Capítulo 24: Lo soy.
Alec.
Sentí que me arrancaron la piel, vistiendo solo de huesos.
Yo no sabía cómo amar, era claro, así que me sentí conmovido al escuchar esas palabras. Quería querer de la misma forma, ser aunque sea una quinta parte como él.
—Lo siento, lo arreglaré. —Asumí lo que me encomendó Ryan, no como una tarea ajena, sino como una obligación personal. Incluso si lo odiaba, mi límite de cuánto podía soportar ya se había roto; me sentía en agonía.
—Yo te a... —Estuvo por repetir, usando más fuerza en sus manos casi como si tratara de sostenerse de mí desesperado.
—Tengo que salir de aquí. —Murmuré, retirando sus manos de forma lenta.
—Espera.
Ryan y yo permanecimos por varios segundos, silenciosos, parados frente al otro. Aguardé tal como me pidió, pero mi cabeza estaba tan enredada y mis ojos me ardían que no podía pensar en otra cosa, ni siquiera prestarle atención a la expresión en su rostro. Me sentí ebrio, como si permanecer un momento más allí me haría reaccionar y no arruinaría mi compromiso.
Tensó sus labios y respiró cerca de mi rostro, pensé que nos fundiríamos en algún momento.
Tengo que casarme, no puedo hacer esto.
No quiero casarme.
Tengo que irme.
—Voy a arreglar la situación por ti —le oí hablar aunque apenas abrió la boca, aún con el mareo percibí su tacto cerca de mi cuello y sus ojos acercarse—, no tienes que hacer algo que no quieres o que yo diga... ¿Qué quieres hacer tú?
No sé qué quiero, pero sé lo que no deseo.
—Perdón. —Aparté su rostro.
Deslicé mis manos por sus brazos antes de encaminarme a la puerta y abrir con rapidez, sin voltear atrás, cualquier segundo en el que me detuviera a reflexionar acabaría por cometer más errores de los que ya cargaba. Apreté mis párpados por la migraña y me aferré a mi corbata que ya no estaba del todo atada.
Gracias.
Mentiras, sabía lo horrible que era una mentira, el engaño no solo moral, también podría cargar con consecuencias legales. Engaño, fraude, manipulación de los hechos; no sabía cómo llegué al punto de mentir compulsivamente siendo alguien que estudiaba leyes.
Ojalá puedas perdonarme cuando sepas quién soy en verdad.
—Nunca había comido un postre tan dulce, se deshace en mi lengua. —Balbuceó Chloe, aferrada a su saco de color crema mientras reía con mi madre y mi suegra.
Apoyé mi mano en el respaldo de una silla, sintiendo a mis rodillas perder su fuerza. Respiré por la boca, las observé tan unidas, y sentí la presión de una mirada lejana de Hammer detrás de mí. Incluso tratando de tomar valor en ese momento, no podía pensar en porqué otros valoraban mi existencia si solo era un cobarde.
Siempre vi a mis padres como dos siervos de algún Dios, dos personas a quienes les encomendaron mi vida. Su deber consistía en vigilarme, en jamás soltarme, en asegurarme de que cumpliera mi misión y ascendiera en el puesto de algún cielo. Cuánto más pensaba en esos hechos, más temor tenía a no cumplir mi deber, pero también me aterraba la idea de que al fallecer nada de esto sucediera. Solo fuésemos muertos incapaces de resucitar o lamentarse, por no aprender a amar la efímera felicidad de una vida.
Me ayudaría un poco que digan lo que vieron en mí, no el fracaso de hijo y amigo que soy.
—Chloe, ¿podemos hablar? —Interrumpí, pasando mis dedos frente a su vista mientras robaba la atención de mi made y suegra también.
—¿No deberías lavarte la cara antes...? ¿Qué tienes? Estás sudando horrible —habló, entre preocupada y con otra orden para mí. No pude controlar la comisura de mis labios, sonreí por ver qué volvimos al punto de partida—. ¿Alec?
—¿Qué pasa? —Tosió mi padre, llegándome por detrás.
La mano de ambos estuvo por ponerse en mis hombros, pero me aparté por inercia, alarmándolos aún más. Me miré desde fuera, como si mi yo presente no se tratara de ello, sino un espectador disociado de los eventos; eso mantuvo el vómito en la punta de mi lengua.
—Solo quiero hablar con Chloe.
—Sabes que no puedes ocultarle cosas a tus padres, ¿no? —Mi tío respaldó la pregunta de mi padre. Lo miré con el entrecejo fruncido pero por desesperación, ¿por qué había tanta gente hoy?
—Vamos, no hay problema. —Chloe me alentó a hablar, sonriente. Movió sus labios con lentitud para pronunciar el apellido de los Sharman, pensó que quizás se trataba de ellos.
—Sí, eso, hay que hablar.
Estiré mi mano para alcanzar la suya, tallando su palma con cuidado para convencerla de apartarse. Estuvo por seguirme pero mi padre me tomó del hombro y mi madre se levantó como una acción emergente. Desvié los ojos hacia los primos que se acercaban; los invitados nos estaban prestando demasiado atención.
Los Skinner y los Ringheim se volverán familia, intercambiarán bienes y dejarán herencia.
—Alec, las preocupaciones las debes compartir en familia, eso somos todos. Puedes contarnos si algo ha pasado. —Mi mamá acercó su dulce mano a mi mejilla, con sus ojos de santa y dedicada madre. Su piel estaba caída en sus huesos, realmente moríamos con el pasar de los años.
—No me voy a casar.
—¿Qué? —Chloe casi escupió su propia lengua, girando su cabeza en dirección a mí.
Ella no fue la única en apuntarme con su mirada, todos lo hicieron, incluso los niños que comían dulces en la mesa de centro. Era realmente aterrador como una celebración podía convertirse en el peor de los recuerdos.
—Perdonen, voy a cancelar esto. —Comencé a sacarme el saco y jalar de mi corbata.
—¿Alec...? —Chloe me tomó del brazo, la tela de la camisa blanca me dejó un rasguño, pero no la miré a esos grandes ojos porque sabía que aquello dolería más. Si veía su expresión me arrepentiría, diría la verdad y después me reiría como si de una broma se tratase.
Te amo como una hermana, te amo demasiado.
—No puedo casarme contigo.
—¡¿Qué hice mal?! —Gritó, nadie pudo moverse o respirar, excepto su propia madre quien caminaba hacia mí dispuesta a exigir respuestas. No había hecho nada malo, pero ya comenzaba culparse por el poco amor que yo parecía tenerle.
—No me gustan las mujeres. —Balbucí, apartando su mano.
Levanté la cabeza, terminé de sacarme la corbata, y di media vuelta para retirarme sin reparar en el rostro de nadie. Los latidos de mi corazón hicieron que no me diera cuenta de que la música ya se había detenido, como si todos quisieran escuchar o quien manejaba el audio se tropezó con las cables del impacto. Mi sangre bombeando era lo único que me hacía compañía.
No tenía la fuerza para ser defensor de lo que amaba, tal como Chris juraba que yo era en el pasado; pero ahora, tenía la fuerza para decidir que nadie más sufriría por mí, tal como Ryan profesó.
Estaba por caminar a la salida pero sentí la bofetada de mi padre, mis oídos palpitaron y me balanceé por la pérdida de equilibro, sin caerme. Volví a levantar el rostro y di un paso más, pero sostuvo mi cabello y tiró de él hacia atrás, obligándome a mirarle y sentir la súplica de mi propia mirada. Me sentí tan lleno de vergüenza.
—¿Por qué sigues faltándonos al respeto? —Espetó, tironeando de mi cabello sin conseguir que bajara la mirada—. ¿ESTÁS, POR DECISIÓN PROPIA, TRATANDO DE ARRUINAR TU VIDA?
—Les dije que cambié, aún cuando sabía que nunca podría hacerlo. —Susurré entre lágrimas, apretando los párpados cuando vi su mano dirigirse otra vez a mí.
—Hablemos en otro salón, para, no lo golpees aquí. —Mi madre lo sostuvo, rogándole que parara. Chloe ni siquiera tenía tiempo para llorar al observar la situación, solo mirar con desesperación de no saber qué sucedía con su compromiso.
—Tú solo te mandaste al infierno. —Espetó, jalando del cuello de mi camisa hacia atrás.
Lo sé. Lo sé. Lo sé.
—Suéltenlo.
Aunque esperaba que se tratara de Ryan, fue la voz de Chloe quien hizo la interrupción. Su madre trató de tomarle la mano y su padre arrojó los vasos con vino de la mesa de centro. Ella solo les gritó que no la tocaran, jamás la vi ordenar sino ser ordenada por su familia, pero se aferró a la tela de su falda y caminó mientras le gritaba a mi padre que me soltara.
—Hija —cambiaron su tono de voz—, sabemos cómo lidiar con su pr...
—Suelte su cuello antes de que lo mate, no puede ni respirar. —La tos me atacó después de que mi padre le obedeciera, el aire entró con desesperación a mi cuerpo.
Chloe hizo contacto visual conmigo, juntando las cejas y encogiendo sus pupilas. Pensé que ella también me golpearía en cualquier momento por la rabia en su mirada.
—Vete, Alec.
—Yo te...
—QUE TE LARGUES, LÁRGATE DE AQUÍ —bramó.
Me señaló con su dedo índice, sin dar otro paso más. Podía escuchar solo sus fuertes respiraciones, el resto de invitados contenían las suyas para no intervenir en el frágil momento.
No lloraba, aunque creí que lo haría del enojo, hasta el cabello se le había hecho un desastre por sus movimientos; era una vista horrible para alguien que celebraba una próxima vida eterna con su prometido.
No pude soportar verla, si alguien más le hiciese aquello yo le golpearía. Me aferré a mi pecho y retrocedí, chocando con unos niños detrás y uno de los recepcionistas que venía a evitar la discusión. No me disculpé por mis tropiezos, solo intenté huir del lugar.
Salí por la puerta de cristal principal, mirando a los costados desesperado. Ryan no había salido, me sentí un idiota por intentar buscar por su auxilio. Solo personas de distintas edades y etnias caminaban en la larga avenida, algunos vestidos de sacos y otros con pantalones tan holgados que parecían sacados de las revistas de modas.
Pasé mi mano por mi rostro hasta descubrir mi frente, tomé aire y me tambaleé hasta las orillas de la calle donde se encontraba el salón, recargando mi espalda en uno de los callejones hasta deslizarme y reposar en el suelo. No había nadie allí, solo los sonidos de los vehículos al pasar y un gato que salía del contenedor de basura.
Observé al gato, acercarse a mí, traté de no moverme para no asustarle.
Esto es un infierno.
Era un gato blanco con manchas amarillas, de vista que lucía cansada aunque seguro era mi impresión por la mugre que se acumulaba debajo de sus ojos como si se trataran de ojeras.
Me removí al ver que se acercaba para beber del bote con agua que le habían dejado allí. Yo pude ver mi propio reflejo.
Pensé en que Chris amaba a los gatos del pueblo, su padre no los permitía en casa ni los míos así que solo nos limitábamos a verlos desde la lejanía hacer maldades por las calles. Cualquier cosa me remontaba a él, sin importar qué tan irrelevante algo fuera, yo no podía sacarlo de mi cabeza.
Los recuerdos a los que me aferraba cuando peor me sentía eran mi consuelo por unos minutos, hasta que se volvían tan dolorosos que era mejor dejarlos ir.
Me encogí, sin apartar la vista del animal, solo llevando mis rodillas a mi pecho mientras me abrazaba a mí mismo.
Por mucho tiempo deseé ser normal, aunque sé que antes de desearlo yo no pensaba que hubiera algo malo en ello. Ahora solo me repetía que estaba equivocado, que estaba pecando, sin cuestionarlo. Me comenzó a dar asco mi forma de desear a los hombres, aunque se tratara de un amor como el que tenía hacia Chris.
Me atrapaba a mí mismo dándome asco, odiándome, repudiando esa clase de contacto. Pero como temía aceptar que de eso se trataba, comencé a desquitarme con Ryan, Chloe, con los hermanos e incluso contra la religión. Quería alguien a quien culpar, y un Dios con el cual justificarme.
No quería aceptar mi error con Chris, pero lo peor era que ahora ya no se sentía un error, ¿mi amor era tan despreciable? Me habría fugado si él me lo pidiera, incluso hizo bromas en el pasado sobre escapar.
—Quiero llevarte a un lugar en el que no tengamos que separarnos ni un solo momento. —Comentó, cerrando el libro de lecturas mientras se inclinaba hacia mí.
—Vámonos, te seguiré a todos lados. —Estuve de acuerdo, aferrando una de mis manos a su pierna.
—No te haría eso así que no aceptes con tanta facilidad. —Se carcajeó.
Él siempre se arrepentía al segundo, dijo que tampoco podía arruinar su vida de esa forma, que tenía planes de hacer cosas por su padre.
—Me habría ido a cualquier lugar contigo si tu petición de escapar fuera sincera y no solo un deseo vago —maldije a mis adentros—, la única vez que te sentí seguro y dispuesto a pelear fue para protegerme.
Pero eso no te incluía a ti.
La única persona que con seguridad me dijo que nos marcháramos lejos, fue Ryan Hammer, y yo acababa de negarme porque no quería que cometa el mismo error que tanto tratamos de evitar. No le iba a pedir que me salvara de esta vida aunque lo deseara.
—No puedo seguir abusando de tu amabilidad. —Lloré, sin poder contener las lágrimas que se deslizaban hasta mojar el suelo polvoso.
Incluso Chloe, pensar en que trató de sacarme con todas sus fuerzas de allí, y que nadie me había seguido, todo era por ella. Le había traicionado, no solo con mi engaño sobre amarla, sino también cortarle a oportunidades para conocer a alguien más; incluso la enamoré "como hombre" siendo que solo le enamoró la vida de Ryan.
Ojalá ella pudiera encontrar a alguien que le ame con todas sus virtudes y defectos. Ella merecía vivir sus propias experiencias.
Siempre me sentí desplazado de mi propia familia, pero no porque ellos lo causaran en primer lugar. Me asustaba la ausencia, la soledad, pero también me aterraban sus personas, como si de dioses se trataran; esa constante necesidad de complacerlos por terror a llevarles la contraria, pero era ese mismo miedo era lo que impedía que yo me alejara.
Mis relaciones familiares me hacían creer que era un fantasma dependiendo de ellos para existir, los vivos. Qué sentimiento tan hipócrita.
—Estoy decidiendo, lo estoy haciendo. —Me repetí, tratando de consolarme mientras sostenía mi propia cabeza. Quería apoyarme en mí.
Seré egoísta y me alejaré. No volveré a casa, incluso la religión que pudo haber sido una gran experiencia para mí, se había mancillado por lo que los hombres creen que es correcto.
Solo quiero dejar esto atrás.
Voy a hacer algo, haré algo, otra vez por mí.
—Estaba listo para correr a buscarte, aunque imaginé que no irías ni pasando la otra calle, tenías imagen de que te tropezarías. —Suspiró Ryan, tomando aire mientras se recargaba en la pared de la callejuela ya azul por el sol recién oculto, solo quedaban los rayos de luz suave.
Me aferré a mis propios brazos.
—¿Debí ir más lejos...? —Sollocé, sin poder elevar la cabeza.
—Cualquiera que quiera llevarte a dentro de nuevo, lo hará con facilidad.
—¿Qué tan lejos era correcto? —Cuestioné, elevando el rostro.
—Debiste irte tan lejos que no me dejaras otra opción mas que aprender a vivir sin ti.
Se estaba riendo mientras decía que no podía dejarme solo, hasta que me vio llorando sin quitarle la vista de encima. Estiró sus manos y se disculpó, pidiéndome que no llorara más por las cosas que me dice.
Ryan me levantó del brazo, se quitó la chaqueta que traía sobre su saco y me la puso encima, cubriendo mi rostro para cuando saliéramos a la avenida. Parece que realmente me estaban buscando, pero habían pasado tan rápido algunos que no pensaron en que yo estaba a un costado del sitio.
Me murmuró cerca del rostro cuánto debíamos seguir caminando, hasta que escuché el sonido de la puerta de su Malibú abrirse, y me sentó dentro. No me dijo que ya podía quitarme la chaqueta de la cabeza así que la mantuve allí.
—Por cierto, voy a seguir en la carrera pero no es necesario que me des tutorías ya. Estudiaré por mi cuenta pero me organizaré mejor ya quiero tomar cursos de modelaje y buscar unos trabajos.
Hizo una pausa.
—Quiero ser responsable de mí mismo, alguien de mi familia dijo que no puedo depender de la ayuda de otros todo el tiempo.
Su voz iba y venía, supuse que se dio la vuelta para entrar al asiento del conductor. Encendió el motor y tiró de la chaqueta hasta descubrir mi rostro, mis cabellos se levantaron como locos por la fricción.
—Suena bien. —Respondí, aunque no tenía la fuerza para sonreírle.
—¿A dónde vamos?
No tengo ni idea.
No aparté la mirada de él, como si quisiera decirle algo, pero no fui capaz de formular ninguna palabra. Ryan apretó sus dientes y bajó la cabeza sobre el volante, mirándome por el rabillo de su ojo, parecía temer de mi respuesta.
Las calles seguían concurridas, ya cubiertas por algunas luces neones que comenzaban a encender. El olor de la costa se impregnaba en nuestros trajes que estaban desastrosos, y mientras inspeccionábamos al otro con la mirada, él encimó su palma sobre mi mano.
Intentó apretarla pero vi en sus ojos que observaba algo más. La levanté para quitarme el anillo de compromiso, en silencio.
—¿Nos vamos de la ciudad? ¿O quieres pasar a Calis por algo? Dime qué deseas, te llevaré a cualquier lado.
Guardé el anillo en mi pantalón.
—Nos vamos juntos. —Puso las manos en el volante, tomó aire y continuó—, tomaré ahora mismo la carretera y lo pensamos después.
—Vamos a nuestros dormitorios, Ryan.
—¿Quieres recoger algo de allí? Quizás van a buscarte a la universidad, mejor vamos con Kennie, a él le pagaré lo que necesitemos.
—Yo todavía no sé qué voy a hacer, pero no me puedo ir aún a ninguna parte, mucho menos tú. Pero gracias... por permitir que fuera en tu carro a mi dormitorio para descansar. Lo lavaste recién, ¿no? Se ve bien, tu Malibú.
Quise cambiar el tema pero todo se volvió más incómodo. Hammer me miraba con tanta frustración, pero se aferró al volante y comenzó a andar. Solo el fuerte viento que pegaba en nuestros rostros nos acompañó, y el leve azul del cielo nocturno que se apreciaba en su convertible.
Le repetí que fuéramos a los dormitorios, dijo que solo daría unas vueltas antes de llegar.
Encendió la radio y aunque pasaron algunas canciones conocidas, no pude prestarle atención a ninguna. Íbamos juntos de regreso a nuestro punto de reencuentro, para descansar, y quizás en los días siguientes pensar en cómo resolver el desastre que causé.
—Ryan, voy a pedirte algo, lo último que te pediré, ¿sí?
—No quiero.
Esperé unos segundos, abrazándome a mí mismo mientras seguía con la vista clavada a la costa en mi derecha.
—Ryan.
—No voy a escucharte.
Estiré un poco el cuello y bajé la mirada para observar las olas romper en la costa.
—De acuerdo. —Aceptó repentinamente.
—No quiero que me ofrezcas nada más, ya no hagas nada ni intervengas por mí. Aunque yo te pida que nos marchemos juntos, hazme el favor de ignorarme.
No soportaré que alguien más meta las manos en el fuego para salvarme.
—¿Puedo confiarte eso?
—Siempre estoy a tu servicio. —Sonó más doloroso para él.
• • •
Ayuda, me dolió. Pero al menos se ha destrozado este compromiso.
QUÉ TAL, CÓMO ESTÁ LA NOCHE. ¿Qué me cuentan?
¿Tuvieron buenas vacaciones? ¿Mucha tarea?
¿Algún comentario que quieran agregar? Estamos cerca del final. :')
Mil gracias a todos AAAAAAAAAH LLORO.
~MMIvens.
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