Capítulo 9: La boca de un ratón.


Alec.

A menudo me encontraba mintiendo sobre las cosas que me gustaban, lo que quería hacer y lo que no. Mis dilemas eran pequeñas elecciones en mi diario vivir, pero cada una de ellas pesaba como si intentara arrastrar un poste de luz.

Debía tensar mis metas, saboteadas, fingiendo que mi elección no era tan importante. Pero supongo era lo contrario, quería sentirme un poco valioso para alguien.

—¡Hey, oye, Ryan! —El aire se me escapaba para captar su atención, iba corriendo detrás de él hasta que se percató de mis gritos y pudo detenerse.

Se despidió de un amigo suyo y volvió a mí.

—¡Skinner, el profesor bigotudo dijo que yo estaba tomando fuerza en su clase! —Tras peinar sus mechones negros detrás, se aproximó con largos pasos entre el pasillo lleno de gente. Él también parecía estarlo haciendo bien—. Ah, sí, ¿qué pasa? No corras, te vas a sentir mal.

—¡Silencio! —Tomé una bocanada de aire, reincorporándome con la mano en la corbata—. Chloe aceptó ir al café conmigo.

Hammer portó un semblante orgulloso. La semana había sido bastante atareada, pero incluso el estudio o los desconocidos alrededor no se interpusieron en la buena tarde y noticia. Rebobiné de igual forma en sus palabras anteriores.

—Espera, ¿querías decir que al profesor bigotudo le gustó tu ensayo? —Eso me sorprendió mucho, acomodé mis pies en fila para centrarme.

—Sí, quiere ver qué presentaré de ahora en adelante. No habría imaginado que algo saldría bien con usar mi nombre como sistema de apropiación —sus dientes al formar una sonrisa hacían que destacara su gran mandíbula, pegando una mordida imaginaria a cualquier obstáculo—. Usé como base el nombre rayado en mi vehículo.

"Donde hay nombre, nada es libre", fue lo que le enseñé. En Calis, mi tutor me había enseñado que todas las cosas se reducen a palabras que no debemos usar a la ligera. Cosas como "mi prometida", "mi chaqueta" o expresiones tales como "no veo tu nombre escrito aquí" y "está marcado con mi nombre" eran conceptos de propiedad al igual que una privación de libertad.

Mi nombre era Alec Skinner, hijo único de mis padres, un apellido importante. Eso era yo, y buscaba lo que ellos deseaban que persiguiera, así fuera en una universidad donde los estudiantes cruzaban el pasillo desesperados por no tener puertas cerradas.

—Bien hecho, hombre —le arrojé un golpe al brazo, después le di un leve empujón—. Te voy a comprar una novela rosa por cada buena nota que tengas.

—Lo prometido es deuda. —Él se vio mucho más feliz y satisfecho, pero volvió a fijarse en la situación—, Dios, vamos a almorzar y hablar sobre Chloe.

Fuimos juntos al comedor. Hammer pidió su torta de huevo y yo una hamburguesa de pollo. Chloe me había enviado una respuesta breve, nos reuniríamos el fin de semana para hablar sobre estos últimos días y quizás esperaba que yo por fin me diera por vencido con el casamiento.

Pero estoy más decidido que nunca.

—¿Por qué de huevo? —Cuestioné su gusto por las tortas de huevo.

Antes de clavarle la gran mordida, alejó su boca del huevo que apenas comenzaba a escaparse. Dudó sobre mi pregunta, miró a los costados donde habían pocos alumnos y se acercó con cautela a mi rostro, posando sus brazos sobre la mesa.

—Fue un secreto, ¿recuerdas que iba cada tarde los viernes a la catedral de Amparo, en el centro? —Tomó una servilleta para limpiar sus dedos y peinar su cabello. Asentí, resoplé en su cara por el misterio que le ponía al pasado—. Iba a reunirme con mi papá, pero casi siempre me dejaba plantado. Cuando iba y le reclamaba me daba unas monedas, y me decía que me había dejado una torta en la cooperativa de la escuela. Me consolaba con tortas de huevo, hasta que dejó de ir y solo había tortas.

Habían muchos pequeños detalles de nuestra infancia que ignorábamos, cosas que no decíamos. Ahora, si me ponía a pensar en ellos, seguro nunca terminaríamos de platicar. Encontraría mucho material para conversar con Hammer, pero de igual forma si seguía cuestionándome todo, me encontraría con muchas piedras en mi vida.

La ignorancia es felicidad.

—Siempre me parecieron deliciosas, supongo. Me acostumbré. —Se encogió de hombros, descansando su espalda contra el respaldo de la silla. Me crucé de hombros y le admiré comer.

Es triste acostumbrarte a las sobras.

—Mis padres me acostumbraron a beber leche de chocolate con huevo crudo, pero supongo que por eso he repudiado la combinación desde que dejé Calis —se rió al escucharlo, ambos lo bebíamos al parecer, pues me dio la razón—. Es asquerosa.

—Hablando de cosas relacionadas a Calis, como Chloe —enfatizó, levantando las cejas de forma graciosa, casi apunto de soltar un chiste—. Encontré a la chica de cabeza cuadrada. ¿Recuerdas Doggo's bar? Donde estoy casi siempre. La chica bebe allí entre semana, de hecho, creo que estuvo ese día de nuestra borrachera carcajeándose de fondo.

Nuestra borrachera; suena bien.

—¿Crees que estará hoy? —Cuestioné, sacudiendo mis manos para sacar de mi mochila los libros que debía entregarle para unas clases futuras.

—¿Quieres ir a ver por la noche? Podemos encontrarnos allá, te diría que te llevo pero tengo una cita y después debo entregarle unas cosas a Daniel —negué con la cabeza para hacerle saber que estaba bien. Recogió los libros de la mesa—. ¿Pero volvemos al apartamento juntos? ¿O vas a algún otro lado?

—Sí, volvemos juntos —me levanté de inmediato, debía correr hacia otra clase. Ryan se atragantó su desayuno, él iba a otro edificio—. Ya, me voy. Nos vemos por la noche, rápido, rápido.

—Allí nos vemos, querido. Rápido, rápido, rápido.

—Rápido, rápido.

—YA. —Me calló a carcajadas.

—¡Hablamos mañana, Kennie!

Hammer se despedía de un castaño claro con chaleco. Me miró de reojo antes de adentrarse al bar y hacerme unas señas llamativas. Sacudí mis manos y estiré mi espalda que dolía por haber estado horas sentado. Después de vigilar la noche cercana en el cielo, repleto de farolas, fui al interior para perseguir a mi compañero.

—¿Vamos a esperar aquí? —Cuestioné, tomando asiento en el banco paralelo a él, cubriendo con un menú mi rostro.

Qué vergüenza ver al dueño.

—No, ella ya anda al final del pasillo —comentó, bajando con su mano derecha los papeles que estorbaban mi vista. Sonreí levemente al ver que llevaba puesto el hilo con el clip, igual que yo.

Hammer nunca me mintió, por suerte.

—Que mires pues. —Me tomó de la barbilla para obligarme a ver a la chica de vestido rojo que se carcajeaba mientras lanzaba golpes con su vaso hacia la mesa, haciendo temblar hasta mis ojos.

Ryan roció menta en su boca, me preguntó si estaba bien peinado y se levantó con ímpetu. Abrí mi cerveza, comencé a beber para contener los nervios de ver lo que estaba por suceder. Según él coquetearía un rato para sacarle información, se veía seguro, sus ojos oscuros no miraban nada más que no fuera aquella chica, como un cazador de estrellas.

"Mírame con atención", dijo. Pero cuando Meriem lo vio acercarse, levantó la mano con exageración y gritó que no quería hombres en su mesa. Hammer dio media vuelta con risas nerviosas fingiendo que se había equivocado camino al baño.

—Qué mierda. —Vi sus labios moverse, estaba súper confundido. Me encogí de hombros, yo tampoco sabía qué pasaba.

Salí del asiento para fingir que le acompañaba de pie, ambos dando pequeñas vueltas mientras seguíamos la música de la rocola. Volvimos a intentarlo juntos, bailando como estúpidos que necesitaban sentarse en la mesa más cercana para descansar, solo que Meriem no pudo levantarnos con tanta prisa.

—Ah, quiero otra —Hammer tiró de mi camisa, haciéndome tropezar con él hasta caernos sobre el sillón frente a ella—. Quiero otra cerveza, ¡otra!

Qué borracho tan falso, has bebido solo refresco.

Aplasté su estómago con mis manos para levantarme, pero su mirada de dolor me hizo apresurarme y golpear su mejilla por accidente. Me puse más nervioso, sobre todo porque la chica me miraba sin entender mierda.

Estoy seguro de que ya me reconoció.

—¿Alec Skinner? —La chica juntó sus cejas—. Eres el ex-prometido de Chloe, ¿no es así?

Mierda, ya lo sabe.

—Ah, Meriem —elevé mi dedo índice para que no me quitara la vista de encima, a pesar de mis nervios. Hammer a un costado se sacudió la chaqueta y lamentó mi peso—. Sí, soy yo. ¿Podemos beber contigo un rato?

Para mi sorpresa, Meriem no se negó. Y como la borracha que era, soltó toda clase de pesares, recordándome que todos llegamos a vernos lamentables con alcohol de por medio. Aunque quise cubrir mis oídos ante las ofensas dirigidas a las personas de mi mismo sexo, por su parte, Hammer escuchó con atención mientras movía los hielos en su vaso lleno de azúcar.

—Los ingenieros me tienen hasta los huevos. —Casi me escupió. Sacó un pañuelo negro para intentar limpiar mi cara pero le dije que estaba bien.

—¿Mal rato en la universidad? —Ryan le preguntó. Ella elevó su dedo índice y afirmó sus palabras con un entusiasmo extraño.

—Misóginos de mierda. —Me atraganté con la bebida cuando oí aquello.

—Escuché los rumores, ¿tan cretinos son? —Y Ryan siguió comprendiendo sus razones.

Meriem se mostró más interesada, incluso abrió en sobremanera los ojos como si hasta ahora se percatara de lo atractivo que era Hammer y que no era fácil de ignorar. Borró parte de su labial rojo estropeado por la bebida, y continuó escuchándole mientras asentía con interés y disimulaba su ebriedad.

—De verdad dan asco. —El guapo narcisista habló y habló.

—Los quiero comer vivos a todos. —Meriem me daba miedo, yo ya quería salir del lugar.

—Te ayudaría, pero estoy lidiando con mi buen amigo —Ryan lanzó un golpe contra mi espalda, consiguiendo que me atragantara con la segunda botella de cerveza que comenzaba a beber—. Alec padece una enfermedad terminal, por ello quiero cumplir su ultimo deseo. Me es difícil asimilarlo, ¿sabes?

Meriem quitó las manos de su mandíbula y casi se fue de boca sobre la mesa. El tema se volvió por completo inesperado, hasta me puse nervioso, más presionado. Miré de reojo a Hammer sin saber qué esperar.

—Lo conozco de toda la vida —pensé que seguía actuando, pero presionó mi hombro con esfuerzo para mistar su iniciativa—. No es un mal chico, tiene sus defectos, pero quería casarse en serio con Chloe. Ama mucho a esa chica "elegante".

Leyó mis notas.

—¿Necesitaban algo de mí, acaso? —Meriem despertó del alcohol, y juntó las cejas de forma intimidante. Su cabello parecía acomodarse con la brisa del viento a través de la puerta.

—Solo quiero saber... —murmuré, tenía que decir algo. Rasqué mi nuca por la etiqueta de la ropa que me molestaba, levanté la mirada y deseé verme confiado—. Necesito saber un poco más del horario de Chloe para hablar con ella más seguido. Quiero estar con ella. Disculpa que te pida esto, pero eres su amiga, ¿cierto? De verdad quiero volver con ella y hacerla feliz.

—Dios, esto es algo serio —Meriem olvidó por completo el rostro atractivo de Ryan y entre tambaleos tomó su bolso, dispuesta a marcharse. Ambos nos levantamos desesperados.

—¡Por favor, haremos lo que sea! —Gritamos al unísono, haciéndola voltear a los lados como si quisiera escapar por cualquier lugar más cercano en el bar—. ¡La conocemos desde pequeños! ¡Ambos, del mismo pueblo!

—¡A ver, cálmense, no griten así! —Pidió, logrando callarnos y volver al asiento. Suspiró antes de sentarse otra vez—. Miren, no soy la mejor amiga de Chloe, tampoco sé mucho y no sé porqué rayos los ayudaría. Tengo trabajo a medio tiempo y también no haría nada si no me ofrecen más a cambio. Estoy muy ocupada como organizadora de... Puedo ayudarlos.

—¿Qué? —Puse ambas manos sobre la mesa.

—Eso. ¿Qué? —Un mechón de Ryan le cubrió el ojo.

—Sí pueden darme algo a cambio. Tú puedes —miró a mi compañero, él se señaló con extraño—. Sí, tú. ¿Quieres ser parte de una campaña publicitaria para un evento de modas? Necesitamos un modelo de reemplazo en la agencia donde trabajo, estamos desesperados, solo tienes que enviar unas fotografías y te pondremos en tela de juicio.

No.

—¡No, eso no! Puedes pedirme cualquier cosa a mí, él no tiene nada que ver, ¿vale? —Traté de baja la emoción que se veía en la apenas conocida. Ni loco iba a involucrar más a Ryan, ya estaba haciendo demasiado por mí y me sentiría comprometido, como si le debiera más por tanto trabajo, sería imposible que pagara algo como eso.

—¿No son amigos? Estás grave, necesitas ayuda y puedo dártela. —Meriem parecía una estafadora con los brazos cruzados, a quien algún día yo llevaría a juicio.

—De verdad no, pero agradezco tu...

—Yo puedo, me gustaría —giré la cabeza a Hammer, se me caía la cara de vergüenza y confusión. Él sonreía levemente, confiado, un cazador seguro de lo que veía—. Nos puede ayudar mucho, no me siento obligado.

Qué bicho le picó. ¿Lo sigue haciendo por mí o por qué no lo pensó ni un poco?

—¿Hablas en serio? —Ryan le asintió a Meriem—. Altísimo en los cielos, esto es excelente. Mi borrachera por fin sirve de algo. Voy a presumírselo a mis padres.

Me voy e embriagar hasta que se me olvide.

Empiné la botella para terminarla con más velocidad.

—No te la acabes. —Hammer me la quitó. No debía descuidar mi salud por capricho.

Ellos hablaron un rato respecto en dónde y cómo encontrar a Chloe con frecuencia, los lugares donde compraba ropa, comía en ocasiones y las actividades que tenía en su nuevo club de fotografía. Era el mismo club de Tatyana Sharman, reconocí el nombre de inmediato porque Daniel lo comentó una vez.

Aún me sorprendía cómo todos se acostumbraban a tratar con los hermanos o cualquier otra persona de color. Mis padres dejarían de pagar mi matrícula si se enteraban de que compartía cuarto con alguien así, después de todo, mi madre padece tinnitus porque el único negro del pueblo le lanzó un ladrillo a la cabeza estando borracho.

Salimos del vertedero temprano.

Meriem esperaría allí a su mejor amiga, quien se hallaba en una academia de estudio y pasaba por ella todas las noches antes de las 11.

Hammer y yo cruzamos la calle, dando pequeños pasos con tranquilidad al no vislumbrar ningún carro. Las luces se reflejaban en nuestras ropas, ninguno hablaba respecto a nada y solo se podía percibir el sonido de los árboles lejanos que se sacudían con el calor del viento.

Alcé la mirada repetidas veces, tenerlo muy cerca me hacía sentir más bajo. En algún punto me miró también, y sonrió, posando su mano con fuerza sobre mi hombro.

—Sí, Skinner, yo te llevo —me dijo, yo reí porque solo esperaba oír eso.

Siempre atento.

—¿Por qué aceptaste la condición de esa chica? —Me encogí de hombros, él quitó su mano rápido.

—No fue por ti, no te preocupes. —No me dio una respuesta clara.

—Bien.

Me detuve frente al vehículo pintado de azul grisáceo. Brillaba por las luces reflejadas en él, las rojas del bar en frente y a los costados las amarillas de los postes. No tenía el techo puesto, era bajo de altura pero me parecía bastante largo. Apoyé una mano en la puerta, aunque la removí en seguida al ver que Ryan me abrió.

—Súbete a mi otro bebé, pequeño —hizo una reverencia para presumir con todo su esplendor—. Chevy Malibu, de los 70s. Fue un regalo de mi madre por estudiar en la ciudad. Si no termino mis estudios me lo confiscará.

—Me pones más presión encima. —Bromeé, subiéndome en el asiento de copiloto.

—Era la intención.

Ryan Hammer incluso era un salvaje para subirse a su carro, lo escaló sin abrir la puerta y se deslizó entre los asientos hasta darme un golpe por accidente. Se quitó su chaqueta roja y la lanzó a la parte trasera, alborotó su cabello y tras poner su mano en la palanca de velocidades aceleró fuera de la calle sin que le importara avisar.

—Qué demo...

Cubrí mi boca, no estaba acostumbrado a andar en carros y mucho menos que alguien acelerara tanto aún sabiendo que yo era el único con alcohol en su sistema.

—Ni que el coche fuera a besarte —se burló de mi temor—, o yo, wuuuuu.

No quiero vomitar en su bebé.

—Hey, ve más lento —le arrojé un golpe, aferrándome con la otra mano a mi propio suéter—. Oye, vas en dirección contraria a los dormitorios.

—Te dije que te daría un paseo. —Clamó. Cerré los ojos al sentir el viento frío en mi rostro, congelándome la boca.

Alguien explíqueme si es verano o invierno porque no entiendo esta ciudad.

—¡¿Sabes, Alec?! —Su grito me hizo girar el cuello para verlo. Lo primero que vislumbré fue su sonrisa y sus ojos clavados al frente—. ¡Me gusta mucho mi carro! ¡Porque es mío ahora! Si es mío puedo ir a donde sea.

Percibí el olor a mar. Los edificios pasaron rápido y vi nuestra desviación de la principal. Supe que se dirigía a la playa, o al menos lo suficientemente cerca como para verla y luego volver al dormitorio. Me agarré del cinturón de seguridad y no dije ni una palabra, solo disfruté el viento mientras mis ojos daban vueltas por las luces borrosas.

—Se siente como tener el control, a veces es bueno. —Continuó hablando solo.

Me asustaban los pronombres personales, los que marcaban propiedad. Si lograba casarme con Chloe, ella sería "mi esposa". Me emocionaba, pero se oía terrible que alguien me perteneciera de esa forma. Podía ser romántico, sí, pertenecer a alguien, pero incluso pensé que si el vehículo de Hammer pudiera hablar seguro pediría que saliéramos de él.

Ese es un pensamiento extraño...

—Y no me preocupo, solo hago lo que quiero mientras estoy aquí —él tomó una curva para subir la calle empinada que llevaba a la carretera cerca del mirador. Pude apreciar la costa a oscuras—. ¡Es solo un auto, pero me hace sentir como si yo fuera mi propiedad y no quisiera compartirme con nadie más!

El mar parecía un agujero negro de preocupaciones y desvíos, pero también podía ser un golpe de cambios positivos.

Tomé impulso con mis piernas para levantarme un poco, fuera del asiento. Me sostuve de la puerta y solo traté de observar la zona del mirador nocturno, oír las olas que sonaban casi tan fuerte como el motor y observar a algunos carros aparcados en la lejanía. Tuve muchas dudas en mente pero deseé que no hubiera nadie allí o las soltaría de golpe.

No quiero compartirme con nadie, ni mucho menos arrastrar a otros en mis problemas. Pero no estoy seguro de si soy el dueño de mi nombre.

Si quiero serlo, o tal vez también me asusta.

—Pero a la mierda todo, al final vuelvo a pensar lo mismo —devolví la vista a él, quien giró de nuevo para entrar en un corto túnel que nos cubrió en oscuridad y algunos reflejos anaranjados—. Esto es bonito. Incluso si no nos toleramos mañana o no lo hicimos ayer, es bonito. Estás borracho así que ignórame, jaja.

Supe que se refería al simple hecho de estar ahí, de existir, de pensar en el carro y el mar, de no hacer nada más. Era bonito dar una vuelta, estudiar, comer al medio día, tomar una cerveza e ir a dormir.

Era bonito, solo eso.

Volví a mi asiento, me reí mientras lanzaba otro golpe a su hombro. Me preguntó porqué rayos hoy le había pegado tantas veces así que me disculpé.

—Es que... ¿Sabes, Ryan? —Puse una mano en mi estómago, me seguí riendo. Con mis dedos toqué la cicatriz en mi frente y pude decirle con sinceridad—: ¡Eres un galán, ahora entiendo porqué todas caen con tu Malibu! No es por él, es por tu monólogo interno. Eres increíble.

Seguí carcajeándome. Aprendí la lección de hoy: Hammer sí era un casanova en su esplendor, y creo que incluso lo respetaba ahora. También era un poco más que solo una cara bonita, era un gran recuerdo difícil de borrar.

—¡Muchas gracias! —Exclamó al cielo aborregado tras lanzarme un golpe con el puño.

• • •
Bueno, oficialmente estos dos se respetan. <3

No tengo mucho que agregar, hahaha. ¿Qué piensan que se viene ahora aparte de la reunión con Chloe? 👁

¿Qué tal pasaron navidad? ¿Hicieron algo lindo o quieren contar alguna experiencia?
Ya está por terminar el año, así que nos vemos el siguen. MUCHO AMOR.

~MMIvens.

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