Capítulo 11. Willy
El apartamento de Marcus era espléndido. Willy sonrió al pensar en que el propio Marcus era también espléndido.
No le había sorprendido mucho que le propusiera un acuerdo como aquel. Le había sorprendido más que hubiera querido tener una cita con ella, aunque fuera solo para poder plantearle aquello.
No había necesitado convencerla. Que durase lo que tuviera que durar, ella también sacaría tajada. Tener sexo con alguien como Marcus debía de ser la leche. Se lo tomaría como un aprendizaje y obviaría todo lo demás. Como hacía en su trabajo.
Marcus la dejó en el centro del salón y se dirigió hacia una mesa apartada que hacía las veces de mueble bar.
—¿Quieres algo de beber?
Willy negó con la cabeza dando vueltas a su alrededor.
—Me gusta tu casa.
Marcus mantenía la mirada en la copa que se estaba preparando y sonrió de manera arrebatadora.
Willy se acercó a la mesa del comedor y se sentó.
Él la miró extrañado.
—Venimos a negociar ¿no? —explicó haciéndole una seña para que se sentase frente a ella.
Marcus le hizo caso.
—Bien —comenzó Willy sorprendida de su propia osadía—, estamos hablando de una relación únicamente física, no exclusiva y que además vamos a mantener en secreto.
Marcus asintió.
—¿Cuáles son tus condiciones?
—Me gustaría fijar unos días concretos a la semana. Trabajo demasiadas horas y quiero los fines de semana para descansar y desconectar.
Marcus elevó una ceja, pero asintió.
—¿Dos o tres días a la semana, qué te viene mejor? —preguntó pestañeando deliberadamente.
Marcus tosió.
—No me había planteado nada concreto.
—Claro, pensabas que estaría disponible a tu conveniencia.
—Ambos disponibles a conveniencia de ambos —la corrigió con el dedo en ristre.
—Prefiero fijar unos días concretos, no va a haber flirteo ni nada parecido y habrá días que esté demasiado cansada como para pedirte nada; además, si volvemos a trabajar juntos en algún caso es muy posible que me pase el día cabreada contigo. Será mejor que haya una obligación por ambas partes. Y hay que definir cuándo esa obligación deja de tener valor.
—Interesante —replicó Marcus.
—Viajes, compromisos familiares, enfermedad... Ya sabes.
—Me parece bien, pero no será necesario definirlo, avisándolo con la debida antelación y siendo algo razonable no debería haber problema.
—Bien, avanzamos entonces.
Willy sacó el móvil y comenzó a teclear.
Marcus la observó con una sonrisa enigmática.
—¿Te va bien lunes y jueves? Están lo suficientemente espaciados como para...
—Prefiero tres días, no creo que de primeras tenga bastante con dos.
Willy levantó la vista del móvil y se sonrojó como una quinceañera.
—Lunes, miércoles y viernes —afirmó Marcus.
—Eem... yo... el viernes no puedo.
—¿Por?
—Es el día que salgo con mis amigas a tomar copas y bailar.
—Vivo cerca del bufete, no te entretendré más de un par de horas, puedes arreglarte aquí y estar lista a las ocho y media.
Willy tragó saliva despacio, no quería rendirse a la evidencia: estaba excitada. Se lo estaba intentando tomar como una negociación donde las cuestiones prácticas eran importantes: fechas, días, horario... Pero estaba empezando a resultarle imposible.
—Una vez alcancemos cierta rutina es posible que podamos cambiar por martes y jueves ¿tienes algún inconveniente para verlo sobre la marcha?
—Ninguno —contestó Willy.
—Bien ¿algo más?
—Los encuentros serán en tu casa, comparto piso y no quiero tener que dar explicaciones.
Marcus asintió de nuevo y dio un sorbo.
—No me quedaré a dormir, pero por razones lógicas tendré aquí algunos objetos de aseo y algo de ropa, no quiero tener que estar cargando con todo arriba y abajo.
—No tengo inconveniente. ¿Algo más?
—Quiero un periodo de prueba.
Marcus entrecerró los ojos.
—Es lógico. Y necesario. Para ambos. Puede que al final no resulte lo que esperamos o que alguno no... Y pueden surgir nuevas condiciones tras...
—Me parece bien. Un mes. Tras el mes de prueba el acuerdo quedará cerrado y no podrán hacerse cambios.
—Entonces tenemos un trato —murmuró Willy exhalando despacio.
—Una cosa más. Por cuestiones de logística tendrás llaves de mi apartamento, es posible que haya días que termines antes y no dejaré que me esperes en la calle.
—Puedo esperar en el bufete.
—¿E irnos juntitos? No es viable. Por supuesto espero que te limites a usarlas únicamente en los días acordados.
A Willy le sentó mal la forma en que se lo estaba planteando, pero entendió que era necesario dejarlo claro.
—No es algo que deba preocuparte ¿Y cómo sabré cuándo usarlas?
—Yo te avisaré.
–Queda una última cuestión —señaló Willy—: las consecuencias si alguno incumple el acuerdo.
—Quedará a discreción de la otra parte romper el contrato o pedir una compensación.
—¿Qué tipo de compensación?
—Compensaciones lógicas.
—Lógicas...
—Si no te presentas un día pactado sin justificación deberás compensarlo en otro momento. En la primera fecha disponible, por ejemplo.
—Todo claro, ¿lo ponemos por escrito?
—Por mí no es necesario —afirmó Marcus levantándose e invitándola a hacerlo.
Entonces se dirigió hacia la puerta y se volvió esperando a que lo siguiera.
—¿Me estás echando? —preguntó desconcertada.
—Hoy es martes. Los términos del contrato son claros y me parece que es más importante para ti que para mí, de modo que hasta mañana.
Willy se sonrojó de nuevo.
—Eres el tío más insufrible que he conocido —dijo traspasando el umbral.
—Ah y veo necesario recalcar que mientras dure la jornada laboral nuestra relación será estrictamente profesional, como hasta ahora.
—No, descuida, no es necesario recalcar nada.
Marcus se limitó a encogerse de hombros y a cerrarle la puerta en las narices, sin despedirse. Como siempre hacía.
Continuará...
(Creo que es posible que haya que pasar esta historia a categoría madura 🔥🔥🔥Los personajes tienen vida propia. Opiniones, please!)
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