56- Familia

Antes de entrar a la casa, Jake metió el auto en el garage para asegurarse de que no pudiese ser encontrado. Eso hizo que una parte de mí se sintiera más tranquila y segura.

Bajamos las maletas, aunque mejor sería decir que fue Jake quien las bajó. Eran demasiado pesadas como para hacerlo yo misma, así que le ofrecí una risa incómoda cuando pasó por delante mío con ambas maletas a cuestas, mientras yo llevaba su pequeño bolso.

Mientras Jake iba haciendo el camino hasta la entrada, pude observar por unos minutos su casa. No era para nada ostentosa. Sin embargo, era como una de esas casas como las que podían verse en los suburbios. Podría decir que su estilo era moderno. Tenía dos plantas, techo con tejas color verde oscuro, ventanas amplias tanto arriba como abajo y, al frente, estaba llenos de plantas que ahora estaban cubiertas de nieve. Habían colocado luces de colores en algunas partes del techo y en las ventanas de arriba, para darle el toque navideño de la temporada.

La temperatura había bajado abismalmente y me abracé a mí misma para darme calor, al tiempo que Jake me abría la puerta de su casa muy amablemente.

Cuando entré, la calidez del ambiente hizo que me dieran escalofríos por el cambio de temperatura. Sin embargo, estaba agradecida de haber llegado.

La casa se veía más pequeña desde adentro. Los ambientes estaban bien distribuidos. Al entrar, te encontrabas con un pequeño recibidor que tenía una división hacia ambos lados. A la izquierda estaba el living y a la derecha estaba el comedor. En medio, estaba la escalera que llevaba a la planta alta.

─Llevaré las maletas a arriba. Ya vuelvo. Espérame aquí y te presentaré a la familia.

Asentí. De repente me sentía nerviosa. Era una mezcla de nervios, dudas, ansiedad y hambre. Además, lo que habíamos vivido hacía unos minutos no dejaba mi mente. Había sido demasiado en muy poco tiempo; como si me hubiesen dado un shock de adrenalina y ahora estaba en el momento en el que los efectos comenzaban a bajar. Todo ese combo resultaba una mezcla que no me agradaba, para nada; pero tendría que aguantar, por lo menos hasta después de la cena.

Jake volvió muy rápido. Agitado por la rapidez en que había subido y bajado las escaleras y encima, llevando mis pesadas maletas.

─Bueno, ven. Deben estar en la cocina.

Jake tomó mi mano para guiarme por su casa y la seguridad empezó a apoderarse de mí. Estaba a punto de conocer a sus padres. Con mi mano libre traté de acomodar un poco mi cabello, tratando de verme lo más presentable posible.

Fuimos hacia la derecha, donde estaba el comedor, y lo cruzamos hasta llegar a la pequeña cocina. Efectivamente, allí estaban todos. Muy animados y metidos en una conversación que hacía que sus voces se mezclaran al punto de no poder encontrar el hilo conductor de la misma.

Jake se me adelantó, sin dejar de sostener mi mano.

─¡Buenas noches familia! ¡Me alegro de verlos! ─su grito era genuino y reconfortante. Todos se quedaron mudos, clavando sus ojos en Jake y luego en mí. La ansiedad se hizo presente y mis manos comenzaron a sudar─. Les presento a Arabella, mi novia.

Wow. No esperé que la introducción fuese tan rápida y sin alguna señal que me hiciera prepararme. De igual manera, traté de reponerme rápido y saludar a todos.

─Buenas noches. Soy Arabella, pero... pueden llamarme Ara.

Por suerte no hubo silencio incómodo. Cada uno de los presentes se acercó hacia nosotros, saludando a Jake y después a mí o a la inversa. Se veían muy contentos con nuestra presencia, y eso logró que me tranquilizara.

─Arabella, ¿cómo estás? Soy Laurie, la mamá de Jake. Es un gusto conocerte querida. He escuchado mucho de ti. ─Mi expresión debió tomarla por sorpresa porque inmediatamente se corrigió─. Solo cosas buenas, por supuesto.

Laurie era una mujer bajita, de rizos rubios hasta los hombros. Sus ojos eran verde celestes, pero tenían pizcas del color de los de Jake. Tenía una sonrisa hermosa y ahí confirmé que eso era una de las cosas que sí compartía con su hijo.

Luego se acercó su padre. Un hombre alto, aunque un poco menos que Jake. Tenía el cabello oscuro con algunas canas y una barba que cubría todo su rostro. Ahora sabía de dónde había sacado el color de sus ojos Jake.

─¡Bienvenida a la familia Arabella! ¡Qué gusto es conocerte al fin! Ohh casi lo olvido, mi nombre es Robert. ─Robert no se contuvo para nada y me dio un fuerte abrazo que me tomó por sorpresa─. Gracias por venir querida. Nos pone muy contentos ver que nuestro Jaiky está feliz.

Sonreí tímidamente ante su declaración y Jake fue el primero en molestarse, aunque no le dijo nada a su padre. Sin embargo, podía verlo en su rostro, tratando de contenerse para no decir nada.

─A Logan ya lo conoces ─expresó Laurie risueña─. Al menos eso es lo que nos dijo.

─Calla mamá, es obvio que Arabella y yo somos íntimos amigos. Dormí en su sillón y lo dejé marcado de por vida con mi baba.

No pude contener la risa y, a partir de ahí, nadie pudo. Logan no me había dado la pinta de ser el humorista de la familia cuando lo conocí en Portland, pero ahora que no iba ebrio, podía ver cómo era en realidad. Un poco más bajito que Jake y muy parecido a él, aunque más flaco y sin músculos.

─¿Dónde está el estúpido de Brandon?
─preguntó Jake entre dientes.

─Tu hermano está afuera. Está preparando la barbacoa ─respondió Robert con mucho ánimo.

─¡¿Con este clima?! ─continuó Jake, un tanto desconcertado.

─Sabes que tu hermano es un espíritu libre, hijo. Él hace lo que quiere y nadie puede llevarle la contraria, proque igualmente no nos escucharía ─expresó Laurie tomando a Jake de un brazo cariñosamente─. Además vino tu primo Clark. Están los dos bebiendo cerveza y haciendo la barbacoa. Cuando terminen te los presentaré querida.

Yo asentí y di una pequeña sonrisa.

Bueno. Lo peor había pasado. Ya me sentía más tranquila y empezaba a acomodarme al lugar. Mi cuerpo había entrado en calor y el olor a comida que venía de afuera por poco hizo que me babeara del hambre que tenía.

Entre todo lo que sucedía a mi alrededor, tuve un momento para abstraerme y mi mente viajó a otro lugar. Hacía mucho que no veía a mis padres, aunque ya no éramos tan cercanos como cuando era más pequeña. De igual modo, extrañaba esos momentos en los que lo fuimos, cercanos digo. Cuando volviese a casa, le hablaría a mamá y trataría de arreglar algo para poder juntarnos los cuatro y pasar las fiestas juntos, cosa que, lamentablemente, no siempre me era posible debido a mi trabajo.

Mi mente cortó su línea de pensamientos cuando escuché el fuerte ruido de una puerta. Era Brandon.

─Bueno familia, ¡ya está la comida!

Llevaba consigo una enorme bandeja con barbacoa, el olor metiéndose por mi nariz y despertando aún más a mi estómago.

─Brandon, saluda a Arabella. Es nuestra invitada ─intervino Laurie, cuando Brandon pasó por mi lado sin decir nada, dirigiéndose al comedor con la bandeja en mano.

─Ya nos conocimos ma. Jake y ella estaban muy apretaditos en el auto cuando los encontré. Por cierto, perdón por interrumpirte hermanito.

Jake puso sus ojos en blanco, pero no dijo nada.

Brandon era un poco más robusto, unos diez centímetros más alto que Jake, cabello marrón oscuro como alguna vez habría tenido su padre, y tenía una barba espesa.

Por detrás de él andaba otro chico que parecía casi de la misma edad de Logan. Se veía un poco tímido y no sé acercó a saludarme. Evidentemente era Clark, el primo de Jake. Era mucho más bajito que Jake y sus hermanos y un poco más alto que Laurie. Bastante flaco y tenía el cabello largo.

Jake se acercó a mí y me susurró que su primo era bastante raro y que con el único que se llevaba bien era con Brandon, porque básicamente era el único que le tenía paciencia. También me dijo que no esperara un saludo de él, su timidez con las mujeres eran tan grande que prácticamente les rehuía cuando veía a una.

Todos nos sentamos a comer. Cada uno parecía tener su lugar designado, pero Jake me hizo señas de que me sentara al lado de él, así que eso hice.

La bandeja empezó a pasar por cada uno de los comensales y a mí se me hacía agua la boca. Me serví una costillas de cerdo y algo de carne de vaca. También habían ensaladas, pero opté por una de papas y huevo.

Cuando vi que todos ya habían empezado a comer, ataqué mi plato. La carne estaba deliciosa y qué decir de la ensalada. Nadie dijo nada, solo la música que habían puesto nos acompañaba. Parecía que todos habían estado muy hambrientos.

─Ara, ¿qué te gustaría tomar?

Jake desvió mi atención de la comida. Ni siquiera había tenido la necesidad de tomar algo, pero ahora que me lo decía, tomar algún líquido para bajar toda la comida me parecía una buena idea.

─¿Qué hay? ─consulté tímidamente.

─Emm, agua, cerveza, Pepsi...

─Amo la Pepsi. Sé que no debo, pero es mi placer culposo ─respondí con un poco más de entusiasmo de lo normal y Jake me miró con ganas de reírse, mientras me servía el contenido en mi vaso─. Perdón, sé que sonó raro, es que... Siempre tengo que cuidarme mucho con las comidas por mi trabajo y aquí me siento como si no tuviese responsabilidades.

─Tenemos cuatro días para disfrutar. Puedes comer, beber y... Bueno, ya sabes... ─Jake me guiñó un ojo y me regaló esa mirada pícara que tanto me gustaba. Sabía exactamente a lo que se refería, pero estábamos en la casa de sus padres y no pensaba tener sexo aquí. Por lo menos esa era mi idea, aguantar durante estos cuatro días y retomar cuando volviésemos a casa.

La cena estuvo deliciosa y después de la barbacoa vino el postre para el cual sentía que ya no tenía más espacio, pero que no pude negar, puesto que la mamá de Jake lo había hecho especialmente para la ocasión.

─Es el postre favorito de Jaiky. Bizcochuelo de vainilla con flan de frutilla y chocolate.

─Oh Jaiky. No sabía que tenías un postre favorito ─bromeé mientras le pellizcaba tiernamente el cachete, logrando que Jake se pusiera colorado.

─¡Basta mamá! Sabes que no me gusta que me llames así.

─Ohh al bebé no le gusta que le digan así ─dijo Brandon, mofándose de su hermano.

Jake lo miró serio, con cara de pocos amigos.

─¡Paren niños! Tenemos una invitada y quiero que terminemos la cena en paz. ¡Ahora coman su postre! ─zanjó Laurie con la voz más dulce que había escuchado en mi vida, pero con el carácter necesario para que todos le hicieran caso.

De más está decir que el postre estuvo riquísimo y que mi estómago ya no podía más.

Después de comer todos se pusieron a jugar a las cartas, mientras conversaban y tomaban cerveza. Por mi parte, me limité a mirar. No tenía idea de cómo se jugaba al póker y estaba tan cansada que tampoco tenía deseos de aprender.

Jake debió notar mi cara de cansancio, porque lo siguiente que hizo fue levantarse y poner sus cartas sobre la mesa.

─Me retiro ─manifestó, al tiempo que todos los hombres de la mesa lo abucheaban.

─Eres el peor perdedor hermanito. ─Brandon no desperdiciaba ninguna oportunidad para meterse con Jake, pero Jake las dejaba pasar. Podía ver que tenía ganas de contestarle, aunque se contenía.

─Nos vamos a dormir. Buenas noches familia.

Saludé a todos deseándoles buenas noches y ellos hicieron lo mismo.

Jake me guió por las escaleras y me llevó hasta su habitación. Era la última al final de un pasillo que tenía otras tres habitaciones.

─Solía compartir mi habitación con Logan, pero desde que Brandon se mudó, es mía.

Podría decirse que la habitación era la típica de un adolescente, con algunos posters de bandas de rock, un equipo de basket al que no conocía y fotos, muchas fotos. Me acerqué y vi que la mayoría eran de Jake con su hermana y también habían algunas con su familia. Decidí no hacer ningún comentario al respecto, no quería ponerlo triste, no hoy.

Cuando miré al centro de la habitación, me fijé en la cama.

─¿Piensas que los dos vamos a caber ahí? ─Señalé la cama de una plaza con expresión confusa.

─Claro que sí. Es lo que hay.

Puse mis ojos en blanco. Estos cuatro días iban a ser interesantes.

Después de buscar en mis maletas, al fin encontré un pijama. Hacía mucho frío y en la parte de arriba de la casa no había calefacción.

Jake me miró de arriba a abajo cuando me puse el pijama. Era uno de verano, el único que había encontrado. Era color fucsia con detalles en negro en los bordes. Un short y camiseta con tiras, dejando la mayoría de mi cuerpo al descubierto.

─Estás hecha un fuego.

Pude ver cómo se empezaba a hacer una erección en su pantalón y casi sin pensarlo fui hasta él y lo besé, introduciendo mi lengua y bajando mi mano para tocar su erección.

Estaba a punto de romper mi propia regla de no sexo durante estos cuatro días, pero... Qué más daba.

Jake podía conmigo.

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