Capítulo XXIII (Final)

Cada día, Casper llegaba a la cabaña después del mediodía, almorzaban y pasaban el resto de la tarde juntos. Conversaban sobre cómo le había ido en la administración de la finca de la abuela Esmeralda y a él en el huerto y con sus animales. Luego se ponían al día con las actividades domésticas de la casa, bien fuera la limpieza, el lavado de la ropa o alguna reparación pendiente. Al caer la tarde, se sentaban frente al arroyo a contemplar el crepúsculo y siempre terminaban besándose. Llevaban dos semanas en eso.

Comenzaba con un roce de manos, seguía con caricias delicadas en las mejillas, pero a medida que transcurría la tarde, aquellos arrumacos escalaban tanto en intensidad que al anochecer, Adriano yacía de espaldas en el suelo y con Casper sobre él, tocándolo por debajo de la camisa y devorándole la boca.

Una de esas tardes, mientras el sol casi se ocultaba por completo, la mano con la que Casper había estado acariciándole el abdomen, inició un trayecto descendente y se posó sobre esa parte de su cuerpo que cobraba vida debido a los intensos besos.

Adriano gimió al sentir la firme calidez de los dedos acariciando su entrepierna, apretó los ojos cuando lo recorrió un escalofrío.

—¿Te gusta? —le preguntó al oído Casper.

No supo qué contestar. Claro que le gustaba, pero le daba un poco de vergüenza admitirlo.

—Si no te gusta dejaré de hacerlo —Casper se detuvo de frotarlo por encima del pantalón—. Continuaremos yendo con calma.

Casper apartó la mano y se separó un poco de él. Adriano no tenía idea de adónde debían ir con calma, pero no quería que parara, la sensación era demasiado deliciosa para ignorarla.

—No, por favor —suplicó sujetando la muñeca del otro para que volviera a acariciarlo.

Casper sonrió y lo besó profundamente en la boca.

—¿Ya no quieres ir con calma? —le preguntó luego de separarse y mirándolo a los ojos.

Adriano se remojó los labios, sentía que su cuerpo hervía y el corazón le martillaba en los oídos.

—¿Adónde vamos a ir?

Casper lo observó un instante, luego sonrió con ternura y le peinó con los dedos las hebras rojizas hacia atrás.

—Adonde tú quieras. Haré lo que tú desees —le dijo sin dejar de mirarlo—. Permíteme tocarte y hacerte sentir bien.

Adriano ya se sentía bien a su lado, recibiendo sus besos y sus caricias, pero cuando Casper se marchaba, era cierto que siempre tenía la impresión de que algo faltaba, como si estuviera en el umbral de algo desconocido, pero fascinante, sin atreverse a cruzarlo.

Tal vez a eso se refería cada vez que le decía que irían con calma. Ya no podía esperar, quería descubrir qué había más allá.

Asintió sin aliento. A los labios de Casper asomó una sonrisa nerviosa, sus dedos temblaban cuando le desató el pantalón y liberó su erección.

—Tranquilo —susurró Casper—, todo va a estar bien.

De nuevo asintió, la brisa le acarició la piel desnuda, estremeciéndolo. Sus ojos no perdían de vista a Casper, quien también se bajó su propio pantalón. El miembro, un poco más grueso y grande, quedó a la vista. Casper lo sentó sobre su regazo, pegándolo tanto a él que ambas erecciones se juntaron, una sensación electrizante se desencadenó en su cuerpo y lo hizo temblar. Cuando Casper rodeó los dos penes con sus manos y empezó a frotar de arriba abajo, creyó que se desmayaría.

—¡Oh, Dios! —exclamó echando la cabeza hacia atrás, debido al placer, hasta entonces desconocido, que experimentaba.

Adriano temblaba descontrolado, de pronto su cuerpo se había convertido en un caldero hirviendo y esa parte que Casper acariciaba sin piedad, palpitaba violentamente a punto de estallar. No sabía qué hacer, necesitaba un alivio a lo que sentía.

—¿Te gusta, verdad?—susurró en su oído—, A mí también, pero no quiero que acabe todavía.

Adriano abrió los ojos.

—¡Ah! ¡No puedo más! Mi cuerpo se siente muy raro, todo me arde.

Casper lo soltó y lo besó en la boca. ¡Tan húmedo, tan ardiente! Se iba a quemar, los oídos le zumbaban.

—Shhh, tranquilo, confía en mí, te haré sentir muy bien.

Y dicho eso, Casper le quitó la camisa, se dedicó a besarle el pecho y a alternar lamidas con leves mordiscos y besos. Adriano enterró los dedos en el cabello castaño de Casper y cuando este le sujetó el pezón entre los dientes, gritó debido a la sensación inesperada. Sin embargo, Casper no se detuvo, continuó lamiendo su pezón y no solo eso, sino que con los dedos índice y pulgar le pellizcó el otro. Los corrientazos deliciosos lo recorrían desde donde él lo tocaba y se concentraban en su pene, el cual sentía duro, caliente y mojado. No era posible que estuviera experimentando todo eso, que su cuerpo fuera capaz de reaccionar de esa forma. Se mordió el labio inferior con fuerza, sobrepasado por el placer

Casper se separó un poco y terminó de quitarse la ropa. Adriano lo contempló. Tenía el torso bronceado y músculos firmes que invitaban a ser tocados y besados como Casper había hecho con él antes.

Su piel era elástica y cálida, en su boca se sentía sedosa y a su lengua le sabía bien. Casper empezó a gemir y Adriano abrió grande los ojos al notarlo, quería que siguiera haciéndolo, así que continuó besándolo.

De pronto, Casper lo sujetó de la cintura y volvió a sentarlo sobre su regazo, otra vez los penes erectos se rozaron. Adriano cerró los ojos y se sujetó de sus hombros, gimiendo y a punto de llorar, desesperado porque aquella agonía en la que se encontraba terminara.

—Sé lo que sientes —le dijo Casper— y esto se pondrá mejor. —Le metió el índice y el dedo del medio en la boca—. Chúpalos, empápalos con tu saliva.

La mente de Adriano era un revoltijo, hacía mucho que había dejado de pensar con claridad, Apenas si se daba cuenta de donde estaba, así que hizo lo que Casper le pedía sin cuestionar, mientras se frotaba contra esa otra vara gruesa, dura y caliente que lo hacía alucinar de placer.

Casper le alzó un poco las caderas, le acarició los glúteos y luego los apretó.

—Quiero que te relajes —le dijo al oído, bañándolo con su aliento que parecía fuego. Adriano sintió una caricia entre sus glúteos y luego un dedo húmedo que se deslizaba en su interior—. Al principio será molesto, pero te juro que después te va a gustar.

El dedo de Casper estaba dentro de su cuerpo.

—¡¿Qué estás haciendo?!

—¡Shh! Tranquilo.

Casper empezó a mover el dedo en círculos, se sentía sumamente extraño. ¿Por qué tenía el dedo allí?

—Nno.

—Dijiste que querías llegar al final. Este es el final. —Y le introdujo otro dedo.

—¡Maldita sea! ¡¿Qué carajo estás haciendo?! —Adriano se removió intentando zafarse del agarre de Casper. La situación se había vuelto muy rara.

Casper lo sujetó de la mejilla y lo besó profundamente en la boca mientras el par de dedos se movían adentro y afuera. De pronto tocaron un lugar en su interior que hizo que su cuerpo se contrajera y la boca se le volviera agua.

—¡Ah! —jadeó en medio del beso y Casper continuó tocando ese lugar dentro de su cuerpo.

Otra vez la sensación desesperante de querer que lo que fuera que estuviera pasando terminara y al mismo tiempo que Casper no parara de hacer lo que estaba haciendo.

—¿Ves? Te gusta. Solo confía. Esto dolerá un poco.

—¡¿Qué?!

No tuvo tiempo de decir nada más, Casper le levantó las caderas y lo sentó sobre él a horcajadas, de tal manera que se incrustó su pene erecto dentro.

—¡Aaaah! —gritó apretándole los hombros con fuerza—. ¡Duele!

—¡Relájate!

—¡¿Cómo carajos quieres que me relaje, si tienes esa cosota dentro de mí?! ¡Ah! ¡Duele, duele!

—¡Está bien, está bien! —dijo Casper, soltándolo y permitiéndole que se levantara—. Lo dejaremos hasta aquí. Iremos con calma. ¿De acuerdo?

Casper le sujetó la mejilla y lo besó en la boca. Todo había estado muy bien, en especial las caricias en su pene que lo hacían estremecer. Hasta que le enterró la verga adentro. Eso no se sintió nada bien.

Todavía tenía la respiración desajustada cuando se separaron y Casper lo miró con un brillo exaltado en los ojos.

—¿Y si tú me la metes a mí? —propuso.

—¡¿Qué?! —Adriano se horrorizó.

—Digo, yo puedo soportarlo mejor y verás que será grandioso, te gustará.

Adriano lo observó sin darle crédito a lo que oía. ¿Eso era normal? ¿Era ese el lugar a donde irían con calma? ¿El umbral del sitio desconocido, pero fascinante? Tragó. Todavía el pene le palpitaba hinchado. Observó el pecho torneado de Casper, el cuello grueso, las mejillas rojas y los ojos suplicantes.

—¿Estás seguro? —preguntó Adriano, casi sin aliento.

—¡Uff! ¡Por Dios que sí!

Casper le rodeó el pene con las manos y volvió a frotarlo, todas las sensaciones se reactivaron en un segundo, incluso sintió que goteaba.

—¿Crees que puedas...? —Casper se remojó los labios—. ¿Ya sabes, volverte medio lobo, como aquella vez que me salvaste de la manada? ¿Con tus orejas y cola... Y así, musculoso?

—¡¿Qué?! —preguntó Adriano un poco desconcertado. La cabeza le daba vueltas.

—Tú me gustas de todas las formas —le confesó Casper con los ojos cristalizados—. Me gustas así como estás ahora, con una apariencia delicada y casi femenina; me gustas un poco más rudo, siendo medio lobo y también cuando tienes tu completa apariencia de licántropo.

Parpadeó varias veces sorprendido por la declaración. A él también le gustaba mucho Casper, quería llegar a ese final desconocido y complacerlo.

—De acuerdo.

En sus dedos brotaron las garras, sus músculos y todo su cuerpo creció un poco, los ojos pasaron de ser grises a amarillos, en la boca le crecieron los colmillos. Casper frente a él se relamió.

—Bien —dijo Casper—. Yo lo haré, tú solo déjate llevar.

Adriano estaba nervioso. No tenía muy claro a donde se dejaría llevar o que sucedería a continuación, pero decidió confiar en Casper.

Casper se levantó, chupó sus propios dedos y se los introdujo como había hecho antes con él. Sonrió un poco mientras lo observaba, pero luego cerró los ojos e hizo una expresión como si le gustara lo que sentía. Adriano sintió como su pene se ponía más duro si eso era posible.

¡Dios, ver a Casper así! ¡Sí, quería meterse dentro de él! ¡Quería morderlo, lamerlo, chuparlo, comérselo! El lobo en su interior empezó a aullar.

Casper abrió los ojos y fue a sentarse justo en su pene, el cual se había vuelto más grande y grueso. Apenas si entró la punta.

Cuando Adriano sintió esa carne apretándolo gimió. La sensación era avasalladora.

—Creo que no entra —dijo Casper entrecortado.

Adriano quería sentirlo, pero tenía miedo de hacerle daño, tener eso dentro no era muy placentero, así que se controló.

—Está bien —dijo casi sin aliento, porque Casper continuaba descendiendo poco a poco—, puedes, puedes, parar.

—¡No! —exclamó y se enterró más—, sí me cabe.

Aquel proceso duró largos minutos en los cuales el interior caliente de Casper lo apretaba más y más. Adriano abrió la boca para poder respirar.

—¡Dios! —dijo Casper con la voz temblorosa—, creo que llegó a mi estómago.

—¡¿Estás seguro que esto se hace así?! —Adriano se angustió— ¡No quiero lastimarte! ¡Leván..!¡Ah! —gimió de placer porque Casper comenzó a subir y bajar.

Casper se aferró de sus hombros, se alzaba nada más para descender y volver a empalarse hasta el fondo. Adriano jadeaba descontrolado, sintiendo su cuerpo apretándolo.

—¡Esto es! ¡Esto es! ¡Ah! —gimió Casper subiendo y bajando, impulsandose en los hombros de Adriano.

Por puro instinto, Adriano lo sujetó de la cintura para ayudarlo en el proceso. Mientras Casper lo cabalgaba, Adriano le lamía el cuello y le acariciaba el pene duro, caliente y húmedo, como antes había hecho Casper con él, también le apretó las nalgas, suaves y redondas en un impulso alocado. Todo Casper era delicioso y sentir su interior lo estaba volviendo loco.

Deslizó las manos por sus muslos y las subió hasta acariciar los costados de su cintura. Ese era el final, a donde habían llegado con toda la calma de la que fueron capaces. Sentía que no podía aguantar más, su pene latía dentro de Casper que no paraba de subir y bajar desenfrenado y de arañarle el cuero cabelludo en el proceso.

—¡Mierda! —gritó Casper luego de un sentón particularmente vigoroso y profundo—, ¡Tu verga me saldrá por la boca! ¡Estoy, estoy viendo estrellas!

—¡Cállate! —exclamó Adriano avergonzado.

Casper descendió muy profundo y Adriano lo sujetó con fuerza de la cintura y lo besó en la boca. No pudo contenerse más y todas esas sensaciones que se habían acumulado en su cuerpo salieron en forma de un chorro caliente, el cual se vació en el interior de Casper, al mismo tiempo que este le bañaba el abdomen.

Estuvieron unos segundos abrazados sin moverse, solo respirando el aliento del otro, tratando de aquietar el temblor y el latido descontrolado de sus corazones.

Casper, sentado sobre él, se separó un poco y lo miró a la cara con una sonrisa.

—¿Qué tal? ¿Te gustó?

Adriano seguía aturdido, procesando todo lo que acababa de suceder.

—Así que es esto, ¿no?

—¿Qué?

—Lo que siempre buscan los hombres, lo que tú querías de mí desde el principio cuando me besaste la primera vez.

—Bueno, no negaré que tenía muchas ganas de hacerlo contigo, pero más allá de eso, me enamoré de ti, Adriano. Ya no quiero solo esto, quiero vivir contigo, hablar contigo cada día, dormir a tu lado, despertarme junto a ti y prepararte el desayuno todas las mañana. Cuidarte hasta que muera.

Adriano se mordió el labio inferior. No siempre las abuelas tenían razón. No todos eran malos. Lo abrazó y volvió a besarlo en los labios, también él lo amaba.

—Ahora que ya sabes cómo es —dijo Casper cuando el beso terminó—, ¿qué te parece si intercambiamos posiciones?

Adriano frunció el ceño.

—¿O sea que tú me la meterás? —preguntó con un tono inocente.

—Seré delicado. —Casper sonrió y le acarició la mejilla.

Las orejas de Adriano se movieron, como las de un perro cuando está feliz, su cola también lo hizo. Sujetó a Casper de la cintura y de un solo movimiento lo acostó de espaldas en el suelo mientras se posicionaba sobre él.

—Creo que eso no va a pasar.

Y volvió a besarlo en la boca, sintiendo el pene crecer de nuevo, listo para deslizarse en ese interior cálido y apretado una vez más.

FIN

¿Recuerdan que les dije que no me salía el nopor? Pues sí salió, jajajaja, espero que les haya gustado, al igual que el resto de esta novelita toda cliché y cursi, algo sencillo que cree como un experimento a ver si podía escribir comedia.

¿Qué les pareció? ¿Les gustaría leer mas comedia en este perfil o prefieren el drama y la tragedia salida de mi pluma?

Mañana subo el epílogo, el cual ya esta escrito. Un beso grande y gracias por acompañarme en esta aventura. Nos leemos en Corazones de acero, muac.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top