1.

13 Enero.

5:30 a.m.

Las lágrimas salían por si solas, ya no tenía control alguno, había mucho silencio y me terminaba odiando más cuando había silencio...El dolor físico se apoderaba de mi, pero no se comparaba con el dolor que yacía dentro.
¿Desde cuándo las cosas se habían vuelto de ésta manera? ¿Desde cuando sentía esa combinación de miedo y rabia, tristeza e impotencia?

Mi héroe se había ido, aquel que había jurado protegerme de todo mal hasta sus últimos días. Algo irónico. Ahora era quien causaba un mal en mi, se marcho y junto a él la felicidad que una vez poseí, ahora para mí todo era oscuridad, un vacío inevitable y un dolor incurable.

Con lentitud y dificultad logré levantarme del suelo donde minutos antes me encontraba, sentí una fuerte punzada en mi cabeza, debido a ello me obligué a parpadear un par de veces esperando que aquel dolor disminuyera y cuando lo hizo, caminé hacia el baño, quería salir de casa antes de que el despertará, así que debía apresurarme.

Pero estaba cansada, tanto mentalmente como físicamente.

Abrí la llave de la regadera y dejé que las gotas recorrieran con lentitud todo mi cuerpo, el ardor se hizo presente en algunos golpes, pues aún no lograba acostumbrarme a eso. Al terminar, pase mis palmas para quitar el empañamiento, al instante mis ojos se abrieron por la sorpresa, el espejo que estaba frente a mí mostraba a una chica más pálida de lo normal, con ojeras enormes y bastantes heridas por todo el cuerpo, algo tan desastroso que decidí apartar la mirada.
Fui colocando mi uniforme despacio, muy, muy despacio, desordene un poco mi cabello aún mojado y salí de casa tratando de hacer el menor ruido posible.

El frío chocó fuertemente con mi rostro al momento en que pise un pie fuera de casa, tomé una intensa bocanada de aire para acostumbrarme a la temperatura, y mientras lo hacía, pude observar como los pájarillos ya volaban con libertad en esa fría mañana, el sol ascendía poco a poco, era simplemente una vista maravillosa. Repentina, curiosa y extrañamente, una mariposa púrpura revoloteo cerca de mí rostro, se veía tan libre, tan hermosa.

—¿Te gustaría cambiar de lugar? —le dije a la pequeña criatura, luego negué repetidas veces —No, eso sería bastante cruel de mi parte.

Suspiré pesadamente cayendo nuevamente a mi golpe de realidad y me dirigí al instituto como todos los días.
Enserio odiaba los lunes. En realidad, me gustaba casi nada, odiaba casi todo.

Algo desafortunado era llegar más temprano a clases, pero era la mejor opción que podía tomar, en lugar de aguantar la resaca de papá. Con pasos ligeros me acerque a mi casilla y coloque la clave, pude haber guardado mis cosas con tranquilidad, pero me vi interrumpida por una silueta bastante familiar.

—¡Son Hye!—gritó la chica de baja estatura y en menos de cinco segundos, mi espacio personal ya había sido invadido por un abrazo —Llegaste, que bueno verte.

Mi cuerpo ya no soportaba tanto dolor.

—Aléjate Seúl Gi—dije mientras la apartaba bruscamente de mi —Te he dicho un millón de veces que no hagas contacto físico conmigo.

—Disculpa Hye, no pude evitarlo —respondió sonriéndome dulcemente, como todos los días, como siempre —¿Qué hacías amiga mía?

—No somos amigas, yo no tengo amigos —respondí comenzando a meter mis cosas al casillero, para luego escoger los útiles de las primeras clases —¡Amigos! ¿Quién los necesita? —murmure entre dientes, susurrando más para mi.

—Todos necesitamos a alguien —me respondió.

—¿A si?—solté interrumpiendo mi acción—Oye, hazme un favor y sal de mi vista—le dije tranquila.

—Tan linda como siempre —espetó sarcásticamente la castaña —¿Te veré en el almuerzo?

—¿Qué entiendes por "sal de mi vista"?—contesté ya irritada.

—Justo a quién estaba buscando —interrumpió una tercera voz, era de una chica proveniente detrás mío, con fastidio voltee para observar de quién se trataba.

Ella era Sook, la persona más odiosa, irritante, y grosera que conocía, después de mi, claro. Para mi, yo era la persona más horrible de todo el mundo.

—Sook, no te esperaba tan temprano —habló la pequeña Gi con una voz temblorosa.

¿A dónde se había ido toda la emoción de hace un momento?

—Lo sé, soy una persona llena de sorpresas cariño, sucede que...—divago posicionándose frente a ella, dejando ver la diferencia de estatura, e ignorando completamente mi presencia, cosa que agradecí mucho —Necesito mi tarea, dime que la hiciste.

Puse los ojos en blanco con fastidio, sólo quería irme de ahí y escapar de tan incomoda situación. Pero ahora estaban bloqueando mi casillero.

—Si, claro —dijo con rapidez, abrió su mochila buscando la supuesta tarea, decir que estaba desconcertada ante aquella escena, era poco —Aquí tienes —le entrego tímidamente una carpeta azul rey.

Qué idiotez—balbucee y caminé dispuesta a irme, al diablo mis útiles.

—Muy bien Gi —le sonrió —¿Te veré al finalizarlas clases? Digo, para la tarea de mañana—río por su estúpido comentario, lo cuál me hizo frenar de golpe y regresar mi vista nuevamente a aquellas dos chicas.

—Pero...

—Sin peros. Tú me haces la tarea, y yo en cambio de dejo en paz. ¿No habíamos quedado en eso?

—¡Oye! ¿Qué estás esperando? —me dirigí a Seúl Gi—Vámonos ya. Tenemos clase.

—Vaya, pero si es la famosisima Son Hye abogando por alguien —habló la rubia cara de silicon —¿No ves que estamos ocupadas? ¿Quieres meterte en tus propios asuntos?

—¿Famosisima?—cuestione suspirando, regresando hasta donde ellas.

—Todos te conocen Son, tienes una reputación bastante intacta—sonrió, más me pareció una mueca —¿Estás escuchando?

La verdad es que había dejado de prestarle atención, centrando mi mirada en la pared

—Oh lo siento, ¿Dijiste algo importante? —respondí con un tono burlesco.

—Escuchame rarita...

—No, escuchame tú a mi —interrumpí aclarándome la garganta—¿No crees que si me importara, pondría atención? Lo que yo haga no debería importarte en lo más mínimo —dije tranquilamente.

—¡Oye!

—Seul Gi es mi amiga—pronuncié con dificultad, me arrepentiria después, lo sabía —No puedo ver como la humillas frente a mi, así que solo para que aclaremos las cosas, a partir de hoy comenzarás a hacer tus propios deberes. No voy a pelear contigo Sook, no me gustaría, pero si me entero que vuelves a molestarla por algo así, no lo dejaré pasar por alto.

—¿Estás amenazandome—río —¿Tú a mi?

—Sólo es una pequeña advertencia —respondí encogiéndome de hombros —Ahora si me disculpas, no podemos faltar a clases—finalice comenzando a caminar mientras arrastraba a la enana a mi lado.

Caminamos apresuradamente hasta llegar a uno de los pasillos menos habitados.

—Hye, eso fue asombroso —soltó ahogando un grito emocionada —Eres mi héroe.

—Héroe mi pie, quiero extrangularte —suspire frustrada —¿Por qué demonios no te defendiste Park Seúl Gi? Acabo de ganar problemas innecesarios por culpa tuya—dije mirándola con el entrecejo fruncido.

—Hye, yo...

—No hables —dije irritada, tratando de pensar en una buena solución—Bien. Si quieres que nuestra relación de "amigas" funcione a partir de ahora, debemos establecer un par de reglas.

—¿Reglas? ¿No te parece un poco extraño?—preguntó confundida.

—Extraño no, necesario —dije caminando de un lado a otro, no podía estar quieta en un momentos así—Bueno...número uno: No vayas de visita a mi casa, jamás—comencé haciendo que la castaña me mirase extrañada—Dos: No me llames, sólo mensajes; y tres—interrumpí antes de que siquiera pudiese salir sonido alguno de su boca—No hagas preguntas de mi vida personal. ¿Quedó claro?

—Son, ¿No crees que estas exagerado? .

—Créeme Gi, te estoy haciendo un enorme favor —dije tratando de sonar firme, pero ni siquiera podía engañarme a mi misma—Tú no quieres saber de mi.

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