7.


Mi respiración era pesada, mantenía la mirada puesta en una esquina de la enorme oficina.

¿Por qué tardaba tanto? ¿Por qué estaba aquí en primer lugar? Me preguntaba una y otra vez. Pero no importaba cuantas veces me lo preguntase, no encontraba una respuesta. Fue hasta ese momento en que el sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos.

—Perdone el retraso —dijo el director con un acento un poco extraño.

—Descuide —le respondí en voz baja. Mientras jugaba con los dedos de mis manos. Era mi primera vez en dirección, era normal estar nerviosa.

—Señorita Son, verá —comenzó aclarando su garganta —Le llamé para entregarle su comprobante de pago.

¿QUÉ?

Mis ojos se abrieron tanto, que creí en algún momento se saldrían de su lugar. Yo no había pagado nada.

—Eso es un error, yo no he pagado nada, aún.

—Pues aquí dice lo contrario —me explico sonriendo con amabilidad—Sólo necesito su firma aquí y podrá retirarse a su casa como los demás.

Tomé dudosa el bolígrafo y con nerviosismo firme aquella hoja.

—Muchas gracias —mencionó guardando la hoja en uno de los archiveros —Puede retirarse.

Asentí levemente aún sin comprender del todo la situación y me levanté colgándome la mochila en un hombro.

—Sólo una cosa más —hablé deteniéndome frente a la puerta antes de salir —Podría decirme quién realizó el pago.

El enojo me estaba consumiendo por completo, estaba furiosa, muy muy, demasiado furiosa. ¿Por qué había hecho eso?
¿Qué le daba el derecho?
¿Por qué comenzaba a meterse en mi vida?
¿Por qué? ¿Por qué ahora después de mucho tiempo?

Una mezcla de emociones, de sentimientos se comprimían en mi pecho, no sabía si llorar de frustración, gritar de emoción, o matar a alguien por enojo. Mi sangre hervía, las manos me temblaban, las cuestiones inundaban mi cabeza haciendo rayones por doquier.

—¡Carajo! —grité ahogando un grito y golpeé fuertemente mi casillero a puño cerrado.

Automáticamente envolví mi brazo al pecho, eso había dolido demasiado.

—Ey ¿Qué haces? —exclamó con preocupación tomando mi mano rápidamente para confirmar que no me había lastimado —¿Qué pasó? ¿Qué te dijo el director?—cuestiono Ten con curiosidad al ver el estado en el que me encontraba.

—Necesito ir a un lugar para arreglar unos asuntos—fu lo único que respondí evitando a su pregunta.

—No, no así —se paró frente a mi impidiendo mi paso —Matarás a alguien.

—Entonces ven conmigo y sé mi cómplice —tomé los tirantes de mi mochila con fuerza, lo quite del frente y caminé hacia la salida.

—La Lic. Park los atenderá en un momento —nos dijo la secretaria colgando el teléfono a su izquierda. Y luego siguió tecleando mientras mascaba su chile, causando cierta irritabilidad en mi persona.

Ambos asentimos.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Quién es la licenciada Park?

Preguntó el chico confundido a mi lado. Y yo no estaba completamente segura de si debía contarle mi situación o no, estaba claro que nuestra relación de amigos en cuestión de confianza había avanzado demasiado rápido, sin embargo, estaba claro que Ten y yo aún no nos conocíamos lo suficiente.

—Es que...

—Adelante, ella los recibirá —me interrumpió la misma señorita levantándose de su silla giratoria—Por aquí, síganme —ambos nos levantamos y caminamos detrás de ella por un largo pasillo con piso alfombrado en guinda, al final de este abrió una puerta de cristal —Adelante —con nerviosismo nos adentramos a la oficina.

—Díganme en que los... —fue justo ese momento en donde nuestras miradas se encontraron por primera vez en muchísimo tiempo, y decir que estaba sorprendida era poco—¿Son Hye?

—¿Qué es ésto? —hablé aventando el papel del comprobante en su escritorio, ella lo tomó al instante frunciendo su ceño.

—Bueno yo, quería ayudartete, Hye...

—¿Te pedí tu ayuda? —le interrumpi con seriedad, Chittaphon contemplaba la escena perplejo e incómodo.

—Hye, yo sólo ...

—No "mamá" —mencioné haciendo comillas con los dedos—¿Crees que pagando mi colegiatura lograrás que te perdone? ¿Después de todo lo que he pasado por culpa tuya?—vocifere y comenzaba a alterarme —Estoy tratando de ser feliz, no quiero que lo arruines.

—Son Hye por favor, sólo escucha lo que tengo que decirte...

—¡No!—grité acallándola por completo—Me abandonaste, a mi y a mi padre, me botaste como un pedazo de basura, como si fuese algo insignificante, ¿Tienes idea de cómo se siente? ¡No! No tienes ni la menor idea —mis ojos comenzaron a picar —Durante años me sentí defectuosa, ¿Quién abandona a su propia hija? Creí que había algo malo en mi, pero con el pasó del tiempo, descubrí, que la que estuvo mal, fuiste tú.

—Hija —lágrimas comenzaban a asomarse por sus dos ventanas en color café cuan hojas en otoño.

—No quiero volver a verte, no quiero saber nada de ti —dije negando repetidas veces —Para mi, tú... Estás muerta.

—Son Hye, basta—habló por fin mi amigo y fue hasta ese momento que caí en cuanta de lo hirientes que habían sido mis palabras.

Así que, para evitar decir algo más, si media vuelta dispuesta a salir de ahí. Pero antes, frene en seco.

—Y descuida, te pagaré hasta el último centavo —finalice limpiando bruscamente las gotas que caían de mis ojos —Vámonos Ten.

Y sin decir nada más salí de ahí.


Mis pensamientos estaban difusos, no había visto a mamá durante años, y en todo ese tiempo de incertidumbre jamás me había imaginado un encuentro así.Y todo fue culpa mía.

—Son —susurró mi nombre. Sin embargo, yo lo ignoré.

Esto era tan vergonzoso.

—Hye—volvió a nombrar.

Lo miré.
Estaba segura de que en cuanto me vio, detectó todo el desorden que había dentro de mí cabeza.

—Perdóname, no tenías porqué ver eso—fue lo primero que mi boca pronunció.

—No, mi culpa—dijo levantando su mano —Yo me pegué a ti como chicle.

—Yo... Estaba furiosa —hablé con voz entrecortada —No pude controlarme y temo haberla lastimado.

—Son Hye...

—Solo dime algo feliz —lo interrumpí antes de que dijera cualquier estupidez como intento de consuelo—No trates de entenderme, no vas a poder, apenas si yo puedo hacerlo.

Llevaba tanto tiempo con esto y no sabía que me sucedía, sólo estaba consciente de eso, de que estaba asustada.

Lentamente el me envolvió con sus brazos.
Fue un abrazo muy cálido.

—Ten...—mencioné aspirando su dulce aroma—Tengo miedo—murmuré por lo bajo.

Él simplemente me atrajo más hacia su pecho.

—No preguntes a qué, por qué ni siquiera yo lo sé, sólo, ¿Podrías no soltarme? —cuestione y oculte mi cabeza en su cuello —Dime que estarás aquí, cuéntame algo bueno, un cuento, una canción sirve.

Podía escuchar su corazón acelerado.
Lágrimas salieron de mis ojos.

—Hye —susurro y me miró preocupado, luego, acercó una de sus manos para limpiar delicadamente las pequeñas gotas con su dedo.  Como si tuviese miedo de dañarme durante tal acción.

—No te preocupes por secar mis lagrimas, te vas a cansar, sólo necesito que te quedes conmigo, tampoco necesito tú lástima, no me mires con angustia, se que pasara, ya he salido de esto.

—Son Hye —tomó mis mejillas obligándome a que lo mirara —No diré que todo estará bien, porque claramente no lo está, y no sé si lo estará, pero si puedo prometerte que el miedo se esfumará poco a poco...yo estoy aquí —susurró—Estoy aquí —pegó su frente a la mía —Y no me iré, no lo haré, así que no tengas miedo, conquistaremos esto juntos, lo prometo.

Sonreí angustiada.
Sabía que aquellas promesas eran simplemente viles palabras que se mantenían plasmadas en el aire. Sin embargo...

Chittaphon.
Si supiera...
En este momento... era el único que me hacía sentir fuerte.

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