Capitulo VIII: ¿Quién te Conoce, Mamá?

Tenía que verlo, dado que aún le parecía algo demasiado inesperado: Jessica, quién había tenido como idea que estaría en una situación difícil y dura por estar en una carrera complicada y competida así como con un embarazo en puerta y un rompimiento no hace demasiado atrás, lucía completamente prospera y triunfante.

—¿Dices que es el hotel? —Sarah preguntó frente al lugar dónde Jessica se estaba hospedando esa tarde.

Se trataba del Novotel; de clase media, lejos de la opulencia de una suite de lujo, pero seguía manteniendo una reputación decente y se elevaba por arriba de la media. No era el hecho que Jessica se encontraba en un hotel de calidad mediana, pero aún así era sorprendente que tuviera los recursos para financiarse un lugar así por cuenta propia. Si lo deseaba, ella podía pedir un lugar en su apartamento (a pesar de lo apretujada que sería la única cama por las noches), o inclusive, si las asperezas se limaban entre ella y su madre, podía quedarse en su antiguo hogar, pero al decidir pagar su propio hospedaje estaba haciendo, ya sea de modo consciente o no, una fuerte y poderosa declaración.

—No sé, pero de pronto me acordé de esa canción de Katy Perry...

—¿I Kissed A Girl? —Sarah sugirió.

—Algún día tendrás que decirnos que eres, Sarita —Allye pronunció tras sacudir su cabeza por un instante—. Pero no: era esa otra, la aburrida.

—¿Roar?

—Esa misma.

—¿Qué? ¿Tienes ganas de ponerte un traje de Jane de la selva? ¿Con este clima?

—¡No, no! Es que es como el anuncio de que “yo puedo sola, no necesito a nadie”. ¿Por qué no pedirle a mamá su viejo cuarto? Es sólo por unos días.

—¿Entonces dices que es como un enorme dedo medio a Colleen?

—Es demasiado insultante...no de todo indigno de Jess.

Después de pensarlo quizá demasiado, ambas amigas ingresaron al hotel, preguntaron por la habitación de la señorita Martin, Jessica y se les dio el acceso.

—¡Chicas! ¡Pasen, pasen! —la hermana mayor anunció con gran alegría en su expresión tras abrirles la puerta.

—¿Cómo estás Jess? ¿dormiste bien?

—Sí, sí, bastante tranquilo...nada más un poco de mareos, pero eso es todo.

—¡Jessica!

—¡Sarah, mi chica local!

Jessica y Sarah se unieron en un fuerte abrazo; quizá no tanto de parte de Sarah por temor de quizá sumirle un poco a la cabeza al feto y que terminé luciendo como el personaje titular de “Oye Arnold”, pero no dejaba de sentirse la dicha de la reunión.

Allyson se sentía incomoda dado que, recordó como su mejor amiga y su hermana mayor parecían siempre llevarse de una manera más armoniosa y sincera de lo que ella misma había experimentado en su vida, como si ellas fueran las que compartían el lazo de familia en realidad.

—¿Y qué tal...? —Allye intentó buscar conversación, y se refugio en un tema cada mes más dífícil de ocultar—. ¿Qué tal lo de...ya sabes?

—¡Oh, bueno! —Jessica se soltó de Sarah—. Apenas es el cuarto mes, así que todavía falta, pero ya he ido con doctores y parece que todo va bien.

—¿Todo va...bien?

—Apenas va a anochecer, ¿qué tal si azotamos las calles y hacemos una noche de chicas?

—¿Sabes que no puedes beber en ese estado, verdad Jess?

—¡Carajo! ¡Lo había olvidado!

—¡Oh vamos! ¿Qué podría tener de malo? —Sarah interfirió—. Mi madre se metió de todo por todos lados durante mi embarazo, y yo salí bien, ¿no?

Las hermanas permanecieron en silencio.

—En fin...de todas maneras, no tenía tantas ganas de salir en realidad —Jessica comentó, tomando asiento en un sofá.

—¿Los mareos y las nauseas, cierto?

—No volveré que ningún hombre me vuelva a poner un dedo encima...

—Podemos traerte algo ligero de cenar: no sé, una ensalada, un yogurt...

—Pizza chicas...tráiganme pizza.

—¿No es algo pesado eso en tu estado?

—¿Sabes lo qué es de verdad pesado, Allye cariño? Tener un inquilino por cuatro meses a sabiendas que todavía le faltan otros cinco. ¡Ahora vayan por mi pizza!

No queriendo escalar la confrontación con una mujer en cinta, ambas corrieron a una pizzeria al frente del hotel.

—Aunque esto va en contra de todas las fibras feministas en mi ser, ¿no se supone que para eso debería tener un hombre a su lado? —Allyson comentó—. Ya sabes, para que él aguante todos los gritos en lugar de a sus amigas.











Keith tenía una duda en la cabeza que no parecía poder quitarse con información, dato o pista alguna: revisó inclusive un viejo anuario con fotografías de los años mozos de él y Colleen en busca de aquello que le ayudará a recordar lo irrecordable.

—¿En qué estábamos pensando al creer que la moda de New Edition era digna de ser imitada? —se preguntó mientras repasaba las viejas fotos de compañeros del liceo, en el sillón del hogar de su prometida.

Tenían una cita esa noche; en tres días, se iba a llevar a cabo el gran evento y querían cumplir con la tradición de no verse en 24 horas antes de la boda, así que debían aprovechar todo el tiempo que estuvieran juntos antes de que empiece ese conteo. Colleen se había retrasado un poco con un compromiso pero había llamado anunciando que no se iba a demorar demasiado.

—¿Repasando los años maravillosos?

—Oh, señora Martin, no me había percatado que se encontraba aquí.

Si bien se conocían de hace años, los intercambios no eran comunes, ni agradables, lo cuál era para entenderse: ella veía a él como el hombre que iba a desposar a su hija y en los ojos de todo padre o madre, muy pocas veces alguien parece lo suficientemente bueno para estar a lado de sus niñas, y por otro lado: Keith sabía que a la ya de por si nada envidiable situación de confrontar a un pariente político hay que añadirle asuntos como racismo, supremacía nórdica y propaganda nacionalista.,

—No tienes que poner esa cara, Keith; no muerdo, y he cambiado un poco.

—¿De verdad?

—¡Claro! —la señora se acercó al pretendiente—. Hace años, pensar que mi hija se iba a juntar con un irlandés me causaba repulsión en el estomago, pero tras tiempo de meditarlo y algunas reuniones con nuestros expertos en antropología concluimos que eran lo suficientemente blancos para ser considerados iguales.

—Guau...gracias—dijo Keith por amabilidad, aunque apreciando el hecho ya que a pesar de todo, seguía siendo un pensamiento muy liberal y progresista para los estándares que sabía la madre de Colleen podía imponer —. ¿Le costó mucho a su club...tomar esa decisión?

—Añadimos a los irlandeses, los franceses, la mayor parte de los eslavos, los griegos...

—¿Y los españoles y portugueses?

—Todavía mantenemos la actitud de “África comienza en los Pirineos”. —la señora Martin replicó.

—Guau...sólo guau...

—Creo que en el fondo siempre pensé que tú y ella quedarían juntos —ella cambió el tema.

—¿De verdad?

—Sí. A mi Colleen siempre le han gustado las cosas grotescas; jamás entenderé esa banda, ¿The Pixies? ¿Qué es eso? ¿Por qué no le pudo gustar una de esas bandas que intenté inculcarle?

—¿Cómo los Beatles?

—Más bien “No Remorse”.

—¿No es esa una banda neo-nazi? —preguntó, después recordando que no debía sorprenderse para ese punto.

—El punto es...creo que me costó hacerme a la idea, pero con la perspectiva que dan los años, creo que es lo que tiene más sentido después de todo.

—¿Lo dice en serio?

—Sí —suspiró, inclusive con una mirada más cálida y afable de lo que se podría esperar de una supremacista nórdica —. Todavía recuerdo una noche...creo que ahí debí darme cuenta de lo que eras, o lo que podías ser en realidad.

—¿Cómo dice? ¿Una noche?

—Fue hace mucho, diría que...quizá estabas, sí, ahora que lo pienso bien, tú y Colleen todavía estaban en el colegio, en Hopewell...

—Esto es muy importante, señora Martin —Keith comentó, poniéndose de pie, con una calmada urgencia en su discurso—, ¿de casualidad, no habrá sido en una fecha cómo esta?

—¿Quieres decir, finales de noviembre...quizá principios de diciembre? —la señora comentó, mientras se sentaba y ponía su bastón al costado del sofá de la sala.

—Sí...

—¿No lo recuerdas, Keith?

—No exactamente, pero...quizá me sea útil recordarlo...









Estaba a punto de llegar, y no comprendía aún si era el curso de acción correcto; el mensaje que Allyson le había enviado fue la alarma, e instintivamente salió a ése lugar, esperando...algo. Sería difícil definir exactamente “qué”, dado que ella misma no comprendía ni sabía que podía pasar, pero era la oportunidad de superar una diferencia, de enterrar el hacha y avanzar hacia adelante. Era una mujer a punto de casarse por segunda vez, a las puertas de un nuevo corredor en su vida, pero no podría entrar con seguridad ni confianza si no concluía o cerraba algunos libros primero.

—¿Quién es? —Jessica preguntó tras escuchar la puerta de su cuarto sonar, esa noche, mientras devoraba una pizza de tocino que compartía con su hermana y Sarah —. ¿O acaso alguna de ustedes ordeno algo más?

—No precisamente —Allye comentó, dirigiéndose hacía la puerta—. Verás, creo que es hora de qué dos de ustedes arreglen sus diferencias...

—No me interesa: estoy comiendo.

Allyson entonces, abrió y reveló a las afueras de la habitación a su invitada de improvisto.

—De acuerdo...eso sí me interesa —Jess comentó, dejando el trozo de pizza que sostenía en manos de Sarah —. Sé que no es kosher querida, pero si quieres, puedes comertela, porque perdí un poco el apetito.

—¿De verdad? —la morena inquirió.

—Va, nada más...un pedacito de salchicha —Jess arrancó un trozo de la pizza y la ingirió en un instante—. Bien, ya estoy lista.

Se puso de pie, y lentamente se fue acercando a su madre.

—Jess...de verdad...te ves muy bien —Colleen saludó tímidamente.

—Tú también...madre...

—¡Se siente el calor de familia!

—¡Callate Sarah! —Allyson le murmuró, tomándola del antebrazo y llevándola hacia el dormitorio, para dejar a solas a una madre e hija que debían encontrar el modo de dejar atrás algunos topes y choques.

—Hace mucho que no sé de ti, hija.

—Soy una mujer adulta, tengo una profesión, estoy ocupada, vivo en una ciudad diferente por mi cuenta: creo que es comprensible que no estemos de todo al día y al tanto.

—Pero...una hija puede llamar; en especial...

—Sí, la boda, lo comprendo —Jessica respondió, cruzando sus brazos—, pero creo que nos dijimos cosas un poco duras.

—Pero al final, seguimos siendo familia, sigo siendo tu madre...y ese es un lazo muy fuerte que nada puede romper, y, bueno, pronto lo descubrirás...

Colleen tomó nota de la apariencia de su hija: Allyson no mentía, en verdad ella lucía radiante, hermosa, aunque de una manera diferente. Jessica siempre fue una jovencita de una belleza privilegiada que la hacían deseable para los chicos y envidiable para las chicas, pero ya no era una chica; era una mujer, una que pronto sería una madre, y una que debía empezar a tratar como una igual, una hermana de género que estaba a punto de comprender sus miedos, deseos y preocupaciones a un nivel que una nunca llega a entender hasta que suceden.

—¿Cómo va...lo del embarazo?

—Pues...bien; sin ningún problema desde lo médico —Jessica contestó, soltando un poco la pose de sus brazos.

—¿Sabes si será niño o niña?

—Yo quisiera...que fuera una sorpresa. No quiero saberlo hasta el momento.

—Tienes mucha paciencia querida; yo me volví loca de alegría al saber que iba a tener una niña.

—Yo sólo quiero que nazca bien —Jessica desenvolvió un poco más sus brazos—. Fuera de eso, todo lo demás es secundario.

—Jess, estará bien, estarás bien...y ojala me dejes ayudarte, si así lo quisieras.

—Creo que un niño merece una abuela, ¿no?

—¡Santo cielo! ¡No digas eso!

—¿Qué?

—¡No soy tan mayor como para ser una abuela! —Colleen dijo, recriminando pero al mismo tiempo sonriente, y rompiendo en una carcajada, y con lagrimas brotando de sus ojos.

Jessica, por su parte, se le unió tanto en la risa como en el llanto, y fue a su encuentro en un abrazo esperado desde hace varios meses.

—Felicidades mamá, por lo de la boda —la hija murmuró.

Y un extraño sonido se escuchó: pareciera como si un grupo grande de individuos dijera un tierno “¡Ah!” digno de un momento cursi de alguna comedia estadounidense.

—¡Sarah, carajo! ¡Que silencio! —Allyson gritó.

—Lo siento; tenía grabado eso en mi celular, y no estaba segura de qué si alguna vez encontraría situación para usarlo. ¡También tengo risas grabadas! ¿Quieres oírlas?

—¡Dame eso de una buena vez!

Y se escucharon a dos chicas pelear y jalonear mientras unas risas comenzaron a escucharse.

—Ojala sea niño —Jessica comentó.

—¿Por qué?

—Miranos: las niñas de nuestra familia están dementes, no creo que necesitemos más locura...

A pesar del entendimiento, Jessica quiso quedarse en su habitación de hotel; había pagado por ella, y la iba a usar, además de ser una demostración de su independencia, claro está, y aunque Colleen se despidió de ella, Allyson y Sarah fueron invitadas a una noche de chicas lejos de alcohol y desnudistas bañados en aceite de bebé lamentablemente, pero igual de edificante, si bien a su propia manera.

—Sarah si que ronca —Jessica comentó, recostada al borde de la cama de su dormitorio, ocupada por la morena, con Allyson a su lado apoyando su cabeza sobre su hombro izquierdo, en la madrugada, ambas cansadas y a punto de alcanzar a aquella joven en el viaje a Oniristán.

—Aprendió a roncar así por protección.

—¿Protección?

—Demasiadas ratas y mapaches en su casa; así los espanta.

—Pues ciertamente casi me espanta a mi.

—Aún se me hace increíble pero...Jess...de verdad te extrañé.

—Yo también hermanita, yo también.

—Hay tantas cosas de las que hay que hablar...y tan poco tiempo.

—Estaré aquí algunos días, ¿no crees que podamos alcanzar con eso?

—Tal vez sí, tal vez no; pasé tres años en la preparatoria, se me hicieron eternos, y una vez que acabaron, me preguntaba si había parpadeado porque de pronto me parecieron haberse ido como una estrella fugaz.

—Bueno Allye, para eso están las bodas y los funerales: son una pequeña pausa en el día a día común.

—¿Entonces es necesario que alguien o se case o se muera para que podamos vernos?

—Es un trato difícil, pero nos permite convivir el mínimo con la familia para después volver a la rueda del hamster.

—El hamster la tiene fácil: agua, comida, un lugar para hacer ejercicio...son buenas prestaciones —Allyson declaró, dejando notar que quizá estaba un poco cansada para tal punto.

—¿La ves tan difícil?

—Intenta trabajar en el sector servicios y luego hablamos Jess...y en realidad, eso es algo que quería preguntar. ¿Cómo le hiciste?

—Tendrás que ser más especifica, querida.

—¿Te está yendo bien, no? ¿Suficiente para parecer y lucir tan...autónoma? —Allye dijo, soltando un bostezo en medio de sus preguntas.

—Me está yendo bien...sabes que ser actriz es algo impredecible.

—Más para una mujer embarazada; las opciones que eran posibles en mi cabeza eran: modelar ropa de maternidad, y no pagan mucho, o explotar la existencia de un extraño sub-género del cine porno.

—¿Porno de mujeres embarazadas, Allye?

—He pasado mucho tiempo en la Internet, lo sé, pero tampoco puedes decir que te ha ido mal, al parecer. ¿Cómo..?

—¿Has escuchado que las voces de los personajes de South Park los hacen mujeres vietnamitas?

—No.

—Oh...bueno; el caso es que la actuación es más que sólo ser la estrella de cine, televisión o porno, y aceptar papeles para doblar caricaturas coreanas ayuda a al menos llegar al fin de mes.

—¿Haces doblaje ahora? ¿De verdad?

—¿Por qué inventaría que hago la voz de un mapache que lucha contra los malos inflando sus testículos?

—¡Oh, TENGO que buscar esa caricatura en Google pero ya!

—Sí, y siento que me arrepentiré de haberte contado eso en la mañana, y...y bueno...caramba —Jessica volteó a la cama—, ¡Sarah sí que hace ruidos!

—Eso no es nada comparado con lo que la he oído en algunas noches, sí sabes a qué me refiero...

—¡Ja! Tú amiga es muy “activa”, ¿eh?

—Dicen que la universidad es el momento para expandir tu mente y conocer gente nueva, y vaya que Sarah ha cumplido con esa última parte, podría nombrarlos y perderme: Elliott, Malik, Alejandra...

—¿Alejandra? —Jessica inquirió

—Una estudiante de México que conoció en una fiesta y...¡Ay, no actúes sorprendida! ¡Como si no pudieras sospechar eso de Sarah!

—Bueno, todos hicimos cosas en la universidad...

—¿Cómo estudiar? ¿O acaso soy la única?

—Ay, querida Allye —Jessica extendió su brazo alrededor del hombro de su hermana—, siempre fuiste el alma de la fiesta.

—Hey, esa es Allye, ya sabes...y otra cosa.

—¿Las preguntas no terminan aún?

—Sólo te hice una, y la verdad, no muy bien formulada; mis neuronas no pueden si se ven privadas de sueño por mucho tiempo —la menor de las hermanas se justificó tras terminado el pequeño abrazo de Jessica —, y bueno, queda otra cosa.

—Ya, bien, bien: dispara.

—¿No tenías algo con...Ryan?

—¿Quién?

—El chico rubio...ya sabes, el músico.

—¡Oh, sí, sí! ¡Ahora lo recuerdo! ¿Pero...qué hay con él?

—Es justo lo que quisiera saber, Jess.

—Supongo que el misterio aquí que tanto quieres revelar es la razón por la que lo de él y yo no funcionó.

—No quisiera sonar que invado mucho...perdón si sueno así, pero...creo que sabes bien la historia, somos...nos conocemos desde hace mucho, y parecía que se llevaban bien.

—Allye, antes de responderte, y créeme, lo haré, no pienses que deseo evadir eso, no tengo razones para ello, hay algo que quiero que tu me contestes, un par de cosas nada más, dado que creo que ayudará para que entiendes mejor mi punto.

—Vale...de acuerdo —Allyson concordó, con un poco de reservas.

—¿Te consideras una feminista?

—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿No me conoces desde digamos...toda mi vida?

—Lo sé, y las acciones cuentan, pero también las palabras en cierta medida y por eso te pregunto otra vez: ¿Te consideras una feminista?

—¡Claro que sí!

—Bien. ¿Crees que una mujer puede ser independiente y feliz sin necesidad de tener la compañía de un hombre?

—¡Sí! Digo...sé que tengo un novio, pero lo tengo porque fue mi decisión, y porque comparto algo con él, no porque piense que es una obligación para toda chica.

—Fabuloso; esa es la Allyson que conozco y quiero, pero ahora deseo que me digas algo más, y pon atención, mantente despierta porque ésta es la parte importante.

—De acuerdo...

—¿Cuándo me emparejaste con Ryan, no fue porque creíste que una mujer embarazada y en una carrera un tanto dificultosa iba a necesitar alguien en qué apoyarse?

—N-no...no lo creo.

—¿Segura? ¿No pensaste que nadie querría a una mujer en mi condición y tenía que “conformarme” con cualquiera?

—¿Cómo se te ocurre acusarme de algo así? ¡Tú sabes quién soy!

—Por eso me sorprendió un poco.

—¿No sentías algo por Ryan?

—Hey hermanita, tampoco creas que soy una insensible; claro que sí, y claro que me costó terminar esa relación, y la razón por la que no pudo ser fue...bueno, cosas comunes: eramos buenos amigos, pero como pareja de algún modo las cosas no parecían acomodarse, no querían hacer “clic”.

—Las relaciones nunca son sencillas.

—Tú, querida Allye...tienes suerte. A veces me resulta incomprensible porque sales con un chico como Jake, pero eres una chica inteligente, y sé que si alguien como tú puede ver una razón, es una muy buena razón.

—No sé si sus bíceps cuenten como buena razón...na, bromeo.

—Sé que sí, y agradezco lo que intentaste hacer, pero creo que alguien como tú entiende que no tengo que estar con alguien para sentirme realizada, o sentirme feliz. Claro que me gustaría que pasara algún día, pero he aprendido que una nunca sabe a dónde te lleva la vida hasta que ya estás ahí.

—Estoy segura que eso es profundo...o no lo sé; creo que mejor me voy a dormir.

Y a pesar del cansancio, Allyson no dejó de sentir algo de miedo: Jessica tenía un gran punto, y sólo sumaba peso a unas preocupaciones que iban inclinando demasiado la balanza en el interior de su cabeza.







N/A: Ya casi llegamos a las 1000 lecturas; con suerte, este episodio llegará a esa cifra. Gracias a tod@s por su apoyo, entusiasmo y por aguantar esta historia XD

No olviden comentar, que de comentarios andamos algo bajos, ¡o si no...! Bueno, la historia seguirá, ni que la fuera a cancelar...no otra vez, al menos .___.

Y por cierto: quizá los argentinos entiendan mejor el titulo del capitulo XD

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