Capítulo 6. Marcus
En los planes de Marcus no entraba tener novia; mucho menos enamorarse.
Willy le gustaba más de lo normal. Lo supo desde el momento en que la vio entrar escondiendo su nerviosismo, y, más tarde, durante la entrevista, sentada con la espalda muy recta ante su mesa, tragando saliva y parpadeando antes de contestar a sus preguntas.
Fue como recibir un bofetón.
Y estaba el hecho de que le gustase hasta ese nombre rimbombante y ridículo que conseguía esconder tras el simple diminutivo de su apellido. Había llegado a considerar ese nombre junto a su propio apellido, como hacían sus hermanas en la adolescencia con los chicos que les gustaban: Winifred Gertrude Haverfield. Sonaba tan condenadamente bien que se estaba volviendo loco.
¡Si era una cría! Acababa de cumplir veintitrés, había leído su carta de presentación una y otra vez. Le llevaba nueve años. ¡Nueve años!
Estupro: siempre le pareció de los peores delitos que una persona podía cometer. Ella no era menor de edad, pero sentía que de alguna manera se aprovechaba de su posición de poder. Y tal vez no fuera delito, pero sí moralmente reprobable.
Debía olvidarse de ella. Sabía que le iba a costar, viéndola a diario. Y después del beso. El beso. Se había llevado a la mujer de la barra a su casa, no recordaba su nombre. Ni le importaba. Con Willy haría lo mismo: dar carpetazo al tema como si fuera uno de sus casos, pero antes le debía una disculpa.
La hizo llamar a través de su secretaria, llevaba un cuaderno, como si tuviera que apuntar algo y le pareció un gesto tan tierno que casi enrojeció.
—Te debo una disculpa —decidió no andarse con rodeos.
—Aam ¿sí? —preguntó.
—Por lo de la otra noche. Rivington es... Se te iba a comer de dos bocados. Lo que pasó después no fue nada apropiado. No supe manejar la situación. Eres una asociada junior y yo uno de tus jefes, fue imperdonable. No se volverá a repetir.
Willy parpadeó confusa. Marcus la apremió:
—Vuelve al trabajo, Winnie-Pooh, eso es todo.
Marcus notó el instante exacto en que cambió de actitud. Estaba enfadada, pero si algo no se esperaba era su contestación:
—Y una mierda «eso es todo».
Continuará...
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