Tal y como esperaba, a Sebastián no le gustó nada la idea de sus vacaciones en el campo. Sin embargo, no tuvo más remedio que aceptarlo y más cuando Casper le prometió invitarlo a la finca de su abuela en unos quince días, cuando su actual conquista se hubiera marchado con su prometido. A Sebastián le encantaba cazar y por lo que recordaba, el bosque del Crepúsculo, colindante con la finca de su abuela, se hallaba lleno de cervatillos y liebres, así que podrían preparar una partida de caza. Con esa promesa terminó de contentarlo para que no se enojara por su partida.

Y ahí estaba Sebastián, despidiéndolo junto a su madre.

Continuaba dudando de su decisión, todavía se hallaba a tiempo de arrepentirse. ¿En qué estaría pensando cuando aceptó la propuesta de su madre? Él no era un hombre de campo.

—Nos vemos en unos días —le dijo Sebastián mientras lo abrazaba—. No olvides lo que me prometiste de ir a cazar juntos.

Casper se separó y le dedicó una sonrisa temblorosa. Estaba seguro de que no iba a soportar ni una semana en la casa de su abuelita. Caminó unos pasos y miró a su madre, quien le sonreía afable.

—Caspercito, antes de que te vayas debo darte algunas advertencias —dijo su madre y Casper cerró los ojos, odiaba que le dijera Caspercito. Volvió a abrirlos cuando ella habló de nuevo—: Desde aquí y hasta la casa de tu abuela, el camino puede ser peligroso. A veces hay asaltantes, así que no te detengas por nada, ni por nadie. No hables con ningún extraño.

Casper frunció el ceño. Su madre no era alguien asustadizo, le extrañó la advertencia.

—¡Oh, es cierto! —intervino Sebastián—. Había olvidado la leyenda.

—¿Cuál leyenda?—preguntó Casper.

—¿Para llegar a casa de tu abuela no tienes que pasar por el bosque de Luparia? —preguntó Sebastián.

Casper miró a su madre, pues no recordaba la ruta exacta a casa de la abuela. Sofía asintió.

—Papá me contó que hace mucho tiempo en el bosque de Luparia había hombres lobos —explicó Sebastián.

Casper bufó incrédulo. Estaba bien que su amigo usara sus historias baratas para sorprender a sus conquistas, pero que se las contara a él era ridículo.

—¿Qué? No digas tonterías. Los hombres lobo ya no existen, son cuentos para asustar a niños y a doncellas crédulas.

—Es cierto —se defendió el joven, muy serio—. Hace muchos años encontraron a un hombre lobo de verdad, así que lo apresaron en una cabaña en el bosque. Una bruja hizo un hechizo para que el lobo no pudiera salir jamás de su perímetro y no atacara al pueblo. Pero si alguien entra en el área del encantamiento, nada obliga al hombre lobo a ser manso.

—¡Qué estupidez!

—No es ninguna estupidez —dijo su madre—. No te desvíes del camino. De todas formas, los cocheros tienen orden de no parar hasta llegar a casa de tu abuela. Ten.

Su madre le entregó una canasta. Casper levantó la tapa y miró dentro: Una botella de vino, quesos madurados y chocolates. Exhaló nervioso, el momento había llegado, tenía la impresión de que en lo que abriera la puerta roja de ese carruaje su vida cambiaría para siempre. Se dio la vuelta y abrazó a su madre con fuerza. Ella rio.

—Cualquiera pensaría que te mudas a otro país —dijo ella entre risas— y solo estarás a unas horas de casa. Abrígate bien, ya casi es invierno.

Su madre le besó la mejilla, le arregló la capa escarlata que lo cubría y le colocó la capucha. Casper se separó de ella y abrió la portezuela roja del carruaje con la esperanza de que realmente el cambio de aire lo ayudara a combatir el tedio que estaba consumiendo su vida.

***PALABRAS: 2181 

***Hola, mis amores.

¿Qué les parecieron estos primeros capítulos? ¿Qué les pareció Casper (Caperucita)?

Espero que se sientan motivados a saber qué le espera a Casper en la casa de la abuelita. 

Con esta novela salgo formalmente de mi zona de confort para adentrarme en un género al cual siempre le he tenido respeto:  la comedia. Espero que quede bien el experimento y les guste. 

Añadan el libro a su lista de lectura para que no se pierdan las actualizaciones, que muy probablemente serán bastante frecuentes.

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Besitos.