42- Nada es lo que parece
Jake y yo nos levantamos de la cama como balas y nos apresuramos a vestirnos con lo primero que encontramos.
En el limitado tiempo que tuvimos para prepararnos, no nos dirigimos la palabra, simplemente nos movimos como máquinas guiados por la adrenalina de la situación.
Cuando salimos de la casa, Thomas ya estaba esperándonos en la camioneta, listo para llevarnos al apartamento de Jake.
─¿Steven no va con nosotros? ─pregunté con curiosidad.
─Él se encuentra en el apartamento del señor Ajax, esperando nuestra llegada y la de la policía.
─Oh, ya veo ─respondí desconcertada. Quizás era por la hora o por haberme despertado con la conmoción de la noticia, pero sentía que todo iba muy rápido, como si el operativo para atacar la situación se hubiese montado sin que yo siquiera tuviese tiempo de reaccionar.
─¿Y Monica sabe de esto? ─consulté con un poco de desconfianza.
─Sí señorita. La señora Bell fue notificada.
Asentí y ya no hice más preguntas. Por su parte, Jake se veía claramente nervioso y ansioso por llegar a su casa y ver cuál era el estado en el que se encontraba. Tomé sus manos y las entrelacé con las mías, intentando darle una especie de apoyo con ese mínimo gesto. Había momentos, la mayoría de hecho, en que no sabía cómo actuar, qué hacer o qué decir y me limitaba a lo más simple que se me ocurría. Me daba cuenta de que en mi relación con Mark no había aprendido casi nada de la vida, que me había restringido en muchos sentidos, y que yo también era la culpable de eso.
Unos cuantos minutos después, Thomas estacionaba la camioneta en la puerta del edificio de Jake. Como el edificio no tenía escaleras, le dije a Jake que se adelantara y, aunque al principio se mostró reticente a ir solo, terminó aceptando.
Odiaba esas escaleras con todo mi serie y más las odiaban mis pulmones, que ahora se habían quedado sin oxígeno e intentaban recuperarse a toda máquina.
Me faltaba un piso más para llegar cuando vi que había gente en la puerta del apartamento de Jake.
─Hola ─pronuncié extremadamente agitada.
Intenté abrirme paso entre los dos agentes de policía que estaban apostados en la puerta, pero ambos me lo impidieron.
─Lo siento señorita, pero no puede pasar. Tenemos peritos examinando la escena en este momento.
─Pero... ─Todavía seguía sin recuperar mi respiración─. Yo soy... ─intenté continuar.
─Es mi novia, déjenla pasar. ─Jake pasó entre los dos agentes y me tomó de la mano, haciéndome entrar.
Lo siguiente que vi fue el desastre mismo. Todo estaba destrozado.
El sillón de la entrada había sido desgarrado y todo lo que tenía dentro estaba esparcido en el suelo. La pantalla del televisor estaba hecha añicos, al igual que la heladera.
En cuanto a su habitación, había sido la que se llevó la peor parte. Las paredes estaban pintadas de color rojo, el colchón deshecho, todos sus libros de la universidad estaban partidos en hojas que llenaban la habitación y, lo peor, una de las paredes tenía un mensaje, escrito también con pintura roja.
Se van a arrepentir. Se los advertí.
Jake tenía las manos en su cabeza, seguramente tratando de entender a qué había venido tanto odio, pero la realidad era que quien había empezado con las amenazas, nunca se había ido. Solo desapareció momentáneamente y ahora reaparecía para atormentarnos de la peor manera posible.
En esta oportunidad, no fui yo quien tomó a Jake de la mano sino él. Lo hizo con una mezcla de delicadeza y fuerza, la manera justa para no permitirme caer en el espiral en el que había estado previamente, por toda esta situación que ahora revivía.
─No puedo creerlo. Realmente pensé que todo había terminado ─dije con la pena apoderándose de mi voz.
─Vamos a superarlo, lo hemos hecho antes.
─Pero tus cosas Jake, tus libros. Ya no sirven. No entiendo cómo alguien puede tener tanto odio como para irrumpir en tu casa y hacerte esto. ─A este punto ya estaba llorando y no lo había notado, hasta que Jake me ofreció un pañuelo para secar mis lágrimas.
─Disculpe señor Ajax. Soy el detective Daniel Williams y necesito hablar un momento con usted.
¿Detective? Si un detective se había involucrado era porque la situación era más seria de lo que había imaginando.
Me mantuve alejada mientras Jake hablaba con el detective y con otra mujer, que supuse sería su compañera. No podía escuchar nada de lo que decían y la ansiedad me estaba matando, hasta que recordé que no le había avisado nada a Monica; así que tomé mi celular y vi que ella ya se había adelantado, ya tenía como unos diez mensajes suyos.
Cuando le contesté, su respuesta fue inmediata. Ya se había comunicado con Thomas y él le había informado sobre lo que había pasado. Me dijo que se subiría en el primer avión de regreso, actualmente estaba en Londres por unos proyectos que quería concretar. Le respondí que no se preocupara, que estábamos bien cuidados por Thomas y Steven y que la policía había tomado el caso.
Si bien me respondió que ahora se quedaba más tranquila, sabía que de todos modos la tendría a mi lado apenas pudiese conseguir un vuelo. Ella era así, no podía evitar su instinto de protección hacía las personas que quería y estaba agradecida por tenerla en mi vida.
Cuando Jake terminó de hablar con los detectives, me llevó a un costado para poder hablar con algo de privacidad.
─¿Qué te dijeron? ─Si bien había pretendido dejar que él comenzara, la ansiedad me había ganado y no pude contener la necesidad de hacer la pregunta.
─La puerta no fue forzada.
─¡¿Qué?! ─La sorpresa que me había llevado hizo que me sobresaltara más de la cuenta y todos en la habitación se voltearan para mirarme, logrando que me pusiera roja de la vergüenza─. Lo siento ─expresé apenada.
─No te preocupes. Yo hubiese tenido la misma reacción si no fuese porque me contuve con todas mis fuerzas.
─¿Entonces? ─cuestioné más ansiosa todavía─. Creo que la lista de sospechosos se achica a un mínimo de personas.
Mi mente había ido a una persona, una persona específica que había tenido entre ceja y ceja todo este tiempo. Elizabeth.
─Sé lo que estás pensando. Ella no estaba ni remotamente cerca de la ciudad.
─¿Cómo lo sabes? ─Me había puesto a la defensiva, pero es que esta chica me sacaba de las casillas.
─Lo sé porque uno de mis hermanos la vio cerca de nuestra casa hace unos días.
─¿Hace unos días? ¿Tienes idea lo que puede pasar en unos días Jake? ─había levantado la voz un poco más de la cuenta, ganando las miradas de los presentes nuevamente.
─Ella no es así. Entiéndelo Ara. La conozco ─Jake parecía tan seguro de sus palabras que eso hizo que me enojara aún más.
─Bien bien ─dije con un nudo en la garganta, tratando de contener la bronca─. Si no fue ella, ¿quién entonces? ¿Tienes alguien más que quiera que te arrepientas de algo? ─ahora estaba siendo sarcástica y Jake lo notó al acto.
─Pues no, pero solo para dejarlo en constancia, la frase decía "se van...", así que creo que nos involucraba a los dos, Ara. ─Él también se había molestado. Su rostro se había tensado y su entrecejo continuaba fruncido.
Lo tomé del brazo cuando quiso darse la vuelta, pensando que estaba a punto de abandonar la conversación.
─Bien, tienes razón. La amenaza era para los dos, pero la puerta no fue forzada. ¿Quién más tenía acceso a ella? ─Abrí mis ojos como intentando trasmitirle la respuesta, que para mí era obvia.
Él no contestó de inmediato. Se tomó unos minutos que me resultaron eternos.
─Tenía una copia debajo del tapete que está afuera.
Cuando dijo eso sentí que todo el peso de la estupidez pronunciada caía sobre mí.
─¿Lo dices en serio? ─La incredulidad de lo que me había contado no dejaba mi mente.
─Sí Ara, lo digo en serio. ─Ahora él se mostraba incluso más molesto que antes, como si la culpa de todo esto fuese mía─. Antes de que continúes, la dejaba allí porque mis hermanos o mis padres o quien quisiera venir a visitarme podía necesitar esa llave. Sé que ahora suena bastante tonto de mi parte, pero en el momento pareció la mejor solución y en cuatro años nunca me había sucedido nada como esto, ni de cerca.
No respondí de inmediato. Me quedé pensando.
─Supongo que eso podría ampliar la lista de sospechosos ─expresé con la mirada baja, todavía envuelta en mis pensamientos.
─No lo sé. Realmente no lo sé. Por el momento creo que sería mejor si vuelves a tu casa y nos veremos cuando solucione las cosas aquí.
─¿Me estás pidiendo que me vaya? ─Mi mirada se había llenado de irritación, tristeza, decepción y un millón de sentimientos más que no podía describir.
─No, no es así. Solo digo que creo que estarás mejor en tu casa, más segura y protegida que aquí. Planeo quedarme a tratar de salvar lo que se pueda y tirar lo que ya no sirve.
─¿Y no quieres que te ayude? ─pregunté con algunas lágrimas que habían empezado a acumularse en mis ojos.
─No ─respondió cortante.
Levanté mis cejas y abrí mi boca por el asombro de su respuesta. Tan simple y tan definitiva que no me daba lugar a nada más.
Así que no dije nada. Él me estaba dando la espalda y yo pasé por su lado, golpeando su brazo en el camino. Me fui de allí llorando e intentando ocultarlo al mismo tiempo.
Me había dejado a un lado cuando pensé que más podía serle de ayuda y me dolió. Demasiado.
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