38- Etiquetas
Jake se había quedado mudo ante mi respuesta y eso hizo que mi estómago se hiciera un nudo. ¿Acaso se había arrepentido de haberme invitado?
Me liberé de su agarre y me quedé mirándolo en silencio hasta que, de repente, reaccionó.
─No sabes lo feliz que me haces ─esas palabras fueron suficiente para recuperar la respiración que parecía haber estado conteniendo durante todo el tiempo que le llevó responderme.
Me atrajo nuevamente hacia él y pegó sus labios a los míos con algo más que pasión, había ferocidad, había fuego.
Sus labios recorrieron mi cuello, uno de mis puntos débiles, y todo mi cuerpo ya empezaba a contonearse con cada beso. Lo abracé poniendo mis brazos alrededor de su cuello y él me levantó y me colocó en la mesa que había detrás mío. Me deshice del beso para darle una única indicación.
─Ten cuidado con el espejo
Arriba de la mesa había un gran espejo con luces, de esos que utilizan los maquilladores. Si lo rompíamos, todo el mundo se enteraría de lo que estábamos haciendo, aunque no era particularmente un secreto.
─Mejor te llevo a un lugar más seguro. ─Me guiñó un ojo y volvió a levantarme. Esta vez, colocándome en el piso, que por suerte tenía una alfombra, evitando que mi cuerpo se helara con el contacto.
─Qué caballero ─intenté decir con toda la seducción posible.
─Todo para usted mi lady. ─Ambos reímos, pero esa pequeña desviación no evitó que nuestros cuerpos siguieran con lo suyo. Era como si un imán invisible nos atrajera, imposible para ninguno de los dos de separarse del otro.
Lo tomé del cuello y lo atraje hacia mí y comencé a besarlo como si se me fuese la vida en ellos. Su lengua no tardó en encontrar la mía y eso solo hizo que me excitara aún más.
Busqué el cierre de su pantalón y lo desprendí y él hizo lo mismo con el mío, bajando mis bragas en el proceso; y casi sin darme cuenta me penetró, duro, suave, salvaje, dulce. Todo a la vez. Subió mi camiseta para dejar expuestos mis senos y besó mis pezones haciéndome gemir. Era un eterno placer del que no quería salir nunca más.
Estaba a punto de llegar y sus embestidas se hicieron más veloces, como entendiendo mi necesidad, mi deseo.
─Un poco más ─jadeé casi sin darme cuenta de lo que decidía.
Y una embestida más fue suficiente para deshacerme por completo.
─No sabes todo lo que provocas en mí.
─expresó Jake al recostarse a mi lado.
─Y tú tampoco sabes lo que provocas en mí ─le respondí girando mi rostro para enfrentarlo─. Si pudiera, estaría encima tuyo todo el día. ─Creo que era lo más pervertido que había dicho en toda mi vida, o por lo menos lo que recordaba.
─Me siento halagado. ─Se acercó y me dio un beso rápido en los labios─. Me alegra que nos hayamos cruzado aquella vez. Espero que no te asustes con esto, pero es algo que venía guardando hacía tiempo. ─No sabía si me había asustado o no, pero definitivamente me había tomado por sorpresa─. No es necesario que digas nada, no quiero presionarte y no lo dije con esa intención.
─Lo sé ─respondí en un susurro. La verdad era que no sabía qué decir. Estaba segura de que sentía cosas por él, pero todavía no tenía claro exactamente qué. Necesitaba tiempo.
Lo único que pude hacer en ese momento donde el silencio se había instalado, fue acercame más y apoyar mi cabeza en su pecho, colocando una mano sobre su abdomen. Él me abrazó por la cintura instantáneamente y nos quedamos así, en silencio. Mi cabeza revuelta por pensamientos, en su mayoría negativos, porque no quería que pensara que no me importaba lo que acababa de decir; pero a la vez no estaba lista para expresar algo que no tenía completamente claro. Esperaba poder averiguarlo pronto, porque lastimar a Jake no estaba en mis planes.
En el regreso a casa el ambiente se había alivianado. Thomas iba conduciendo y Steven en el asiento del acomapañante. Jake y yo íbamos atrás, conversando sobre la sesión de fotos, de cómo se había divertido y que cada vez se iba sintiendo más cómodo cuando le tomaban fotos. Intentó besarme en varias oportunidades, pero lo detuve porque me avergonzaba que Thomas y Steven presenciaran todo lo que hacíamos.
─Cuando lleguemos a casa podrás hacerme lo que quieras ─le susurré al oído y sus ojos brillaron al instante, apretando mi rodilla con fuerza, tratando de contener su excitación.
Diez minutos después, Thomas estacionaba en la puerta de mi casa.
─Nosotros nos quedamos aquí señorita. Cualquier cosa que necesiten solo llámenos. ─Thomas seguía con la formalidad que había tenido desde que lo conocí, muy a pesar de mis pedidos para que me tuteara.
─Gracias Thomas. Que tengan buenas noches.
Jake también los saludó y luego entramos a la casa. Missy estaba echada en el sillón, lamiendo una de sus patitas.
─Oh pequeña, ¡te extrañé mucho! ─Alcé a Missy y ella me ronroneó, probablemente molesta por haberla sacado de su momento de relax, pero luego puso su cabecilla en mi pecho, lo cual era señal de que deseaba que la acariciara.
─Debe ser la primera vez que veo a tu gata en la casa. ─Jake se paró a mi lado y miraba cómo Missy y yo teníamos un momento entre madre y gathija.
─Le gusta más salir y andar por la calle que estar aquí, pero siempre regresa. Ha sido mi compañera durante varios años.
─¿Y qué harás con ella cuando nos vayamos de viaje?
No había esperado esa pregunta, pero tampoco era como si me tomara por sorpresa.
─Supongo que dejársela a Jackie, mi vecina. Ella siempre cuida de Missy cuando no estoy, aunque nunca me fui por mucho tiempo. Quizás debería preguntarle con tiempo si podría cuidarla.
─Creo que deberías y, en lo posible, también podrías despejar tu agenda para dentro de dos semanas. ─Su expresión era pícara, se lo veía divertido, con una sonrisa de oreja a oreja.
─Parece que te gusta demasiado la idea del viaje.
─¡Claro que me gusta! Quiero que conozcas mi ciudad, por más pequeña que sea, a mis hermanos, amigos...
─Y a tus padres ─le espeté.
─Sí, claro. También. ─No parecía haberse perturbado por mi aclaración, así que continué con mi cuestionario.
─¿Cómo piensas presentarme ante ellos? Sinceramente dudo que crean que soy una de tus amigas.
─¿Cómo te gustaría que te presentara entonces? ─Jake entendía perfectamente el juego que estaba intentando jugar y ahora había redoblado la apuesta. Puse mis ojos en blanco, no porque sintiese que había ganado la jugada sino porque me había atrapado en mi propio juego y ahora no tenía idea de qué decir─. ¿Te comió la lengua el ratón?
─Ja ja ja, muy gracioso. ─Le hice una mueca y le saqué la lengua─. Todavía la tengo, para tu información.
─¿Entonces por qué no respondes a mi pregunta? ─Sabía que me estaba desafiando. Se aproximó a mí y tomó a Missy.
─Ahora vendrá un rato conmigo hasta que tú pienses tu respuesta. ─Se lo veía tan divertido con la situación, tan jovial, tal como debería ser alguien de su edad. Sabía a dónde quería ir mente, de modo que la despejé inmediatamente.
Jake subió las escaleras llevando a Missy entre sus brazos, lo cual no pareció molestarle a una gata que odiaba a cualquier hombre que intentaba acercársele, tratando de arañarlo en el proceso. ¿Debía tomar eso como una señal?
Me quedé recostada en el sillón del living, cavilando. Sopesando las opciones que tenía. ¿Realmente era necesario meterme en algo que todavía no estaba definido? Todavía faltaban dos semanas para el viaje y probablemente las cosas podrían cambiar para ese tiempo, quizás ya tendríamos más definida nuestra relación y la presentación a sus padres ya no sería un problema.
Me levanté del sillón y fui hacia arriba, dispuesta a decirle a Jake lo que había decidido, pero lo que encontré fue mucho más tierno de lo que esperaba. Él estaba en el lado derecho de la cama y Missy estaba a su costado, apoyada contra su pecho, él apoyando delicadamente una de sus manos sobre su lomo. Ambos durmiendo. Me quedé mirándolos, embelesada por la imagen que me ofrecían. Por alguna extraña razón, se me ocurrió que quería guardar ese recuerdo, así que saqué mi teléfono del bolsillo y fijándome que el flash no estuviese activado, les tomé algunas fotos.
Observé cada una de esas fotos en mi teléfono y luego miraba la escena que estaba frente a mí. Me imaginé viviendo esto todos los días de mi vida y nada más parecía tener sentido. Podría acostumbrarme a esto.
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