49- Reencuentro
La noche se había hecho larga entre confesiones, sollozos, abrazos y besos. Le ofrecí a Jake quedarse, aunque él todavía no estaba muy seguro de merecérselo.
Al final logré convencerlo y llamó a su hermano Logan para avisarle que se quedaría conmigo. Logan lo tomó muy bien, diciéndole que iría a algún bar a tomar algo o quizás a un club a bailar, quería disfrutar de la ciudad el tiempo que le quedara antes de regresar.
─No volvimos a hablar de ir a mi ciudad. ¿Recuerdas que te había pedido que me acompañes?
Jake se había acostado en mi cama. No habíamos hecho nada más que dormir abrazados. Cuando se sacó la ropa, pude ver que tenía la parte de las costillas y algo de su espalda llena de morados. La paliza que le dieron fue severa y me preguntaba cómo hacía para seguir de pie en ese estado.
─Yo recuerdo haber aceptado tu propuesta. Te dije que iría contigo.
Le limpié las heridas de la cara, desinfectándolas con cuidado. El pobre trataba de aguantar el dolor, pero su expresión demostraba que era mucho. De igual modo, no protestó.
Esa noche no terminamos la conversación. Nos dormimos abrazados. Primero yo a él, luego él a mí y así durante el transcurso de la noche. Era como si ninguno de los dos quisiera dejar ir al otro.
Me desperté con el estruendo de truenos y relámpagos. Mi corazón casi sale de mi pecho y mi respiración se descontroló. Busqué a Jake con mi mano en la oscuridad, pero no había nada del otro lado de la cama. Al prender la luz de la lámpara, constaté que no estaba. Me pregunté a dónde había ido, porque no había luz en el baño de la habitación.
Me levanté descalza de la cama. Me fijé si estaba en la habitación de invitados, pero nada. Luego fui hasta abajo y nada. Incluso revisé si estaba en el baño que tenía allí, pero tampoco estaba. ¿Cómo podía haberse ido sin decírmelo?
Fue allí cuando casi me muero del susto por segunda vez consecutiva. La puerta de la cocina se abrió y vi dos figuras entrando. La poca definición de las figuras hizo que me diera cuenta de que ya era de ir a una consulta con el oftalmólogo, mis ojos ya no eran los de antes.
Tomé el paraguas que estaba en un cesto cerca de la entrada del baño, lo único que encontré para defenderme.
─¡¡¡Alto ahí!!! ¡¡¡Juro que los mataré desgraciados!!! ─Apenas me escuché gritar esas palabras, quise golpearme. Absolutamente nadie se vería amenazado por mí y un maldito paraguas, pero allí fue cuando me di cuenta. Eran Jake y... ¿Su hermano?
─Lo siento sol. Me escribió mientras dormíamos, o bueno, tú dormías y yo dormitaba. El muy estúpido iba ebrio y no llevaba las llaves de mi apartamento. Tuve que cambiar la cerradura luego del incidente y no hice una copia. Ya sabes, por seguridad.
Jake y su hermano estaban empapados e iban mojando el piso a medida que avanzaban. Jake iba literalmente arrastrando a su hermano, el cual estaba colgado del cuello de él y en estado de inconsciencia.
Me apresuré a buscar un par de toallas del baño y se las entregué a Jake. Puse algunas en el sillón antes de que tirara bruscamente a su hermano en él, pero ni siquiera se inmutó al caer en el sillón y solo dio un ronquido fuerte.
─¿Cómo es posible que esté en ese estado? ¿Acaso se bebió el bar entero él solo? ─pregunté asombrada al verlo roncar y babear sobre mi hermoso sillón.
─Ya vomitó bastante en el camino y esto que ves es lo que quedó. Al menos ya está durmiendo y no quejándose porque lo dejaron.
─¿Lo dejaron? ─pregunté enarcando una ceja.
─Sí. Su novio lo dejó. Justo cuando llegó a visitarme. El muy cobarde no fue capaz de decírselo en la cara y esperó a que viniese a verme para enviarle un mensaje y cortarle.
─Y fue por eso que Logan quiso llevarte a la discoteca. Supongo que él también quería embriagarse. Digo, por el estado en el que está ahora. ─Lo miré con un poco de pena y de ternura. Era horrible lo que ese chico le había hecho. ¿Dejarlo a la distancia? Eso no iba conmigo.
Tomé la manta que estaba a un costado del sillón y tapé a Logan, que ahora dormía como bebé.
─Lo siento sol. No tenía pensado hacer de niñero. Encima la tormenta nos agarró en la mitad del camino y el taxista quiso dejarnos en medio de la calle, porque no quería arriesgar a que su auto se estropeara.
Fui hacia él, que estaba cubierto con una toalla que le había dado y lo abracé.
─Solo me alegra de que estés bien y de que estés aquí, conmigo. Me asusté mucho cuando desperté y no te encontré en la cama.
─Perdón por no haberte avisado que me iba, o dejarte una nota. Es que fue repentino y dormías tan plácidamente que me daba pena despertarte. ─Me tomó de la cintura y sentí cómo mi cuerpo se tensaba, incluso cuando me tocaba sobre la ropa.
─No pasa nada ─respondí sosteniendo el contacto con sus ojos─. ¿Vas a volver a la cama? ─Mi pregunta no tenía nada de inocente y esperaba que él lo pudiese ver.
─De hecho... No me vendrían mal unas horas de sueño.
Dormir no era justamente lo que tenía en mente, pero tendría que conformarme con eso por el momento.
Antes de subir, corroboró que su hermano estuviese durmiendo de costado, por si le daban ganas de vomitar de nuevo. Y realmente esperaba que no fuera el caso.
Subimos las escaleras en silencio, él siguiéndome por detrás. En el corto camino hacia la habitación, no pude evitar que mi respiración se acelerara, impaciente ante la posibilidad de lo que podía suceder. Temía lanzarme y que chocara contra una pared y, a la vez, temía que él tampoco intentara nada conmigo. La realidad es que temía que nuestra conexión se hubiese roto con todo lo que había pasado en los últimos días. Tenía miedo de perderlo.
Entré en la habitación y fui directo a la cama, quedándome sentada en ella. Todavía llevaba mi pijama de unicornios puesto. Me tapé con el acolchado, pensando que Jake haría lo mismo en un instante.
Él se fue del otro lado de la cama y comenzó a sacarse la ropa, que todavía seguía mojada.
─Parece que se ha vuelto costumbre que llegues en medio de un diluvio y todo mojado. ─Recordé una de las primeras veces en que vino a casa y le ofrecí la ducha para calentarse. No sabía si ofrecérsela ahora, de repente la duda se había apoderado de lo que antes se había sentido tan certero.
─Así parece ─dijo mientras terminaba de sacarse la última prenda y quedaba en ropa interior─. Me he mojado hasta los calzones.
No pude evitar largar una risotada, pero se me hizo muy graciosa la forma en que lo había dicho. Él también río y percibí que el ambiente se alivianaba un poco.
─Puedes darte una ducha si quieres. Debes estar helado.
Mi pecho continuaba alborotado y estaba segura de que si Jake se acercaba, podría oír los latidos alocados de mi corazón.
─Creo que voy a aceptar tu oferta.
Asentí. Él tomó una toalla limpia del placard y se metió en el baño, dejándome paralizada en la cama, con un millón de pensamientos que no dejaban mi mente tranquila.
Escuché la lluvia de la ducha abrirse, la cortina correrse y supe que ya estaba adentro.
Casi pego un grito, que logré tapar con mis manos, cuando escuché su voz.
─¡Ara! ¡No hay jabón!
Maldición. Se me había cruzado por la cabeza que era para pedirme que lo acompañara, pero no. Solo quería jabón.
Me levanté de la cama y fui hacia el baño, que estaba con la puerta entreabierta.
─Guardo los ja... bo... n...
La cortina de la ducha estaba corrida y podía ver todo su cuerpo, desnudo. Me pregunté si de verdad quería el jabón o...
No me dio tiempo a seguir maquinando. Extendió su mano, buscando la mía.
─¿Aceptarías acompañarme?
No me hice de rogar. Estaba esperando este momento desde que se acostó en mi cama la anoche anterior. Quizás debí hacerme la difícil, pero no quería perder el tiempo, no después de todos las amenazas contra su vida. No quería que nada ni nadie nos separara y, ahora, solo quería estar con él. De la forma que fuera posible.
Antes de tomar su mano, me saqué el pijama y la ropa interior. Me acerqué hacia él y me metí en la ducha. El agua caliente inmediatamente recorriendo mi cuerpo.
Me fue llevando hacia donde estaba la lluvia, haciendo que el resto de mi cabello terminara de mojarse.
─Te extrañé tanto estos días, sol.
Había empezado a agradarme el apodo, sobre todo cuando era él quien lo decía.
Llevé mis brazos hacia su cuello y los envolví en él.
─Yo también te extrañé. Quisiera decir que tengo pensado un apodo genial para ti, pero no se me dan bien esas cosas. No tengo mucha imaginación. ─Reí tontamente, bajando mi rostro, un poco avergonzada.
Él levantó mi mentón para que lo mirara fijamente. ─No te preocupes, lo sabrás en el momento indicado.
Nos quedamos mirándonos, en silencio. No sé cuánto tiempo, pero pareció eterno. Estaba pedida en esos ojos verdes en los cuales podía ver hasta su alma. Y en este instante, en ese pequeño instante en el que sentía que había invadido las profundidades de su ser, me besó.
Fue sorpresivo, tierno y hermoso a la vez. Fue como un reencuentro de dos personas que parecían haberse perdido, aun si ese tiempo no había sido largo en la realidad, se sentía de esa manera.
Poco a poco fui recuperando la confianza y fui correspondiendo a esos labios y ese cuerpo que ya conocía. Y a partir de allí, no hubo vuelta atrás.
La fogosidad que habíamos tenido desde el inicio, se había hecho presente. Jake introdujo su lengua en mi boca y yo en la suya. Su lengua hacía delicias que repercutían en mi zona más íntima, logrando que lo deseara incluso más.
Rompí el beso para ir hasta su cuello y pasar mi lengua por él, mientras él me besaba los hombros, el cuello y de nuevo volvíamos hacia nuestras bocas.
Sus manos empezaron a subir de mi cintura a mis senos y comenzó a jugar con sus dedos en mis pezones, haciéndome gemir. Luego, dejó de trabajar en mi boca para bajar hasta mis pezones, haciendo que el deseo se volviera insoportable. Lo necesitaba dentro mío, lo quería dentro mío.
─Quiero que me folles ─murmuré.
─Haré algo mejor que eso ─susurró en mi oído─. Te haré el amor.
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