11- ¿Y ahora?
Arabella
Había hecho todo mal. Otra vez. Había correspondido al beso de Jake, olvidando por completo que estaba en una relación con Shawn y además comprometida. Era como si todo lo sucedido con Mark no me hubiese enseñado nada y ahora era yo quien engañaba a mi novio, el mismo que en estaba viajando desde Inglaterra para verme y apoyarme con lo de mi padre.
Me sentía la peor mierda del mundo y para completar todo, Jake se había ido con la excusa de que iba a buscar la comida y no regresó al apartamento. Me había sola, tal como yo lo había hecho hacía tres años, aunque obviamente las circunstancias eran muy diferentes.
Me senté en el sillón para plantearme si debía irme o esperar a que Jake regresara. Si me iba y él volvía seguro terminaría por odiarme aún más de lo que lo estaría haciendo en este momento; pero si me quedaba, temía por lo que podía ocurrir. No confiaba en mí misma en este momento y si lo veía nuevamente, no sé cómo podría reaccionar. Así que en ese instante decidí que lo mejor sería irme. Habían pasado dos horas y no creía que Jake regresara, al menos no mientras yo estuviese aquí.
Me levanté y comencé a caminar hacia la puerta, justo cuando estaba a punto de abrirla. Antes de que pudiese siquiera tomar el picaporte, se abrió sola, dejando ver a Jake.
Me quedé en silencio cuando lo vi, aunque sí me había sobresaltado por la sorpresa del encuentro inesperado.
─¿Qué haces aquí?
No puedo decir que no me dolió su pregunta, pero la merecía. Me lo había ganado.
─Estaba esperando que regresaras, pero como parecía que no lo harías estaba a punto de irme ─contesté observándolo fijamente.
─No lo pregunté porque no quisiera que estuvieses aquí. Simplemente me sorprendió que te hayas quedado, dado que tienes tendencia a huir.
Auch. Eso dolió todavía más.
─¿Sabes algo? Fuiste tú quien me besó. Tú. Y sí es verdad que no te aparté, pero no puedes culparme por no decirte que tengo novio, cuando en ningún momento me diste a entender que querías algo más conmigo. De verdad pensé que me odiabas Jake. Y seguramente ahora me odias más, pero no es como si te hubiese ocultado mi relación, es que simplemente nunca surgió una razón para decírtelo.
Sé que lo había hecho sufrir, sé que me había comportado como la misma mierda, pero ya era suficiente con todo el castigo que yo misma me había impuesto, como para tener que soportar su desprecio.
Lo empujé para que se apartara de la puerta y me dejara salir, y casi lo logro, hasta que sus brazos me tomaron por la cintura.
─¡¿Qué haces?! Déjame ir Jake. No quiero ser una piedra en tu zapato.
Forcejeé unos segundos con él hasta que hundió su rostro en mi cuello y su respiración tocó mi piel, logrando que me calmara.
─No te vayas. Por favor ─murmuró suplicante y la coraza que pretendí tener, se deshizo como el hielo ante el calor.
─Está bien. No me iré ─respondí rendida ante su pedido, completamente entregada.
Sabía que mi decisión iba a ocasionar un colapso en mi relación con Shawn, sobre todo cuando le contara sobre mi beso con Jake. No tenía intenciones de ocultárselo, lo mejor era poner las cartas sobre la mesa cuanto antes y ver cómo seguíamos en adelante; aunque la verdad, ahora no estaba muy segura de si quería seguir.
Jake calentó las hamburguesas que le entregó el chico del delivery y comimos en silencio. A pesar de que hacía unas horas sentía que mi estómago estaba a punto de explotar del hambre, ahora apenas podía probar bocado. Sin embargo, me obligué a hacerlo de alguna manera, puesto que no había comido nada desde mi llegada a Londres.
Por mi parte no sabía qué decir para romper el hielo, y supuse que Jake tampoco o que a lo mejor no tenía deseos de hablar. Pero...
─¿Eso es todo lo que vas a comer? ─su pregunta me tomó desprevenida y con una papa frita a medio comer.
─Emm sí. Eso creo ─respondí tímidamente, mirándolo de reojo. No me atrevía a mirarlo de frente, sentía que le había fallado. Les había fallado a ambos, a Jake y a Shawn. Solo que Jake conocía mucho más de mis errores, y de la peor manera.
─No debería meterme en esto, pero tendrías que comer un poco más. Luego puedes darte una ducha, si así lo deseas. Puedo irme y darte tu espacio y, si lo deseas, regresar cuando te hayas ido ─la forma en que lanzó esa frase, en ese tono monótono y sin emoción alguna, hizo que mi corazón crujiera. Sentí que quería que me largara, no solo de su apartamento, sino de su vida.
No le respondí. Terminé de comer la hamburguesa y las papas, tomé mi bolso y me levanté con la intención de irme.
─Gracias por la com... ─me interrumpió.
─Espera... No te vayas todavía. No así. Si esto va a terminar al menos hagámoslo bien. No quiero repetir lo de la última vez. No quiero que esa sea nuestra despedida.
Despedida. Nueve letras que ahora odiaba. Supongo que no puedes tomarlo como una despedida cuando huyes de la persona que amas, tal como yo lo hice. No obstante, ahora se sentía más real. Jake estaba intentando terminar las cosas entre nosotros definitivamente.
Ahora me daba cuenta de que, a pesar de haberlo dejado, nunca abandoné las esperanzas de una posible reconciliación. Qué tonta había sido.
El beso que nos dimos fue un momento de debilidad por parte de ambos. Nada más que eso. Tendría que aceptarlo y seguir con mi vida.
─Está bien. No me iré ─balbuceé y pude ver un destello de luz en la mirada de Jake.
─Gracias ─expresó con cordialidad.
Volvimos a sentarnos en el sillón. Esta vez, más alejados el uno del otro.
Jake me preguntó por mi nueva relación y, si bien prefería no hablar del tema, no tuve otra opción que responderle; aunque decidí omitir la parte de que estaba comprometida con Shawn. A la larga sabía que no decírselo me jugaría en contra, pero ahora no tenía la valentía suficiente para hacerlo.
A pesar de ello, fue su pregunta la que de alguna manera hizo que la incomodidad fuese desapareciendo entre nosotros y que otra sensación floreciera. ¿Amistad?
No sabía si algún día podría ser su amiga. No estaba segura de que esa idea me agradara del todo, no sintiendo lo que sentía por él; pero si eso era lo que él quería de mí, se lo daría. Era lo menos que podía hacer por él.
Así que tiraría todo lo que sentía por él y comenzaría de nuevo. Por mucho que me doliera.
Jake
¿Era un estúpido por creer que después del beso con Arabella todo volvería a la normalidad a pesar de los años que pasamos distanciados? La respuesta era sí. Me sentía como el más estúpido del maldito mundo.
Bajé en el elevador contando los segundos porque sentía una gran presión en mi pecho que no me dejaba respirar con normalidad. Ahí fue cuando vi al chico del delivery en la puerta, con un paquete en las manos. Habiendo sido delivery yo mismo, lo mínimo que podía hacer por la eterna espera era darle cien dólares de propina.
Tomé el paquete y por un instante pensé en subir de nuevo, pero mi pecho continuaba con una opresión que no me agradaba para nada; así que decidí caminar.
Todo lo que siguió después ni siquiera es un recuerdo, porque lo veo borroso. Solo recuerdo haber caminado y caminado, y caminado si cesar. Tanto que mis pies empezaron a doler.
En algún momento mi mente y mi cuerpo se disociaron, y fue mi cuerpo quien quedó al mando, llevándome por lugares que, cuando desperté, ni siquiera conocía. Recobré la conciencia justo al frente de un local que tenía un cartel con letras grandes y luminosas que decía BAR.
En ese instante mi boca comenzó a sentirse seca y el deseo de que una gota de alcohol bajara por mi garganta fue más que tentador. Sin embargo, algo que no puedo explicar hizo que cerrara mis ojos por unos segundos, respirara profundamente y emprendiera el camino de regreso a casa, como un poseso.
En el camino de vuelta, una sucesión de emociones se hicieron carne en mí. No podía entender todo lo que había pasado. Mi mente hacía un gran esfuerzo por juntar las piezas que se habían esparcido, como un rompecabezas; porque todo terminaba siendo eso, un puto rompecabezas con la imagen de Arabella, que yo nunca podía terminar de armar.
Había tomado la firme de decisión de perdonarla, porque creí en sus palabras y, si bien, yo fui quien la besó, pero ella no me alejó, no me pidió que parara, no me abofeteó o cualquier otro signo de que no quería lo que estaba haciendo.
El hecho de saber que le había sido infiel a su pareja, me ponía loco. Sé que solo fue un beso, aunque no fue cualquier beso. Poseer sus labios otra vez se sintió como si hubiese llegado al cielo y enterarme que estaba de novia, fue como bajar al mismo infierno una vez más; porque yo ya lo conocía, me había sumido en él cuando me dejó y me prometí no regresar nunca más. Supongo que hay promesas que es mejor no hacer.
Ya cuando me encontré en la entrada del edificio, mis pensamientos se hicieron más claros y me decidí a entrar. Lo que no esperaba fue ver que Arabella estaba a punto de irse, justo cuando yo abría la puerta. Saber que todavía estaba allí.
Cuando encontré su mirada, casi dejo caer el paquete que llevaba conmigo de la sorpresa.
─¿Qué haces aquí? ─De inmediato me arrepentí de haberlo dicho, aunque en el fondo sabía que era la rabia que tenía la que de verdad estaba hablando.
Una catarata de reproches comenzaron a salir de mi boca de manera incontrolable. Todo lo que tuve guardado, lo lancé sin culpa.
Sus ojos se pusieron vidriosos y quise abofetearme por ello. Al instante me respondió, con todas verdades. Luego quiso irse y en el intento, me llevó por delante, empujándome. Ahí fue cuando reaccioné. Si la dejaba ir, nunca más tendría la oportunidad de cerrar esta historia de una buena manera, y no quería eso. No cuando mi relación con ella había sido la más importante de mi vida.
Dejé caer el paquete al sueño y la abracé con fuerza, para evitar que se fuera.
─¡¿Qué haces?! Déjame ir Jake. No quiero ser una piedra en tu zapato.
Quería gritarle que no lo era y que jamás lo sería, pero lo único que pude decirle fue...
─No te vayas. Por favor.
Traté de ocultarlo y no sé si Arabella lo notó, pero pronunciar esas palabras me llevaron de nuevo a los momentos en los que me sentí como un niño abandonado. Quizás todavía era un niño cuando ella se fue, pero ahora era un hombre. Un hombre que luchaba por tener las cosas en claro con la mujer que una vez amé.
Cuando me dijo que se quedaría, pude respirar de nuevo. Calenté la comida y nos sentamos a comer en completo silencio, hasta que noté lo poco que había consumido y me alarmé un poco; así que le pregunté si no iba a comer más. Apenas había tocado su hamburguesa y unas pocas papas.
Le pedí encarecidamente que comiese más, por su salud, a lo cual accedió; aunque mientras comía, pude ver su ceño fruncido, como si estuviese enojada conmigo.
Cuando terminó de comer, se levantó y supe que era para irse. Quiso agradecerme por la comida, pero no la dejé. Tenía que decirle algo.
─Espera... No te vayas todavía. No así. Si esto va a terminar al menos hagámoslo bien. No quiero repetir lo de la última vez. No quiero que esa sea nuestra despedida.
No quería una despedida. Por más que intentara arrancarla de mi corazón, no podía y tampoco quería hacerlo. La amaba más de lo que imaginaba y ella nunca lo sabría. No iba a meterme en su relación con... No tenía idea de cómo se llamaba su nueva pareja, pero esta vez no me interpondría. Había aprendido esa lección por las malas.
Los minutos pasaban y ella no respondía, mientras yo intentaba esperar pacientemente.
─Está bien. No me iré.
Escucharla decir esas palabras hizo que mi alma volviera a mi cuerpo y pudiese tranquilizarme.
Nos sentamos en el sillón e intenté entablar una conversación que fuese lo más casual posible y, aunque me doliese, le pregunté por él. Me contó que su nombre era Shawn y que hacía casi dos años que estaban juntos. También me dijo que venía en camino para acompañarla y otra vez sentí una puñalada en el pecho. Intenté despejarlo de mi mente y sumergirme en la conversación y, por suerte, lo logré. Poco a poco todo lo malo fue desapareciendo y en un momento se sintió como antes, solo dos personas conversando sobre la vida.
Ojalá pudiese decir que había durado, pero no. Mi teléfono empezó a sonar y, a pesar de que no tenía deseos de contestar, cuando vi que era Logan, supe que él no me llamaría si no era importante.
─¿Hola?
─No quiero que te alarmes...
─Oh no. ¿Qué hiciste Logan?
─¡¿Yo!? La pregunta debería ser qué hiciste tú hermanito.
Bueno. Ahora sabía que algo malo se avecinaba.
─¿A qué te refieres? Suéltalo de una vez ─expresé molesto.
─Solo trata de no perder la razón...
─¡Dilo de una vez Logan! ─espeté levantando la voz.
─Biennn. Tranquilooo. La cosa es que... ─hizo una pausa que estaba a punto de sacarme de mis casillas─. Hay un grupo de paparazzi en la puerta del edificio. Saben que estás con Arabella.
¡Mierda!
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