Capitulo 9
POV AUTORA:
La descendiente de los van helsing se encontraba en la privacidad de la antigua habitación de Adrián, había estado todo el tiempo detrás de la puerta escuchando a la familia reunirse y al final decidió volver a la infantil habitación para descansar pero aunque soy principal objetivo era volver a la cama, paro su camino a solo pasos de esta y se desvío al espejo que se encontraba allí, se acerco y se vio el rostro detenidamente.
Esos dos mechones color fuego seguían cayendo desordenados por los costados de su rostro y su flequillo se mantenía intacto, lo demás seguía cayendo en suaves y leves rizos por toda su espalda. Sus ojos verdes brillaban como en su niñez aunque ya no había ni una pizca de inocencia en ellos, había soledad, tristeza y solo un poco de esperanza escondida.
Su rostro pálido había cambiado conforme a su edad, aun se veía delicada, sus mejillas tenían ese leve rubor por la sangre, sus labios se empeñaban en permanecer teñidos de ese carmín que fácilmente podría haber pasado por lápiz labial, no tenia imperfecciones...hasta que paro en su mejilla izquierda donde aun se mantenía una gaza. Con mucho cuidado la fue retirando y lo que vio la hizo fruncir el ceño en señal de disgusto, ese maldito realmente le había dejado una marca...no, corrección, tres marcas.
En esa mejilla ruborizada se podían ver con algo de atención como tres finas lineas un poco mas oscurecidas que el resto de su piel iban desde casi el inicio de su oreja hasta llegar a su barbilla.
Era la herida que alucard le había hecho en su primer encuentro.
Sintió tanta rabia, aunque nunca fue una superficial que se preocupara mucho por su aspecto, seguía siendo una mujer y como tal le agradaba verse bien y con eso aparte de sentirse extraña, también sentía que era la prueba de que un vampiro estuvo a nada de ganarle, a ella! A una van helsing.
Uff en ese momento deseo no haber salvado a alucard.
Annabeth: no, no, ese es un pensamiento muy peligroso.-se dijo así misma recordando que le debía mucho a la doctora tepes como para haber dejado a su hijo morir.
Sacudió la cabeza esperando que con eso, se esfumaran todos sus pensamientos homicidas, se alejo del espejo y se quito los zapatos para poder recostarse en la cama, estaba realmente agotada, y obviamente no lo admitiria ni bajo tortura pero no había dormido nada desde que volvieron al castillo, principalmente por que además de tener que curar al rubio, también tuvo que quedarse velando por él...No por que le importara, no, mas bien por que su madre casi le había suplicado que lo cuidara y no le quedo mas remedio que desvelarse.
No tardo mucho en quedar totalmente rendida a los brazos de Morfeo, aunque a los pocos minutos se dio cuenta que en realidad había caído en brazos de fobétor pues lo que visualizaba en su mente era su recuerdo más terrorífico.
Sus pequeños hermanos corrían por los jardines de la mansión Van Helsing jugueteando distraidamente bajo su atenta mirada, era solo tres años mayor que ese par de gemelos pero aún así tomó la responsabilidad de cuidarlos.
Sonrió cuando el más pequeño le colocaba una corona de flores en el cabello y después volvía con el gemelo mayor.
Era casi de noche por lo que con algo de pesar fue hasta los menores para adentrarlos en la casa pero un rugido monstruoso hizo que los tres soltaron un grito de terror puro, dirigieron la mirada al cielo y los menores se escondieron detrás de su hermana mayor al ver a una criatura demoníaca a varios metros de distancia del suelo, los escasos rayos del Sol aún lo iluminaban pero así como apareció, despareció.
Sin dudar un segundo, la mayor tomó las manos de sus hermanos y juntos corrieron a casa donde estaban sus padres, tíos y primos.
Todos se asustaron cuando los vieron entrar de esa manera y se alarmaron aún más cuando oyeron sobre el monstruo, su padre y tíos corrieron al bosque con armas en manos para buscar a la criatura pero al abandonarlos sin armas, no lograron predecir que los habitantes del Gran pueblo de gresit invadieron la mansión.
Las mujeres de la familia, a excepción de su madre, salieron para defender su hogar aún estando desarmadas.
Gritos de agonía...
Huesos rompiéndose...
El olor de la sangre...
Sintio cada una de esas sensaciones y todo empeoró cuando vio como la puerta principal era trancada y como poco a poco todo comenzaba a arder en llamas, asustada, su madre los tomó a los tres y corrió hacia la parte superior donde sus primos estaban aterrorizados, lo más normal en niños menores de 6 años igual que sus hermanos.
Todos corrieron hacia su madre buscando protección, con una mirada decidida, ella los guió con cuidado por los pasillos llenos de humo hacia el balcón pero antes de poder saltar gran parte del techo se derrumbó sobre su madre y los menores, grito aterrorizada al ver la sangre brotar de sus cuerpos, milagrosamente ella solo había terminado con una pierna lastimada pero su madre tenía medio cuerpo bajo la madera y ladrillos carbonizados.
Aún en shock se acercó a su moribunda madre y la miro con los ojos inundados de lágrimas, tenía que salvarla, rogaba a Dios que su padre regresara...pero en su lugar vio la sonrisa dolida de su progenitora.
Sophia: vive...eres nuestra esperanza, se fuerte, sigue con nuestra misión...y no llores jamás...te amamos annie.-sollozo tosiendo sangre, aunque su cariñosa sonrisa no de borraba.
Loa ojos de la pequeña pelirroja se abrieron de par en par al momento en que su madre la empujó con sus últimas fuerzas por el barandal del balcón, gimio adolorida cuando cayó en los arbustos, su vista se volvió borrosa mientras se retorcia ante el dolor, se negaba a caer en la inconsciencia.
De repente sintió como alguien la tomaba de los hombros con algo de fuerza, abrió los ojos soltando un grito de terror.
Vio a todos lados dándose cuenta que nuevamente estaba en la alcoba del castillo de dracula, al frente y aun sosteniéndola estaba un hombre de piel tigreña y cabellos azules grisáceos.
Se apartó de él, retrocediendo hasta que su espalda toco el espaldar de la cama, un suave gruñido la hizo bajar la mirada y se encontró con el único ojo azul brillante de un cachorro negro sentado cómodamente en sus piernas.
Volvió a gritar, lo que ocasionó que el perrito gimiera asustado y fuera a refugiarse en los brazos del hombre.
Annabeth: quien eres!? Que haces aquí!? Y que es esa cosa!?-interrogo entre asustada y molesta
Hector: me llamo hector y soy el protegido de dracula. Vine aquí por que cuando pasabamos por los pasillos cezar se soltó de mis brazos y entro aquí, te vi teniendo una pesadilla e intente despertarte, y no es una cosa, es mi mascota y se llama cezar.-respondió mirando mal a la pelirroja.
La chica suspiro aliviada de haber sido despertada de tan horrible pesadilla.
Annabeth: gracias, y disculpa mis gritos pero no es normal despertar y ver a un extraño sujetándote.-dijo, se levantó de la cama y agradeció mentalmente el estar vestida decentemente, ya había sido mucho que lisa y alucard la vieran una vez en camisón.
Hector: esta bien, me parece ya normal que se asusten cuando ven a cezar o a mis demás mascotas, todos son revividos.-respondió acariciando al cachorro
En respuesta, este se acurrucó contra él y soltó suaves gruñidos de satisfacción.
Annabeth: bueno...ahora que lo veo bien, no es tan extraño, el ojo desvía un poco la atención pero parece lindo.-comento acercándose un poco para acariciar la cabeza de cezar.
Hector: creo que le gustaste señorita...ammm..-balbuceo nerviosamente
Annabeth: annabeth.-completo con una diminuta sonrisa, no sabia que tenia ese chico pero le provocaba ternura, una ternura que no sentía desde que vio por última vez a sus hermanos menores.
Ambos decidieron salir de la habitación con dirección a los jardines, seria muy inapropiado si alguien los veía a ambos en la habitación de la chica.
Hector: es un lindo nombre, muy bien, señorita annabeth, Isaac me contó que usted fue también a la batalla contra mi maestro.
Annabeth: gracias y si, yo fui con alucard y Isaac, son buenos luchadores. Por que no estabas con nosotros? Por tu uniforme supongo que también eres un general, aunque seas algo pequeño.-dijo respirando el aire nocturno de Valaquia.
Hector: lo soy, pero me destaco más como maestro forjador, siento decir que fui yo quien creo los demonios que mi maestro despertó para la batalla, esos demonios eran un ejercito durmiente que solo se utilizarían en caso de que algún belmont, van helsing o price nos invadiera, nunca creí que mi señor los usaría para algo tan siniestro.-confeso bajando la mirada al verde césped.
Annabeth: creaste protección para el castillo, nunca para hacer daño a los humanos, no es culpa tuya que fueran usados de esa manera.
Hector: pero ellos me eran leales a mi, pude detenerlo con una orden pero no pude.
Annabeth: dracula es un monstruo de temer, no me extraña que temieras a su reacción si no lo ayudabas.-expreso cruzando los brazos
Hector: mi maestro no es un monstruo!! Es un hombre bueno, amable y cariñoso con su familia, estaba cegado por el dolor.-dijo entre molesto y apenado
Annabeth: hirió a alucard!-acusó sonando más molesta de lo que quería.
Hector: y el no se lo perdonara, pero las heridas pueden sanar si son tratadas a tiempo. Nosotros no somos nadie para juzgar a mi señor.
Annabeth sintio un peso en su estómago, sabía que debía darle la razón en ese último comentario, pero era lo suficientemente orgullosa como para no admitirlo y simplemente guardo silencio al igual que sus dos acompañantes ignorando los ojos rojos que los observaban con burla y superioridad.
Continuará...
En la mitología griega, Morfeo (en griego antiguo Μορφεύς, de μορφή morphê, ‘forma’) es el dios de los sueños, hijo de la personificación del sueño (Hipnos), y encargado de llevar sueños a reyes y emperadores. Según ciertas teologíasantiguas, es el principal de los Oniros, los mil hijos engendrados por Hipnos (el Sueño) y Nix(la Noche, su madre), o por Hipnos con Pasítea.
En la mitología griega, Fobétor (delgriego phobétor: 'el que da miedo') era uno de los oniros, los hijos de Hipnos (el sueño) y la cárite Pasítea, que personificaban los sueños. De acuerdo con Hesíodo (en el siglo VII a. C.), Fobétor es el hijo de Nyx, la diosaprimordial de la noche, producido partenogenéticamente.
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