrado en un lugar alejado, donde toda su familia pasada descansaba en paz.
Cientos de flores fueron lanzadas en el sepelio, y con una fúnebre música de fondo, la tierra se echó encima para cubrir el cadáver.
SeHun no podía dejar de llorar, su esposo estaba muerto y él no había fungido con la promesa que le hizo el día de su casamiento. Todos se fueron del lugar, pero él permaneció en el mismo sitio, despidiéndose entre gimoteos de su amado.
Dio un último vistazo a la lápida y dejó el cementerio.
El deceso de una persona tan importante no pasó desapercibido para los medios, noticieros y periódicos fueron inundados con la devastadora noticia.
Fue de esa trágica manera que ChanYeol fue conocedor de la muerte de KyungSoo.
La noticia terminó por romper el poco corazón que tenía, no imaginaba que la promesa de no volverlo a ver iba a ser cumplida bajo aquellas terribles circunstancias. Estaba tan dolido, la última vez que vio a KyungSoo había sido en un escenario poco agradable.
No pudo abandonar su cama en todo el día, las lagrimas no dejaban de llenar sus ojos, saber que la persona que más había querido en la vida ahora descansaba para siempre en el más allá. ¿Cómo iba a superar una perdida como aquella?
En su delirio de dolor, al caer la noche, ChanYeol dio paso a sus más descabelladas ideas, no iba a sentirse conforme con su último encuentro con el pelinegro, no iba a dejar ir a KyungSoo sin antes haberse despedido apropiadamente de él, así que llevado por el desesperado sentimiento de aferrarse a la idea de lo irreal, ChanYeol dejó su hogar, vestido en oscura ropa y tomando la pala de su vecino, fue hasta el cementerio donde había escuchado que los restos de KyungSoo descansaban.
ChanYeol no tuvo dificultad en entrar al panteón, la oscuridad fue su aliada y el silencioso ambiente le confirió anonimato. El más alto deambulo entre las lapidas, leyendo los nombres de las personas enterradas, cientos de historias dejadas atrás. Así, cuando encontró el fresco montículo de tierra supo de inmediato que la tumba pertenecía a su eterno amado.
Sin querer esperar más tiempo atado a su frágil cordura, empuño la pala y con desesperación comenzó a cavar, en el frenesí de adrenalina la velocidad dio cabida a una inhumana habilidad para despejar el féretro de la enorme cantidad de tierra debajo de sus pies. Sudado, nunca dejó que el esfuerzo cobrara cuentas, sin descanso continuó desenterrando a su por siempre enamorado.
Cuando el pico de la pala goleó contra la tapa del ataúd, ChanYeol dejó su herramienta perpetuadora de lado y siguió rascando con las manos hasta finalmente desempolvar la caja, pasó los sucios dedos por la brillante placa metálica donde se leían los datos.
"Do-Oh KyungSoo
12 de enero de 1993
...."
Y la fecha del día de su muerte fue imposible de leer por el más alto. Descubrió el ataúd de tierra y con fuerza abrió la caja, aún presa de la negación, pudo haber perdido lo que le quedaba de cordura cuando después de abierto, pudo vislumbrar bajo la luz de la luna el apacible rostro marmóreo de KyungSoo.
Cayó sobre sus rodillas, sobre el cuerpo del menor, el dolor empujó sus descabelladas ideas y nuevamente empapó su rostro de infinitas lágrimas de lamento, KyungSoo sostenía una flor entre sus manos juntas frente a su pecho.
La piel de su rostro estaba casi adherida a sus huesos, la palidez cadavérica lejos de conferirle un aspecto lúgubre, resaltaba lo tupido de sus lisas cejas, sus sonrosados labios lucían tan tersos como siempre.
ChanYeol apenas podía creer que el ser debajo de él había dado su último suspiro, estaba tan devastado que sin medir las consecuencias se atrevió a sostener la flácida mano izquierda entre las suyas, ofreciéndole el humano calor que no iba a ser capaz de experimentar nunca más.
Y fue quizás la temeraria naturaleza detrás de sus acciones la excusa que utilizó ante el insólito hecho que estaba presenciando.
Completamente acostado, rígido, helado y pálido, KyungSoo le dedicaba una aterradora mirada llena de vida.
ChanYeol soltó la mano de KyungSoo de inmediato, acercó su rostro hasta el del más joven y comprobó por segunda ocasión que los brillantes bucles del menor estaban abiertos y observándolo fijamente.
¿Era una maldición por haber abierto el ataúd de un difunto?
El más alto quiso hablar, emitir algún juicio y enfrentar el paranormal suceso del que era testigo. Pero sus palabras se atoraron en su garganta y presa de un terror, intentó salir de la zanja que él mismo había cavado. Pero la penetrante mirada de KyungSoo seguía clavada, taladrando su carnalidad y perforando cada entraña en su interior.
ChanYeol arañó las paredes de tierra, intentado escalara para huir.
— ¡AYUDA! — gritó ChanYeol, pudiendo dejar un alarido de socorro.
La mirada sobre su cuerpo lo estaba desesperando, dirigió un nuevo vistazo hacia el cuerpo de KyungSoo y volvió a atravesar un momento de poca cordura cuando se dio cuenta que el más joven permanecía con los ojos cerrados.
Tal vez había sido su imaginación la que le hizo ver cosas inexistentes, así que retomando la compostura, regresó hasta el yaciente inerte cuerpo, para regresar la postura original del cuerpo.
Y al momento en que ChanYeol deslizó sus largos dedos por la muñeca de la mano de KyungSoo pudo percibir un débil y muy quedo pulso. El mayor ya no quiso dejar hacerse presa frente a sus humanos terrores y con valentía acercó su oído hasta el pecho del menor, buscando el mínimo indicio de vida.
Un retumbar sobre sus oídos lo hizo actuar con rapidez. ChanYeol tomó el cuerpo de KyungSoo entre brazos y sacando una nueva fuerza, llevó a carga la supuesta difunta persona sobre su espalda. Ya había cerrado el féretro y con la pala volvía a echar la tierra para ir escalando sobre ella.
Y así, después de largas horas, la sepultura quedó hecha de perfecta manera para que la sospecha de una exhumación no fuera a despertar jamás.
KyungSoo a simple vista parecía como si no hubiera dejado jamás el lívido estado, pero su organismo enviaba débiles señales de que aún estaba vivo. ChanYeol pudo notarlo a tiempo, lo salvo de haber sido enterrado vivo.
Llevó el cuerpo de KyungSoo hasta su hogar, lo colocó sobre su cama y al notar que la temperatura de su cuerpo volvía a descender, lo cubrió de las cobijas y se apresuró a limpiar su rostro con agua tibia. Humedeció sus cabellos y con preocupación mezclada con admiración vio como el cadavérico color abandonaba su cuerpo y le regresaba la rosada vitalidad a las mejillas.
Comprobó la presencia de los pulsos y suspiró con alivio cuando pudo sentir el palpitar dentro de sus arterias.
ChanYeol lo observó con cautela, un milagro o no, la situación estaba fuera de su control, así que haciendo memoria recorrió el listado de personas que conocía y que podían servir de ayuda en un momento así. Sin problema pudo recordar a uno de sus viejos amigos de escuela, al que llamó de inmediato para que pudiera revisar a KyungSoo y que guardara el secreto de su regreso de la muerte.
El médico amigo de ChanYeol revisó rigurosamente a KyungSoo, después de habérsele contado la historia al principio no creyó, pero en cuanto identifico al chico de las noticias, no dudo más sobre la veracidad de la anécdota.
—Tus extraños instintos por ver una última vez a KyungSoo le han salvado la vida— dijo el doctor, los dos estaban en la pequeña sala de estar tomando una taza de té en la profundidad de la noche.
— ¿Qué puedes decirme de su estado?
—Hay algunas facultades en que nuestro cuerpo entra en ese estado de rigor mortis— respondió el profesional —No ha podido llegarse a una conclusión exacta, no pasó mucho tiempo bajo tierra así que su debilidad será pasajera...
— ¿Si? — ChanYeol quería saberlo todo sobre aquello que hizo que varias personas dieran fe a la muerte de KyungSoo.
—Lo que me preocupa...— el médico dirigió la atención hasta el pasillo que conducía a la habitación —...es el contexto en que suele presentarse esta entidad.
— ¿De qué hablas? — ChanYeol puso mayor atención a lo que le era explicado.
—Catalepsia— respondió el doctor —Más que una enfermedad, es un síndrome... un síntoma neuronal de una afección mucho más compleja.
— Explícate.
—Hay ciertas enfermedades psiquiátricas que llevan al límite de lo extraordinario a nuestro psique...— contó el médico —Cuando KyungSoo se recupere es necesario que sea evaluado por completo.
—Tienes que mantener el secreto— pidió el más alto de los dos —Por favor.
—...— el doctor guardó silencio, no queriendo ser cómplice de lo que se traía entre manos su cercano amigo.
—Al menos hasta que él pueda decidir qué hacer— comentó el pianista.
—De acuerdo...
ChanYeol se despidió de su amigo y regresó a la habitación para velar por la seguridad del más joven.
Fueron días y noches enteras las que ChanYeol cuidó del más bajito, había veces en las que abría los ojos y lo observaba de la misma tenebrosa manera en que lo había hecho el día de su desentierro. Movía sus dedos apenas y aceptaba la comida que le era ofrecida, pero no toleraba muy bien los alimentos.
Pero por fin, la mejoría llegó al bajito y KyungSoo recuperó la completa movilidad de sus extremidades, podía abrir y cerrar los ojos sin parecer un temible ente, el calor de su cuerpo volvía a irradiar.
—ChanYeol...— con una débil voz KyungSoo llamó a su cuidador, el más alto dirigió su atención hasta él y escuchó con atención cualquiera que fuera la petición que estaba a punto de hacérsele.
—KyungSoo ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?
El mencionado se limitó a asentir con la cabeza, todavía se sentía débil.
— ¿Necesitas algo? — el más alto tomó una de sus manos entre la suya y espero paciente.
KyungSoo sintió el tacto contra su piel, era tan real, era la prueba fidedigna de que nunca había muerto. Las lágrimas llenaron sus ojos y ChanYeol se apresuró a limpiar su rostro con preocupación.
— ¿Te duele algo? ¿Estás bien?
—Estoy bien...— susurró con temblor.
— ¿Seguro? ¿Quieres que llame a un doctor?
— ¡No! — se apresuró a decir, claramente y en voz bien alta.
ChanYeol se impresionó ante la negativa del más joven. Posterior a ello, el más alto le ofreció un plato de sopa caliente, la cual fue devorada, se le dieron un par de tés herbolarios y ChanYeol estuvo listo para dejar descansar a KyungSoo nuevamente.
—No me dejes solo— pronunció apenas.
— ¿No quieres descansar? — quiso saber el mayor.
—Después de haber sido enterrado vivo... lo último que quiero es volver a descansar— explicó el bajito, desvió la mirada afligida hasta la puerta de la habitación.
ChanYeol se había planteado la idea pero la había descartado pues todo estaba convenientemente bien ejecutado, pero sin temor se atrevió a indagar al respecto — ¿Qué fue lo que pasó?
KyungSoo tragó duro, no quería recordar los tormentosos momentos que pasó.
—Quería gritar...— fue lo único que atinó a decir —...Pero no podía mover ni un solo músculo.
Su mente volvió a llenarse de tempestuosos recuerdos. Y contar su historia le hizo experimentar las mismas sensaciones que en aquel entonces.
PUNTO DE VISTA DE KYUNGSOO
Sólo tenía una única razón para seguir viviendo.
Por más imposible que fuera, quería que todas mis decisiones fueran borradas de la historia para ser pintadas sobre un lienzo blanco al lado de la única persona que en verdad amé; Park ChanYeol.
Viendo el Península del otro lado del río Han imaginé que ChanYeol estaba parado detrás del enorme ventanal, deseando lo mismo que yo.
La noche era fría, así que dejé la terraza sin prestar mucho más atención a mi alrededor me desplace como un muerto hasta mi habitación.
SeHun no había llegado todavía, pero ya no le prestaba la más mínima importancia a su existencia. Vivíamos bajo el mismo techo, sosteníamos un absurdo título legal, pero éramos completamente extraños. Si alguna vez mi sueño de borrar mi pasado se hacía realidad, no iba a extrañar ni siquiera todo lo recorrido y vivido a lo largo del ancho mundo si podía permanecer al lado de ChanYeol.
No me di cuenta a qué hora cerré los ojos, me dejé llevar por el cansancio que se acumulaba sobre mis hombros a cada día que pasaba, era una pesantez el saber que debía seguir con una vacía vida carente de sentido.
Mis sueños fueron peculiares, de hecho, no hubo sueños.
Todo se sintió repleto de un sonido blanco, no había nada más que oscuridad, tenía la extraña sensación de estarme despegando en consciencia de mi cuerpo, sentía mis brazos como ajenos, ni si quiera mis pensamientos se sentían propios, todavía tenía los ojos cerrados, pero no podía darme cuenta de nada de lo que acontecía a mi alrededor.
Era como estar atrapado dentro de mi propio cuerpo.
Podía escuchar a lo lejos, una indistinguible voz decir mi nombre una y otra vez. Pero estando fuera del control de un cuerpo que no sentía como mío, no pude responder, no podía mover los ojos, no podía ni siquiera respirar.
Todo a mí alrededor era ajeno.
Fui llamado nuevamente.
Pero no respondí.
Todo se volvió borroso y volví a caer en una pérdida del conocimiento de la que no pude despertar hasta muchas horas después. No supe cuántas exactamente, pero habían sido las suficientes para hacerme caer en cuenta de lo que estaba pasando.
El cuerpo que habitaba estaba siendo llorado, escuchaba las plegarias de mi madre, los lamentos de mi padre, el doloroso sollozo de mi hermano y ese desvergonzado luto de mi esposo. Aún no reconocía a la persona que mi consciencia estaba acompañando, pero percibía como una extra-corporeidad que mi cuerpo estaba siendo confinado al estrecho espacio de lo que parecía ser un féretro.
¿Había muerto?
Mi deseo de empezar de nuevo estaba siendo concedido, quizás iba a empezar la otra vida donde mis decisiones ya no iban a ser acarreadas por el miedo. Una vida en la que pudiera ser capaz de amar a quien yo decidiera.
Pero no era así.
No estaba muerto.
Mi consciencia estaba regresando poco a poco a su lugar, los dedos que no sentía como míos ya eran capaces de percibir la helada piel de mi propio cuerpo.
Escuché un último lamento por parte de SeHun y la puerta del ataúd se cerró.
¡Estoy vivo!
Pero permanecí inmóvil.
¡Estoy vivo!
Sin mover un solo músculo mi cuerpo fue transportado por un largo tiempo hasta que poco a poco empezó a tambalearse al mismo tiempo que el sonido de la marcha fúnebre fungía como tormento de mi fin. ¿Era una mala broma del destino? Las teclas del piano atravesaban la gruesa madera de mi ataúd.
¡Estoy vivo! ¡Por favor!
Mi cuerpo no reaccionaba, si no gritaba, si no hacía algo para reafirmar la veracidad de mis palabras iba a morir prematuramente.
Escuché la tierra ser lanzada sobre mi caja, la capa de tierra se fue haciendo cada vez más densa hasta el punto en que fue imposible ser escuchando algún sonido desde el exterior. Si no podía yo escuchar ni lo más mínimo desde mi posición, como esperaba yo ser escuchado en mi situación.
Todo se detuvo, el sonido, los llantos, la marcha fúnebre.
Era solo yo, mis atormentados pensamientos y los tres metros de tierra encima de mí.
Era el final, había deseado tanto estar muerto que no imaginaba lo verdaderamente doloroso de esa realidad.
Nada mucho más catastrófico que ser consciente de tu propia muerte, tu lenta y olvidada muerte.
Sin poder moverme ni un poco, llevaba la cuenta de cuánto tiempo había transcurrido, iba a poder sobrevivir tan solo un par de horas ahí encerrado, el oxígeno iba a empezar a escasear y en un petrificado estado iba a ahogarme en mi propio entierro.
El aroma húmedo de la tierra atravesó la madera, imaginé como con el tiempo los gusanos iban a atravesar mi piel, esperaba que mi mente estuviera ya despegada de mi cuerpo cuando eso sucediera, si era ya de por sí horrible saber cómo iba a morir, iba a ser una locura experimentar en carne propia los signos cadavéricos de la descomposición.
Imaginar mi piel desprenderse de los músculos y mis músculos ser carcomidos hasta ser solo huesos, imaginar sentir el dolor de aquello y ser incapaz de expresar la más mínima muestra de incomodidad.
Quería gritar, aullar por auxilio.
Pero no podía mover nada de mí, sólo podía saber el exacto sitio donde me encontraba. Darme cuenta de que a solo un par de metros a los costados estaban mis difuntos antepasados no ayudo a tranquilizarme.
Pensar en otros pútridos cuerpos yacer a un lado e incluso debajo de mí, me dio la sensación de que la misma muerte estaba apresándome entre sus garras lentamente, conocía que mi tiempo no había llegado aún, pero aun así se aferraba a mi inmóvil cuerpo al tener yo la desventaja de estar desconectado de toda acción.
Podía sentirlo todo a mí alrededor, podía escucharlo todo, olerlo todo.
Presenciar la muerte, más sin embargo, ser incapaz de decir algo o hacer algo al respecto.
Mis minutos estaban contados.
Poco a poco estaba haciéndome falta el oxígeno, mis pensamientos se hicieron más lentos y muy lentamente iba sintiendo como me iba desprendiendo una vez más de mi cuerpo.
Todo fue sonido blanco, una completa oscuridad y nada más.
La horrible sensación de no tener a nadie más que a tus pensamientos durante el resto de la eternidad era lo que te esperaba después de la muerte.
No había un paraíso, no existía un tormentoso infierno. No iba a ser otra vez.
Imagina una eternidad recordando todo lo que hiciste mal, todo lo que no pudiste hacer, sin poder gritar, sin poder moverte, repitiendo los momentos que más te atormentaron en vida, al pasar la eternidad ibas a olvidar poco a poco, día a día lo que fuiste durante tu tiempo vivo y cuando eso sucediera ibas a ser uno con la nada... la vida después de la muerte era mucho más tormentosa de lo que hubiera podido imaginar.
Me encerré dentro una entidad mucho más allá de la consciencia, en ese estado de completo sosiego que la humanidad añoraba alcanzar. Pero que solo en muerte se podía lograr.
Quizás ya estaba muerto de verdad porque más que antes, desconocía todo a mí alrededor.
Pero fue quizás la única razón que me mantenía aferrado a la vida lo que me hizo despertar.
La diminuta esperanza que permaneció en mi corazón la última vez que estuve vivo.
Un tacto grácil sostuvo mi mano.
Eso lo sentí.
Tibias lágrimas mancharon la piel tocada.
Debía pedir ayuda.
Pero seguía sin poder moverme.
Los lamentos es escuchaban tan sinceros, tan desgarradores.
Quise fingir que no sabía de quien se trataba, pero en un último esfuerzo por dar lugar a mi último deseo. Abrí los ojos.
Y lo que pude ver fue a él.
Me observó de vuelta, horrorizado.
No lo culpaba, hace un par de segundos yo también me daba por muerto.
¡Estoy vivo!
Quise gritar, pero él solo atinó a escalar por la tierra.
¡Por favor, estoy vivo!
Quería llorar, era la última oportunidad, no me quedaban más fuerzas para seguir dándole a mi cuerpo el aliento de la vida, cerré los ojos una vez más, y abrace la vitalidad que todavía yacía en mi corazón. Me impulse a seguir viviendo.
Y él lo pudo entender, rápidamente reviso mis signos vitales, tomó mi cuerpo y me sacó de ahí.
Estaba salvado.
Pero a pesar de ya no estar dentro de un ataúd, seguía sin poder moverme ni un poco, la preocupación de ChanYeol era palpable, así que llamó a un doctor para que me revisara, hablaron de cosas que no entendía y me dejaron descansar.
A pesar de que quería levantarme y correr, no podía, estaba débil.
Gracias a los nobles cuidados de ChanYeol pude recobrar mis extintas fuerzas. Ya podía moverme un poco más, ya podía pestañear a voluntad. Y con el tiempo suficiente, pude incluso volver a articular palabra.
El tormento de ser prisionero en tu propio cuerpo...
Conocer el martirio que me esperaría después de mi verdadera muerte...
Eran cosas que parecían insignificantes al lado del mar de posibilidades que aún era capaz de decidir.
No iba a dejarme arrastrar por una deprimente sensación de soledad.
Si la vida misma me había dado ese retorcido camino para unir mi historia a la de ChanYeol, lo iba a tomar, está vez, sin miedo a ningún tipo de consecuencia.
FIN DE PUNTO DE VISTA DE KYUNGSOO
ChanYeol escuchó conmocionado lo que el más bajito le contó.
—Tenemos que dar aviso de tu falsa defunción— dijo ChanYeol, queriendo hacer las cosas de la manera correcta.
— ¡No! — volvió a rechazar KyungSoo —No quiero volver a ahí, ChanYeol, no hay ninguna diferencia entre estar muerto y vivir esa pesadilla.
—No puedes quedarte aquí...— contó el más alto —Es peligroso... para los dos, tienes que ver a un médico.
—Lo veré, lo veré pero...— KyungSoo buscó la mirada del más grande y pidió clemencia —Por favor no me hagas regresar.
ChanYeol tragó duro —No lo haré.
Sostuvieron sus manos firmemente.
Un nuevo comienzo estaba a punto de suscitar.
El amigo médico de ChanYeol regresó para examinar al bajito, dando un veredicto de salud, sin dejar de lado su idea de que KyungSoo tenía que ser revisado por un especialista, ambos le dijeron que lo harían en cuanto tuvieran oportunidad, pero pedían seguir guardando el secreto.
Con KyungSoo sintiéndose mucho mejor, al lado de ChanYeol idearon un plan para poder salir adelante.
KyungSoo no quería regresar a su antigua vida, pero con todo el país sabiendo sobre su muerte, era difícil poder dejar atrás su legado, sin embargo, con la cantidad de contactos que ChanYeol poseía, se le pudo ocurrir una descabellada idea.
El deseo que ChanYeol tenía de estar al lado de KyungSoo era tan grande que iba a ser capaz de hacer cualquier remota cosa por él. Por los dos.
Viajarían juntos, casi de manera ilegal en un cargamento de autos, ChanYeol tenía sus documentos en orden, sin embargo para KyungSoo fue un poco más complicado que eso, tuvieron que recurrir al fraudulento mundo de la venta de identidades para que KyungSoo pudiera hacerse de un pasaporte y una visa falsificados.
No tenían mucho dinero, ChanYeol había vendido todas sus cosas, así que iban a poder sobrevivir apenas los primeros meses en el nuevo continente, pero ya algo se les iba a ocurrir.
Los dos estaban dispuestos a llegar hasta la última instancia para cumplir sus fallidos sueños. El último deseo de ambas vidas.
Partieron una ventosa noche de otoño, los dos habían empacado apenas lo necesario, fueron recibidos por su ilícito contacto en la embarcación quien les dio indicaciones sobre quedarse bien quietos en su escondite, que él se encargaría de llevarles vivieres.
KyungSoo ya había viajado en barco antes, pero la experiencia no era comparable, en aquella ocasión había descansado cómodamente en su camarote, esta vez estaba apretujado en un rincón de la bóveda al lado de ChanYeol, la humedad se filtraba, el frío era apenas soportable.
La comida era escasa, un par de piezas de pan y una taza de té, durante los tres tiempos del día. Cuando obtenían un pedazo de carne eran afortunados.
KyungSoo siempre procuraba pedir disculpas por los infortunios que estaban atravesando, clamando ser el culpable de la precaria situación, pero ChanYeol lo tranquilizaba diciéndole que estaba todo en orden, que él había decidido aquello también, así que era responsabilidad de los dos. Y que muy seguramente todo lo que estaban sacrificando iba a ser bien remunerado en el futuro.
El viaje por mar duró exactamente 28 días, atravesaron el océano pacífico y desembarcaron en la costa oeste de los estados unidos americanos.
Cuando KyungSoo y ChanYeol pensaron en el lugar idóneo para huir, ChanYeol dio un montón de opciones dentro de Asia, incluso se atrevió a proponer la Europa del este, pero KyungSoo negó rotundamente, el temor que tenía por ser descubierto alguna vez era muy grande, así que recordando el desagrado que su entonces esposo tenía por el continente americano, propuso viajar hasta Estados Unidos.
ChanYeol pensó que un lugar al otro lado del mundo era perfecto, así que ahí estaban, a mitad de la madrugada, hambrientos y harapientos, en el puerto comercial de Seattle.
El destino final todavía no era alcanzado, así que su contacto les indicó donde debían viajar ahora para llegar hasta el lugar de su meta final.
Transbordaron un largo camión transportador, los coches de último modelo habían sido acomodados para atravesar el país.
KyungSoo y ChanYeol estaban agotados física y mentalmente. Todo su cuerpo dolía, pero debían aguantar un poco más, solo un poco más.
Siguiendo la frontera norte del país se desplazaron por los estados durante largos dos días. El invierno podía sentirse, las temperaturas eran inauditamente bajas en ese lado del país.
Tener un enorme lago divisor sólo hacía sentir el ambiente mucho más gélido. Finalmente, después de dos días KyungSoo y ChanYeol dejaron el transporte y rondaron por las calles poco transitadas al lado del río Hudson
Apenas habían podido dormir adecuadamente en un mes, así que caer por primera vez sobre un colchón viejo de un hotel de paso fue la gloria, tras un merecido descanso, el par se dispuso a seguir con lo siguiente en su plan.
Establecerse de manera fija en la ciudad.
Para ello debían encontrar un lugar donde quedarse y al no poder encontrar un lugar mucho más barato en cuanto renta, decidieron permanecer en el hotel de paso, no era inusual que las personas eligieran una habitación de hotel en lugar de rentar un complejo habitacional. Todavía no podían pagar una renta.
KyungSoo sufría cuando el agua caliente se terminaba y debía ducharse con agua fría, añoraba tanto los lejanos días en los que se sumergía en la tibia bañera de su lujoso departamento frente al río Han. Pero negaba rotundamente querer regresar a aquellos tormentosos días, soportar una ducha helada era mejor que seguir atrapado en aquel lugar.
ChanYeol pudo encontrar un empleo no muy distinto al que tenía, tocaba durante los turnos nocturnos de un restaurante y durante el día daba clases particulares de piano a domicilio. El ya no tan joven Park era talentoso por naturaleza, así que no fue complicado para él instruir a sus jóvenes alumnos.
El idioma no fue una barrera, ambos dominaban el inglés a la perfección, KyungSoo por su parte no tenía una vasta experiencia escolar, por lo que sus opciones de empleo fueron reducidas, intentó como vendedor de comida rápida pero sus compañeros lo catalogaron como muy "viejo" para intentar vender hamburguesas, descartó entonces cualquier empleo de autoservicio pues la edad no estaba jugando de su lado, sin rendirse, continuó buscando una fuente de ingresos.
Así que tanteó el mundo de los restaurantes. Alguna vez había sido otro de sus sueños, ser un chef de profesión, quiso respaldar sus conocimientos culinarios con todos los certificados de cursos gastronómicos tomados alrededor del mundo pero toda esa evidencia estaba bajo el nombre de una persona que ya no existía.
Tuvo que conformarse con ser el lavaplatos de un restaurante de mediana calidad.
Era difícil, pero ambos sabían que si se esforzaban lo suficiente iban a poder ser capaces de alcanzar mucho más que solo estar juntos.
—Algún día... esto será una anécdota divertida— ChanYeol besó las manos de KyungSoo con cariño, acostados en la vieja cama del hotel.
—Ansío por ese momento— sonrió el menor, depositó un mudo beso sobre los labios del mayor y ambos cayeron rendidos frente al sueño después de un largo día laboral.
Para KyungSoo no importaba si las cosas eran adversas, si todo lo que alguna vez conoció ya no estaba, porque ahora sentía que las cosas iban por el rumbo correcto.
Aguardaba ansioso por el feliz futuro que siempre quiso al lado de ChanYeol.
Pero aún tenían varias cosas que atravesar antes de proclamarse victoriosos.
__♡__
¡Hola!
¿Qué pasará con nuestra parejita?
¿Es KyungSoo un zombie?
¿ChanYeol tiene el poder de revivir a los muertos?
Tal vez ya saben la respuesta jajaja, pero...
Ambos son plots interesantes a seguir jajaja y si quieres conocer el infortunado final de esta historia, sigue al tanto de su publicación.
Espero que todos estén muy bien.
Amorcito a todos♡
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