61- Final
Después de la conversación en la que el detective le pegó un golpe a mi realidad, casi perdiéndome a mí misma, me dije que tenía que ser fuerte, no por mí, sino por Jake.
Mills estaba seguro de que Camila se pondría en contacto conmigo en algún momento. Solo nos quedaba esperar y, quizás así, rastrear la llamada y obtener su ubicación. Lo malo de todo esto era que Camila no era cualquier persona; se había graduado con honores en Harvard y tenía un coeficiente intelectual muy elevado; pero de alguna extraña forma había terminado en Portland, a punto de arruinar nuestras vidas.
Su fijación con mi relación con Mark la había llevado a puntos extremos, tanto que sus padres habían perdido contacto con ella desde el mismo instante en que oficialicé mi relación con Mark. Sus padres no tenían idea de la obsesión de su hija para conmigo y mi ex novio, aunque su antigua compañera de departamento sí que tuvo mucho que decir al respecto.
Según ella, Camila se pasaba horas frente a la computadora o al teléfono celular: buscando información sobre mi relación con Mark, guardando fotos, viendo tik toks. Probablemente lo más raro de todo y, lo último que su compañera supo de ella, fue que Camila se realizó una operación estética de nariz, lifting, aumento en el volumen de labios y otras cosas más que ni recuerdo, con la única razón de parecerse a mí.
Me costaba muchísimo entrar en la cabeza de una persona que claramente no estaba en sus cabales, dispuesta a cualquier cosa con tal de cumplir un objetivo sin sentido.
Estando sola en la estación de policía, esperando por esa maldita llamada, decidí responder uno de los muchos mensajes que mi hermana me había enviado. Cuando me fui de la casa de Ingrid no la vi, había salido a hacer las compras para mi amiga, de modo que nunca supe que ella también estaba con Ingrid en su apartamento.
Estoy bien. No te preocupes. Solo espero novedades. No me moveré de aquí hasta que sepa algo de Jake.
Julia insistía en que vendría a acompañarme y yo le insistía en que estaba bien sola. No quería molestar a nadie más con mis problemas, ya bastante había causado, y ni siquiera podía pensar en lo que la familia de Jake debía estar viviendo.
No tenía el número de la madre de Jake, solo el de su hermano Logan, así que decidí escribirle.
Logan, hola. Soy Arabella. Perdona que te escriba, sé que las circunstancias no son las mejores. Quería saber cómo está tu familia.
Su respuesta llegó al acto.
Arabella, hola. Todos estamos en el apartamento de Jake, esperando noticias. Llegamos en cuanto nos enteramos de lo que había pasado.
No quisimos molestarte. El detective Mills nos dijo que estabas en estado de shock.
Terminó confesándome que tuvieron que darle unos calmantes a su madre, la cual no había dejado de llorar desde que supo que Jake había sido secuestrado. Y yo, no dejaba de sentirme culpable. Me resultaba inevitable. Si solo hubiese escuchado las advertencias, todo esto no habría pasado.
No pude continuar hundiéndome en mi miseria, ya que en mi campo de visión aparecieron cuatro figuras familiares. Monica, Hector, Ingrid y Julia. Parecían los cuatro fantásticos viniendo a mi rescate.
Me paré para ir hacia ellos, aunque ellos fueron más rápidos y, entre los cuatros, me encerraron en un abrazo de grupo que me llenó de amor y de fuerzas.
─Gracias por venir ─manifesté bajito, todavía envuelta en los brazos reconfortantes de mis amigos.
─No nos agradezcas ─replicó Hector─. Vinimos porque somos un equipo, un equipo de amigos que se apoyan en las buenas y en las malas, querida. Te queremos y por eso estamos aquí.
Todos se alejaron, rompiendo el abrazo y permitiéndome respirar.
─¿Hay alguna noticia? ─Ingrid había hecho la pregunta que tanto temía.
Mi amiga no estaba al tanto de que en su necesidad de ayudarme, me había entregado en bandeja a una desequilibrada metal. De todos modos, no iba a decírselo, no en el estado en el que estaba. Si había algo que me preocupaba más que yo misma, era el bebé que Ingrid llevaba dentro; y temía que si le contase todo, podría causarle un gran dolor que terminaría afectando al bebé. Por esa razón, decidí evadir la pregunta o, mejor dicho, mentirle.
─Todavía nada. Sigo a la espera de ese bendito llamado.
Y como si por arte de magia se tratara o de una especie de invocación de mi mente, el teléfono empezó a sonar.
Mis latidos se aceleraron, mi respiración agitada, mis manos temblando y, a mi lado, el detective indicaba a los policías que se preparasen rápido para hacer todo lo necesario y localizar la llamada.
─Tranquila, respira. ─Mills puso su mano en mi hombro, tratando de calmar mis nervios─. Puedes hacerlo. Trata de mantenerla hablando, necesitamos que sea un minuto completo o, de lo contrario, no podremos rastrear su ubicación. ¿Entendido?
Asentí, inhalando y exhalando antes de atender.
─¿Hola? ─mi voz no salió con la tranquilidad que pretendía, se sentía el nerviosismo, por más que intentase ocultarlo.
─Princesa, al fin tengo el placer de escuchar tu voz de nuevo.
A diferencia de mí, Camila tenía bien claro que ella era quien manejaba la situación y esa seguridad se transmitía hacia su voz.
Miré a Mills, quien hacía ademanes para que continuase hablando.
─Sí, supongo ─contesté en un murmuro─. ¿Estás con Jake? ¿Está bien? ─Eso era lo único que me importaba, lo único que necesitaba saber.
─Vamos despacio princesa. No tengo prisa. ¿Tú sí? Sé que están intentando localizarme en este momento, y no tengo intenciones de que no me encuentren, es más, quiero que lo hagan.
─¿Co-Cómo? ─Me había dejado estupefacta. No me esperaba esa respuesta. Para nada.
─Así como lo escuchas. Falta el acto final princesa y para eso te necesito a ti, por ende, debes saber dónde estoy, o, mejor dicho, estamos. ─Llevé mi mano a mi boca, tratando de contener el sollozo que empujaba por salir─. No te contengas princesa, no por mi cuenta. Llevo planeando esto hace tiempo. Desde que te conocí sentí una conexión muy especial contigo y... luego... con Mark.
─¿Qué tanto tiene de especial Mark? ¡No lo entiendo! ─Eso había salido más duro de lo que pretendía, pero la situación se me estaba yendo de las manos. Ella no me había confirmado si Jake estaba bien o no.
─¿No lo entiendes eh? ¡¡¡Es claro que no lo entiendes!!! ¡¡¡Por eso lo dejaste!!! ─Ahora era Camila quien se estaba saliendo de su papel calmo. Empezaba a perder los estribos cada vez que mencionaba a Mark de forma negativa─. Ustedes eran la pareja perfecta. El sueño de cualquiera, por eso creé esa cuenta de Instagram. Ustedes era mi shippeo favorito. Los llamaba MarkBella, ya sabes, por Mark y Arabella.
Abrí mis ojos ante la incredulidad de lo que estaba oyendo. Mi mano libre tocaba mi cabello, probablemente tratando de encontrar la calma que me hacía falta. Todo lo que había escuchado era una puta locura. ¿Cómo se suponía que debía continuar después de escuchar semejante estupidez?
El detective se acercó a mí y me mostró una nota.
Síguele el juego. Ya casi la tenemos.
Contra eso no había nada que pudiese hacer, más que avanzar.
─Si lo que quieras es que vuelva con Mark, lo haré. Volveré con él. Solo te pido que liberes a Jake ─traté de sonar lo más convincente posible, pero sabía que ni yo misma me creía lo que decía.
─No princesa, ya es muy tarde para eso. No solo fuiste tú quien arruinó mi relación de en sueños, sino también tu amado Jake. Si él no hubiese aparecido en la foto, estoy segura de que hubieses vuelto con Mark y todo seguiría con normalidad. Ustedes se habrían casado y tenido hijos hermosos y... Ya no se puede volver el tiempo atrás, pero sí que puedo hacer que alguien pague, y ese será Jake.
Llamada finalizada.
Empecé a hiperventilar cuando alcancé a entender la dimensión de sus palabras. Lo iba a matar. Iba a matar a Jake. Iba a perderlo, para siempre.
Me estaba desmoronando. Ahí mismo, en la estación de policía. Rodeada de gente que no me conocía y a quien yo tampoco conocía. Por suerte, mis cuatro fantásticos aparecieron para sostenerme.
─La tienen Ara. La han localizado. Van a atraparla.
La voz de mi hermana me hizo recobrar la conciencia. Comprender que ya tenían ese dato y que iban a buscarlo le devolvió algo de vida a mi destrozado cuerpo.
─Voy con ellos.
─¡Arabella estás loca! Quédate aquí. Aquí estarás segura. No sabes lo que puede suceder.
Mi hermana tenía razón, no lo sabía, y era justamente por eso que necesitaba ir. Quería estar ahí para Jake. Sin importar qué, tan solo necesitaba verlo, saber cómo estaba. Ayudar de la forma en que pudiese.
─Disculpen, no quiero interrumpirlos. El equipo ya salió hasta la zona que marcó el detector de localización. Señorita Jones, sé qué quiere ir y debería aconsejarle que no lo hiciera, pero, dadas las circunstancias, me parece que sería apropiado que fuese. No sabemos cómo puede actuar Camila y quizás, si la ve, pueda ayudarnos.
El detective Mills me estaba ofreciendo ir con él. En realidad, me estaba pidiendo mi ayuda, y no estaba dispuesta a negarme. Iría. Sí o sí.
─Lo siento Julia, pero tengo que ir. Jake me necesita.
Mi hermana intentó tomarme de la mano para no dejarme ir, pero empecé a correr antes de que siquiera pudiese agarrarme.
Ya en el auto patrulla, el detective arrancó y a toda velocidad comenzó su camino. La ansiedad recorría cada parte de mi cuerpo, impidiéndome mirar hacia el frente y procesar por qué parte de la ciudad íbamos. Tampoco estaba segura cuántos minutos nos alejaban de la estación de policía, aunque a mí me pareció una eternidad.
El auto se detuvo cuando entramos a un depósito que lucía abandonado. Estábamos en el medio de la nada, la oscuridad y el frío viento de invierno nos rodeaba.
Había por lo menos cinco patrullas policiales en la entrada y el detective Mills fue hasta la más próxima apenas se bajó del auto. Antes, me había advertido que me quedara a resguardo en el auto, que estaba un poco más alejado del resto.
Me debatía entre obviar la recomendación de Mills o hacer lo que quería, bajarme y ver todo de cerca, al menos sentir a Jake más cerca de mí; pero debía esperar.
Con un megáfono, el detective anunció su presencia.
─¡Camila Song! ¡Estás rodeada! ¡Sé que tienes motivos que te han llevado a tomar esta decisión, pero te instamos a reconsiderarlos y entregarte!
»Tu rendición voluntaria nos permitirá garantizar tu seguridad y la de la persona que tienes retenida. Te pido que te comuniques conmigo por medio de mi número de teléfono para iniciar un diálogo y encontrar una solución que sea favorable para todos los involucrados.
El detective Mills procedió a darle su número a través del megáfono. Sin embargo, el número que sonó fue otro. El mío.
─Princesa, dile al de traje que no tengo intención de comunicarme con nadie más que no seas tú, así que te espero adentro.
Colgó.
Salí del auto como si mi cuerpo fuese arrastrado mecánicamente y llegué hasta donde estaba el detective.
─Se comunicó conmigo. Recién. Quiere que entre ─mi voz, agitada, dijo las palabras entrecortadas, pero él las había entendido a la perfección.
─¡Imposible! No puedo exponer a una civil, no puedo permitir que pongas en riesgo tu vida.
─¡Quiero hacerlo! ¿No lo entiende? Haría lo que fuera por Jake. ¡Por favor! ¡Déjeme ir! ─la desesperación en mi voz era palpable. No solo en mi voz, sino en todo mi cuerpo.
Mills se quedó en silencio un instante, probablemente sopesando mi propuesta.
─Bien, te dejaré entrar, pero te pondrás esto. ─Se sacó el chaleco antibalas que llevaba encima y me lo pasó a mí, obligándome a usarlo─. Ahora escúchame bien Arabella. No hagas ni digas nada que pueda alterarla. Cuida mucho tus palabras. Estamos hablando de una persona que es una bomba de tiempo.
Asentí, relamiendo mis labios que estaban secos, al igual que mi garganta.
Mills hizo un último ajuste y me colocó un dispositivo en mi cintura y un auricular en mi oído.
─Es para que estemos conectados. Tú podrás escucharme y yo podré saber lo que pasa ahí adentro. ¿Ok? ─Asentí nuevamente─. Ahora ve. Recuerda, ten cuidado. ─Con una palmadita en mi hombro, me despidió.
Caminé, tiritando de frío, la poca distancia que me separaba de la entrada al depósito y tuve que encender la linterna de mi teléfono para ver algo entre tanta oscuridad.
El lugar era tétrico y apestaba a restos humanos, orina, heces y quién sabe a qué más. Caminaba lento, tratando de guiarme en ese enorme lugar. La poca luz que me ofrecía la linterna de mi celular no era suficiente, pero tendría que valerme con eso.
Continué mis pasos hasta que di con una parte donde el piso estaba lleno de agua y el ruido de mis botas sobre el suelo ya no pudo disfrazarse.
─Princesa, qué bueno que hayas venido. Sigue, ya casi llegas.
El eco de la voz de Camila resonó tan fuerte que terminó por desorientarme, logrando que mirara en todas direcciones tratando de identificar de dónde venía. Me decanté por dirigirme hacia la izquierda y, por suerte, no me equivoqué. Ya empezaba a ver luz. Incipiente, pero eso me ayudó a acelerar mis pasos y al fin llegar has... ta... Jake.
Estaba en una silla, atado, con el torso desnudo, golpeado, pálido. Su rostro, su precioso rostro estaba...
─Princesa, al fin me encontraste. Como verás, me tomé la libertad de hacer algunas alteraciones en esa carita que tanto te gusta.
Jake tenía dos cortes que eran imposibles de disimular, se veían demasiado profundos. Uno estaba sobre su mejilla derecha y el otro rodeando su ojo izquierdo.
─¡¡¡Deja de llamarme princesa!!! ─exclamé con todas mis fuerzas, logrando que el Jake que creía inconsciente, se removiera en su silla─. ¡Ni siquiera entiendo por qué me llamas así!
─¿No lo entiendes? ─Camila se acercó y puso un cuchillo en mi rostro.
─Basta Arabella. No la provoques. Recuerda... ─la voz del detective Mills resonó en mi oído y traté de recuperarme.
─¡Si no lo entiendes es porque has sido una novia de mierda con Mark! ─continuó Camila, sin percatarse de la voz que llevaba en mi auricular─. Él solía llamarte así, él solía decirte princesa.
Ahora lo recordaba, sí. Así solía decirme al comienzo de nuestra relación. A Mark le gustaba decirme que él era mi príncipe y, por lo tanto, yo su princesa. Maldito narcisista de mierda. Ojalá nunca lo hubiese conocido.
─Lo recuerdo, Camila. Lo recuerdo. ─Levanté ambos brazos muy lento, en señal de rendición.
─Más te vale ─decretó y al hacerlo, unas cuantas gotas de saliva golpearon mi rostro. Esta mujer estaba decidida. Iba a hacer lo que había prometido, tal como me lo había dicho. No había vuelta atrás, aunque todavía podía intentar algo.
─¿Por qué no dejas ir a Jake y te quedas conmigo en su lugar?
Su mirada me dio la pauta de que estaba pensando mi oferta, aunque no duró mucho.
─Ya no te necesito. Destruiste todo lo que quería. Yo soñaba con tener el mismo amor que Mark y tú se tenían, yo quería lo mismo. ¡Lo mismo!
Esta vez, su cuchillo sí que cortó mi rostro, logrando que algo de sangre comenzara a salir de mi mejilla. Llevé la mano a la herida tratando de contener la sangre.
─¡¡¡Mira lo que me hiciste hacer!!! ¡¡¡Mira!!! ¡¡¡Todo esto es tu culpa!!! ─Había bajado su cuchillo de mi rostro hasta mi abdomen, pero no estaba ni cerca de calmarse. Con cada minuto que pasaba se alteraba más y más.
Tenía que hacer algo, lo que fuera. Pronto.
─Dime qué quieres de mí. Tú me llamaste. Dime qué quieres y lo haré. Lo juro. ─Estaba elevando una plegaria a quien quisiera oírme. Estaba intentando penetrar las paredes de esa chica desquiciada, sabiendo muy bien que no tenía las armas suficientes como para lograrlo.
Su mirada era fría, como si su alma ya no estuviese ahí, y eso daba más miedo que nada. ¿Cómo puedes tratar con alguien sin alma? Yo no lo sabía.
─No hay nada más que puedas hacer. Ahora solo quiero verte sufrir.
Todo pasó tan rápido que no pude reaccionar. Ella se dio vuelta hacia donde Jake estaba sentado, sacó un arma de la parte trasera de su pantalón y en cuestión de segundos, efectuó tres disparos contra el cuerpo de Jake.
Recuerdo haber gritado y haber corrido hacia él. Su cuerpo contoneándose con cada disparo y salpicando sangre por todos lados.
─Por cierto. Aquí está tu gata.
Tiró el cuerpo inmóvil de Missy, que cayó justo a mi lado. Cubierta en sangre, mi gata todavía tenía pulso, pero leve.
No supe si quedarme con Jake, enfrentarme a Camila, correr a pedir ayuda, pero decidí lo primero. Él siempre estaría primero.
Lo siguiente que pasó fue que un equipo médico entró y se llevaron a Jake en una camilla. La ambulancia saliendo velozmente hacia el hospital. No me dejaron ir con él. Estaba muy herido y necesitaban de todo el espacio que había en esa camioneta para atenderlo.
Salí con mi gata moribunda en brazos. Alguien la tomó, diciéndome que cuidarían de ella.
Al primero que divisé fue al detective Mills y corrí hacia él, que me miró con la misma seriedad de siempre.
─La tenemos Arabella. La tenemos.
─¡No me importa una mierda de ella! Necesito que alguien me lleve al hospital. ¡Ahora!
Mi reclamo fue concedido en el acto. El mismo Mills se encargó de dejarme en el hospital.
Cuando entré, fui directo hacia el recibidor para preguntar por Jake. Estaba en cirugía, pero eso era todo lo que podían decirme, ya que no era familiar directo.
Sentí que pasaron horas, o quizás no, quizás minutos. Estaba perdida. Hasta que vi que la familia de Jake llegaba y, por detrás de ellos, mis amigos y mi hermana.
Todos se agolparon para ofrecerme un abrazo inmenso y se los agradecí por ello. Lo necesitaba más de lo que creía.
Esperamos horas y horas en silencio, hasta que un médico salió y se dirigió hacia nosotros.
─¿Familiares del señor Jacob Ajax?
Su madre se levantó de inmediato, a pesar de haber estado durmiendo.
─Sí, soy su madre ─respondió con la tierna voz que la caracterizaba.
─Hemos terminado de operarlo señora. Su hijo perdió mucha sangre y está en estado crítico. Estas 24 horas son esenciales para determinar si sobrevivirá.
El médico le dijo algunas palabras más a Laurie, quien se sostuvo en los brazos de su marido. Yo, en cambio, decidí correr.
Tenía que verlo, como fuese. Sabía que ese hospital tenía otra entrada para la parte de pacientes críticos, así que fui por las escaleras hasta ese piso. Abrí la puerta y esperé pacientemente mi oportunidad.
En el camino encontré una bata de médico que me puse para pasar desapercibida y, así, me escabullí en la sala.
Nadie paró dos veces cuando me vieron entrar. Nadie sospechó de mí, de modo que fui pasando por los diferentes pacientes hasta que encontré a Jake.
Estaba envuelto en vendas, conectado a una gran cantidad de cables y, según el monitor, su pulso era débil.
Fui hasta él y le tomé la mano, acariciándola suavemente. Recorriendo cada uno de sus dedos, tratando de transmitirle fuerzas.
Luego, la ya conocida sensación de culpa volvió a mí. Dejé su mano, di unos pasos hacia atrás y observé lo que le habían hecho. Todo por mi culpa. Todo.
Lágrimas y más lágrimas inundaron mis ojos, impidiéndome verlo con claridad. Él estaba así por mí. Yo lo había llevado a eso. Fue mi soberbia al pensar que nada podría pasarme, pero mi soberbia se las había tomado con el único ser que ahora guardaba mi corazón.
Miré al techo, como intentando encontrar en los seres celestiales una respuesta, pero no hubo nada. Absolutamente nada.
Volví mi mirada a Jake. Cerré mis ojos, respiré profundo y nada parecía mejorar. Seguía llorando, cada vez con más fuerza y, de repente, el pulso de Jake comenzó a bajar y bajar y bajar. Y luego fue un pipppppppppppp interminable que hizo que sintiera mi propio corazón romperse.
─No puedo verte morir. ¡No puedo!
Y así, me fui.
FIN
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