Capitulo 1

Año 1475...

Valaquia...

Una casa de dos pisos a las afueras de la ciudad era tímidamente iluminada por los rayos solares, dentro de esta una mujer anciana sonreía con timidez a una bella mujer de cabellos rubios.

Anciana: es usted una mujer muy bondadosa, doctora tepes, ciertamente es la primera vez que veo a alguien preocuparse tanto por una desconocida.-decía mientras tomaba el té que la mujer frente a ella le ofrecía

Lisa: es una niña, tal vez menor que mi hijo, cualquier otra persona la habría ayudado si la hubiera encontrado en las mismas condiciones.-respondió con una leve sonrisa

Anciana: no es verdad, en este pueblo todos son muy recelosos con los extraños y ciertamente esa niña es la mas extraña que he visto nunca, ese cabello rojo no es muy común por estos lugares. Pero que creé que le haya pasado? Se veía lastimada.

Lisa: tal vez fue asaltada en el camino, lo extraño es que aun tenia su bolso de viaje con ella.-dijo con una expresion pensativa.

En el piso de arriba, en una pequeña y algo infantil habitacion, una chica de no mas de 19 años yacía recostada sobre una cómoda cama de plumas y sedas, pero pese a eso la joven se veía incomoda, casi desesperada por escapar de sus captores imaginarios, minutos fueron suficientes para despertar dejando libre un grito agudo que alerto a las dos mujeres en el piso de abajo.

Su respiración era agitada y su frente estaba perlada, consecuencia de la fiebre, instintivamente miraba a todas direcciones buscando señales de peligro.
Fue extraño encontrarse a si misma en una habitación extraña si lo último que recordaba era estar al menos a 10 metros de la entrada de Valaquia.
Su mente corría a mil por minuto tratando de recordar alg mas que le diera una pista de donde estaba, en definifitva no era una posada pues la habitación se veía ya personalizada, la cama de plumas y sedas le daban un indicio de que quien fuera que la hubiera ayudado era de clase acomodada, el techo de la habitación estaba pintado de tal manera que parecía casi como si el cielo nocturno se hubiera trasladado allí. Había un gran estante con libros de diferentes materias, una pintura familiar, un escritorio con algunas hojas y lapices de dibujo y un pequeño corral con viejos pero bien conservados peluches, era la habitación de un niño sin duda.

Pasos apresurados la hicieron ponerse alerta, con la mirada busco algún indicio de bolso de viaje pero este no estaba a la vista, frustrada se quedo mirando fijamente la puerta en espera del peligro, pero en ligar de eso por la puerta se presentó una hermosa mujer de cabellos dorados como el sol y ojos celestes serenos y llenos de curiosidad.

Lisa: que alivio, estuviste dormida un bien tiempo, empezaba a creer que no despertarías.-dijo caminando hacia ella para tomar asiento en un silla al lado de la cama.

La chica la miro con desconfianza, la mujer irradiaba calidez pero por las malas había aprendido a no confiar ni en los ángeles.

Lisa: oh! Perdona mis modales, mi nombre es lisa tepes, soy doctora.-se presento al notar la mirada expectante de la menor

Annabeth: me llamo annabeth, como he llegado hasta aquí, doctora tepes?-pregunto manteniéndose a la defensiva

Lisa: pues te encontré hace dos dias, estabas inconsciente al lado del riachuelo, buscaba algunas plantas medicinales y te vi, no podía dejarte sola así que te traje hasta mi hogar.-explico sonriendole

Annabeth: he estado dormida dos días?-repitio con una verdadera mueca de sorpresa.

Lisa: así es, estabas herida, no podía dejarte allí tirada.-respondió

Annabeth: le agradezco sus cuidados, doctora, pero ya es momento de que me marche, no puedo abusar de su hospitalidad.-dijo levantándose de la cama, tambaleándose un poco al inicio, fue en ese momento que noto que ni siquiera llevaba su ropa puesta como reemplazo tenia un fino y suave camisón lila que le cubría algunos centímetros antes de las rodillas.
Una mueca de incomodidad se hizo presente en su rostro al llegar a la conclusión de que esa mujer la había visto desnuda.

Lisa: lo lamento pero debía cambiar tu ropa, tenia tierra y algo de sangre así que te preste uno de los camisones. Espera aquí, tu ropa ya debe estar seca.-menciono levantándose de la silla para ir en busca de la ropa.

Annabeth: maldicion, dos días inconsciente es demasiado, es mejor que me marche de inmediato o se me escapara.-pensó mirando por la ventana como el atardecer se acercaba.

A los pocos minutos la doctora volvió con la ropa de la muchacha en manos y también con la mochila de esta.
Se lo entrego y salio de la habitación para darle algo de privacidad.

Sin dudarlo se quito delicadamente el camisón y lo dejo bien doblado sobre la cama para proceder a colocarse sus pantalones negros, la remera gris, los botines hasta las rodillas, su cinturón, el segundo cinturón donde gracias a los dioses aun estaban sus pequeñas dagas y la pequeña chaqueta negra de mangas largas.
Dio una vista rápida al espejo y se ato sus rebeldes risos escarlata.

Annabeth: perfecto, si estabas rondando esta ciudad significa que hay algo interesante por aquí, me quedare por los alrededores.-pensó colocándose su mochila en la espalda, claro que ya había confirmado que sus cimitarra siguieran allí.

Annabeth: doctora tepes?-llamo bajando la escalera.

Lisa: segura de que te sientes mejor? Puedes quedarte aquí mas tiempo si lo deseas.-ofreció sonriendole al igual que la anciana.

Annabeth: no quisiera abusar mas de usted, acepte esto como pago por su ayuda.-deja con una pequeña bolsa con lo que lisa sospecha, por el sonido, deben ser monedas de oro.-muchas gracias por todo, que tenga buena noche.-se despide rápidamente sin darle tiempo a ninguna de las señoras de replicar.

Anciana: ahh la juventud, parecen mas apresurados cada día.-ríe

La menor le corresponde la risa y busca entre sus estantes la medicina que tanto necesita la mayor, una vez dada va hacia la puerta pero apenas abre esta se encuentra con el aprendiz del obispo de la iglesia y a varios sacerdotes.

Lisa: umm buenas tardes, necesitan algo caballeros?-preguntó tratándose los nervios

Obispo: retirece.-ordeno a la anciana quien miro con pena a la rubia antes de comenzar su camino hacia casa, o al menos eso creyeron ellos pues la anciana fue ni mas ni menos a pedir ayuda a cualquier persona que pidiese pero lastimosamente todos creían fielmente que la bondadosa doctora era una bruja y amante del diablo.
Desesperada comenzó a andar por las calles buscando a alguna persona...hasta que a lo lejos vio una inconfundible cabellera roja como el fuego que se alejaba poco a poco.

Anciana: que alivio! Aun sigues aquí!-exclamo tratando de alcanzar a la pelirroja.

Annabeth: señora? Por que me esta siguiendo?-preguntó curiosa, era desconfiada pero la señora frente a ella no era mas que una vieja inofensiva.

Anciana: es la doctora tepes! Esta en peligro, el obispo la fue a buscar.-explico desesperada

Annabeth: y por que eso debería importarme? Si el obispo la busco es por algo.-dijo fríamente

Anciana: nadie en este pueblo te abría ayudado! Ella salvo tu vida, le debes corresponder!-exigió cada vez mas molesta

Y por mas que la pelirroja quisiera negarlo, era demasiado cierto lo que decía la anciana, le debía el gesto a la rubia.
Con un gruñido inconforme cambio su rumbo en dirección a la casa de la dulce mujer y lo que encontró no le gusto en lo mas mínimo, con coraje vio como los hombres con trajes de sacerdotes tomaban de los brazos a la pobre mujer para comenzar a llevarla contra su voluntad.

El obispo tomo una antorcha y ante la vista de todos los pobladores entro a la casa de la mujer y la prendió fuego.
Los hombres gritaron de ¿jubiló?...

Annabeth: que demonios le pasa a la gente de este pueblo?-susurro entrecerrando los ojos

Sabiendo que se arrepentiría después de sus acciones, siguió a la turda enfurecida quienes gritaban blasfemias contra la doctora quien parecía desesperada por alguien más.
Hubo un momento en que dejo de ver a la mujer y a los sacerdotes y en su lugar se encontro rodeada de una gran multitud quienes parecían entre emocionados y asustados por entrar a la catedral.
Con gran dificultad logro llegar al frente de toda esa gente y miro el cielo con sorpresa pues no creyó que pasaría tanto tiempo tratando de escapar de la multitud, el sol estaba por ponerse.
Dirigió su mirada al frente de todo y dejo escapar un jadeo de sorpresa al ver frente a ella una hoguera como las que...se usaban para quemar brujas.

Annabeth: no es cierto...-murmuro impactada.

Continuará...

Cimitarra: La cimitarra es un arma refinada, fina y ligera. Es decididamente cortante, con un solo filo y una empuñadura protectora.

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